El gobierno ‘progresista’ cómplice del expolio de los monopolios a la clase obrera
El precio de la luz ha vuelto a alcanzar máximos históricos, situándose el megavatio hora en 106,74 euros, triplicando el precio registrado hace un año, justo a las puertas de una nueva ola de calor que hará que muchas familias no puedan afrontar los gastos del recibo eléctrico y se vean obligados a prescindir de sistemas de climatización, que encarecen la ya desproporcionada factura de la luz.
Lejos de la propuesta de crear una empresa energética pública, el gobierno “progresista” ha optado por bajar el IVA de la luz del 21% al 10%, medida que lejos de contener los precios de la factura eléctrica, tan sólo ha servido para que el Estado recaude menos dinero en impuestos y que las eléctricas sigan subiendo el precio. El resultado, la luz es ahora más cara que antes de la medida y una mayor parte de ese dinero se lo quedan por la vía directa – ya que las ayudas y subvenciones que los gobiernos usan para entregar dinero público a las empresas privadas acaban finalmente en las mismas manos – los monopolios eléctricos, debilitando el Estado con una medida que firmaría cualquier gobierno ‘liberal’, que no dejan de ser gobiernos defensores del sistema capitalista, exactamente igual que este gobierno “progresista”.
Mientras tanto, desde Unidas Podemos siguen insistiendo en crear una empresa energética pública, pero, ¿para qué sirven las empresas públicas en el capitalismo? Pues para lo que han servido durante estos últimos 40 años, para construir la empresa con dinero público y una vez ésta es rentable, regalarla al capital privado, tal como sucedió con empresas públicas como Endesa o Repsol. Unidas Podemos, con un Ministro de Consumo y una Ministra de Trabajo militantes de un supuesto partido comunista, no piden la nacionalización de esas empresas que fueron levantadas con el sudor de la clase trabajadora, sino la creación de una nueva empresa pública que en un futuro pueda ser regalada de nuevo a manos privadas y en la que puedan seguir contratando a ex ministros y ex presidentes como consejeros.
Por mucho que oportunistas como Alberto Garzón citen la constitución para hablar de nacionalizar empresas, la realidad es que en el capitalismo la única nacionalización posible es la que sirva para sanear una empresa privada con dinero público, para posteriormente entregarla a manos privadas de nuevo, tal y como ha sucedido con Bankia, privatizada con el aval de este gobierno “progresista”, tras recibir miles de millones de euros de dinero público mediante rescate bancario, ese que desde Unidas Podemos decían que se iba a recuperar. Por eso se permite a Iberdrola vaciar pantanos y dejar a pueblos sin suministro de agua para generar electricidad barata que después vende a precios máximos.
La pata “izquierda” del sistema muestra una vez más la imposibilidad de reformar el capitalismo, a pesar de su intento de seguir engañando al pueblo con falsas promesas. La clase trabajadora sigue hundida en la miseria; los alquileres, la luz, el gas y en general el costo de vida no paran de crecer, neutralizando cualquier medida como la subida del SMI que no deja de ser propaganda electoralista sin impacto real en la vida de las familias trabajadoras.
El capitalismo sólo se sostiene en base al expolio y la muerte de millones de personas, a las guerras imperialistas y al papel rastrero y traidor del oportunismo político, que sigue generando falsas esperanzas en las clases populares de una vida mejor en este sistema, algo que cada día que pasa se demuestra una imposibilidad. Los hechos, la realidad, muestran las vergüenzas de los gestores del capitalismo, que ya sean de derechas o de “izquierda”, son cómplices de la miseria y la explotación a las que somos sometidos los trabajadores cada día bajo el yugo del capital.
Este sistema vive días que ya no le corresponden. La automatización hace que cada vez sean necesarias menos horas de trabajo humano, algo que en el capitalismo se traduce en miseria y pobreza, en millones de puestos de trabajo perdidos, pero que en el socialismo, con una economía planificada al servicio del pueblo, supondría una increíble mejora de las condiciones de vida de la gran mayoría, además de armonizar la producción de bienes en sintonía con la naturaleza, evitando así la cada vez más evidente destrucción del planeta a la que nos conduce el capitalismo.
La única salida que tiene la clase trabajadora es derrocar revolucionariamente el capitalismo, imponer la dictadura del proletariado para construir el socialismo como fase primigenia del comunismo. Sólo así podrá el ser humano ser liberado de la explotación, sólo así existirá un futuro para la gran mayoría. Y para ello, es indispensable organizarse en torno a un Frente Único del Pueblo que sirva para tumbar al capitalismo y para construir un poder obrero y popular. Nos va la vida en ello.
¡El oportunismo es cómplice del expolio de los monopolios!
¡Tomemos el control de la producción!
¡Socialismo o muerte!
Secretaría de Agitación y Propaganda del Partido Comunista Obrero Español (PCOE)