Resolución del III Pleno del Comité Central del PCOE sobre la crisis general del capitalismo

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PCOE
 
El sistema capitalista atraviesa una fase histórica de crisis general mundial. En el terreno económico, el capitalismo está quebrado y las sucesivas recesiones, cada vez más agudas, lo dejan año tras año más herido de muerte. Políticamente, el imperialismo está debilitado, tal y como lo demuestran las coyunturas de los distintos regímenes capitalistas, cuyos Estados se ven obligados a escorarse progresivamente hacia la reacción, hacia el fascismo, para sofocar sus crisis orgánicas. Si el imperialismo sigue hoy en pie es porque la burguesía, por el momento, vence en la guerra ideológica. Igual que en la coyuntura internacional actual el sistema capitalista se presenta mermado política y económicamente como jamás lo ha estado en la historia, la lucha de clases, al contrario, nunca antes ha estado tan desequilibrada en el cauce ideológico en favor de la clase dominante.

Hoy, sumidos en una crisis general del capitalismo que solo aspira ha agudizarse más ante las inminentes crisis financieras, la mayor parte del proletariado mundial posee una conciencia que no es la suya, sino la de una clase que ha inoculado su pensamiento y su filosofía idealista y reaccionaria a lo largo de años de trabajo en el frente ideológico, y más aún en las últimas tres décadas, en las que lo ha estado haciendo sin apenas oposición. El colapso del Bloque del Este y el fin de la Guerra Fría ha atomizado el avance revolucionario del proletariado mundial y ha concedido kilómetros de ventaja a la burguesía internacional en la guerra ideológica, que la ha permitido fortalecer sus posiciones y afianzar sus intereses de clase. El capitalismo solo se sostiene en la historia por el pilar ideológico.

Con la disolución de la Unión Soviética, se abrió un periodo de supremacía absoluta del imperialismo estadounidense, como única superpotencia en el mundo, así como de la Unión Europea y de Japón, las otras dos potencias principales de la Tríada. Hoy, sin embargo, tras casi tres décadas de tiranía indiscutida, su hegemonía mundial atraviesa su ocaso. El auge de las nuevas potencias imperialistas de los BRICS, encabezadas por China y Rusia, se acompaña de la decadencia de Estados Unidos, de la Unión Europea y de Japón. La correlación de fuerzas en el panorama internacional se decanta cada año más en favor del nuevo bloque imperialista, como lo certifican las sucesivas crisis y derrotas en los frentes en Oriente Medio, Asia Central, África y Latinoamérica. La trayectoria de las nuevas potencias imperialistas sigue una línea relativamente ascensional, en detrimento de la vieja Tríada, aún en la hegemonía, aunque en franca decadencia y con un futuro que cobra una forma claramente descendente. La humanidad ha retornado al punto de partida, a principios del siglo XX, cuando las potencias imperialistas pensaban poder arreglar entre ellas la suerte del mundo y se enfrentaban en guerras de rapiña para repartirse las colonias y expandir sus intereses imperialistas. El modelo capitalista está en quiebra, no tiene nada más que ofrecer salvo más hambre, miseria y guerra, y lo máximo a lo que aspira es a renovar el imperialismo viejo por uno nuevo.

Nos encontramos en un periodo de transición: en el periodo de lucha entre lo nuevo –el socialismo– y lo viejo en descomposición –el imperialismo, fase superior del capitalismo–. En su fase actual de putrefacción, el capitalismo está abocado a morir, está condenado a caer en el abismo de la historia y a reunirse con los viejos sistemas socioeconómicos del pasado –feudalismo, esclavismo, etc.– como un fósil más, para dar paso a lo nuevo, al futuro, al socialismo, como fase inmadura del comunismo. Pero el capitalismo no caerá por sí mismo, a pesar de ser inviable política y económicamente. La burguesía se aferrará a su supervivencia volcándolo todo a la reacción para sostener su sistema criminal de explotación por medio de la violencia más encarnizada. Y así lo demuestra el auge del fascismo a nivel global.

El imperialismo únicamente puede ser derrocado de manera revolucionaria por el proletariado, dirigido por el Partido leninista. Los incesantes ataques ideológicos de la burguesía y el propio avance de la historia demuestran la victoria teórica de la fórmula revolucionaria ideada por Marx y profundizada por Lenin. En la guerra de contrarios entre lo nuevo y lo viejo, siempre termina por imponerse lo nuevo tarde o temprano. La burguesía no puede hacer más que prolongar la fecha de su muerte, solo puede frenar el día en que se vuelva a imponer el socialismo, pero nunca podrá perpetuarse en el poder eternamente. La burguesía no puede detener la rueda de la historia.

Así pues, el Partido leninista es esencial para guiar y llevar al proletariado hacia su emancipación. Es el instrumento sublime de la clase obrera. Es su alma y su corazón. Es imprescindible para derrocar revolucionariamente a la burguesía junto a su criminal sistema capitalista. Y es fundamental para edificar el socialismo y para sostener la dictadura del proletariado.

Igualmente, en la actualidad, el alto desarrollo de las fuerzas productivas, el avance tecnológico y científico, la socialización monopolista de la producción y el alto grado de instrucción y preparación técnica del proletariado, unido a la caducidad del imperialismo, permiten que las condiciones del proletariado revolucionario para derrocar al capitalismo y construir el socialismo sean mucho mejores que hace un siglo. Cuando el socialismo se vuelva a imponer, lo hará de una manera más fulgurante y acabado que en el siglo pasado. El Movimiento Comunista Internacional, aún en parte infectado por el oportunismo, tiene gran parte de responsabilidad que el proletariado siga todavía a merced de la burguesía en el terreno ideológico.

A tenor de todo ello, el III Pleno del Comité Central del PCOE resuelve lo siguiente:

1. Es imperiosamente necesario que el proletariado mundial se organice en torno a un frente antiimperialista e internacionalista común, basado en la solidaridad entre pueblos y guiado por un Movimiento Comunista Internacional depurado de corrupción y de los viejos vicios y desviaciones ideológicas que han heredados del pasado.
2. El proletariado mundial debe prepararse para un futuro, cuando no es ya presente, que descanse sobre la dominación del fascismo. Ante la evidente quiebra del capitalismo, la burguesía ya no puede mantener su sistema bajo las mismas reglas y concesiones “democráticas” y lo vuelca todo a la reacción. Los monopolios internacionales están allanando el camino para el advenimiento de un orden mundial apoyado sustancialmente en Estados fascistas. Por ello, es necesario que la unidad del proletariado mundial en torno a Frentes Populares que unifiquen toda su lucha contra el imperialismo que es el generador del fascismo.
3. El avance progresivo de la revolución socialista mundial se demuestra cada año como la única vía, la única alternativa, para evitar que se derrame más sangre en el mundo. El capitalismo es sinónimo de miseria y de muerte para el proletariado. Es el sistema que empuja a las potencias imperialistas a librar guerras que enfrentan a los obreros de distintos países entre sí con el fin de someterlos y de imponer colonias para expoliar sus recursos naturales. Solo mediante la lucha organizada contra el enemigo de clase, la burguesía, y la liquidación de su sistema de explotación capitalista, raíz y origen de los problemas fundamentales que azotan al planeta y a los pueblos que lo habitan, la clase obrera podrá romper las cadenas de su opresión. Solo con la conquista revolucionaria del poder y la construcción de un sistema nuevo, el socialismo, el proletariado podrá vivir una vida digna y de pleno derecho. Únicamente así, la humanidad podrá avanzar junta hacia la sociedad sin clases, basada en la justicia y la igualdad, libre de explotación y encaminada hacia la paz mundial: el comunismo.

¡Socialismo o barbarie!

III PLENO DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (PCOE)

Madrid, 25 de enero de 2020

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