Nuestra riqueza hacia la represión y la guerra

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Tras dos reuniones entre los sindicatos mayoritarios del Estado y el Gobierno actual, conocíamos el miércoles 28 de septiembre una subida salarial de 9’5% a los funcionarios del Estado, así como la reducción de su jornada laboral de 37’5 horas semanales a 35 horas. De este anuncio se han hecho eco todos y cada uno de los medios de comunicación, como buenos perros fieles del Capital, pero por mucho que la noticia pueda parecer beneficiosa, lo cierto es que dicha subida no iguala ni mucho menos el nivel de la inflación y, además, oculta una realidad muy clara en nuestros servicios públicos: los recortes que del trote han pasado al galope desde el inicio de la pandemia. Y es que se avecinan elecciones en 2023 y hay que empezar a lavarse la cara.

Tal y como vienen indicando los sondeos electorales más actuales, no será raro que en las elecciones de 2023 tengamos un Gobierno conformado por el Partido Popular y Vox, demostrando que la clase trabajadora es incapaz de diferenciar un ejecutivo progresista de uno conservador puesto que en la práctica unos y otros castigan al proletariado. Ante este escenario, no es raro que los partidos políticos de la izquierda del sistema empiecen a pedir determinadas medidas, a sabiendas de que nunca estarán en una posición de fuerza para defenderlas.

Así, tenemos a ERC apostando por un SMI de 3150 euros para todos los trabajadores en un claro acto propagandístico y que nunca se llevará a cabo. Es más, si se llevase a cabo, desde el PCOE ya hemos analizado por qué esta medida sería compensada automáticamente por la burguesía. Y es que a pesar de que es innegable que los salarios hoy día son una auténtica miseria, lo cierto es que no toda la clase trabajadora llega a ese SMI porque el trabajo temporal es el pan nuestro de cada día. Por mucho que la ministra de trabajo, Yolanda Díaz, jalee la subida de los contratos indefinidos, sabemos perfectamente que entre este tipo de contratados se encuentran los fijos discontinuos. En otras palabras, muchos contratos indefinidos son de trabajadores que se encuentran en activo dos o tres meses al año y el resto se encuentra parado. Así es como ocurre que durante este verano existiesen trabajadores con más de un contrato indefinido. ¿Afortunados? Para nada, el futuro de los trabajadores en el capitalismo es este: unas gráficas de empleo cada vez más maravillosas y retocadas y una realidad laboral cada vez más nefasta.

Esta pérdida de derechos y poder adquisitivo no se queda sólo en el ámbito laboral sino que, como muy bien indicó Marx, el ser social determina la conciencia. Mientras los vendehumos del sistema nos intentan convencer de que si nos esforzamos y sacrificamos llegaremos a ser exitosos (tal y como entiende el éxito el capitalismo: pasar de ser explotado a explotador), en realidad los que realmente tienen derecho a convertirse en lo que quieran son los burgueses, porque la clase trabajadora apenas puede aspirar a tener siquiera el mismo nivel cultural que la burguesía. Es más, ni siquiera podemos aspirar a tener tanta salud como ellos.

Como si todo esto no fuese suficiente, tenemos que añadir que la gestión capitalista de los servicios públicos dirige a estos hacia la irrelevancia y la incompetencia.

En el sector educativo, tenemos que los profesores, junto con el resto de trabajadores públicos, han ido perdiendo progresivamente poder adquisitivo durante décadas y gracias a los sindicatos vendidos, que concilian con el Estado capitalista estas pérdidas cada año. No sólo eso, sino que la sobrecarga de los docentes es un hecho: el aumento de las ratios implica la contratación de menos personal educativo, el aumento de las horas de trabajo y un mayor desgaste durante las horas lectivas. Nuestros profesores de la educación pública trabajan más que hace 40 años y cobran menos. Esta situación no se resuelve con una subida del 9’5% del salario, puesto que ni siquiera iguala el IPC de junio de 2022.

Un modelo educativo público precario lleva al surgimiento del modelo privado, un sistema inaccesible para la inmensa mayoría de la clase trabajadora y una forma que tiene el capitalismo de frenar el excedente de trabajadores sobrecualificados: así se recorta un gasto público que no genera beneficios para el Estado, más aún si tenemos en cuenta que por cada puesto de trabajo generado por las nuevas tecnologías, se destruyen tres. Con este campo de juego, lo lógico es que poco a poco vayan emergiendo cada vez más alternativas privadas para mamar de lo público, como ya está pasando en Andalucía.

A la hora de recortes y de precariedad, posiblemente el sector más afectado sea el sanitario. Largo y tendido hemos hablado en el PCOE de las condiciones en las que se encuentra el sector sanitario a lo largo y ancho del Estado español. A pesar de jurar y perjurar que la Sanidad iba a quedar blindada en la Constitución (¡como la vivienda!), hoy las condiciones de trabajo y la calidad del sistema sanitario son un absoluto despropósito. Ya no hablamos sólo de listas de espera y de contratos que duran, literalmente, horas. Estamos hablando de centros de salud completamente sobrepasados debido a la falta de personal o de la falta de accesibilidad para ancianos en el rural. Depender del sistema sanitario del Estado español hoy es una ruleta rusa que no tiene solución con el aumento salarial del 9’5% que propone este gobierno.

El contexto en el que vivimos es desalentador para nuestra clase, porque si la situación hoy es grave, tenemos que sumarle la continua deuda que el Estado español sigue emitiendo y que no se va a solucionar con un mágico impuesto a los ricos, puesto que los dueños de los monopolios y los bancos no pagan ni pagarán un sólo céntimo para beneficiar a su clase antagónica, a la clase obrera. Así es la socialdemocracia: un intento de maquillar la tortura que estamos sufriendo los trabajadores todos los días, pero ahí es donde los comunistas debemos analizar y propagar la verdad de esta sociedad que no mira para quienes generan toda la riqueza: los trabajadores.

Los gobiernos son voceros del Capital y harán todo para beneficiar a quienes no paran de llenar sus bolsillos. Así se explican las constantes peticiones de reducción de gasto público por parte de Bruselas, así vemos como los sindicatos vendidos como Comisiones Obreras defienden la moderación salarial, así vemos que mientras a los funcionarios se les sube un mísero 9’5% y se les aumenta la carga de trabajo, los cuerpos represivos gozan de un aumento salarial del 38% y el gasto militar aumenta un 25%.

Hoy estamos en crisis, pero también estamos en guerra mundial y esto quiere decir que el capitalismo ve sus contradicciones completamente exacerbadas y tiene que recurrir a la socialdemocracia, a la pata izquierda del fascismo, y a su propaganda para calmar nuestra conciencia ante el descarado robo que estamos sufriendo. Pero por muchos cantos de sirena que entonen, la realidad es tozuda: hoy su sistema no vale nada y se mueve por y para la guerra. Da igual si son rojos, morados, azules o verdes, el sistema capitalista está preparando todo en una sola dirección: aplastar a la clase trabajadora sea como sea.

Nuestro potencial como proletariado es incuestionable. Sólo la clase trabajadora hoy es la que puede poner fin a la guerra e instaurar la paz entre los pueblos, en vez de enfrentarnos como hacen ya los bloques imperialistas. Y para conseguir esto debemos romper con todos aquellos que se decían compañeros de viaje y que nos han llevado a esta situación. Hoy tenemos que romper con los Partidos que nos prometieron todo y ahora en el gobierno no hacen nada, hoy debemos acabar con la presencia de los sindicatos vendidos del capital en los centros de trabajo, hoy debemos unirnos como clase y organizarnos en un Frente Único del Pueblo para tomar nuestras propias decisiones y socializar la producción. Hoy es el momento de darnos cuenta que, si no avanzamos, perderemos mucho más que nuestro salario. La época que estamos presenciando nos indica el camino: o tomamos las riendas de nuestro destino, o a la clase trabajadora no le espera más que la muerte.

 

¡Toda la riqueza para la clase trabajadora!

¡Socialismo o barbarie!

 

Comisión de Movimiento Obrero y de Masas del PCOE

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