A pesar de todo y de todos, la abstención ha vencido

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La burguesía apostó todo lo que tenía, que no era poco, para que la abstención no superase el 50%. Jamás se había vivido unas elecciones como éstas en las que la prensa, hasta bien iniciada la campaña, ocultaba la abstención en los sondeos una y otra vez. Hemos visto circular por la pequeña pantalla a políticos conminando al pueblo para que votase a la candidatura que fuera, pero que votase. El PP no calló, ni siquiera por pudor, que la abstención era su preocupación y el enemigo a batir. La inefable Esperanza Aguirre pidió el voto para que la abstención no beneficie a la extrema izquierda. El cinismo del PSOE, tantas veces al límite, ha desbordado todas las previsiones, desde prometer lo contrario de lo que hicieron cuando estaban en el gobierno, hasta llegar a descalificar a los abstencionistas. También, ha habido casos en los que IU en Andalucía destacó que la abstención solo es buena para los grandes partidos y en los que tapaban la propaganda a favor de la abstención con sus carteles. El nacionalismo catalán demandaba al Pueblo votar para fortalecer la consulta del 9 de noviembre y abrir camino al nuevo estado catalán. UPyD afirmaba que la abstención es el indulto a la corrupción. La patronal, la prensa y políticos del PP aprovecharon el ambiente electoral que se origina durante el período de campaña para abrir el debate sobre la necesidad de dictar una ley que obligue al electorado a votar, sobre la base de que votar en “democracia” no es un derecho sino un deber. Y por último, la Iglesia también puso su granito de arena contra la abstención a través de la Diócesis de Bilbao. A PESAR DE TODO, Y DE TODOS, LA ABSTENCIÓN HA VENCIDO.

Al desatino de la derecha y de la socialdemocracia, se une el despropósito de los “movimientos”, grupos y partidos “revolucionarios”, que concurrían a estas elecciones en pos de una supuesta alternativa “radical” al sistema, persuadiendo al pueblo de que existe otro camino, e incluso algunos lo hacían propugnando la salida de la UE. Todos ellos han realizado ingentes esfuerzos en relación con sus disponibilidades, para arrastrar al electorado hasta las urnas.

Lo que estaba en juego era la reválida de Europa como ente supranacional de los monopolios, la aprobación de sus políticas reaccionarias muy cuestionadas durante la crisis por todos los pueblos que la integran. Frente a esta realidad palpable, la derecha se ha mostrado como es, efectiva en política e inteligente en el manejo de las tácticas maniobreras, al buscar con todos sus recursos en juego, el respaldo popular que le permita continuar representando los intereses de los monopolios europeos, con la misma eficacia que hasta ahora, haciendo gala de una espléndida capacidad de movimiento que involucrase a la izquierda en su objetivo: batir la abstención. ¿Cuándo se ha visto que líderes que “cuestionan” el sistema hayan sido los protagonistas, las verdaderas vedettes de las radios y de las televisiones burguesas durante meses? Ahí tenemos a Anguita, Garzón e Iglesias. Resulta incomprensible, pero no para nosotros. El capitalismo español ha necesitado movilizar todo su ejército de reserva para obtener la fuerza suficiente a la hora de robar espacio a la abstención y al calor de sus deseos ha obrado.

No podemos hablar así de la llamada izquierda “rompedora”, en la que han prevalecido más las aspiraciones subjetivas, las de reivindicarse a sí misma, que la de preparar una táctica que desestabilice al enemigo. ¿Qué habría sucedido si hubiese optado por la abstención? La deslegitimación de Europa y la de sus partidos, hubiese sido estruendosa. Ahora que nadie venga con falsas teorías, como que hay que ir a las elecciones a toda costa, mientras el pueblo crea en ellas. Nuestro pueblo ha demostrado en comicios anteriores, durante toda la crisis, y finalmente en estas elecciones con talante muy acusado, que no está con Europa. En respuesta a la psicología popular, la “izquierda” ha hecho caso omiso y lo contrario de lo que hay que perseguir. Era el pueblo el que no quería y los “revolucionarios” han tratado de convencerle para que vote. INAUDITO y contrarrevolucionario.

Los resultados de estas elecciones han hecho añicos todos los pilares que soportan a la democracia burguesa. Los fundamentos del sistema se sustancian en la mayoría numérica. ¿Qué pueden decir PP y PSOE que juntos con sus subordinados naturales, la franja que abarca desde la extrema derecha hasta la socialdemocracia, incluido el nacionalismo burgués, solo han sido capaces de movilizar al 45% del electorado? Aunque, el mayor pecado y más grave lo ha cometido la autodenominada “izquierda” en la que incluimos indebidamente a IU, por respeto a miles de afiliados que aún creen que dicha coalición es de “izquierda”, “revolucionaria”, e incluso “antisistema” que no ha superado toda unida el 9,5% de sufragios con respecto al total del censo. Bajísimo porcentaje que ha protagonizado por mor de estas elecciones históricas, el valor de la falsía política, algo que los partidos tardarán en restañar.

¿Cuántas falsedades han exhumado de las entrañas políticas las presentes votaciones? A partir de la débil línea fronteriza entre la verdad y la mentira, todo propende hacia la mentira, porque izquierda y derecha justificarán la abstención, para excusarse ellas mismas. Se servirán a gusto y nos dirán que la abstención no es consciente, más bien implica un mayor grado de indiferencia popular por unas instituciones que ven muy lejanas. Nos dirán también, que ha sido una manera equivocada de demostrar el descontento, y por último, que ellos no han sabido llegar con sus mensajes. Pero en modo alguno, graduarán en síntomas de toma de conciencia, aún incipiente, por parte del pueblo pero ligada ya a la necesidad de que se lleven a cabo cambios profundos en todos los ámbitos de la economía y de la política.

Los más revolucionarios apelarán a Lenin – descontextualizando cuales vulgares oportunistas – y se sentirán orgullosos de haber representado su papel con dignidad, se refocilarán de sus logros, unos miles de votos y se quedarán tan contentos, pero no han entendido absolutamente nada.

El pueblo ha manifestado su estado de ánimo. Su discernir psicológico le lleva al terreno de comprender lo que no quiere, sin saber lo que debe querer. Y esto es consecuencia de que aún el partido comunista no ha penetrado en ella. Bajo las influencias de las derechas, así como del reformismo, y ante los sucesivos fracasos de los nuevos grupos acéfalos que la han movilizado sin ofrecerle objetivo ni organización, ha quedado encallada en la inactividad, pero plena de indignación. Es la psicología de la rebeldía en búsqueda de poder demostrar su rabia y desprecio con lo único que le han dejado: LA ABSTENCIÓN, o la desobediencia civil, que como describiera Lenin es la antesala de la toma de conciencia de clase, que dependerá en última instancia del rol que desempeñemos los revolucionarios.

El resultado de estas elecciones debería servir para que la izquierda antisistema tome las riendas y conduzca esa psicología de indignación y rebeldía al camino de la actividad consciente contra el régimen capitalista. Exigiendo en virtud de lo sucedido en las elecciones que se escuche el veredicto del pueblo, con categoría de sentencia inapelable: salir de la UE, de todo lo que representa y desde la perspectiva de la clase obrera organizarla para empresas mayores. Pero la llamada izquierda antisistema está impregnada de un oportunismo pequeño burgués que la tiene atada al carro del sistema al que dice “odiar”.

Dijimos al comienzo lo que se ventilaba en estas elecciones. Es necesario profundizar para comprender en cual situación se halla el sistema. El gobierno representante de la burguesía tiene ante sí serios problemas y contradicciones que resolver. Unas arrastran desde el fascismo y las demás la ha obviado la democracia burguesa: autodeterminación de Catalunya, Euskadi y Galicia; desequilibrios interregionales; credibilidad del gobierno después de las políticas antipopulares; la depauperación del pueblo trabajador; la falta de libertades y derechos; la fiabilidad de las instituciones burguesas como la justicia, el sistema electoral; es decir, el parlamento etcétera. Y revalidar la pertenencia del estado español en Europa para, según ellos sacar de la crisis al país. Como vemos hablamos del sistema en su conjunto. Para la burguesía, la conducta del gobierno, y demás instituciones, ante los problemas que aquejan a la sociedad española y la pertenencia a los órganos supranacionales de Europa, forman un todo que se llama sistema, cuya democracia se confirma, y dignifica, exclusivamente a través de la urnas, o sea, por la mayoría expresada en votos.

El gobierno imperialista impone su mayoría en las elecciones para llevar a cabo medidas que hurtan a los trabajadores sus derechos y libertades en las relaciones laborales. Utiliza la mayoría del pueblo español para frenar los deseos independentistas de Catalunya y Euskadi e incluso los sucesivos gobiernos, se han solapado en sus mayorías parlamentarias para hacer y deshacer a su antojo con menoscabo de sus programas electorales. Tal es la democracia burguesa, su contenido, y lo que le otorga certificado de calidad: “LA MAYORÍA DE VOTOS”.

Todos los que han participado en la farsa electoral deberán decir al pueblo para qué ha servido esta consulta, si no, para reírse de la “democracia” y para mofarse de él. ¿Qué van a hacer con la decisión mayoritaria? Nosotros lo diremos, se la pasaran por el forro… y coincidirán “cínicamente” en que hay que “escuchar” el mensaje del pueblo, lo que el pueblo ha querido transmitir con su abstención. Y decidirán que pondrán en tensión sus armas para que en las generales sus eslóganes lleguen a la gente y nada más. Y con palabras ya muy manidas y hueras se darán golpes de pecho, mientras el ejército español continuará estando presente en guerras contra países que ni siquiera conocemos defendiendo una Europa títere de EE.UU, en tanto, el Banco Europeo, Francia, Alemania… disponen a su libre albedrío de nuestra economía, simultáneamente a la imposición de los cambios en nuestra política que ellos consideren oportunos para someternos más intensamente bajo sus férulas.

Para el PCOE, el problema Europa no se ha acabado en el día de las elecciones, el problema de verdad ha comenzado con los resultados electorales. El PUEBLO ha dicho NO y lucharemos para que se le escuche.

NO A LA UE, NO A LA OTAN

COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)

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