Operación Kitchen: El Estado se vuelve a retratar

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El pasado lunes, 7 de septiembre, el juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón determinó levantar el secreto del sumario de lo que denominan “Operación Kitchen”, la pieza del Caso Villarejo en la que se investiga el presunto espionaje al extesorero del Partido Popular Luis Bárcenas.

La “Operación Kitchen” es una investigación que emana de un informe policial que informaba de un operativo parapolicial realizado entre los años 2013 y 2015, cuyo objetivo no era otro que la obtención ilegal de la información que almacenaban Bárcenas y su esposa sobre la financiación ilegal del Partido Popular, información que comprometía a altos dirigentes del PP y del Gobierno. O lo que es lo mismo, altos cargos del Gobierno y del Partido Popular utilizan a su antojo a policías corruptos, activos en el propio cuerpo, para actuar de manera ilegal en la obtención de información que les comprometían como consecuencia de la financiación ilegal del PP, evidenciando la putrefacción del Estado, retratando la mafia que rige en éste. Cuando los políticos capitalistas hablan de que “ellos siempre van a colaborar con la justicia” en realidad se están refiriendo a esto, habiendo detrás tramas como la investigada en Kitchen, cuando no se martillean abiertamente los discos duros comprometedores.

El juez tiene imputados al que fuera número 2 del Ministerio del Interior y exsecretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez; los Directores Adjuntos Operativos de la Policía, Eugenio Pino, José Ángel Fuentes Gago y Bonifacio Díaz Sevillano; el exjefe de la Unidad de Asuntos Internos, Marcelino Martín Blas y el marido de la que era Secretaria General del PP y ministra en aquella época (Cospedal) y empresario, Ignacio López del Hierro. Asimismo, están siendo investigados tanto la exministra de Defensa y Secretaria General del PP, María Dolores de Cospedal, como el exministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. Además, existen múltiples pruebas en el sumario en las que se cita al anterior Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

Kitchen no es más que una operación más de lo que se denominó “Policía Patriótica”, o lo que siempre han sido las cloacas del Estado y su guerra sucia, que en el caso del Gobierno de Rajoy partía desde el Ministerio del Interior comandado por Jorge Fernández Díaz, al objeto de emplear a una parte de la cúpula de la Policía para arremeter contra los adversarios políticos del Partido Popular y de su Gobierno. Al igual que Kitchen, esta guerra sucia del Estado durante el Gobierno de Rajoy, esta Policía Patriótica trató de secuestrar a Bárcenas y su familia, llevó a término la Operación Cataluña contra las fuerzas independentistas, así como ha llevado a término una guerra sucia contra Podemos creando todo tipo de pruebas falsas, en tándem con los medios de comunicación del Capital, con la intención de desprestigiar a dicha opción política del Capital, y es que al Estado español ya le sobra hasta el oportunismo socialdemócrata que encarna Podemos, señal inequívoca de su esencia fascista.

Hoy sale a la palestra la pieza correspondiente a Kitchen, hoy la guerra sucia del Estado lleva esa máscara, ayer la guerra sucia del Estado llevaba la máscara del terrorismo de Estado, de la Alianza Apostólica Anticomunista (Triple A), de los Guerrilleros de Cristo Rey, Batallón Vasco Español (BVE), de los Comandos Antimarxistas o de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). Y es que da igual el gobierno de turno que haya, tanto con el PSOE, el PP o la UCD la esencia fascista del Estado permanece invariable, al igual que su putrefacción.

Y es que en un Estado que fuera una supuesta democracia burguesa partidos como VOX, o el propio Partido Popular, deberían estar ilegalizados, sin embargo, esos dos partidos son los que mejor representan la naturaleza y la ideología del Estado español que no son otros que los principios ideológicos fundamentales del Estado franquista.

Esta es la realidad del Estado español, donde todo está atado, y bien atado, por los fascistas desde 1939. Da igual el inquilino que pase por Moncloa, al igual que el color político de esbirros de los monopolios que ascienda al gobierno porque no es éste quien ostenta el Poder, sino los monopolios, la oligarquía financiera, que son los que manejan los resortes del Estado, el cual es un cenagal de corrupción y cuyo funcionamiento se asemeja más a una organización mafiosa que a un Estado de derecho. Y es que el Estado capitalista es la corrupción institucionalizada ya que la corrupción es inherente al capitalismo, es la forma en la que dominan los monopolios.

Y mientras cúpulas policiales, gobernantes y dirigentes de partidos políticos del capital actúan conjuntamente de manera mafiosa para ocultar la financiación ilegal de sus partidos y sus corruptelas, mientras la Jefatura del Estado está carcomida por la corrupción, con el cuñado del Jefe del Estado en la cárcel por ladrón y su padre, y antiguo Jefe de Estado, en los Emiratos Árabes Unidos huyendo de la justicia suiza, pues la Judicatura española no es peligro ya que otorga impunidad total a la Corona, la clase obrera sangra por las heridas de la miseria y de la pobreza. Antes de que se decretara el estado de alarma por la COVID-19, más de 12 millones de personas se encontraban en riesgo de pobreza, o lo que es lo mismo, más del 25% de la población, cifra que ascendía entre los menores de edad, donde el 48% de la infancia se halla en riesgo de pobreza infantil en el Estado español.

La clase obrera no tiene más salida que acabar con el capitalismo y su corrompido Estado. Ningún gobierno bajo el capitalismo, ni tan siquiera el que se reivindique como más de izquierda, puede cambiar el desarrollo del capitalismo, la concentración de capital en manos de un puñado de oligarcas conlleva no sólo un incremento de la desigualdad y de la miseria, sino que, además, hace que se avance inexorablemente hacia la reacción, hacia el fascismo. El paradigma en el Estado español no es que éste avance hacia el fascismo, sino que ya está instalado en él desde hace más de 8 décadas, como los hechos y la historia corroboran.

La clase obrera hoy posee el conocimiento para mover y dirigir su propio Estado. Por ello, por el desarrollo de la lucha de clases, no procede más que la socialización absoluta de los medios de producción y, consecuentemente, la instauración del poder de los trabajadores en general orientados por la clase obrera, o lo que es lo mismo, lo que la clase obrera y demás clases populares requieren es la Dictadura del Proletariado en el sentido marxista-leninista, esto es, una República Socialista donde se liquide inmediatamente el aparato del Estado burgués y sea sustituido por el poder de la clase obrera. Es la única vía y la única salida que la clase obrera tiene para acabar con la desigualdad, con la corrupción, con la miseria.

 

¡POR LA REPÚBLICA SOCIALISTA!

¡POR LA DICTADURA DEL PROLETARIADO!

¡SOCIALISMO O BARBARIE!

 

Madrid, 10 de septiembre de 2020

COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)

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