Las contradicciones y la falta de visión de los colectivos canarios

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En Canarias, la más que insostenible situación y el descontento ya ha derivado hace unos meses en manifestaciones con un peso significativo, pues la situación empuja a la clase obrera a exigir cambios. Concretamente, el pasado 20 de abril comenzaron las protestas con el fin de poner sobre la mesa una serie de propuestas para frenar el turismo masivo, el alquiler turístico y el daño medioambiental, principalmente, y el PCOE presentó un análisis al respecto. El día 20 de octubre del presente año los colectivos “en lucha” han vuelto a convocar, pero todo se ha desinflado indiscutiblemente, pues en la primavera los manifestantes se contaban por decenas de miles en todo el archipiélago, y éste otoño, ya sea consultando a los convocantes o a las fuentes del gobierno, todo ha perdido fuerza de forma más que notable.

Después de aquella manifestación multitudinaria de abril mencionada anteriormente, no soplaba ningún viento de cambio en favor de la clase obrera. Los representantes de la burguesía ni siquiera han querido tomarse en serio las reformas que piden los colectivos, los cuales se han agrupado bajo el lema “Canarias Palante”, para, según dicen, “impulsar un proceso participativo cuya primera acción será un formulario donde recoger todas las ideas que tiene nuestra gente para hacer las cosas mejor en Canarias, porque la única manera de hacerlo bien es haciéndolo todo el mundo junto. Se trata de la primera acción de un proceso que tiene como objetivo la elaboración de una hoja de ruta que guíe la negociación de ese modelo desde la calle y el espacio institucional”.

Sobra decir que toda reclamación que pueda hacer la clase obrera, con el fin de mejorar su situación como clase, es completamente legítima. Siempre será una muestra de dignidad que el proletariado salga a las calles a presionar y a dejar claro su descontento; su disposición para pelear contra aquellos que dificultan cada vez más sus vidas. Sin embargo, hay ciertos liderazgos que nos llevan por caminos infructuosos y lo único que se consiguen es generar impotencia. No debemos olvidar que hay que ser críticos en todo momento y estar atentos a las contradicciones, pues para alcanzar metas es imprescindible que la hoja de ruta sea la adecuada, ya que si no acertamos en el diagnóstico no vamos a aplicar el remedio correspondiente.

En un artículo de junio, este grupo declaró que no hubo interés por parte del Gobierno de Canarias por cambiar el modelo de desarrollo económico, y que se ha ignorado a los manifestantes, lamentando no haber obtenido respuesta por parte del Ejecutivo y que no se haya creado una mesa de negociación para tomar parte en “la construcción de un nuevo modelo”. También dijeron que “los poderes políticos y económicos de nuestras islas quieren diluir la fuerza de los colectivos sociales convocantes del 20A con una consulta protagonizada por los mismos cargos políticos que nos han traído a esta situación límite que estamos viviendo” y acusan al presidente canario, Fernando Clavijo, de “crear una cortina de humo para salir por la tangente”. Así que, por un lado, tenemos un rechazo ante la idea de que quienes “nos han traído a esta situación límite” cojan las riendas y, por otro lado, se pide negociar con ellos para formar parte en la “construcción de un nuevo modelo”. ¿No eran los cargos políticos el problema? ¿La idea es alcanzar un “cambio” trabajando con los culpables?

Al final del mismo artículo, señalan vagamente unas reformas que persiguen para luego añadir: “no lo hará el gobierno, pero lo haremos todo el mundo junto. Canarias es nuestra y las calles para volver a alzar nuestras voces si no nos dejan participar en la toma de decisiones acerca del modelo que queremos, también”. Es decir, el gobierno “no lo hará” pero Canarias Palante, que defiende un proceso participativo para “todo el mundo” y no quiere dejarlo en manos de quienes “nos han traído a esta situación límite”, pone el poder de decisión en el gobierno, y si éste se niega a negociar solo queda seguir alzando la voz hasta que les “deje participar” en las decisiones. Siendo así, todo parece indicar que el poder no lo tiene, ni pretende tenerlo, Canarias Palante. Menos indicios hay de que quiera ponerlo en manos de la clase obrera. Sin embargo, dicen cosas como “Canarias es nuestra”. ¿Quién conforma ese grupo que puede referirse a Canarias como “nuestra”?

Volvamos al objetivo principal de la agrupación de colectivos: “impulsar un proceso participativo cuya primera acción será un formulario donde recoger todas las ideas que tiene nuestra gente para hacer las cosas mejor en Canarias, porque la única manera de hacerlo bien es haciéndolo todo el mundo junto”. Se quejan estos colectivos del intento de los políticos por hacer una consulta llevando las riendas; ¿no pecan ellos mismos de iniciar un proceso similar? ¿El modo de “participar” es enviar a un grupo de colectivos un escrito con cualquier tipo de idea? ¿Quién es “nuestra gente” y “todo el mundo”?

También dicen que “Se trata de la primera acción de un proceso que tiene como objetivo la elaboración de una hoja de ruta que guíe la negociación de ese modelo desde la calle y el espacio institucional”. Se sigue incidiendo en la negociación, es decir, no se cuestiona que los causantes del problema tengan el poder; al parecer es legítimo, y la idea es llegar a un acuerdo con ellos. Los burgueses y sus representantes deben pasar por su filtro las propuestas, determinar lo que puede llevarse a cabo y lo que no, y de qué manera debe hacerse. Además, como hemos leído anteriormente, deciden si se conforma o no una mesa de negociación, en la que se espera que ellos den permiso para participar en la vida política. Volvemos, entonces, a lo que ya sabíamos: Canarias es de la burguesía, y el órden burgués no es desafiado.

¿A eso se refieren con hacerlo “todo el mundo junto”? Si se incluye tanto a proletarios como a empresarios canarios, que son dos clases sociales con intereses opuestos, ¿dónde está la hoja de ruta? La relación entre explotadores y explotados es desigual, y los segundos quedan subordinados a los primeros. No se puede conciliar los intereses de una minoría que se apropia de la riqueza generada por la clase obrera para obtener ganancias (explotadores), con los intereses de aquellos que producen toda la riqueza a cambio de un acceso restringido a ésta (explotados). Por otra parte, se quiere realizar un “cambio” desde las instituciones, que son los medios que usa la burguesía para dar a su dominio sobre la clase obrera una forma legal. Si los capitalistas siguen en el poder, y se les va a respetar ese poder, ya no va a tomar parte “todo el mundo” porque continuará la economía de mercado, que es la causa de todos los problemas (y más) que señalan estos colectivos, y entonces la gran mayoría (asalariados) queda fuera del “proceso participativo”.

Al parecer, Canarias Palante rechazó un encuentro con la patronal porque “no es la interlocutora adecuada para estas decisiones; lo son el Gobierno de Canarias y los Cabildos. Lo es mucho menos cuando su presidente, Jorge Marichal, se declara públicamente en contra de las propuestas y demandas del 20A y defiende a ultranza el modelo turístico actual”. Luego, refiriéndose al Gobierno de Canarias en el mismo comunicado, declaran que “mientras ignoran nuestras reivindicaciones, continúan celebrando encuentros y diálogos, junto al sector hotelero, en los que se llenan la boca hablando de sostenibilidad, reparto de la riqueza y cuidado del territorio. Sin embargo, su postura queda clara cuando en el Parlamento rechazan todas y cada una de las reclamaciones del 20A, cuando siguen autorizando nuevas construcciones turísticas y cuando se niegan sistemáticamente a detener obras ilegales que destruyen impunemente nuestras islas”. Es decir, se niegan a hablar con la clase dominante porque “no es la interlocutora adecuada”, pero matizan que sus representantes sí lo son, aun señalando en el mismo comunicado que les ignoran y rechazan todas las reclamaciones en el parlamento, mientras se reúnen con la patronal continuamente. ¿La conducta de los políticos no indica, precisamente, que están para velar por los intereses del sector de la burguesía a la que representan? ¿seguirán diciendo que hay que negociar y que estos subalternos de los capitalistas son “los interlocutores adecuados”? Nosotros tenemos muy claro que ni unos ni otros lo son, y lo explicaremos más adelante.

A continuación, volveremos a tratar, como ya hicimos tras la manifestación de abril, las cuestiones en las que se centran los colectivos. En lo que respecta a las reivindicaciones, debemos preguntarnos si son las adecuadas y si son suficientes. Por ejemplo, la limitación de compra de vivienda a no residentes. El problema de la vivienda en todo Estado capitalista reside en el mismo punto: la propiedad privada. No se trata de un derecho, puesto que necesitamos poder pagar cantidades determinadas de dinero si queremos un techo. Sin embargo, hay necesidad de ella y más de 200 mil casas vacías en Canarias, pero en el sistema capitalista solo son un medio más para que unos propietarios, ya sean particulares, bancos u otras empresas, obtengan ganancias. Debido a esto, se venderán a quien pueda pagarlas, y teniendo en cuenta la situación geográfica de las islas, la escasa rentabilidad y las dificultades que supone para el burgués la inversión en los recursos de la región, que más del 80% de los empleos pertenecen al sector servicios, el alto índice de importación que conlleva dicho sector y la falta de producción local, hay una tendencia a los bajos salarios, pues las condiciones fomentan que se concentre la actividad empresarial en todo lo relacionado con el turismo, hay cada vez más obreros demandando trabajo y, con la ayuda de los sindicatos traidores, se llevan a cabo las trampas que permiten destinar menor cantidad del valor, el cual es generado por la clase obrera, al salario.

Los colectivos canarios reclaman que se limite la compra de casas a extranjeros y se facilite el acceso a la vivienda a los canarios. Tocan el tema de una manera vaga y sin entrar en detalles de lo que quieren conseguir y cómo quieren conseguirlo. Se refieren, asumimos, a precios “asequibles”, porque en ningún momento cuestionan la vivienda como mercancía o medio para obtener renta. Si ciertos canarios, en lugar de personas no residentes, se dedican a comprar casas para alquilarlas y, por tanto, sacan tajada del salario de trabajadores que buscan un techo, aprovechando para convertir igualmente la necesidad en búsqueda de ganancia, ¿sí es legítimo porque lo hacen canarios? Una de las consignas de quienes siguen a estos colectivos es que “la vivienda es un derecho”. ¿Es un derecho si forma parte del mercado?

Centrándonos concretamente en la vivienda, pues es el tema que tratamos y se alargaría demasiado si hablamos de todo lo demás, debería estar garantizada sin más; sin que pertenezca a nadie que pueda sacar beneficio. Es una necesidad vital y debe ser propiedad personal para cubrir dicha necesidad, no propiedad privada para ganar dinero a costa del trabajo ajeno. Los que poseen viviendas para el lucro dirán que “han trabajado mucho para conseguirlo”, lo cual no es cierto; no es esa la razón, puesto que hay enormes diferencias entre unos sectores de la población y otros; unos han tenido más apoyo económico y personal, la ventaja de una herencia, de capital de empresa familiar, de unas condiciones que han permitido la formación para el acceso a mejores puestos de trabajo, contactos con funcionarios, empresarios, etc. Muchísimos otros no, y cada vez van empeorando las condiciones para todos, pues solo en Canarias, 750.000 personas viven en riesgo de pobreza y exclusión social, y por si fuera poco, las “ayudas” apenas llegan a 13.000. Pero no es solo eso, sino que este criminal sistema nos inculca la aberrante idea de que hay un derecho a apropiarse del trabajo ajeno, y que eso es legítimo, es decir, si puedes hacerlo, hazlo. ¿Los propietarios han construido las casas que compran y han sacado la materia prima para ello? ¿producen todo lo que va destinado al interior de los hogares? ¿acaso crean el suelo? Las viviendas son posibles por la labor de los trabajadores, pero son los dueños de las constructoras, inmobiliarias y de los bancos los que se benefician de tales creaciones, así como aquellos que compran casas porque aspiran a ser rentistas, mientras los obreros en su conjunto aportan para que sea posible todo lo que existe en la sociedad, pero se encuentran cada vez con más penurias aun siendo trabajadores en activo.

Tampoco hay ninguna lucha por un asunto muy grave: la existencia de la empresa de matones fascistas llamada Desokupa, que incluso tiene publicidad como si se tratara de un servicio más. Quien esté mínimamente informado conocerá lo que es este nido de escoria, pero no hace falta investigar mucho para saber lo que son y cuál es su ideología, exhibiéndola incluso en la calle sin que les ocurra nada y con numerosas irregularidades a nivel legal, por no hablar de los miserables y repugnantes bulos racistas y de criminalización de la pobreza que su famoso, sociópata y descerebrado líder, Daniel Esteve, vomita en sus videos. Se sabe impune y se dedica incluso a amenazar públicamente a periodistas. Este lacayo de la patronal es necesario para la burguesía, pues en época de crisis es necesario apelar a los miedos del proletariado más atrasado ideológicamente, y se recurre a la más vil manipulación y deshumanización para que, en lugar de enfocarnos en el auténtico enemigo, que son quienes se lucran de nuestro trabajo y necesidades (esto es, los dueños de los medios de producción), nos enfoquemos en enemigos ficticios, como nuestros hermanos de clase migrantes o todo aquel que ha caído en la miseria y busca un techo como sea, siendo un mito todo lo que se dice de la okupación, que son un 0,06% de las viviendas en España. Además, se introducen mayoritariamente en viviendas vacías de empresas y bancos, siendo el allanamiento de morada (que entren en la vivienda donde resides) un asunto muy distinto que se resuelve rápidamente. Por otro lado, para obtener más pistas, tenemos el lucrativo negocio de las alarmas para protegernos del monstruo de un cuento, a pesar de la baja criminalidad del país. A pesar de ello, España es uno de los países donde más alarmas se venden. ¿No forma parte este asunto del problema de la vivienda en particular, y de los problemas de los trabajadores en general?

Siguiendo con la situación económica de la clase obrera, la pobreza también se refleja en el hecho de que 7 de cada 10 mayores de 55 años destinan sus ahorros a ayudar a familiares, en el aumento de personas que acuden a Cáritas, en el aumento descomunal de los desahucios y en la precariedad del empleo a nivel nacional, donde podemos observar, entre otras cosas, que en el año 2023 hubo casi dos millones de despidos en periodo de prueba, que es una nueva forma de contrato temporal sin costes de despido. Una mayor inseguridad laboral y económica no permiten una vivienda, y recordemos que el PCOE ya explicó la situación del empleo y los engañosos datos. Esto se traduce en un acceso cada vez mayor por parte de turistas con un poder adquisitivo que permite obtener lo que muchos canarios no pueden. El capitalismo está llevando a gran parte de las clases populares del archipiélago a la miseria, con la correspondiente caída del consumo, y que haya viviendas destinadas a los turistas, ya sea como propiedad o alquiler vacacional, no es la causa, sino una consecuencia. Y ya hemos visto que las “ayudas” públicas para facilitar el acceso a la vivienda, no son más que una transferencia indirecta que realiza la burguesía usando su Estado, para que ese dinero vaya a parar a sus manos y el comprador pague el precio establecido, pues son conscientes de que es cada vez más inviable que la clase obrera pueda adquirir una vivienda, pero no por ello dejará de ser ésta una mercancía y los poderes públicos se ocuparán de que las manos privadas no se queden sin “su dinero” en caso de impago. Empresarios canarios se dedican a esto. ¿Son también “nuestra gente”? Además, ya se ha declarado que hay miles de millones de dinero público disponibles para que los empresarios sigan haciendo negocio con la vivienda, engañando con la idea de “alquileres asequibles”, como si “alquiler” no significara que alguien se beneficia de la necesidad, “asequible” no fuese un concepto relativo que depende de multitud de factores y como si el mercado y su destructiva dinámica no siguieran su curso.

Para entender mejor la desorientación y el vacío en el discurso de quienes pretenden mover a las masas en el archipiélago, echemos un vistazo a una fundación llamada Tamaimos, que se ha unido a Canarias Palante. Cuando se autodefine en el apartado “Sobre nosotros” dice lo siguiente: “Este proyecto no tiene relación con partido político, ideología, confesión religiosa o institución alguna”. ¿Es un zombi que va a la deriva por la vida en sociedad sin pensamiento y sin rumbo? Eso que afirman significaría que no tienen absolutamente ninguna idea de cómo es o debe ser el mundo. Es imposible no defender ninguna posición, y sin embargo afirman ser “revista canaria de pensamiento crítico”; ¿son “críticos” fundamentándose en qué? En su presentación continúa de la siguiente manera: “la mayoría de nosotros somos canarios que residimos fuera de las islas, aunque seguimos manteniendo fuertes vínculos con nuestra tierra. Reivindicamos un concepto amplio de cultura y atendemos a asuntos que consideramos de alto interés, como nuestras manifestaciones artísticas, la sociedad, la política, el medio ambiente, el deporte, la fiesta,… y, en definitiva, cualquier plano de la realidad donde estimemos necesario que se exprese la canariedad consciente, como vía para construir un país mejor”. Y también podemos leer “Somos un proyecto cultural progresista”. ¿Cómo hacer reivindicaciones, autodenominarse progresistas o interesarse por aspectos como la cultura, la política, la sociedad, el medio ambiente, etc., si “no tienen relación con ideología alguna”? Por otro lado, hablan de “nuestra tierra” y “canariedad”, defendiendo una identidad común en los canarios por el hecho de serlo, sin importar la situación global, las clases sociales ni tener en cuenta su indiscutible existencia, así como su lucha por ser antagónicas.

Siguiendo con la fundación, afirma unirse a Canarias Palante porque “Para la Fundación Tamaimos es fundamental el empoderamiento de una sociedad civil canaria, y canarista, que se reivindique como actor principal en la consecución de logros como la moratoria, la ecotasa, los límites a la compra de viviendas por parte de foráneos y, por ende, el cambio de modelo, así como cualquier otro objetivo colectivo que como pueblo nos queramos marcar en el ámbito social, político, cultural, etc. Acudimos a esta convocatoria con ánimo constructivo, para trabajar desde la diversidad en pos de metas compartidas por amplios sectores de la sociedad canaria y no sólo por colectivos de alguna ideología o tendencia concreta. Apostamos por la construcción de una mayoría popular representativa de los intereses colectivos del pueblo canario (…) Por último, deseamos que quienes todavía no lo han hecho, ya sean individuos o colectivos, vean en este proceso una posibilidad ilusionante de construir una Canarias mejor y decidan formar parte del mismo”. Se llena la boca con “los canarios”, defiende reformas, afirma apostar por una mayoría popular que represente los intereses colectivos del “pueblo canario”, quiere trabajar desde la “diversidad” y dice desmarcarse de toda ideología. Un oportunismo de corte nacionalista que habla de Canarias como una forma de ser, de sentir, de identificarse y hablando de un “nosotros” como si no hubiese una lucha de clases, con un discurso vacío que no quiere ofender a nadie ni concretar nada. ¿Esa “diversidad” quiere decir que toleran cualquier posición política aunque sea la que genera los problemas? ¿Caben obreros, empresarios, sindicatos de la patronal, discursos de derechas, de oportunismo de “izquierdas”, etc? Como hemos dicho, no se puede hablar de los intereses de la mayoría sin tocar ni mencionar la dominación de una minoritaria clase parasitaria que controla la riqueza, mientras la gran mayoría que la genera es cada vez más pobre y vive bajo la bota de dicha minoría. Habría que preguntarse si Tamaimos no sabe lo que hace ni lo que dice, y por tanto no puede pretender ser “guía” de las masas, o si conoce realmente la situación pero le interesa un movimiento que aspira, como mucho, a una “colaboración” entre explotadores y explotados.

Volvemos en este artículo a tratar una de las reivindicaciones más famosas: la ecotasa. Es un impuesto que se aplica en destinos turísticos para mitigar el impacto ambiental, y uno de sus usos sería el “desarrollo de iniciativas turísticas sostenibles”. Según Intersindical Canaria, que también se une a los colectivos del 20A, “la aplicación de esta medida no es ni siquiera con afán recaudatorio, es prácticamente un deber moral”. Es evidente que sin la recaudación no pueden llevarse a cabo las medidas relativas a la ecotasa, por tanto es el principal objetivo para que puedan materializarse. También es importante que recordemos que el concepto de moralidad no se puede desligar del modo de producción, y es construido dentro de sus márgenes, cosa que procederemos a demostrar a continuación.

En primer lugar, para los colectivos canarios el problema parece ser la manera en que se hace negocio con el turismo. La idea es hacerlo “sostenible”, limitarlo, frenar la ampliación de alojamientos turísticos o nuevas construcciones con este fin, dirigir una recaudación (ecotasa) a reducir el impacto y, entre otras cosas, cuidar los espacios naturales que son necesarios para seguir siendo destino turístico. ¿Dónde se cuestiona el lucro de los empresarios del sector con el trabajo ajeno? El motivo de la destrucción de los espacios naturales y del empobrecimiento de la clase obrera, es que una minoría parásita, que son los propietarios de las grandes empresas, deben seguir la dinámica del mercado para sacar la máxima ganancia posible chupando la sangre a los asalariados y arrasando con los recursos. ¿No es un deber moral poner estos hechos en el centro del asunto?

Como hemos dicho, la ecotasa sería usada para conservar también los atractivos turísticos (es decir, cuidar el negocio de la patronal) y para reparar daños que seguirán teniendo lugar. Cabe preguntarse si no facilita al burgués el trabajo sucio, pues todo ello sería posible con una recaudación que proviene de un impuesto, y no de su bolsillo. Los intereses de la burguesía en Canarias se centran principalmente en el turismo, y los defienden de manera intransigente a través de sus representantes políticos; no estarán dispuestos a poner freno al crecimiento del negocio, y en todo caso unas medidas pueden tener lugar para dar mayor ventaja aún a los grandes empresarios frente a los pequeños, engullendo los primeros el espacio que ocupan en el mercado los segundos, pues su peso en el mercado es desigual. Es por ello que parecen abrirse a la posibilidad de instaurar un gravamen, pues es en sus usos donde luego se enfocará el eterno y desdibujado debate, y no en el modo de producción. Por otro lado, partidos tan lamebotas de la patronal como los que conforman actualmente el gobierno, aprovechan para insistir con una reforma que saben que no lleva a ningún sitio, pero mejora un poco su imagen. Tan repugnante es el cinismo del PSOE, que no es más que un partido criminal, que se atreve a fingir su apoyo a las manifestaciones y aparece en imágenes con el puño en alto, como si no fueran sucios gestores del capital.

En cuanto al Gobierno de Canarias, declaró recientemente que “no se cierra” a la posible instauración de la ecotasa y da a entender que se abre a la posibilidad de un debate sobre cómo “redistribuir la riqueza”, palabras cargadas de cinismo que son insulto para la clase obrera, pues sabemos quién va a tener la riqueza en sus manos. Aunque suponga algún gasto extra para el turista, el número de visitantes no se ve afectado por ello en los lugares donde se aplica y serán las empresas privadas, como ocurre con cualquier recaudación, las que se vean beneficiadas con el impuesto. De la misma forma hacen una obra de teatro cuando se trata de “aumentar” el salario mínimo, para que parezca un pulso y un golpe importante para la patronal, pero la realidad es que, aunque la cifra en sí sea mayor, hemos perdido poder adquisitivo, y la burguesía no lucha contra nadie cuando se trata de llevar a cabo la “subida”, puesto que es quien controla el Estado y los políticos de todos los parlamentos trabajan por sus intereses. La ecotasa ya se ha usado para fraudes, y algunas organizaciones ya señalan la falta de transparencia e inversiones inadecuadas. Recordemos que el Estado no es una deidad neutral que se dedica a usar de manera “moralmente correcta” los recursos que caen en sus manos. Tienen un carácter de clase, y los capitalistas lo manejan.

Nos acostumbran a creer que la responsabilidad del daño al medio ambiente es el consumidor, y no el modo de producción. Compremos o no cierta mercancía, el daño a la naturaleza por arrasarla sin freno para sacar todo el producto posible para su salida al mercado y beneficiar a los dueños de las empresas, ya está hecho. Si no consumimos en una empresa, tendremos que consumir en otra, porque todo lo que necesitamos está en ellas, y todo consumidor que pierde una empresa, lo ganan otras, acrecentando el abastecimiento para ello.  Es el capitalismo y su modo anárquico de producción lo que origina los problemas, y no el modelo turístico, el cual es solo el reflejo de dicho modo de producción basado en la búsqueda de la máxima ganancia, procurando los empresarios ganar cada vez más peso en el mercado, y por tanto la idea es crecer sin límites, produciendo lo más rápido posible y de la manera menos costosa que esté al alcance, aunque signifique destruir los espacios naturales. Tomemos como ejemplo los lugares en los que existe la ecotasa. En Cataluña podemos ver episodios como los de las playas de Tarragona con los microplásticos. Incluso Alemania, que presume de prácticas ecológicas, arrasa con una cantidad desmesurada de recursos, los cuales no se limitan a los que se encuentran dentro de sus fronteras. También el cambio climático tiene devastadores efectos en dicho país. ¿De qué manera ha resuelto el problema la ecotasa? ¿No es un deber moral poner el foco en el modo de producción y sus efectos?

Siguiendo con Intersindical Canaria, a finales de junio celebró su IV Congreso Insular de la Federación de Hostelería. Aunque saca a la luz los demoledores datos de la situación del archipiélago, hace solamente una lectura desde las consecuencias, y no concibe las causas. Podemos ver en el artículo que se posiciona en contra de los sindicatos de la patronal, y es interesante ver que una de sus críticas hace referencia a que “la negociación colectiva se ha convertido en un coto entre la dirigencia sindical mayoritaria y las cúpulas patronales, sin la menor participación de las personas trabajadoras (…) quienes son sistemáticamente ignorados a la hora de establecer sus condiciones salariales, la jornada y los horarios de trabajo, la regulación de la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, y de la defensa de la seguridad y salud en el trabajo, las mejoras sociales, etcétera”.

Vuelve la famosa negociación con la patronal y la queja por el hecho de no dejar participar. Éste es sólo uno de muchos ejemplos que podemos encontrar en las declaraciones de cualquier organización, pues no se trata solamente de Intersindical Canaria, sino que todo en la sociedad adolece de ideología burguesa. En este caso concreto, es pertinente preguntarse lo siguiente: si reconoce como algo negativo trabajar por los intereses de los empresarios y señala que las artimañas de la patronal llevan al empeoramiento de la situación del proletariado, ¿por qué legitima la existencia de los empresarios? ¿Dónde está el límite entre los intereses de la clase explotadora y la clase explotada?

No estamos exagerando al “exigir” a un sindicato que responda a las preguntas anteriores, ya que en su página web, se autodefine de la siguiente manera: “nos hemos caracterizado como sindicato de carácter sociopolítico, vinculando la lucha por el socialismo con el avance hacia la liberación nacional. (…) Intersindical Canaria no puede renunciar a la lucha por mejorar las condiciones de vida de las clases trabajadoras, lo que exige, a su vez, cambios profundos en los ámbitos político, económico, social y cultural, que lleven a una redistribución de la riqueza en beneficio de la mayoría, que avance hacia a la diversidad y la calidad del empleo, a la mejora de la sanidad, la educación, las políticas fiscales y los servicios sociales. Esto sólo será posible con el cambio del modelo de relación Canarias-Estado, tal como la práctica ha demostrado”. Como vemos, menciona una supuesta lucha por el socialismo pero no la socialización de los medios de producción; la intención es “mejorar las condiciones de las clases trabajadoras”, “mejorar” la sanidad, la educación, las políticas fiscales y los servicios sociales. No defiende que la clase obrera tome el poder y construya el socialismo; defiende “mejorar” el sistema, y dice que solo es posible con el cambio de modelo “Canarias-Estado”, es decir, mejorar la relación entre las instituciones burguesas de la comunidad autónoma y el Estado burgués, y afirma que eso es lo que “la práctica ha demostrado”.

Lo que la práctica ha demostrado es que el capitalismo es irreformable, que la contradicción capital-trabajo sólo genera miseria y que el imperialismo está en bancarrota. Bien lo sabe Intersindical Canaria con los nefastos datos que pone sobre la mesa. Sin embargo, su posición es interclasista, normaliza el trabajo asalariado y, por tanto, la propiedad privada de los medios de producción. No hay intención de dotar de conciencia de clase al proletariado, y en su Congreso hace referencia a “personas trabajadoras” a las que se les debe dejar participar en una negociación con el burgués, que seguirá siendo el propietario a pesar de no producir la riqueza, sino solo apropiársela. Debe seguir teniendo derecho a obtener ganancia del trabajo ajeno. Por eso el Congreso presentó lemas como “Mejorar los salarios y las condiciones de trabajo, sí; moratoria turística, ecotasa y regulación de la vivienda vacacional, también”.

Si la propiedad del burgués es legítima, ¿en qué se fundamenta la lucha por la subida salarial o la “regulación” de uno de los negocios que se hacen con la vivienda? El ponzoñoso discurso de los abanderados de la “izquierda” en los parlamentos, que no son más que la pata izquierda del sistema capitalista, siempre ha hablado de un “reparto de la riqueza” en abstracto, sin decir lo que ocurre con ella, quién la produce, quién se dedica a robarla y de qué manera se hace tanto lo uno como lo otro. Es como decir que los que más tienen deben ser generosos con lo que es “suyo” y dar a los “desgraciados” una buena parte, en nombre del “bien común” de la sociedad “en general”. Eso da toda la facilidad al burgués para decir que esa riqueza es suya, y por tanto no tiene que dar nada; que pretenden “robarle” y que quien quiera algo, que se “esfuerce”. Sin embargo, el rico es rico por el esfuerzo de la gran mayoría de “desgraciados”; la burguesía no produce ni aporta, sino que su rol consiste en apropiarse indebidamente de lo que genera la gran mayoría y aspira a hacerlo siempre en mayor medida usando los frutos del trabajo ajeno que ya posee. Teniendo en cuenta todo esto, ¿Por qué menciona Intersindical Canaria la lucha por el socialismo? ¿En qué momento apunta hacia esa dirección al dirigirse a la clase obrera? ¿por qué se refiere a dicha clase como “personas trabajadoras” en su congreso, mientras en su discreta página web habla de clases trabajadoras?

En lo que respecta a los parásitos, la enésima prueba del juego de la patronal la vemos en las declaraciones del presidente de la Confederación Canaria de Empresarios (CCE) en un artículo donde dice admitir que hay que mejorar la aportación del turismo al archipiélago, aunque no matiza nada al respecto. Señala, como era de esperar, que se ha reunido con el máximo representante de la burguesía en Canarias, Fernando Clavijo. Luego manipula hablando de una falsa mejoría en relación a la inflación, y al final el artículo expone lo siguiente: está dispuesto a “colaborar en todo aquello que sirva para mejorar la economía y la vida de quienes viven en Canarias”, pero matizando que debe ser una negociación colectiva porque es ahí donde “deben resolverse estas cuestiones”, puntualizando que sindicatos y empresarios tienen que llegar a acuerdos que garanticen la “viabilidad” de las empresas, “no solamente para pagar salarios, para pagar proveedores” sino también para “seguir siendo competitivos invirtiendo”. Es decir, se reunirán con los sindicatos para elaborar los ardides contra la clase obrera y poder seguir invirtiendo para que el negocio no pare de crecer. El beneficio de las empresas significa la ganancia para el empresario, no para el asalariado. Todo lo que beneficie al burgués atenta contra los intereses de la clase obrera. El parásito que encabeza la CCE lo sabe, y por eso disfraza sus intenciones con palabras de “buena voluntad”; sabe que es hora de jugar a las concesiones con letra pequeña. Y los colectivos de Canarias Palante nos dicen que se debe negociar.

Es el mismo que dijo, refiriéndose a los trabajadores de baja médica, que los empresarios pagan a los obreros por no ir a trabajar, cuando es precisamente el obrero quien genera todo y quien sufre el robo, ya que, contra su voluntad, es quien paga por trabajar generando la plusvalía para el empresario, el cual no solo es totalmente prescindible sino que su existencia es el principal problema de la sociedad. Además, este tipo de falacias de la patronal en Canarias ya fueron desmentidas en un comunicado de nuestro partido.

Recordemos a Intersindical Canaria que la base de ese modelo que quieren es la explotación humana, ya que los asalariados son quienes generan toda la riqueza (producción) al vertiginoso ritmo que marcan las exigencias del mercado con el nivel de desarrollo actual de las fuerzas productivas. Los obreros no obtienen lo que les corresponde según lo generado, sino solo una parte, que es el salario, destinada a mantener y renovar su fuerza de trabajo, y es por ello que, a pesar de producir todo lo necesario para la vida en sociedad, su acceso a bienes y servicios es limitado. Las necesidades son mercancías, es decir, son propiedad del explotador y se destinan a darle ganancia, aunque se hayan creado con el trabajo de los asalariados. La automatización sustituye a trabajadores por máquinas que agilizan la producción, y envían al obrero al paro y a engrosar las filas del ejército industrial de reserva, lo que lleva a facilitar al burgués ofrecer precariedad por aumentar la cantidad de obreros necesitados de trabajo, y a su vez lleva a menor poder adquisitivo, menor consumo y pérdidas por sobreproducción, es decir, lleva a las crisis. Se da una delirante contradicción: sobra producción, la cual sólo se permite con el sello de la propiedad privada, pero faltan consumidores, y el burgués procura solucionarlo buscando nuevos mercados en el exterior para dar salida a sus mercancías, generar deuda, cargar las pérdidas privadas en las cuentas del Estado y controlar recursos y política con invasiones y guerra, con los que también se libra de excedente humano a través de la miseria y la barbarie. ¿No es un deber moral acabar con esto?

Canarias Palante también reclama un impulso para el sector primario. Es algo que, como ocurre con todo lo demás, piden a los representantes de la burguesía. Veamos de qué manera obra el sector primario en manos del capitalista.

Hemos conocido recientemente que millones de kilos de plátanos han sido desechados por orden de la Asociación de Organizaciones de Productores de Plátanos de Canarias (Asprocan), como consecuencia de una sobreproducción a la que no pueden dar salida en el mercado. De esta manera se evita la bajada de precios por sobreoferta, y se demuestra una vez más el único interés de la propiedad privada: usar el trabajo ajeno y las necesidades para obtener ganancias.

Según datos del INE y del Ministerio de Agricultura, en 15 años ha habido una pérdida de más de 100.000 agricultores en España, acaparando claramente las tierras las grandes empresas agrícolas y terratenientes, en detrimento de los pequeños agricultores que poseen parcelas de escasas hectáreas y no pueden competir. La ampliación de las explotaciones de estos grandes propietarios requiere cada vez de más maquinaria y tecnología para mejorar la tierra y su productividad, y prescinden progresivamente de asalariados. A pesar del mayor uso de estos avances, que en 20 años ha aumentado en más de un 50%, los víveres no dejan de aumentar su precio ya que los monopolios tienen el control. Se hacen cada vez más con el mercado, y con tierras que ya no resultan rentables a sus arruinados propietarios, que solo pueden arrendarlas o venderlas a bajo precio, y cuanto más se expande el monopolio más controla los precios, alegando que se encarga de satisfacer más demanda y proceso productivo, aunque en realidad se dedica a comprar cada vez mayores participaciones (invertir en acciones) en todo tipo de negocios para especular y ganar con lo que producen asalariados de otras empresas. Es decir, hay cada vez mayor concentración del capital. Y cuanto más invierte en la mejora de las tierras y la eficiencia en la producción de estas, relacionadas además con la alimentación del ganado y, por tanto, con todo lo derivado del sector de la ganadería, más nos reclamarán para poder comprar la comida, sabiendo que nuestros salarios no crecen ni al mismo ritmo que los precios, ni teniendo en cuenta que los trabajadores producimos cada vez más en menos tiempo. Pero no significa que la burguesía no sea consciente de ello; al contrario. Tan clara está la lógica del capitalismo de buscar la máxima ganancia y obviar la necesidades humanas, que incluso tierras de cultivo son usadas para el negocio de las constructoras o para que grandes empresas las usen para sus instalaciones.

Volviendo a la situación concreta de Canarias, en septiembre la Plataforma por un Precio Justo y Auténtico para el Agricultor del Plátano de Canarias denuncia que Asprocan aprovecha una posición de privilegio para ordenar la destrucción de plátano “sobrante” (esto se conoce como “pica”) perjudicando al pequeño agricultor, y la plataforma señala que es el Gobierno de Canarias quien tiene la obligación legal de inspeccionar la gestión de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) que realizan las organizaciones productoras, pero desde 2015 el control de esta gestión fue cedido a Asprocan. También declaran que el fracaso de la gestión ha llevado a muchos agricultores a abandonar la actividad, a la pérdida de muchos empleos y que ha habido competencia desleal, así como la escasez de “expertos” para llevar el plátano a mejores mercados, siendo esta, según el criterio de la plataforma, una de las causas de esta crisis.

Por su parte, Asprocan y otras empresas líderes en producción del plátano, no quieren una ampliación del período en el que se reciben las ayudas europeas para cubrir gastos. El presidente de Asprocan, en relación a dichas ayudas y al tope a la producción para recibirlas, quiere fingir preocupación por el pequeño agricultor, pero le delatan sus palabras: “nadie va a estar interesado a comprar esas propiedades que no tengan un histórico bueno. El que cayó en la desgracia de tener una baja mochila perderá lo que tiene, no habrá ni medianeros, ni arrendatarios, ni querrán entrar en una propiedad en la que tendrán que esperar 15 años para conseguir una mochila comparable”. Es decir, ya da por hecho la inevitabilidad de la caída del pequeño productor y, lejos de defenderlo, reclama la dificultad para sacar beneficio de esas parcelas que se abandonarán. Siguiendo por esta línea, también añaden, respecto a los topes y ayudas, que “pasar de actualizar las cantidades de referencia de dos a tres años supone condenar aquellas fincas que por cualquier causa hayan tenido un problema puntual en la producción, y no va a fomentar que haya una renovación ni que entren nuevos productores a recuperar esas fincas.”. Con lo cual, claramente hablan de su preocupación por la rentabilidad de las tierras de sus afiliados, y no por la pérdida de propiedad y sustento ajenos. En una cooperativa agrícola se obtienen beneficios en proporción a la participación económica, así que hay relaciones desiguales entre sus miembros.

Reclaman también que “se adapten” (es decir, recibir mayores cuantías) las ayudas de la UE, puesto que, según dicen, reciben las mismas desde hace 20 años. Pero lo más curioso es la explicación que se da a la sobreproducción, pues dicen que “las causas del exceso de producción se deben, fundamentalmente, a causas climáticas y a que la gente cultiva cada vez mejor, porque, si analizamos las superficies cultivadas desde hace 10 años, lejos de crecer, han disminuido”. Vemos que sacan pecho ante el hecho de que las tierras cultivadas han disminuido, significando que muchos se quedan sin nada por no poder competir con los que lideran el mercado, y que a pesar de dicha disminución “se cultiva cada vez mejor”, procurando así recalcar que son “merecedores” de mayor transferencia de ayudas europeas por su “buen trabajo”. Lo que cuesta entender es que la sobreproducción se deba a que “la gente cultiva cada vez mejor”; ¿significa que no pueden frenar al exhibir su magistral destreza en el cultivo y eso les lleva a un exceso de toneladas? Y en cuanto a las “causas climáticas”, ¿quieren decir que llueven plátanos? No, esas declaraciones tan ridículas solo son propias de un ignorante o de un manipulador.

La causa de la sobreoferta es la anarquía de la producción, lo cual ocurre porque las tierras son de propiedad privada y, por tanto, con el producto se busca únicamente la ganancia. Se requiere que dicho producto llegue a tanto mercado como sea posible, pues es una mercancía y esto significa que tiene dueño; el propietario o propietarios de las tierras. Dichos dueños necesitan que se compre el producto para aspirar al beneficio, que irá para ellos y no para los asalariados que trabajan en las explotaciones agrarias, que solo recibirán un dinero por su fuerza de trabajo, ni tampoco para estar a disposición de todo el que realiza su aporte a la sociedad. No solo debe el plátano de Canarias (en el caso que nos ocupa) competir con el consumo de otros productos, como por ejemplo la banana u otros frutos que pertenecen a otras empresas, sino que los precios de la cesta de la compra, el alquiler o la hipoteca, las facturas, la gasolina, los seguros, etc., unido a salarios cada vez más alejados de la carestía de vida, dificultan el consumo de la mercancía. Es por ello que deben hacer desaparecer tanto producto, pues reduciendo la oferta se procura que no disminuya el precio, y mientras quienes tienen las explotaciones más grandes pueden resistir mejor los golpes del mercado, los pequeños no pueden permitirse las pérdidas. Es lo que ocurre al vivir en este criminal sistema llamado capitalismo, que no hay realmente planificación de la economía, no se produce en base a las necesidades y quienes generan la riqueza no tienen acceso a lo que les corresponde según su tiempo de trabajo; su aportación a la sociedad. Obtienen un salario mientras la burguesía se apropia de los frutos del trabajo, y por tanto no puede haber un equilibrio entre lo que se produce y lo que se consume, y mucho menos destinar lo producido al desarrollo humano, ya que, como hemos dicho, todo está hecho para la ganancia de quien ha comprado el derecho a adquirir trabajo ajeno, y entre estos individuos, que cada vez son menos y más ricos, se reparten el dinero de los consumidores, que a su vez son, en su gran mayoría, los mismos que producen todo.

En lo relativo al sector primario, también podemos observar cómo el gobierno anuncia subvenciones de hasta 100.000 euros para menores de 41 años que decidan “emprender” en el sector agrario. Lógicamente, no se trata de las ansias del Estado burgués, ni de los monopolios a los que éste pertenece, por beneficiar a estas personas, sino que es la enésima transferencia indirecta de dinero público hacia los empresarios, pues los “emprendedores” que se acojan a estas ayudas deben comprar semillas, abonos, maquinaria, herramientas, etc. Es decir, ser clientes de empresas más grandes, y ya hemos visto la caída progresiva e inevitable de los pequeños agricultores frente a la minoría que va acaparando el mercado. De este modo, además de significar dinero público para asegurar cierto consumo, retrasar crisis y dar beneficios a unos parásitos, se volverán a trabajar tierras abandonadas para reemplazar a los que ya no han podido más con su actividad agrícola y dejan las cooperativas, y por otro lado, se prepararán otras tierras para el cultivo invirtiéndose en ellas con estas “ayudas”, con lo cual la gran burguesía no tendrá que hacerlo con sus propios medios.

Los colectivos de Canarias Palante quizá no comprenden la dinámica del mercado y creen que, habiendo mercado, pueden reivindicar “soberanía alimentaria”. ¿Se olvidan de que las mercancías tienen dueños y que éstos no son los productores? Y ante la creciente pobreza, ¿no ven que quien no tiene dinero, no come? Y esto no ocurre solo con aquellos a quienes se les niega el empleo, sino con trabajadores en activo, pues casi tres millones de trabajadores viven en situación de pobreza severa en España ¿qué pretenden cambiar si la producción de los alimentos y todo lo demás sigue siendo propiedad privada? El mercado es mundial, y los monopolios poseen financiación, tierras, acciones en otras empresas, etc. Pueden proveer rápidamente de toda la variedad de todo tipo de productos que hacen posible la gran cantidad de demanda que existe en los negocios, sobre todo los del sector turístico que son mayoría en Canarias.

A los que tienen el poder no les importa el bienestar de nadie lo más mínimo, salvo el suyo y llenar sus bolsillos. ¿Creemos que no saben que se dedican al robo y que la gente sufre? ¿Creemos que exigiendo un negocio más “sostenible” o “humano”, el capitalismo dejará de ser capitalismo? No van a poner un tope a sus ganancias a costa del trabajo ajeno para “repartir” la riqueza. ¿Debemos decirle al ladrón que nos dé un poco más de lo que nos ha robado? Tampoco se trata solamente de empresas Canarias acaparando el capital, ya que éstas no sólo necesitan ser clientes de otras grandes empresas, sino que éstas últimas tienen sus participaciones e inversiones en el archipiélago. Se necesitan mutuamente para obtener continuamente la máxima ganancia posible, caiga quien caiga, mientras puedan sostener e incrementar sus negocios con explotación humana en sus regiones, abusos y saqueo en naciones oprimidas, especulación y transferencias de dinero público. Ni Canarias ni ninguna región del mundo viven al margen del mercado mundial que es dominado por el capital financiero. Es el capitalismo monopolista; lo que conocemos como imperialismo. Pensando como los que lideran los colectivos, tendríamos una visión totalmente sesgada que no nos dejará salir del bucle jamás, o caeríamos en el mismo cinismo que el presidente de Canarias al decir sobre las subvenciones para “emprendedores” que “existe talento, ganas y un futuro prometedor para el sector primario, ya que todos nos alimentamos todos los días, pero para garantizar la continuidad de la actividad agraria es necesario que existan ayudas públicas, como estas, cofinanciadas por el Gobierno de Canarias, para impulsar el arranque de jóvenes empresarios”. Ni todos tenemos la alimentación que necesitamos cada día, ni la existencia de empresarios es algo positivo, pues pertenecen desde hace mucho tiempo a un sistema caduco, criminal y en bancarrota, y por tanto no hay “un futuro” en el capitalismo. Lo que ocurre es que solo se resiste a morir y dar paso al socialismo.

Si realmente se quiere hablar de solucionar los problemas de la sociedad, faltan cosas esenciales que algunos colectivos sí que mencionan, pero que finalmente los discursos y protestas no reflejan y se sigue enfocando todo en el asunto del turismo, la vivienda y la ecotasa con estrechez de miras. Por ejemplo, el Gobierno canario admite una falta enorme de inversión en educación y se ve presionado porque hay una desmesurada precariedad para los docentes. A su vez, el Gobierno presume de, supuestamente, preocuparse por atender a la diversidad, pero Canarias encabeza la lista de espera (hasta dos años) para la valoración de la discapacidad y conseguir la correspondiente pensión. Sin embargo, se despilfarran recursos para subvenciones a empresas, conciertos para constructoras, transferencias para grandes tenedores de vivienda, sanidad privada, etc. Por no hablar de que todo esto se reproduce en mayor o menor grado en todas las regiones del Estado español, y no hay que olvidar el negocio de la guerra y el apoyo a estados claramente fascistas y genocidas.

Siguiendo con la sanidad, 1 de cada 3 operaciones en el archipiélago se realiza en el ámbito privado, faltan especialistas, hay protestas en el Sindicato Médico de Canarias por la lentitud en la estabilización del personal, pues falta oferta pública de empleo, un 6% del presupuesto para la sanidad pública se dedica a la sanidad privada y la consejera de Sanidad, que defiende dicha parasitación abiertamente, dice, con todo el cinismo del mundo, que sin eso la lista de espera sería mayor. Es por ello que intentan presumir de la ínfima bajada en las listas de espera, fingiendo que es por su preocupación por mejorar la calidad del servicio, cuando en realidad muchos pacientes tienen que optar por pagar de su bolsillo la atención que necesitan. ¿La salud no debe estar en el centro de las protestas? ¿acaso la mayoría de la población no se ve afectada por la precariedad del sistema de salud?

También hay situaciones graves bien conocidas, como los abusos que suelen sufrir los menores migrantes y el hecho de que muchos de ellos acaben en exclusión social al cumplir la mayoría de edad, es decir, después de que los centros que cínica y miserablemente se autodenominan como “sin ánimo de lucro”, ya no pueden hacer negocio con ellos. No se trata de casos aislados. El presidente Clavijo, después de un pulso con el Gobierno central e intentar incluso impedir que las organizaciones acogiesen a más menores migrantes sin permiso (que fue rechazado por el TSJC) presume de que ahora se cuenta con 100 millones más para atender “la crisis migratoria”. Incluso ha habido repatriaciones, pero el presidente alega que esos menores son atendidos en sus países, junto a sus familias, por organizaciones bajo la supervisión del Gobierno de Canarias. Incluso aplaude el “trabajo de contención” que hacen más de 8000 agentes marroquíes. Claramente, la gestión está destinada a acoger a aquellos con los que se pueda sacar beneficio chupando dinero público, y para expulsar a aquellos que “desbordan” el desastroso sistema. Esa organización que se ocupará de los menores en esa tierra de la que están huyendo se beneficiará de subvenciones para hacer un trabajo nefasto de caridad.

Las personas migrantes que llegan a Canarias y a toda a España, huyendo de la barbarie imperialista en la que participa la burguesía del país en que vivimos, son en su mayoría clase obrera; nuestros hermanos de clase, y no lo son la patronal canaria ni de ningún rincón de España, ni nadie que explote asalariados en dicha comunidad autónoma, en cualquiera de todo el Estado español o en cualquier lugar del mundo. La burguesía es nuestra enemiga de clase, y tiene conciencia de clase. Es una guerra y lo sabe, como también sabe que la clave está en que los proletarios no sepan lo que ocurre ni cómo funciona este criminal sistema. Hará todo lo posible por desviarnos del camino revolucionario a través de sus bestias fascistas, sus medios de manipulación de masas, sus sindicatos verticales y sus oportunistas que van con un megáfono, conscientemente, hacia callejones sin salida. No se trata de negociar ni de pedir una parte en la participación política con los opresores. Explotadores y explotados no pueden tener un camino común, porque están en diferentes trincheras. Si de verdad la burguesía y sus lacayos quisieran “el bien común” y pudieran estar mínimamente interesados en la emancipación humana, ¿no sería asombrosamente fácil comenzar a construir el sistema que necesitamos y que está más que demostrado por los hechos que conocemos cada día, así como por la ciencia? No lo hacen porque su propósito es vivir de la parasitación del trabajo ajeno y de lucrarse con las necesidades, y eso choca frontalmente con los intereses de la aplastante mayoría.

Ya basta de cantos de sirena y de dejar que nos cuenten la misma historia de siempre: que el camino pacífico, las manifestaciones espontáneas y la “colaboración” entre clases mejorarán la sociedad. La clase obrera no tiene cabida en la vida política, más que para producir para otros, si la burguesía tiene el poder. No se trata de presentar una lluvia de ideas dentro del marco de la economía de mercado. No se trata de convencer a los representantes de la burguesía, que son todos y cada uno de los que se encuentran en todos los parlamentos, de que hay una situación que ellos ya conocen claramente, de la misma manera que saben perfectamente qué intereses representan. No debemos dividirnos en colectivos, ni poner el poder en manos de la clase dominante, esperando que nos dé permiso para alguna “participación”. Nadie mejor que el proletariado conoce su propia situación, lo que necesita, sus dolencias, sus carencias y las dificultades cada vez mayores para sobrevivir. Nosotros, la clase obrera, debemos empezar a contar con nosotros mismos y con nuestras propias fuerzas, y no con los explotadores y sus sirvientes.

A nivel estatal la situación es lamentable y no va a mejor, precisamente, pero nos hemos centrado sobre todo en Canarias en este artículo. Y en lo relativo a todo lo derivado del 20 de abril, ¿no hemos comprobado que una mayoría está en situación de precariedad, harta y agotada? ¿no hay una minoría que no produce y, sin embargo, acapara todo y toma las decisiones? ¿Es una situación nueva o ha empeorado lo de siempre? No se va a solucionar diciendo a la criminal clase social que tiene el poder que haga “otra cosa” con él, y que así le pueda dar, simplemente, otra forma al mismo problema. Tampoco caigamos en la trampa de discursos absurdos sobre una especie de “psicología del canario” o de cualquier lugar de España. Ni sienten, ni piensan ni necesitan lo mismo personas en situaciones diferentes. Hay personas que carecen de recursos para cubrir sus necesidades, bien porque no encuentran empleo, o van de trabajo precario en trabajo precario, o tienen “empleo estable” pero son más los gastos que sus ingresos. Las hay que, sin trabajar, van sobrados porque son propietarios de un negocio y los trabajadores de su empresa le permiten esa abundancia. Otras personas tienen necesidades fisiológicas cubiertas, pero no las psicológicas, al igual que hay quien cubre a duras penas las fisiológicas pero cuentan con apoyo y cariño. Hay personas que viven en soledad no deseada, otras tienen problemas de adicción, que son derivados de ciertos factores en su historial de vida; otras viven en la calle porque no tienen nada, otras padecen enfermedad mental y no son atendidas, otras tienen que cuidar de familiares enfermos, y personas enfermas tienen la impotencia de depender de familiares. Hay quien padece problemas de ansiedad, depresión; hay quien, siendo asalariado, cubre bien sus necesidades, y también hay asalariados que benefician a la patronal y no a sus hermanos de clase. Hay personas que sufren malos tratos, algunos visibles, y otros invisibles, como el psicológico en el hogar. Y así un largo etcétera. ¿Cuál es esa “psicología del canario”? Una persona no es de una manera o de otra dependiendo de que haya nacido en tal o cual sitio. Todo depende de las condiciones en las que se desarrolle su vida, factores asociados y los acontecimientos que tengan lugar. Este tipo de discursos que basan su discurso en la “canariedad” o conceptos similares, ignoran u omiten que vivimos en una sociedad de clases donde hay una minoría de poseedores que se apropian de la riqueza y una gran mayoría de desposeídos que la producen, y que tienen que vender su capacidad de trabajar para sobrevivir, sino que también es una manera de simplificar sobremanera la conducta humana y fomentar la idea de que nos diferenciamos según el lugar de origen.

Se han dado en el archipiélago repugnantes y miserables manifestaciones contra los migrantes vinculándolos con la delincuencia, que tienen lugar debido a los bulos que los capitalistas difunden a través de sus bestias fascistas para dar una visión totalmente alejada de las causas de los problemas. ¿También “somos” así los demás que vivimos en Canarias o esos no son canarios? Son, simplemente, los más atrasados ideológicamente que se han juntado con lo más rastrero del capital financiero que aprovecha la ignorancia y el miedo, y por eso creen los cuentos que salen de la boca de aquellos que dicen “¡que viene el lobo!” mientras apestan a muerte y sus carcomidos disfraces de cordero están manchados de sangre.

Canarias Palante aún sigue esperando una mesa de diálogo con los opresores; he ahí su lucha. Y declara que “la gente está llamada a participar en el encuentro ‘Todo el Mundo Junto’ el próximo 30 de noviembre, donde sí contará la opinión de todas. Seguiremos protestando y proponiendo para seguir dejándoles en evidencia”. Es decir, se escucharán opiniones para seguir proponiendo a los opresores y, si éstos no hacen caso, seguir protestando “dejándoles en evidencia”. Una reunión para opinar lo que sea, pedir al enemigo y acabar en el mismo punto, aun viendo que la participación ha bajado de manera alarmante. ¿Quién se pone en evidencia?

Es en los centros de trabajo donde se produce todo lo que conocemos, y el principal dominio del patrón. Organizarnos en dichos centros es esencial y la única manera real de conseguir cambios y comenzar a pelear realmente por lo que nos pertenece, inclinando progresivamente la balanza y la transferencia de riqueza de esas manos que nos roban hacia las nuestras, así como mejorar las condiciones. Pero no basta con hacerlo de manera aislada y cada centro por su lado, porque la clase obrera es una, y debemos comenzar a organizarnos como clase y desafiar al capital; al poder de la burguesía que nos roba la vida. Por ese camino, y acumulando cada vez más fuerzas, podremos finalmente hablar de tomar el poder político y expulsar a los parásitos. Para ello es menester comenzar a fortalecer el sindicalismo de clase.

Por otro lado, la lucha por el medio ambiente no puede dar frutos si no apuntamos hacia la superación de este destructivo e inhumano modo de producción. La bancarrota del imperialismo aumenta la especulación con la vivienda y la mayor transferencia de riqueza de las rentas bajas hacia las altas, usando recursos del Estado para intentar blindar este negocio con una necesidad. Lo mismo ocurre con la sanidad y la educación, puesto que la quiebra del capitalismo exige que los recursos públicos se destinen en menor medida hacia los servicios que necesitamos, y más hacia el soporte de los monopolios, intentando retrasar la caída del consumo con dichos recursos y haciendo que el trabajador pague con su salario todo lo que puede necesitar, y si no puede se quedará atrás. Debido a esto, los estudiantes y los jóvenes en general se ven ante una situación que les dificulta cada vez más la formación, la consecución del empleo, el acceso a una vivienda, etc., y por tanto, se reduce cada vez más la esperanza por un futuro. Tampoco la lucha por los derechos de los migrantes y contra el racismo llegarán a ningún lado si no ponemos la riqueza a disposición de la gran mayoría que la genera, para así planificar la economía y superar todas las dificultades, y si no señalamos este sistema de miseria y barbarie, que no solo empobrece y pisotea a la clase obrera de este país, sino que saquea, hace sangrar y destruye sin freno a las naciones oprimidas, y provoca las migraciones para luego explotar de la manera más cruel a nuestros hermanos de clase que vienen huyendo, ya sea trabajando en condiciones deplorables o siendo un número en una ONG, además de demonizarlos. Y así un largo etcétera. Y no, no se trata de “dispersarse” ni de querer abarcar “demasiados asuntos a la vez”.

¿Qué significa todo esto? Significa que todas las luchas tienen la misma raíz, el criminal capitalismo. Por eso debemos ser conscientes de que debemos unirlas todas en una única lucha contra el capital, y conformar un Frente Único del Pueblo en el que comience a organizarse nuestra clase y formar nuestros propios órganos de poder, conociendo a nuestro opresor enemigo, que es la burguesía, así como la realidad que vivimos y luchando por nuestros intereses. Quien vea la unión del proletariado como una utopía y como una empresa imposible, ¿no se han unido miles y miles para protestar siguiendo el llamado de unos colectivos? ¿no hay ya muchísimos de nosotros que estamos de acuerdo en que la situación es insostenible? ¿No demuestra eso que la unión es, evidentemente, no solo posible, sino que ya comenzamos a verla en cierto modo? El impulso de los colectivos y las manifestaciones en Canarias se han desinflado porque no hay ningún trabajo real; no se pone el foco en los trabajadores ni en que deben ser el motor y los protagonistas de la lucha. Los obreros son meros observadores y se les dice que solo nos queda indignarnos ante las consecuencias, pero sin tocar las causas. Solo nos queda esperar y ver si la burguesía y sus políticos nos dan respuestas y permisos. Tiene tanto sentido como decir que quien debe acabar con una situación de malos tratos es el maltratador. Es una lucha de clases y los explotadores lo saben; no van a hacerse a un lado, dejar de parasitar y soltar su dominio por el bien de la humanidad. Querrán siempre, a toda costa, conservar su poder y su sistema de la manera que sea, bien haciendo insignificantes y temporales concesiones, o bien reprimiendo con violencia. No debemos dirigirnos a ellos, sino a nuestros hermanos de clase, con organización, afán de lucha, constancia, acciones destinadas a dar frutos en nuestro combate y en las situaciones concretas que vivimos, para dar ejemplo y esperanza al resto de obreros que puedan ver resultados tangibles, y sepan que ese es el camino, seguir aunando fuerzas y elevando el enfoque político y el alcance de la lucha hacia presiones y metas cada vez mayores. Ser la auténtica oposición al capital hasta romper con él.

Si bien es cierto que elevando el discurso por encima del reformismo al que todos estamos acostumbrados hay mayores dificultades, también es cierto que lo que vivimos en nuestro día a día, así como los datos y los hechos, hablan por sí solos. El primer paso es que todos aquellos que sean conscientes de que el camino debe ser revolucionario, es decir, de ruptura con el capitalismo y de su superación hacia el socialismo, se unan a las filas de la revolución y formen parte de la construcción de dicho proyecto. No seamos sujetos pasivos esperando a que ciertas personas convoquen protestas ocasionalmente y lleven unas quejas a las instituciones burguesas, poniendo en estas el poder, llevando a la desesperanza a los obreros que solo ven una marcha espontánea en la calle cada cierto tiempo, sin frutos ni participación en una lucha activa. Trabajemos nosotros, la clase obrera, por nuestra organización y fortaleza, y sobre aquellos problemas tangibles de nuestro día a día que tienen su raíz en el capital y que solo podemos resolver como clase, de manera colectiva. Extendamos esa organización y esa lucha hasta convertirla en una auténtica fuerza para mandar a este sistema criminal al basurero de la historia y edifiquemos la democracia obrera, el único camino hacia el auténtico desarrollo humano y hacia la satisfacción de las necesidades e intereses de la gran mayoría. Y aunque algunos quieran hacernos creer que cada región es una burbuja aislada, la clase obrera es una, se encuentre donde se encuentre; debemos ser internacionalistas y ser conscientes de que la clase obrera mundial debe luchar contra la burguesía mundial. Nos va la vida en ello, y ya vemos las escaladas en la guerra interimperialista que existe entre el viejo bloque que se hunde, liderado por el país más criminal de la historia, que es EEUU, y el bloque nuevo que surge, BRICS (liderado por China). La clase dominante apuesta cada vez más por la guerra porque la única salvación para su sistema es el control del mercado y materias primas, y se ha llegado a una línea en que ambos bloques competidores chocan, y es por ello que cada vez se destinarán más recursos a su barbarie y al negocio de la muerte. Para ellos sobran vidas humanas y nuestra miseria es inevitable.

No nos engañemos; la única manera de oponerse al imperialismo y a todas las funestas consecuencias de su barbarie, las cuales vemos cada día, es la construcción del socialismo.

 

PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.) EN LAS ISLAS CANARIAS

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