Las muertes en el trabajo, el terrorismo de la patronal

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En lo que va de año, diecisiete trabajadores han perdido la vida en sus puestos de trabajo en la región de Murcia, víctimas de lo que la prensa burguesa llama “accidentes laborales”, pero que, en realidad, son auténticos crímenes perpetrados por la burguesía capitalista. No son simples fatalidades o casos aislados, sino el resultado directo de un sistema que coloca los beneficios empresariales por encima de las vidas humanas.

Somos prescindibles. Somos reemplazables. Somos un engranaje más de la maquinaria capitalista que se sustituye cuando ya no funciona. Somos simples peones sacrificables en el juego de la burguesía. Un número en una estadística que volverá a reiniciarse el año que viene y del que nadie asumirá las consecuencias.

La competencia y la concentración de capital empuja a la burguesía, en este sistema inhumano, a exprimir cada minuto y cada esfuerzo de la clase obrera, pues el valor especial de la fuerza de trabajo como mercancía reside en su capacidad de producir plusvalor. Así, la seguridad de los trabajadores no es ni mucho menos una prioridad para el empresario, ya que lo ve como un gasto que repercute en sus ingentes ganancias. Cada vez que un obrero queda atrapado por maquinaria pesada o es aplastado por carretillas es porque el patrón ha calculado que el riesgo de la vida de esa persona es inferior al coste de prevención. Ya vendrá otro a hacer el trabajo. Nosotros ponemos los muertos y la burguesía se enriquece. Esta es la cruda imagen del sistema capitalista.

El Estado, independientemente del gobierno, actúa como cómplice de este terrorismo patronal. Lejos de intervenir para defender a la clase trabajadora, los tentáculos del Estado actúan como garantes de la “paz social”, necesaria para la reproducción del capital, limitándose a emitir estadísticas y a firmar comunicados vacíos previamente estudiados por sus equipos de prensa. Este terrorismo que sufre la clase obrera está sostenido por la complicidad de UGT y CCOO, organizaciones sindicales lacayas del capital, financiadas por el propio Estado burgués y que sirven a los intereses de dicha clase, pervirtiendo la lucha sindical y desencadenando un empeoramiento de las condiciones de trabajo.

Si queremos solucionar de una vez por todas las muertes en el trabajo no podemos quedarnos en las reformas aisladas, sino que debemos señalar la raíz misma del problema. La raíz no está en la negligencia individual de un empresario concreto, sino en la estructura misma de un sistema que nace y se nutre con las desigualdades de clase. Mientras exista el trabajado asalariado, mientras que tengamos que vivir por y para trabajar, la salud y la vida misma de los obreros estarán subordinadas a las necesidades de la patronal.

La crecida exponencial de las muertes en los centros de trabajo responde a unas relaciones de producción que han encontrado su techo en la tasa de ganancia y no tienen otra forma de continuar aumentando que la intensificación de los ritmos de trabajo y la reducción en los costes en seguridad. La enajenación del trabajo vivo y de la vida misma convertidos en mercancía, mediante la relación asalariada, hace que el beneficio del trabajo vivo acabe en manos de los capitalistas y su codicia ilimitada, con los resultados de muerte sobre la clase obrera. Mientras ellos disfrutan con su ganancia privada, la clase obrera pone los muertos y crea toda la riqueza sin disponer de ella.

Las relaciones de producción bajo este sistema han caducado y han convertido al capitalista en un parásito que no tiene utilidad, ni otra función que apropiarse de la plusvalía y por eso nos sitúan en unas relaciones de producción más elevadas, las socialistas, donde la clase obrera será dueña de la riqueza que produce.

Debemos luchar por el poder obrero, por la socialización de los medios de producción y por establecer un sistema económico que haya sido planificado democráticamente por la clase trabajadora. Solo en un Estado socialista, donde la producción se oriente a satisfacer necesidades y no a enriquecer a una minoría parasitaria, será posible convertir la seguridad laboral en un derecho inviolable.

Cada muerte en el trabajo debe convertirse en un motivo más para la organización, para alimentar nuestra conciencia y odio de clase, para llevar a cabo la lucha revolucionaria contra la burguesía, el Estado y el sistema capitalista.

 

¡SOCIALISMO O BARBARIE!

 

14 de agosto de 2025

COMITÉ REGIONAL DEL PCOE EN LA REGIÓN DE MURCIA

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