El gobierno Rajoy destila odio de clase por todos sus poros

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El gobierno de Rajoy destila aversión de clase por todos sus poros, y ha aprovechado el ambiente pesimista que produce la crisis para consumar su ideología reaccionaria. El grupo de diputados del PP se ha quitado la careta definitivamente cuando en la última sesión parlamentaria celebró embravecido cada una de las medidas antiobreras, que el propio Rajoy anunciaba con argumento ofensivos: ¡para incentivar la búsqueda de trabajo! Expresión inconfundible que viene a afirmar que los trabajadores están parados porque no buscan trabajo, porque son unos “haraganes”, consigna que también fue coreada y respondida por sus secuaces con gritos ¡que se jodan! Resulta evidente que el tono, el contenido y el objetivo de los nuevos recortes es arrasar a las clases trabajadoras y esto ocurría mientras en las calles de Madrid la policía embestía contra los mineros llegados desde todos los rincones del Estado para protestar contra el cierre de las minas de carbón.

 

Nuevamente, las medidas pasan de esquivo al lado de las grandes fortunas, de los empresarios y hunden en la miseria a un sector cada vez más grande de las clases populares. La derecha ha llegado a la conclusión de que condenar a los trabajadores a vivir en condiciones por debajo de la supervivencia, en aras de aumentar las riquezas de los capitalistas, es un acto de firmeza y valentía en beneficio del “país”.

Pero resulta evidente también por las experiencias de estos últimos meses, que pasado un tiempo el gobierno volverá a la carga con nuevos recortes porque su apuesta es absoluta. Con la defensa hasta lo impensable de los dueños de los medios de producción por parte del gobierno, la situación económica y política se radicaliza desde el bando burgués. Mientras, la oposición pequeñoburguesa de derecha mantiene posiciones dubitativas pensando en unas posibles elecciones anticipadas que pudieran convocarse a tenor del deterioro en crescendo del PP. De cara a la galería manifiesta su descontento con la política gubernamental, pero con matices, que en última instancia se refieren a la cantidad y no a la esencia.

Por su parte, la “izquierda” parlamentaria, especialmente PSOE-IU, practica un cinismo obsceno insuperable. Se oponen al gobierno en las formas pero comparte el fin supremo: salvar el capitalismo. El rasgo distintivo de sus propuestas es salvaguardar la legalidad burguesa vigente, ante cuyas leyes rinden pleitesía por encima de todo. Uno y otro se aferra al manoseado “imperativo legal” que todo justifica, para cumplir la orden de fusilamiento de los trabajadores dispuesta por el gobierno del PP.

El PSOE pretende ocultar que fue el impulsor de los recortes antiobreros sacando tajada de la impopularidad de las medidas que impone el PP; sin embargo, reitera que está de acuerdo con los planteamientos de austeridad pero conjugándolos con el de crecimiento, sin explicar en qué forma se puede combinar semejante antinomia, para lo cual incluso le tiende la mano al gobierno. El PSOE no tuvo ni tiene la medicina para salir de la crisis, más que la de cargar sobre los asalariados todo su peso, como hiciera durante su último mandato. Sin duda PSOE y PP coinciden en el análisis, medios y soluciones para superar la crisis. El gobierno del PP no ha hecho otra cosa que continuar por la ruta que señaló el PSOE.

Por su lado, IU desempeña el papel de repuesto que se reserva el capitalismo, en el supuesto de que en cualquier momento y como sucediera en Grecia con su congénere Syriza, el pueblo no votase a los dos grandes partidos que sostienen la actual democracia burguesa en el estado español. La propensión morbosa de los dirigentes de IU a erigirse en los más apasionados defensores de la Constitución y de los estatutos autonómicos le hace acreedora del respeto de los capitalistas.

IU engaña a los trabajadores cuando dice que existe una salida distinta a la propugnada por el gobierno del PP en tanto aplaude el hecho de que la UE dedique determinada cantidad de dinero para fomentar el empleo; aunque la considere insuficiente. Es decir, IU esta de acuerdo con la política de crecimiento que tanto el PSOE y la socialdemocracia europea defienden y que ya aceptan sectores conservadores.

Las soluciones que patrocina IU no constituyen una salida por la izquierda, la que necesitan las clases laboriosas, más bien es retornar al pasado capitalista, origen de la presente crisis. IU promete a los trabajadores un paraíso, el capitalismo “edulcorado”. Por consiguiente, volver atrás para repetir las mismas amarguras una y otra vez desafiando la dialéctica de la Historia, pues el capitalismo produce crisis de una manera natural, siendo ésta consustancial al modo de producción burgués.

Al tomar como referencia Andalucía, donde IU y PSOE comparten gobierno, vemos que lo hacen según ellos bajo el signo del crecimiento, en vez de la austeridad. El programa objeto del consenso basado en los Estatutos de Autonomía, no contempla cambios base, sino que mantiene intacta las estructuras burguesas: la propiedad privada sobre los medios de producción. Tampoco formulan la Reforma Agraria Antimonopolista y Antilatifundista, El agro andaluz continuará pues, bajo el dominio de los terratenientes y de los monopolios comerciales. Las grandes fábricas y comercios seguirán estando en manos de las multinacionales españolas y extranjeras.

Sin verificarse el cambio de dueños de los centros de trabajo, de las minas, tierras etc. no es posible acabar con las desigualdades, no se eliminarán las injusticias, las persecuciones sindicales y políticas, los despidos injustos, los bajos salarios. Sin la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción no habrá regulación ni control de la economía, ésta discurrirá como hasta ahora, provocando crisis cada día mas cerca una de otra y más grave porque el sistema está agotado y es ya anacrónico. Cuando IU habla de una salida a nivel social, le está diciendo a los trabajadores, que el capitalismo tiene la solución, que no es el sistema el que falla, sino que es el gobierno de turno el culpable por mantener una política neoliberal reaccionaria. IU es la quinta columna de la ideología burguesa en el interior del movimiento obrero. En esta dirección, la situación no admite argumentos demasiados sutiles para la comprensión de quienes sufren en sus carnes los golpes, y que en boca de la CUT y otros, vienen pretenciosamente a demostrarnos que se puede ser revolucionario y estar dentro de IU. Los momentos son cruciales y cada cual está donde debe estar.

Nuestro país arde y mucho más a raíz de los últimos recortes, pero las luchas de los trabajadores no marchan por la dirección correcta. CC.OO y UGT, se vanaglorian de estar en todos los frentes, cuando de lo que se trata es de un solo frente. Precisamente, en estas circunstancias de crispación popular masiva, el Estado capitalista teme a la unidad de los trabajadores, por su potencial y por lo que supone de toma de conciencia de la solidaridad, así como del criterio de clase, pues miles de empresas pequeñas y medianas que no tienen representación sindical, abandonadas, sufridoras máximas de las tropelías de la patronal se unirían al proceso de luchas, por eso, se procura que sus respuestas se asfixien en el desasosiego y en la impotencia. CC.OO. y UGT, cumple con su cometido de dirigir las batallas por la dispersión, mucho más fácil de controlar por parte del gobierno y de la patronal.

Ya no puede existir objeción alguna para la convocatoria de huelgas generales continuadas, en verdad, el país está sumido en una gran huelga general constante, pero controlada, sin que los trabajadores puedan adquirir conciencia de tal realidad, sin que tampoco puedan comprobar su verdadero potencial. Mineros, Funcionarios, Sanidad, Educación, empresas sin convenios desde hace años, resistencia a los despidos y cierres etc. salen todos los días a las calles. Se pierden muchas mas horas de trabajo que en una huelga general, porque duran días incluso semanas; sin embargo, la patronal no rechista, porque todo está controlado.

Se necesitan huelgas generales, pero ya no puede ser a la defensiva, solo para frenar el proceso emprendido por el gobierno de los capitalistas, esa táctica no aliviará ningún mal ni hará retroceder al gobierno, ha llegado la hora de la ofensiva, si los burgueses lo quieren todo como indica el slogan de los sindicatos, los trabajadores no pueden salir a la calle sin el objetivo contrario: la transformación social. Hay que cambiar la dinámica. La patronal y su gobierno no temen a conseguir más o menos, sino a perderlo todo, quien todo lo quiere, todo se lo juega.

Las huelgas deben ser presididas por las consignas transformadoras, tener unas metas claras. El Partido revolucionario está obligado a abrir el debate en el pueblo, sin tapujos ni complejos, pues el socialismo es la salida social, por qué ocultarlo. Las manifestaciones, huelgas y todas las actividades de protestas deben servir de tribuna para abrir el debate, ya nada se pierde y hay mucho que ganar.

En su consecuencia el PCOE se reafirma en su táctica de construir ACDTs (Asamblea de Comités, Delegados y Trabajadores) porque son los representantes directos de los trabajadores, porque está en sus manos la unidad por encima de las siglas y porque pueden y deben desbordar la simple actividad sindical hasta conformarse en un poderoso movimiento sociopolítico unitario, que aglutine bajo su dirección a las clases populares en un FRENTE UNICO DEL PUEBLO para acabar con el sistema que nos amarga la existencia.

Comisión Ideológica del PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (PCOE)

 

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