El Estado español avanza hacia el fascismo
Hace unos días, la página web del Ministerio del Interior abrió un apartado en la misma para “denunciar los delitos de odio producidos en Cataluña” y “proteger a las víctimas”.
El Ministerio del Interior, el mismo que conspiraba contra el pueblo de Cataluña y que le decía al Jefe de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso, a través del Ministro del Interior, “esto la Fiscalía te lo afina, hacemos una gestión…” y que reconocía que “…les hemos destrozado el sistema sanitario, les hemos acusado…”, el que dirigió el dispositivo de las fuerzas de represión del Estado por el que desde el mes de septiembre se ha empleado la represión más descarnada contra el pueblo catalán, por su único delito a expresarse democráticamente en un referéndum para su autodeterminación, es el que ahora pretende hacer descender a la máxima indignidad a una parte del pueblo catalán convirtiéndolo en chivato de otra parte bajo el pretexto de combatir los delitos de odio, cuando realmente lo que pretende es perseguir ideológicamente a todo aquél que cuestione los pilares de este Estado, heredero del franquismo.
Los reaccionarios del Gobierno, corruptos hasta el tuétano y que han robado hasta la extenuación, son los mismos que vilipendian con impunidad absoluta a los familiares de los centenares de miles de asesinados por el franquismo que siguen desaparecidos y que yacen en las cunetas, no dudando en señalar, como hace el fascista Hernando, que “los familiares de las víctimas del franquismo se acuerdan de desenterrar a su padre sólo cuando hay subvenciones”. De igual manera, el Ministro del Interior Zoido cuando fue alcalde de Sevilla no dudó en regar económicamente con dinero público mediante subvenciones a todo el conglomerado fascista hispalense, por no hablar de todas las ayudas que el Estado otorga a diversas fundaciones fascistas españolas. A todo ello hay que añadir el odio visceral que profesan por la clase obrera y su esencia anticomunista, elemento que une a la izquierda y derecha de este sistema putrefacto en la defensa del Estado burgués.
El Estado está en bancarrota, quebrado económicamente como consecuencia de una deuda impagable. La depauperación de las condiciones de vida de la clase obrera cada día es mayor, negando el capitalismo monopolista unas condiciones materiales medianamente dignas a una parte cada vez mayor del pueblo. Por ello, al Estado español no le queda otra escapatoria que la de abandonar la democracia burguesa como forma de dominación de clase de la burguesía, avanzando a marchas forzadas hacia el fascismo, dictadura terrorista abierta donde se persigue y encarcela a todo aquel que cuestione ideológica y políticamente el poder del capital, ya sea desde el campocomunista, independentista, sindicalista, etc. Es esta la razón por la que a la jauría fascista actualmente el Estado le otorga la impunidad absoluta ante las agresiones contra el Pueblo o, incluso, contra representantes de la burguesía periférica, como se comprueba en la decisión del Tribunal Constitucional en relación con el ataque a la librería Blanquerna, pues este órgano ha impedido que entren en la cárcel los fascistas que la asaltaron.
Es la burguesía, instalada en la reacción, y su Estado, instrumento de opresión criminal contra el pueblo trabajador, los que permanentemente aplican un odio extremo contra las clases populares, a las que someten, reprimen y niegan una vida plena. El desarrollo del capitalismo monopolista únicamente puede acentuar la reacción, siendo vital acabar de una vez por todas con este sistema de explotación. ¿Revolución o contrarrevolución? Ahí se encuentra la línea divisoria entre el progreso humano y la barbarie. En el bando revolucionario nos encontrarán a nosotros, es decir, a la verdadera izquierda; en cambio, en el otro bando se sitúan los enemigos de la clase obrera y del pueblo trabajador, desde los fascistas hasta la falsa izquierda, hegemonizada por Podemos e IU-PCE, pues todas esas varillas que conforman el abanico político servil al Estado convergen en una única idea: la necesidad que tiene la clase dominante de perpetuar un sistema que lleva el fascismo en sus entrañas.
¡SOCIALISMO O BARBARIE!
COMISIÓN DE AGITACIÓN Y PROPAGANDA DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)