La cumbre de Alaska desde la perspectiva revolucionaria

Donald Trump y Vladímir Putin, dos de los máximos representantes de los bloques imperialistas que hoy se disputan el dominio del mundo, se reunieron en la base de la Fuerza Aérea Elmendorf-Richardson, en Anchorage, Alaska, con el objetivo de acercar posturas sobre la guerra en Ucrania.
Tras una reunión de tres horas a puerta cerrada, parece que la promesa electoral trumpista de pacificar Ucrania se cumplirá. No obstante, el líder ruso salió visiblemente fortalecido del encuentro, mientras que las posiciones europeas de una paz sin consecuencias para el Estado fascista ucraniano se encuentran cada día más arrinconadas. Después de tres años y medio de guerra, la Federación de Rusia controla alrededor del 20% del territorio de la actual Ucrania, aunque con una lentitud mayor a la esperada por las organizaciones socialchovinistas y prorrusas que auguraban un paseo militar.
Las pérdidas territoriales de Ucrania son un tema prácticamente tabú para las fuerzas europeas. Sin embargo, para Rusia son un puntal de las negociaciones con Donald Trump para asegurar una zona de defensa frente a la expansión de la OTAN hacia el este. A pesar de las medidas económicas abiertamente hostiles contra Rusia y los intentos de aislarla internacionalmente, la realidad es que el conflicto ucraniano hoy causa más quebraderos de cabeza a las potencias occidentales, y ha provocado auténticos conflictos internos en países como Francia y Alemania que observan desalentados como un simple acuerdo de alto el fuego es una quimera.
En este escenario, Ucrania sería la gran perdedora de la guerra al asumir el fin de su control definitivo de Crimea, la zona del Dombás y el fracaso de su intento de adherirse a la OTAN. Durante estos tres años y medio, Ucrania ha masacrado a sus obreros, que han sido secuestrado por dicho Estado fascista para mandarlos a morir al frente. Rusia, como la otra cara de este conflicto, ha defendido constantemente el interés de sus monopolios y el control de unos territorios ricos en tierras raras, a la par que ahoga a la clase obrera rusa y reprime al movimiento comunista.
Los Estados Unidos, que hipócritamente tratan de disfrazarse como mediadores de paz, buscan acabar con el conflicto en Ucrania para centrar todos sus esfuerzos contra China y bascular sus recursos, pues su maltrecha economía no puede sostener dos frentes en estos momentos de quiebra interna. A la vez, el acercamiento con Rusia de la administración trumpista busca erosionar la relación entre China y Rusia. No obstante, EEUU ya muestra su patente debilidad sentándose a negociar. Lo que a la par demuestra que lo que lleva aconteciendo en Ucrania desde febrero de 2022 es una guerra genuinamente imperialista entre Rusia y la OTAN. También queda patente que en Ucrania manda todo el mundo excepto el pueblo ucraniano. El país no tiene soberanía en absoluto sobre la guerra que se está librando en su propio territorio y es por ello que ocupa un rol secundario en las negociaciones de paz. Ucrania es el mayor ejemplo de que hoy los pueblos están totalmente cautivos y no existe el derecho a la autodeterminación bajo el yugo del imperialismo.
En este contexto, vemos como es Rusia quien está imponiendo las condiciones para finalizar el conflicto, erosionando la OTAN y las relaciones entre EEUU y la Unión Europea, ergo está erosionando la unidad del imperialismo occidental y ganando la guerra en el ámbito militar, económico y político. Sin embargo, su discurso de operación especial “contra el fascismo” se derribará en el mismo momento que se firme la paz, pues si de verdad se quisiera acabar con el fascismo habría que acabar por tanto con las condiciones que iniciaron la guerra y le dieron origen, y no solo con el gobierno de Zelensky.
Las reuniones que se han realizado entre Donald Trump y Vladímir Putin, así como las posteriores reuniones con Zelensky y distintos mandatarios europeos, no son más que un reflejo de las pugnas interimperialistas que se desarrollan en la actual fase de decadencia del capitalismo. Trump no busca garantizar la paz, sino salvaguardar la hegemonía de su burguesía monopolista frente al avance de otras potencias y apuntalar sus intereses en Eurasia. Putin, como representante de la oligarquía financiera y de los monopolios rusos, trata de defender sus esferas de influencia frente al cerco creciente de la OTAN. Es evidente que no se trata de un conflicto entre “democracia europea” y “autoritarismo ruso”, como hipócritamente lo presenta la propaganda occidental, sino de la colisión de intereses entre bloques imperialistas rivales.
Durante los últimos años Ucrania se ha convertido en un Estado lacayo de los Estados Unidos, un Estado fascista que ha negado todos los derechos a su población, a cambio de convertirse en el bastión más avanzado de la estrategia imperialista en Europa del Este. Pero tres años y medio de desgaste militar han terminado por revelar las contradicciones en el seno del bloque occidental y los monopolios europeos, en los que crecen las voces discrepantes contra los Estados Unidos y de quienes reclaman una mayor autonomía estratégica y económica para defender sus propios intereses.
Ante esta situación, la clase obrera no debe dejarse engañar por esta panda de burócratas, pues todos ellos son gestores de los monopolios y de la explotación capitalista. La única salida que tienen los trabajadores de todos los países es levantar su propia bandera: la del socialismo, el internacionalismo proletario y la lucha por la destrucción de este sistema que solo engendra guerra, explotación, miseria y fascismo.
¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS!
¡SOCIALISMO O BARBARIE!
Madrid, 20 de agosto de 2025
SECRETARÍA DE RELACIONES INTERNACIONALES DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (PCOE)