La Unión Europea: Territorio de represión y fascismo

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A una semana del inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, la Comisión Europea ha aceptado por primera vez en su historia la acogida de refugiados ucranianos sin límite. Desde que empezara el conflicto, ya habrían llegado a la Unión Europea más de 600.000 refugiados, según cifras de la ONU. Estos tendrán derecho a residir en el territorio europeo un año con prórroga hasta tres años, a trabajar y al acceso a la educación. Como sabemos, una medida de tal calibre ni se planteó con las crisis de refugiados anteriores al conflicto, donde la mayoría de las personas provenían de Siria, Libia, Afganistán, Sudán del Sur, Myanmar, Somalia, Yemen o Irak.

Un ejemplo de esto son las palabras de Kiril Petkov, primer ministro de Bulgaria, que defendía así la acogida ilimitada de refugiados basándose en sus características físicas (rubios y de ojos azules), lo que es una muestra del racismo y fascismo inherentes de la Unión Europea y de los gobiernos que la integran: «Estos no son los refugiados a los que estamos acostumbrados, estas personas son europeas. Estas son personas inteligentes y educadas. No es la oleada de refugiados a la que estábamos acostumbrados».

Por su parte, los medios de comunicación españoles tienen aquí una responsabilidad enorme en cuanto a la manipulación de la opinión pública. Entre otros, cuentan con la intervención de fascistas como Hermann Tertsch que calificó la llegada de inmigrantes a través de la valla de Melilla como de “invasión”, mientras que alaban el sistema de acogida a ucranianos. El discurso de los medios de comunicación sigue la línea de los intereses de clase de la burguesía, que por sus relaciones con el Estado ucraniano, busca darle legitimidad al gobierno de Zelensky, alabando su figura como si de un héroe nacional se tratase y retratando al pueblo ucraniano como la única víctima de este conflicto, obviando los más de 14.000 muertos como resultado directo de la guerra en el Donbass, de un auténtico genocidio, provocado por el golpe de Estado de Maidán, el cual tuvo detrás la financiación del imperialismo estadounidense y europeo.

Del mismo modo, se deshumaniza a la clase trabajadora refugiada que proviene de África o Asia y que acaba muriendo en campos de refugiados, hacinados en centros de internamiento o malviviendo mientras trata de llegar a la frontera con Europa.

El capitalismo ha convertido el mar Mediterráneo en una auténtica fosa común de personas que huyen de la miseria extrema, la cual es el resultado directo de la “democracia” que exporta la OTAN en forma de golpes de Estado, guerras y bombardeos masivos. En este sentido, Ceuta y Melilla constituyen uno de los puntos por los que el Estado español controla la frontera del sur de Europa en su papel como eslabón de la cadena imperialista de la Unión Europea y de la OTAN.

Curiosamente, mientras que la Unión Europea permite la entrada ilimitada de refugiados ucranianos, el gobierno “más progresista de la historia” del Estado español no cuestiona la eliminación de las vallas de Ceuta y Melilla – de 3 y 6 metros de altura respectivamente -, cuyo único fin es impedir la entrada de personas procedentes del África y Asia, empleando para ello cuchillas, alambres de púas, devoluciones en caliente, sensores electrónicos de ruido y movimiento, videocámaras de vigilancia, equipos de visión nocturna y armas de fuego contra los trabajadores africanos. En este sentido, la política migratoria del gobierno del PSOE/UP-PCE no difiere un ápice de la que aplicaría un gobierno abiertamente fascista, como así lo expresó Alternativa para Alemania (AfD), de ideología fascista, que tiene en el Estado español su modelo de trato para con la población inmigrante.

El episodio más reciente de esta tragedia sucedió el pasado miércoles, cuando 2500 personas intentaron superar la valla de Melilla, saldándose con decenas de heridos a causa de la desproporcionada acción de la Policía y de la Guardia Civil, en su papel como garantes del orden burgués y de protectores de un sistema que se sustenta y nutre de las desigualdades.

La imposibilidad que tienen las personas de origen subsahariano, sirio, libio, palestino o afgano, entre otros, de solicitar asilo, así como la falta de rutas legales y seguras, provoca que nuestros hermanos de clase procedentes de África o Asia tengan que poner en grave riesgo su integridad física e incluso sus propias vidas y las de sus familias para encontrarse luego con unos Estados burgueses que les niegan incluso los derechos fundamentales más básicos y les castigan acinándolos en auténticos campos de concentración cuando no les disparan directamente, como sucedió con el asesinato de 15 personas en la playa del Tarajal a manos de la Guardia Civil en 2014.

El capitalismo monopolista, representado en esta ocasión por la OTAN, la Unión Europea y el Estado español, arranca a millones de obreros de sus hogares para tratarlos como ciudadanos de segunda o, en el mejor de los casos, los utilizan como mano de obra barata, como peones de obras y jornaleros agrícolas, que sufren las condiciones más cruentas del trabajo asalariado.

Mientras que la burguesía trata de enfrentar entre sí a los obreros de las distintas naciones, los comunistas debemos preponderar la lucha por el socialismo, que lleva consigo la inevitable y progresiva destrucción de todas las barreras nacionales creadas por el capitalismo, y la alianza internacionalista de todos los obreros del mundo, en la que cada pequeña victoria que los trabajadores del mundo le arranquemos a la burguesía signifique un paso más hacia la revolución proletaria mundial que de muerte de una vez por todas a la barbarie imperialista.

 

¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS!

 

Madrid, 5 de marzo de 2022

 

SECRETARÍA DE RELACIONES INTERNACIONALES DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)

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