La liberación de Auschwitz-Birkenau
“¿Puedes imaginar cuántas personas deben haber quemado los alemanes ahí? Al lado de este crematorio destruido hay huesos y pilas de zapatos que llegan a varios metros de altura. Hay zapatos de niños en la pila. El horror es total, imposible de describir” – V. Letnikov, soldado del Ejército Rojo
El 27 de enero es una fecha señalada en el calendario del proletariado mundial. Hoy se cumplen 76 años desde que los soldados del Ejército Rojo de Obreros y Campesinos liberaron a más de 7.000 prisioneros del más famoso y letal de los campos de concentración nazifascistas, los cuales se emplearon para exterminar a millones de personas durante la Segunda Guerra Mundial a razón de la orden emanada de la Conferencia de Wannsee, en 1942, donde un grupo de oficiales de las SS – encabezados por Richard Heydrich, el Carnicero de Praga, y Adolph Eichmann – ordenaron llevar a cabo la denominada “Solución Final”, el exterminio del pueblo judío.
El Holocausto
Una década antes de la liberación de Auschwitz, el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista ya advertía de la esencia terrorista del nacionalsocialismo:
“El criminal fascismo alemán convierte a los maridos, en presencia de sus mujeres, en masas de carne sanguinolenta, envía a las madres en paquetes postales las cenizas de sus hijos asesinados. La esterilización se ha convertido en un medio político de lucha. A los presos antifascistas recluidos en las cámaras de tortura les inoculan por la fuerza sustancias venenosas, les arrancan los ojos, les cuelgan por los pies, les inyectan agua con bomba, les recortan cruces gamadas en su carne”. (Dimitrov; El fascismo y la clase obrera, 1935)
Tras la invasión de Polonia en 1939, con la completa pasividad internacional por parte de Reino Unido y Francia por medio de su irrisorio Comité de No Intervención, los nazis comenzaron a deportar judíos desde Alemania y Austria hasta Polonia, donde comenzaron a separarlos del resto de la población. Fue en este país donde comenzaron los primeros experimentos, utilizando gases venenosos para asfixiar a personas con discapacidad mental en furgonetas. A finales de 1941, los primeros complejos de Auschwitz con cámaras de gas ya estaban construidos, en los que se usaba el gas Zyklon-B para asesinar a los prisioneros:
“Los nazis buscaban constantemente formas de exterminio más eficientes. En septiembre de 1941, en el campo de Auschwitz se realizaron experimentos con Zyklon-B (usado previamente para la fumigación) en los que se gaseó a unos 600 prisioneros de guerra soviéticos y a 250 enfermos. Sus gránulos se convertían en un gas mortal al entrar en contacto con el aire. Se demostró que era el método de gaseo más rápido y se seleccionó como medio para realizar masacres en Auschwitz”. (ABC; Así mataba el Zyklon-B, el gas ideado por los nazis que asesinó a millones de judíos, 2015)
A la vista de los resultados, el 20 de enero de 1942, los líderes nazis se reunieron en la Conferencia de Wannsee donde coordinaron la “solución final a la cuestión judía”, con el objetivo de asesinar a 11 millones de personas mediante el exterminio y el trabajo forzado: “Se calcula además que durante la guerra y en todo el sistema de campos de concentración y exterminio seis millones de personas fueron asesinadas por los nazis sólo por el hecho de ser judías”. (Infobae; El horror “imposible de describir”: cómo fue la liberación de Auschwitz, 2020)
El horror de Auschwitz
“El trabajo libera”, la infame mentira escrita sobre la entrada de Auschwitz
“Estuve en Auschwitz. Vi todo con mis propios ojos. Te amo ahora aún más. Por favor, no pierdas la calma: esto no va a volver a pasar, mamá. Nosotros nos vamos a asegurar de ello” – Vladimir Brylev, soldado del Ejército Rojo, en una carta a su madre.
Auschwitz era inicialmente un cuartel del ejército polaco en el sur de Polonia que tras la invasión y ocupación nazi se convirtió, en mayo de 1940, en una cárcel para prisioneros políticos. Con el avance de la guerra contra la Unión Soviética y el desarrollo del Holocausto, el lugar se amplió. Compañías privadas como IG Farben, Krupp y Siemens-Schuckert tenían fábricas en el lugar para beneficiarse de la mano de obra esclava. Una muestra clara del apoyo económico y logístico que realizó la burguesía alemana a la barbarie fascista.
Fue en 1941 cuando se gasearon a los primeros soviéticos, de forma experimental en un sótano del complejo. Tras esto, personas de toda Europa comenzaron a ser hacinadas y transportadas en trenes sin ventanas, baños, asientos ni comida para ser transportadas al lugar:
“Allí eran clasificados entre quienes podían trabajar y quienes serían asesinados de inmediato. Al último grupo se les ordenaba desnudarse y se les enviaba a las duchas para «despiojarse», un eufemismo utilizado para las cámaras de gas […] Demoraba unos 20 minutos. Los gruesos muros no podían ocultar los gritos de las personas asfixiándose en el interior”. (BBC; Liberación de Auschwitz: cómo este campo de concentración se convirtió en el centro del Holocausto nazi, 2020)
Con el avance de las tropas soviéticas y la inminente derrota de la bestia imperialista, Heinrich Himmler, comandante de las SS, ordenó a los guardias que ocultasen los crímenes; se destruyeron los extensos registros de prisioneros e intentaron realizar lo propio con las cámaras de gas y los crematorios a finales de 1944. Todo ello dificulta la labor de cuantificar con exactitud las víctimas. Se estima que entre 1.100.000 y 1.300.000 de personas murieron en el lugar, siendo la inmensa mayoría judíos apresados por toda la Europa que había caído bajo el control del nazismo:
“Entre los alambres de espino de Auschwitz-Birkenau murieron y fueron asesinadas 1.300.000 personas, de las cuales el 90% eran judías. Provenían de casi todos los países de Europa y hablaban una veintena de lenguas. Todas tenían nombre y apellidos, padre y madre, ilusiones y proyectos”. (Villanueva; Auschwitz o el Holocausto, 2005)
Auschwitz fue especialmente traumático para los soldados soviéticos. La presencia de prisioneros que, pese a estar vivos, se encontraban en un estado casi fantasmal acompañados de cientos de cadáveres apilados y la evidencia de que allí se había producido un exterminio planeado dejaron una marca imborrable en los liberadores.
Antes de la rendición incondicional del Tercer Reich firmada el 8 de mayo de 1945, la Unión Soviética liberaría varios campos más, incluyendo Stutthof, Sachsenhausen y Ravensbrück. La gesta del pueblo soviético contra el imperialismo debe perdurar en la memoria del proletariado mundial.
¡Socialismo o barbarie!
Madrid, 27 de enero de 2021
SECRETARÍA DE RELACIONES INTERNACIONALES DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)