El capitalismo sigue aniquilando a los obreros. Tres fallecidos más en Madrid
Hoy nos enteramos del fallecimiento del segundo obrero desaparecido en el derrumbe del edificio del barrio madrileño de Chamberí, propiedad de la familia Rockefeller. Ayer se confirmó también la muerte del compañero extremeño desaparecido en la caída del edificio situado en la calle General Martínez Campos, 19. A estas dos tragedias, se suma la muerte de un trabajador de Metro de Madrid que estuvo expuesto a fibras de amianto.
El edificio derrumbado en Chamberí, comprado hace un año por Rockefeller Group–representante máximo de la burguesía mundial–, estaba destinado a la vivienda de lujo tras su remodelación. Un tipo de operación bien conocida por todos los madrileños, que se repite constantemente en el centro de la capital. El aumento de la compra de inmuebles céntricos para la vivienda de lujo–en este edificio derrumbado, los precios oscilaban entre 1,2 y 4 millones de euros–ha desencadenado un proceso de gentrificación. El aburguesamiento de los barrios ha provocado un aumento de los alquileres y del coste habitacional, expulsando de la capital a las familias obreras que vivían en barrios como Chamberí o Salamanca. Los trabajadores que se han criado allí se ven obligados a trasladarse al extrarradio para poder acceder a una vivienda.
El Gobierno del Partido Popular sentó las bases de la especulación inmobiliaria, que está provocandoque los madrileños nos tengamos que ir a vivir a las afueras de la ciudad, mientras que el centro de Madrid queda a merced de los dueños del capital español e internacional y sus palmeros, para su disfrute personal. Por supuesto, la Administración socialdemócrata de Ahora Madrid, en el Gobierno desde el año 2015, no sólo no ha puesto solución al problema, sino que, desde que ocupa la alcaldía, no ha parado de aumentarlo: en la primera mitad de 2017, se registraron 542 transacciones de propiedades de lujo–superiores a los 900.000 euros–, un aumento del 31% frente a las 414 del mismo período de 2016. Asimismo, en 2018, se prevé un aumento en la disponibilidad de proyectos de obra nueva de lujo, con pisos de entre 1,5 y 3 millones de euros.
El ritmo de trabajo para este tipo de operaciones inmobiliarias, que obligan a plazos de ejecución muy cortos, es inhumano. Uno de los trabajadores del taller contiguo al edificio en la calle Viriato ha asegurado a la prensa que el vecindario estaba sorprendido del ritmo que llevaban las obras:“Cada media hora venía un camión a llevarse los escombros, cortaban el tráfico y salía un gran contenedor, es fácil que salieran 8 o 10 diarios. Ni siquiera pararon el festivo de San Isidro[el pasado 15 de mayo]”.
Mientras los trabajadores, que generan toda la riqueza, puesto que son quienes llevan a cabo toda la obra, sufren una explotación brutal e incluso la muerte como en este caso, las poderosas familias burguesas se enriquecen a manos llenas. Esta es la esencia última del capitalismo. Los más de mil trabajadores heridos y 125 muertos en este año 2018, según datos del Gobierno, no se pueden comparar con los millones de euros de beneficio que logran familias como la Rockefeller con la especulación inmobiliaria.
Los dos obreros del edificio de Chamberí no son las únicas víctimas mortales del capitalismo. Ayer falleció también uno de los tres trabajadores de Metro de Madrid que desarrolló asbestosis por estar expuesto a fibras de amianto. La empresa no adoptó las medidas necesarias para prevenir su intoxicación y Metro de Madrid se ha limitado a expresar su“profundo lamento”. Ni la más alta de las indemnizaciones logrará recuperar una vida humana, asesinada por un sistema que prefiere exprimir al trabajador para recuperar hasta el último céntimo de beneficio, antes que preocuparse por su salud, por su bienestar y por unas condiciones de seguridad dignas de un ser humano. El capitalismo reduce la vida del obrero a una mercancía más, que puede manipular a su antojo para maximizar sus ingresos, deshumanizándolo despiadadamente. Para las empresas, no sale rentable preocuparse por la salud del trabajador, porque les supondría un coste que perjudicaría sus ganancias. Al fin y al cabo, para el capitalismo, el obrero no es más que una herramienta.
El Partido Comunista Obrero Español quiere dar su pésame a las familias de los tres trabajadores fallecidos durante su jornada laboral tras el derrumbe del edificio. El ansia de acumulación de capital de burgueses como la familia Rockefeller–embolsándose millones con la especulación inmobiliaria, mientras sus trabajadores sufren la explotación con salarios de miseria, jornadas laborales interminables o, directamente, la muerte– solo acabará con el Socialismo, que permitirá a los trabajadores alcanzar la democracia y barrer de la faz de la tierra a la criminal clase burguesa y a su miserable sistema capitalista, que hoy nos ahoga y nos mata.
Comité Local del Partido Comunista Obrero Español en Madrid