El Estado Español y sus aliados oportunistas obligan a los trabajadores de Navantia a elegir entre el pan o la paz
Todo parece indicar que nos encontramos ante una operación teatral del nuevo gobierno socialista para maquillar los negocios del Estado español con el criminal y sátrapa reino feudal de Arabia Saudí. Necesitaban justificarlos jugando con el pan de los trabajadores de Navantia.
La puesta en escena la protagonizó la ministra de defensa Margarita Robles, manifestando la supuesta intención del gobierno español de cancelar la venta de 400 bombas láser de precisión a Arabia Saudita.
Probablemente esas bombas acabarán masacrando civiles en Yemen, como lleva años haciendo el régimen saudí desde 2015 con la operación Tormenta Decisiva y dirigiendo una coalición formada por Qatar, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Egipto, Jordania, Marruecos, Sudán y Senegal, con el apoyo logístico y de inteligencia de las potencias imperialistas Estados Unidos, Reino Unido y Francia.
Esta operación está provocando en Yemen la mayor crisis humanitaria del mundo en estos momentos. Según datos de la ONU unos 22,2 millones de personas necesitan algún tipo de ayuda o protección, incluidos 11,3 millones para los que la necesidad de ayuda es vital. Además, hay 8,4 millones de personas en grave situación alimentaria y al borde de la hambruna, un 24 por ciento más que en abril de 2017.
En esta masacre que cuenta con la colaboración directa como hemos dicho de EEUU, Reino Unido y Francia, se usan las bombas que se fabrican en el Estado español, como es notorio y no existe reparos ni escrúpulos en reconocerse por esos demócratas que tantos golpes se dan en el pecho a la hora de hacer cumplir la ley y exigir obediencia a la saga de Borbones que tan buenas relaciones han tenido con el régimen saudí embadurnado hasta la médula de sangre de tantos pueblos árabes.
Pero las leyes, hechas por los ricos y en concreto por la oligarquía financiera, y eso que los oportunistas tienen como referente para resolver los conflictos, la “comunidad internacional”, dicen que esta masacre es legal. Porque como se justifica Xiana Méndez, Secretaria de Estado de Comercio, con la sangre fría propia de los representantes de los monopolios: “los países de la Liga Árabe que forman parte de la coalición contra los rebeldes en Yemen no están sometidos a embargo alguno por parte de Naciones Unidas o de la Unión Europea en la exportación de armamento o de material policial o antidisturbios”.
Pero lo más miserable es cómo están jugando con el pan, la moral y los principios de los trabajadores de Navantia, empresa que tenía planificado fabricar 5 corbetas para Arabia Saudita.
Empezando por los representantes de CCOO y UGT en Navantia, que de la misma manera que sólo ofrecen como alternativa EREs a los trabajadores, no llevan otra opción a la plantilla que seguir fabricando buques de guerra para ponerlos en manos de regímenes feudales tan criminales como el Estado islámico, pues de hecho Arabia Saudita tiene el mismo código penal que los terroristas que degüellan a los que consideren infieles.
Hay que ser indecente y miserable para plantear como única disyuntiva la de “llevar un plato de comida a la casa” sin importar si lo que fabricamos será usado para masacrar a otros pueblos, o que si optamos por la paz nos quedaremos sin empleo. Así se pronunciaba el responsable de la sección sindical de UGT y secretario del comité de empresa de Navantia, Manuel Aranda: “Este contrato de las cinco corbetas para Arabia Saudí nos supone cinco años de carga de trabajo, más de siete millones de horas de trabajo y nos supone riqueza para la Bahía”. Pero esa riqueza, claro está, no va para los bolsillos de los trabajadores de la Bahía, que llevan años sufriendo un empeoramiento de las condiciones de trabajo, especialmente de seguridad, con accidentes mortales de los que son cómplices CCOO y UGT que se han negado a apoyar huelgas para denunciar esas condiciones.
En esta comparsa no podía faltar el alcalde de Cádiz, Kichi, que después de sus performancestelevisivas intentando parar desahucios, se ha ido quitando la careta cada vez con mayor descaro. Hemos visto cómo ha expulsado a trabajadores de los plenos del ayuntamiento, cómo ha rendido pleitesía a la Virgen del Rosario, y entre otras lindezas, ahora defiende que se fabriquen corbetas para los saudíes porque hay que elegir entre “defender el pan o la paz” y “si no hacemos nosotros los barcos, lo harán otros”. De la misma manera podría justificarse que a Kichi un día por la calle lo atraquen encañonándolo en la sien, porque si no lo hace uno lo hará otro.
Hasta aquí hace tiempo que llegó el “Sí, se puede”. Los oportunistas han estafado siempre de la misma manera. Hacen creer que dentro del régimen de producción capitalista es posible cambiar la sociedad, y cuando gobiernan justifican sus traiciones precisamente en que no les dejan hacerlo, no les dan opciones. Entonces, señores oportunistas ¿para qué piden el voto?
Los trabajadores sólo quieren trabajar para comer y llegar a fin de mes. Eso es tan claro como el agua. Pero el régimen capitalista de producción les obliga a producir, no lo que necesitan los trabajadores para vivir, sino lo que necesita el capital para apropiarse de los mercados y las riquezas naturales. Y para eso necesita ya sean armas, minas, buques de guerra, o bombas. De la misma manera que el régimen nazi alemán obligó a los trabajadores alemanes a fabricar las armas con que masacrarían al resto de trabajadores europeos. Y los trabajadores no pueden decidir qué se fabrica y para qué en este régimen capitalista porque no son dueños de los medios de producción.
Esa es la gran verdad que ocultan los oportunistas de distinto pelaje (desde el PSOE hasta IU-PCE-Podemos).
Sólo el Socialismo podrá traer la paz porque la clase obrera, siendo dueña de los recursos naturales, las maquinarias y las empresas, preferirán producir lo necesario para su bienestar material y su desarrollo social y espiritual, antes que masacrar o bombardear a otros pueblos hermanos.
Es hora de que la clase obrera sigamos nuestro propio camino y mandemos al desagüe a toda la amalgama de oportunistas parásitos como CCOO, UGT, PSOE, IU-PCE-Podemos.
Seguir nuestro propio camino significa organizarse desde la base con un sindicalismo de clase guiado por la solidaridad con todos los pueblos del Estado español y del mundo (el de la Federación Sindical Mundial).
Seguir nuestro propio camino significa unir todos los centros de trabajo a través de los comités de empresa y delegados de personal (de los que habrá que echar a los vendeobreros y traidores).
Seguir nuestro propio camino significa unir nuestras luchas a las del resto de las clases populares como jóvenes, estudiantes, pensionistas y jubilados, amas de casa, jornaleros y pequeños campesinos.
Seguir nuestro propio camino significa construir una estructura popular de poder, el Frente Único del Pueblo, que permita tomar el control de las riquezas naturales que en Andalucía rebosan, que impulse una reforma agraria revolucionaria con la que transformar esta región y acabe con el subdesarrollo crónico que nos inunda de paro y emigración, y obliga por tanto a miles de trabajadores a elegir entre el pan y la paz.
Seguir nuestro propio camino significa instaurar el Socialismo.
¡ABAJO LOS OPORTUNISTAS Y LOS VENDE-OBREROS CÓMPLICES DE LAS GUERRAS ENTRE PUEBLOS!
¡OBREROS, TOMEMOS EL PODER PARA ACABAR CON LAS GUERRAS DE RAPIÑA!
¡CONSTRUYAMOS EL FRENTE ÚNICO DEL PUEBLO!
¡TRANSFORMEMOS ANDALUCÍA CON UNA REFORMA AGRARIA REVOLUCIONARIA!
¡POR EL SOCIALISMO!
Secretaría de Agitación y Propaganda del Comité Regional del PCOE en Andalucía