La Clase Obrera solo tiene una salida: La toma revolucionaria del poder
Hace unas semanas la ministra de trabajo, Yolanda Díaz, se reunía en Bruselas con la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, y el presidente del Consejo europeo, Charles Michel.
Esta pelele del Capital no vaciló en retratarse con esos dos personajes y en lanzar todo tipo de loa a la Unión Europea, la misma que está armando hasta los dientes al Estado fascista ucraniano y que pide a los Estados miembros de la UE que tienen que destinar más dinero para financiar la guerra contra Rusia y armar a los fascistas ucranianos.
Yolanda Díaz no pierde ocasión en mostrarle a los trabajadores del Estado español su adhesión para con la UE y el Estado fascista español, donde según esta personaje en el gobierno del mismo están haciendo “cosas chulísimas”, como por ejemplo es la Reforma Laboral, donde de un trago se han tragado íntegramente la Reforma Laboral del corrupto Rajoy. Una Reforma Laboral donde el despido sigue siendo terriblemente barato y donde la rotación de los indefinidos se ha multiplicado por 5 mostrando que la Reforma Laboral es un inmenso fraude donde el empleo precario se maquilla bajo la etiqueta del trabajo indefinido, que ni es trabajo ni es indefinido sino que es la más descarnada explotación capitalista siendo el objetivo de la Reforma Laboral garantizar a los empresarios la explotación inmisericorde de los trabajadores a la par que maquillan las cifras de la precariedad y del paro, que es la única alternativa que puede ofrecer el capitalismo – ya esté gestionado por fascistas o por oportunistas que, al fin y a la postre, abrazan las mismas políticas pues hoy el capital únicamente oferta el fascismo.
La realidad y los efectos de esas “cosas chulísimas” que la ministra de trabajo del PCE hace se muestra en una inspección de trabajo entregada a los empresarios, expertos en otorgar impunidad absoluta a los mismos declarándose incompetentes en sus requerimientos y oficios ante las denuncias interpuestas por los obreros y sus representantes, y unos juzgados que señalan juicios, inclusive de despidos, para 2026 y donde los jueces, tras esperar el trabajador entre un año y un año y medio para celebrar un juicio, con la arrogancia propia del Estado podrido fascista no vacilan en muchos casos en decirle a los trabajadores que deben negociar con el empresario y llegar a un acuerdo porque, de lo contrario, si se entra en sala posiblemente pierda el juicio en lo que, de facto, no es más que otorgar impunidad absoluta al empresario, que es en realidad el juez de primera instancia. La última “cosa chulísima” que ha hecho esta ejecutora del Capital es el “Estatuto del Becario” por el que los empresarios ya saben que podrán disponer del 20% de las plantillas en una situación de precariedad absoluta y, además, totalmente legalizada, unido a los convenios de traición firmados por CCOO y UGT donde los periodos de prueba de los trabajadores hacen que durante 6 meses el despido no solo sea libre, sino también totalmente gratuito. Sin duda, tan traidora y tan enemiga de la clase obrera es Yolanda Díaz como esos dos sindicatos del Estado fascista que hemos mencionado y de los que Franco estaría totalmente orgulloso de la labor tan miserable que realizan.
Venían Iglesias, Garzón o Yolanda Díaz a “tomar el cielo por asalto” y resulta que se han arrodillado a la patronal, al PSOE del GAL y de los EREs, a la UE y sus políticas e ideología fascistas – como lo acreditan cada vez que abren la boca Von der Leyen o Borrell – y a la organización criminal OTAN.
El “tomar el cielo por asalto” se ha convertido en ser máximo exponente del “diálogo social” que es la manera eufemística que tienen los capitalistas de decir que la vida de los trabajadores debe subordinarse a los intereses crematísticos de los capitalistas, de los empresarios.
El imperialismo no se sostiene económicamente, lo acredita la situación económica actual, donde el endeudamiento de los estados es enorme, e impagable, donde se ha creado dinero ficticio a espuertas llevando la inflación a una situación ingobernable, lo acredita la tasa de ganancia que lleva casi un siglo y medio retrocediendo en las potencias imperialistas a la par que la tasa de explotación se acrecienta acreditando la certeza de la Ley de tendencia decreciente de la tasa de ganancia expuesta por Carlos Marx en el capítulo II del Libro III de El Capital.
Y la automatización de la producción termina de apuntillar al moribundo capitalismo agonizante, de tal manera que desarbola por completo la composición orgánica del capital en favor del capital constante reduciendo a la mínima expresión la parte correspondiente al capital variable, que es la genera la plusvalía. Por consiguiente, la automatización niega de facto al capitalismo pues éste se fundamenta en la apropiación de la plusvalía generada por la clase obrera.
Y la guerra imperialista es la constatación de toda esta situación de bancarrota económica y también política, de esa agonía donde el imperialismo se desgaja como consecuencia de que potencias imperialistas emergentes luchan por la hegemonía contra las potencias imperialistas en franca decadencia, pelea por tratar de armonizar la hegemonía de la producción en hegemonía económica y política – construyendo instituciones y un sistema financiero alternativo. Y es en esta pugna donde el imperialismo se debilita, tanto el supuestamente emergente como el decadente porque el momento es revolucionario porque el desarrollo de las fuerzas productivas ya no se corresponde con el capitalismo, y porque las condiciones materiales para la existencia de la humanidad han madurado permitiendo a ésta, y siendo una necesidad para la pervivencia del género humano, la imposición de nuevas y más altas relaciones de producción que permitan armonizarlas con el ingente desarrollo de las fuerzas productivas, esto es, las relaciones de producción socialistas, la socialización de los medios de producción, la apropiación social de la riqueza producida.
La humanidad no tiene más salida que el socialismo. Y este es obra de la clase obrera. Pero la clase obrera, por sí misma, no puede hacer la revolución, necesita del Partido de la Revolución proletaria, del partido marxista-leninista, que le insufle conciencia de sí y para sí. Que le oriente en cómo debe tomar el poder político y económico, que le enseñe quiénes son sus amigos y quiénes son sus enemigos.
Mientras los comunistas sigamos fraccionados como consecuencia de nuestra situación de parálisis, atrofiados por el oportunismo instalado en nuestro movimiento desde hace décadas, mientras no seamos conscientes que el momento es de ruptura revolucionaria porque la situación es revolucionaria, mientras no ajustemos nuestra táctica a la situación revolucionaria actual y al conocimiento de la clase obrera de hoy y como abordarla, y mientras no fijemos nuestra estrategia en la toma revolucionaria del poder por parte del proletariado abandonando el fetichismo electoral, el folclore y la práctica del legalismo que no es más que incurrir en el oportunismo, la clase obrera no podrá llevar a cabo la revolución.
El oportunismo (inclúyase aquí a la socialdemocracia) y el fascismo son dos caras de una misma moneda, la cara del capitalismo monopolista, del capitalismo putrefacto, del imperialismo. El partido debe forjarse en la práctica, en romper la influencia del oportunismo – que es el instrumento más eficaz que tienen los monopolios para desguarnecer y engañar ideológicamente al proletariado – en la clase obrera, en un combate a muerte contra la ideología burguesa, y fundamentalmente una lucha a muerte contra el oportunismo.
El veneno ideológico burgués, el oportunismo, como hemos visto, es inoculado entre la clase obrera por personajes sin escrúpulos como Garzón, Iglesias, Montero, Yolanda Díaz y demás personajes que son unos auténticos traidores, auténticos sicarios del capital a los que éste les pone sus altavoces, sus medios de comunicación, para desorientar ideológicamente al proletariado y desviar a la clase obrera del único camino que tiene para su emancipación, para una vida digna: La senda de la lucha por la transformación social, que únicamente puede hacerse efectiva por la vía de la toma revolucionaria del poder por parte del proletariado que ponga en sus manos la propiedad de los medios de producción y donde se reprima sin piedad a los capitalistas y a sus sicarios, entre los que descuellan fascistas y oportunistas.
¡GUERRA A MUERTE CONTRA EL FASCISMO Y EL OPORTUNISMO, DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA IMPERIALISTA!
¡POR EL DESARROLLO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)!
¡SOCIALISMO O BARBARIE!
Madrid, 1 de noviembre de 2022
COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)