¿Hacia dónde se dirige la indignación en Canarias?
El pasado 20 de abril hemos visto una manifestación multitudinaria en Canarias que no ha pasado desapercibida. El foco estaba puesto en el sector turístico, el daño al medioambiente y la vivienda. De alguna manera, el descontento popular siempre acaba expresándose y la burguesía, que conoce la ausencia de conciencia de clase en los trabajadores, no escatimará esfuerzos en maquillar el problema y en hallar nuevas formas de desviar la lucha y agotarla.
Podemos verlo en el anteproyecto del Gobierno regional. Permite que una de cada diez casas pueda dedicarse al alquiler vacacional. Según el INE, en España estos pisos suponen el 1,29%, y en Canarias el 4%. En dicha comunidad actualmente hay aproximadamente 55.000 viviendas vacacionales, y teniendo en cuenta que hay algo más de 1 millón de viviendas, la cifra de las primeras en realidad puede aumentar a 100.000. Se insiste cada vez más en el daño que se está haciendo al medio ambiente en las islas por el uso de los espacios naturales que hace el sector turístico. Ni siquiera La Palma se ha salvado del cinismo y de su instrumentalización tras la erupción volcánica, pretendiendo “despertar la economía” con el sector hotelero y que la clase capitalista siga enriqueciéndose como sea.
Durante mucho tiempo se ha presenciado con impotencia cómo los trabajadores son desplazados de ciertos barrios, al aumentar la carestía de vida, por instaurarse edificios lujosos y negocios. Aunque otras viviendas más antiguas se vean afectadas, los burgueses siempre tienen permiso para hacer prevalecer sus intereses y están totalmente arropados por las instituciones. Aquellos trabajadores que, por múltiples causas, vean mermado su poder adquisitivo frente a la situación que se presenta, deben hacerse a un lado y dar espacio a quienes puedan permitirse dar mayores beneficios a los parásitos correspondientes que se hacen con el territorio, ya sea con la compra de una vivienda, el alquiler de un local o la adquisición de un terreno. Al aumentar el nivel de vida en el lugar, aumenta el nivel de renta. Los más pobres serán cada vez más desplazados hacia la periferia, aunque también seguirán produciendo para los burgueses, auténticos culpables de los problemas con su destructivo sistema basado en el robo al trabajador, que consiguen hacernos creer que se trata de sus representantes políticos y de un delirante y absurdo conjunto de leyes que “han de estudiarse”.
Algo más de la cuarta parte de las viviendas que se compran en el archipiélago se venden a turistas que quieren una segunda vivienda en las islas para pasar sus vacaciones. Es un recordatorio constante de que solo se busca el beneficio, se trata de una mercancía y la obtiene quien pueda pagarla. Sus defensores dicen que genera empleo, pero ese empleo no es beneficio para los trabajadores sino para el dueño de la empresa, que no dudará en pisotear a quien sea si con ello obtiene ganancia; las necesidades básicas son negocio, como todos sabemos. Es más, se intenta obligar a quienes posean una vivienda en zona turística a que cedan ésta a un especulador para ponerla a disposición del alquiler vacacional.
Otra forma de burlarse del proletariado es construir “casas” minúsculas y de precios más asequibles, a veces en zonas que pueden resultar más atractivas. El espacio pequeño facilita que puedan hacerse muchas de esas casas ocupando poco terreno. Incluso se llega a decir que es una forma de aprovechar la tierra, planificar el medio ambiente, la ciudad y la circulación del tráfico para una menor contaminación. Al ser viviendas con estas características saldrá muy rentable el alquiler vacacional, ya que se podrá concentrar mayor cantidad.
Por otra parte, hay escasa vivienda pública en Canarias y abundan las casas vacías. Como de costumbre, hay algún diputado que habla de posibles “soluciones”. Sentar a la mesa a los llamados agentes sociales y políticos es el círculo vicioso interclasista, ya que los intereses privados no se tocarán. También podemos observar pequeños tics en las peticiones, como proponer asesoramiento para situaciones de desahucio; es decir, podemos seguir siendo exprimidos pagando la vivienda y siendo desahuciados para luego tener el consuelo de una oficina. Los mismos que siguen normalizando que un hogar sea una mercancía nos dicen, al mismo tiempo, que para ellos es un derecho que hay que respetar, pero siempre y cuando se respete el interés del burgués primero. Además, llegan a hablar de que quizá sea necesario compartir piso de manera forzosa si no puedes permitirte tu propia casa, o de ideas como el alojamiento temporal.
Si buscamos un poco entre las aberraciones, Visocan es una empresa pública de promoción de viviendas protegidas, y el Gobierno, a través de ella, compra viviendas a empresas privadas y bancos para, supuestamente, dar respuesta a familias con pocos recursos. De entrada ya comprobamos que una cantidad de dinero público se está destinando a manos privadas con la excusa de acoger (cobrando, eso sí) a familias que atraviesan dificultades económicas. Pero, además, llega a dar orden de desalojo y numerosas quejas se han hecho públicas en este sentido. Una vez más, nos encontramos con la “sorpresa” de que el capitalismo no está hecho para satisfacer las necesidades humanas; al contrario, esta para convertirlo todo en beneficio privado y es capaz de la artimaña más ruin para fingir preocupación.
Entre las reivindicaciones de las protestas se encuentra la moratoria para frenar las construcciones del sector turístico, hasta que haya una “planificación” para “dar respuesta” a la problemática de la mejor manera y adecuar la aplicación de leyes. Quiere decir que dará tiempo a burgueses y oportunistas de todos los colores de encontrar una fórmula que pueda disimular el daño y el robo. Ya en 2001 tuvo lugar una moratoria con el mismo objetivo, y no tenemos más que ver la situación en la actualidad. De nuevo se insiste en que las leyes burguesas son el camino y los que administran el capital van a mirar por los intereses del proletariado. Por otro lado, la moratoria sería solo un parche temporal que no desafía en nada a los capitalistas, que pueden hacer pequeñas concesiones para reducir la indignación de las masas y ganar tiempo para reconducir el asunto por el camino que conviene al capital.
En cuanto a la ecotasa, se trata de una reclamación bastante vaga, pero desde Ecologistas en Acción (uno de los colectivos que se unen a las protestas) dicen que es necesaria para “caminar hacia un modelo fiscal más redistributivo, que reparta la riqueza, que no privatice los beneficios mientras socializa las pérdidas, que apueste por la desturistificación y que implante también una ecotasa finalista dirigida a mitigar los impactos ambientales que esta produce (…) Exigimos a la clase política que dejen de plegarse ante los intereses de los grandes empresarios de la industria turística (…) y a su vez ponga al servicio de las mayorías sociales el beneficio que genera”. De modo que piden que no se privaticen los beneficios ni se socialicen las pérdidas, quieren que los políticos dejen de servir a los grandes empresarios del sector turístico (¿y los demás empresarios?) y que pongan al servicio de la mayoría la riqueza generada. Teniendo en cuenta que la clase dominante es la capitalista y su criminal sistema, por tanto, es lo que impera, están exigiendo que el pez sea mamífero y que el lobo no coma carne. También cabe destacar que una ecotasa dirigida a “mitigar el impacto ambiental que produce el sector turístico” es igual a tolerar que siga la actividad nociva pero que al menos un impuesto vaya destinado a intentar arreglar lo que se permite destruir. Se pone como ejemplo a países de Europa que ya lo han puesto en marcha, pero el discurso de cuidar la naturaleza no es nuevo, y ya un informe de 2018 reflejaba el lamentable estado de los hábitats naturales en Europa, que siguen en declive, pues el modo anárquico de producción buscando la máxima ganancia no permitirá que sea de otra manera.
No solo nos encontramos con la descarada burla de permitir que una de cada diez viviendas se dedique al alquiler vacacional, aumentando, de hecho, el negocio, o que se hayan adquirido en La Palma 180.000 metros cuadrados de terreno para que la burguesía haga fortuna, alegando que su ganancia es beneficio para “el pueblo”, sino que además el consejero de Obras Públicas, Vivienda y Movilidad del Gobierno de Canarias ha anunciado que se aprobará pronto un programa para sacar viviendas vacías al mercado, con seguridad jurídica y garantías para los propietarios, y “vivienda digna con precios asequibles” para los inquilinos. No ha dado detalles al respecto, pero quiere incentivar de alguna manera y Nueva Canarias ha dado pistas hace dos meses, pues proponía ayudas (para propietarios) a la rehabilitación, seguros para hacer frente a los daños y al impago de la renta. Es decir, meter subvenciones y empresas aseguradoras en la ecuación, mencionando de antemano, por otro lado, el impago de la renta, lo que quiere decir que son, evidentemente, conscientes de la pobreza y la precariedad laboral, lo cual no parece tener importancia. Se busca ampliar el mercado para “cubrir una necesidad” (grotesca paradoja) pero los necesitados serán atendidos hasta donde alcance su bolsillo. Dando más facilidades a los propietarios aumentará la demanda de vivienda, lo mismo que ocurre subvencionando parte de la compra de la primera vivienda a los jóvenes, que además es una inyección de dinero público para el sector. Otro ejemplo es el caso de las ayudas del Cabildo de Gran Canaria, que destina dinero público para la mejora de la vivienda y el pago de esta, con la excusa de “ayudar” a algunas familias vulnerables (se estima que entre 120 y 130), que vivirán ahí mientras puedan permitirse el alquiler.
Tampoco debería ser ninguna sorpresa lo que se han encontrado los activistas de la plataforma Canarias se agota. Dicen que la reunión con el presidente de Canarias ha sido “decepcionante”, que ha eludido responsabilidades y no ha expresado voluntad alguna de realizar cambios. De hecho, hace unos días han empezado a concentrarse frente a la vivienda del presidente para protestar, a lo que el político responde pidiendo que respeten a su familia. Quizá deberíamos preguntarnos si alguien que se dedica a trabajar para quienes nos roban la vida apropiándose de nuestro trabajo respeta a alguna familia, o si él mismo respeta a su propia familia al dedicar su vida a algo tan despreciable y dañino para la sociedad, sacando un gran beneficio de ello.
El nivel de desvergüenza es tan obsceno que Sumar y Podemos se han unido al colectivo en una protesta frente al Congreso, apareciendo personajes tan abominables como Enrique Santiago, que entre muchas otras cosas dice que hay que respetar los compromisos con la OTAN, y además se jacta de que el Gobierno ha dado muchísimos recursos públicos a los empresarios. Dos partidos que han acompañado al PSOE en todas sus infamias sirviendo a los monopolios se sacan la foto intentando proyectar una imagen totalmente distinta a la real, pues estamos hablando de un vil oportunismo que no ha dudado en vender a la clase obrera una y otra vez, y en el caso de Sumar se trata de un partido de Gobierno que nos tiene acostumbrados a patéticas escenas donde dicen “exigir al Gobierno” (como ya hacían ambas formaciones siendo Unidas Podemos). No era difícil adivinar que serían capaces de sumarse a unas reivindicaciones que no señalan a la clase parasitaria como enemiga de la clase trabajadora, ni a sus representantes políticos, exigiendo unas reformas que apenas podrían dejar un arañazo a algún interés privado.
En conclusión, no llegaremos a ninguna parte si no comprendemos la lucha de clases. Aunque la manifestación haya tenido gran presencia popular, el descontento va dirigido hacia la consecución de pequeñas reformas, con la creencia de que los políticos parlamentarios no están haciendo su trabajo, o lo están haciendo mal. Nada más lejos de la realidad. Los políticos son representantes de aquellos empresarios que dominan el mercado, y de otra manera no estarían dedicándose a la política. Cuando sirven a los empresarios (cada instante de su carrera) y van contra la clase obrera, ya están haciendo su trabajo, de modo que es absurdo acudir al problema para hablar de una solución. Algunos, ante la indolencia de los políticos, sin conocer qué otro camino puede haber, han optado por una huelga de hambre.
Los “precios asequibles” significan que continua el mercado. Nos dan “acceso” a algo si podemos pagarlo, y lo pagamos porque tiene un propietario (o propietarios) que quiere conseguir la venta para obtener un beneficio. Por eso circula la capacidad de adquirir (dinero). Nos enseñan que todo ello es lo normal, pero nadie nos habla de que esas mercancías salen del trabajo de la clase obrera; la clase social que no posee empresas, pero genera todo lo que en ellas se produce. En otras palabras, las mercancías están hechas con explotación humana, pues el propietario es quien saca beneficio del trabajo ajeno, y además los explotados deben comprar los productos a quien no produce, si pueden.
Con un análisis superficial nos dicen que los criminales que gobiernan, es decir, la burguesía a través de sus representantes, simplemente deben cambiar un poco su forma de mercantilizar nuestras vidas; nadie cuestiona el capitalismo. Al parecer deben seguir teniendo el poder, pero acordándose de que también los proletarios tenemos necesidades, y eso es consecuencia de no conocer en qué consiste este sistema (o señal de querer maquillarlo). Por ejemplo, hablar del problema de los desahucios y de acceso a la vivienda, por un lado, y por el otro pedir “alquiler asequible”, que es un concepto relativo y supeditado a la dinámica del mercado, ¿no es contradictorio? ¿el problema no era la pobreza? Si las dificultades para pagar son las que me llevan al desahucio o a la imposibilidad de adquirir una vivienda, ¿la solución es pagar un alquiler? ¿acaso creemos que no hay interés privado ahí? ¿no sigue siendo una mercancía? Y ya hemos visto bien claro que, incluso prometiendo “precios asequibles” se preparan para el hecho de que muchos no podrán pagar en un momento dado; que luego entre el siguiente de la lista, y solucionado. No podemos desechar factores como la inflación, la pobreza y la dificultad para llegar a fin de mes, el trabajo precario y el paro, etc. Hace unos meses explicábamos la situación de manera general.
Predomina el sector turístico porque históricamente ha sido lo más rentable aquí para los burgueses; para ellos no merece la pena el coste de emplear adecuadamente los recursos de las islas y planificar; han de competir desde lo que actualmente es más rentable y solo responden ante sus ansias de dominio en el mercado. El archipiélago al tener escasa producción y centrarse mayoritariamente en la hostelería, depende de importaciones, hecho que influye en los precios. Debido a cómo se ha estructurado su economía y su situación geográfica, no tiene capacidad de competir en otras industrias. Por otra parte, en el turismo hay intereses internacionales, y entran en juego empresas del sector alimentario, propietarios de tierras, petroleras, agencias de viajes, empresas de transporte por tierra, mar y aire, sector automovilístico, compañías de seguros, constructoras, energéticas, etc. Se mueven descomunales cantidades de dinero para ofrecer servicios a los turistas, pero no por ello mejorará la calidad de vida de los trabajadores. Cuando hablamos de los beneficios que trae el turismo, en realidad hablamos de las ganancias que trae el turismo para los parásitos que poseen las empresas. Sin todo ese trabajo que realiza la clase obrera no puede haber turismo, ni absolutamente nada, pero no serán los trabajadores los que salgan beneficiados, y los datos y hechos hablan por sí solos.
En lo que respecta a la ecotasa (que se ha rechazado, al igual que otras peticiones), ¿un impuesto acabaría con el problema? De hecho, como se señaló antes, la intención es paliar los efectos destructivos del sector turístico; que siga ocurriendo aquello que es nocivo pero que se pague por un poco de maquillaje. El Estado tiene un carácter de clase y quien domina es la burguesía, por tanto, prevalecerán sus intereses, pues es quien lleva el timón. Los impuestos son usados para mejorar la circulación de mercancías y mano de obra, subvenciones a empresarios para asegurar ganancias y ampliar la demanda, subvenciones para que empresas privadas ofrezcan servicios (cursos para desempleados, atención sociosanitaria, servicios sociales…) y beneficiarse de dinero público, sanear deuda privada, dar una “ayuda” (que no es tal) a proletarios sin recursos con el objetivo de que puedan consumir mercancías (retrasar las crisis) y para evitarle pérdidas al burgués por impago (todo tipo de factura, pago a plazos…), obtener material para las fuerzas represivas, gastar en armamento para salvaguardar los intereses burgueses a nivel internacional, etc. Aunque se consiguiera la implantación de una ecotasa, su uso sería para beneficio privado, y ya el estado de la naturaleza en el mundo es una prueba de que es un engaño, ya que el modo de producción capitalista es incompatible con la conservación de la naturaleza.
La solución no pasa por el interclasismo. No podemos hablar de los intereses de “los canarios” porque la clase obrera de Canarias tiene intereses contrarios a la clase capitalista, que también la hay en el archipiélago. No nos engañemos los trabajadores con discursos que hablan de “nuestro pueblo canario debe…”, porque formamos parte de la clase obrera mundial que produce toda la riqueza existente, y que vive cada vez más oprimida, engañada y empobrecida. Un trabajador extranjero, como son la mayoría de migrantes que llegan (huyendo, por cierto, de las atrocidades que cometen en sus países de origen los capitalistas de los países desarrollados), es un hermano de clase, a diferencia de un burgués canario, que de hecho es un enemigo de clase. Debemos librarnos de falacias nacionalistas y de oportunistas de todos los colores, que aprovechan cualquier protesta para proyectar una imagen de solidaridad, para ofrecer falsas soluciones, etc, siendo su único objetivo electoralista o la creación de organizaciones que viven del bucle de los problemas sociales. Frente a la constante amenaza de inevitables crisis cada vez más profundas, la burguesía intentará “resolver” las contradicciones convirtiéndolo todo en puro negocio, por eso aumentan las privatizaciones y el dinero público se dedica cada vez más a mantenerlos a flote o facilitar ganancias. Por otro lado, los recortes en servicios básicos, la pobreza, los problemas de salud mental y la guerra ayudan a reducir el excedente humano. Mientras los medios de producción sigan siendo de propiedad privada, caminaremos en círculos si no nos centramos en la lucha de clases. Sin conciencia de clase no sabemos dónde está la raíz del problema ni dónde golpear. Solamente socializando los medios de producción solucionaremos las contradicciones de este putrefacto sistema.
Desde el PCOE debemos insistir: debemos unir todas las luchas. Es imprescindible comprender que todos los males de la sociedad tienen su origen en la estructura económica. De las relaciones de producción capitalistas solo puede emanar miseria, y cada vez mayor. En estos momentos hay un choque entre bloques imperialistas que nos está llevando a la guerra, y todo ello se reduce, en última instancia, a la lucha por el mercado; el dominio de los recursos y el control político que favorezca los intereses de los parásitos de mayor tamaño. La desmovilización y división de las luchas responde a un objetivo: que no sepamos quién es el enemigo, que perdamos la esperanza y que pensemos en nosotros mismos como individuos para no luchar contra el criminal sistema. Toda la clase obrera en conjunto produce todo lo que hay en la sociedad, y todo el trabajo esta interrelacionado. Sabemos crearlo todo, sabemos dirigir y contamos con unos avances científicos que nos dan un potencial que no imaginamos. El sujeto revolucionario no es el político (y menos de un partido burgués) ni un colectivo, sino la clase obrera. El fin del capitalismo es posible y comienza con la organización obrera. Todas las luchas se han de convertir en una: la constitución de un Frente Único del Pueblo hará posible que empecemos a construir el camino hacia nuestra propia democracia obrera; hacia el socialismo.
Partido Comunista Obrero Español (PCOE) en las Islas Canarias