La cumbre de los BRICS desde la perspectiva revolucionaria
Bajo el lema: «Fortalecimiento del Multilateralismo para un Desarrollo y una Seguridad Globales Justos», la ciudad rusa de Kazán acogió durante los días 22 y 24 de octubre la XVI Cumbre de los BRICS. En dicha cumbre participaron 36 países con el objetivo primario de crear un nuevo orden mundial que termine por sepultar el sistema financiero en manos del imperialismo occidental y levantar otro alternativo que se sobreponga a sus caprichosos designios en forma de sanciones y embargos. Estamos, por tanto, ante otro clavo en el ataúd de la hegemonía de los Estados Unidos y la Unión Europea.
De este evento, que es sin duda alguna uno de los puntos de inflexión más importantes en las relaciones internacionales de las últimas décadas, ha surgido una Declaración Final con 134 puntos que muestra claramente el camino que pretende desarrollar la nueva alianza imperialista de los BRICS. A continuación, pasaremos a comentar los elementos más destacados.
Solidaridad y cooperación de los BRICS
Desde la crisis de 2008, los monopolios han observado con atención la aparición de nuevos centros de poder económico e influencia política, algo que los miembros dirigentes de los BRICS consideran fundamental para «allanar el camino hacia un orden mundial multipolar más equitativo, justo, democrático y equilibrado». Como sabemos, a principios de siglo la nueva oligarquía rusa surgida de la liquidación de la Unión Soviética trató de ingresar en la OTAN, consciente de su nuevo papel en el mundo como enemiga del socialismo científico y de la revolución proletaria internacional. Sin embargo, este intento resultó en fracaso y, desde entonces, abrazó la idea del mundo multipolar tras el discurso que el mismo Vladímir Putin realizó en 2007 durante la Conferencia de Seguridad en Múnich. Diecisiete años después, este nuevo bloque imperialista comienza tomar una forma decisiva gracias a la participación de los EMDC (Emerging Markets and Developing Countries) en África, Asia, Europa, América Latina y Oriente Medio.
Los discursos de los participantes en la XVI Cumbre de los BRICS y la Declaración Final muestran una idea muy concreta: liberarse de las ataduras que imponen los designios estadounidenses y europeos en favor de una globalización económica universalmente beneficiosa y equitativa, que sí tenga en cuenta a los países del Sur Global. Durante la década de los ochenta del pasado siglo, escoria fascista como Reagan o Thatcher eran los encargados de defender los beneficios de la globalización del capital; hoy, ese testigo ha sido entregado por los monopolios a Vladímir Putin y Xi Jinping. La denominada globalización, con sus expansiones y deslocalizaciones, es una pieza fundamental en el capitalismo monopolista de Estado, confeccionando un mundo dominado por grandes corporaciones multinacionales que se aprovechan de la competencia desleal y de los países subyugados que dependen directamente del imperialismo. Los proletarios y pueblos del mundo seguirán sin poder disfrutar de la riqueza que producen, continuarán sufriendo la inestabilidad sociopolítica y la represión fascista, pero los voceros de los BRICS les dirán que se regocijen pues su burguesía ahora disfrutará de una mayor porción del pastel gracias al amparo de Rusia y China.
Un nuevo orden financiero
Las sanciones económicas también han sido un elemento muy repetido en esta cumbre, algo que no es de extrañar al ser Rusia el país anfitrión. Como sabemos, la oligarquía rusa ansía desesperadamente establecer una nueva área de expansión para el capital financiero ruso como contragolpe a las sanciones económicas que arrancaron la misma noche del 24 de febrero de 2022. Como ya sabemos, las acción coordinada de los Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá, Reino Unido, Australia y Japón no ha logrado sus objetivos de ahogar la economía rusa. Todo lo contrario, pues según datos del propio Banco Mundial, el PIB de la Federación de Rusia creció un 3’6% en 2023 mientras que el de Estados Unidos se quedaba en el 2’5%. El panorama es peor si examinamos el estado de salud de sus socios europeos, pues Alemania decrecía un 0’3%, mientras que Francia apenas subía un 0’7% y Reino Unido un 0’1%. Las conclusiones son evidentes; los Estados Unidos crecen gracias a que están ahogando a sus socios europeos, pero esto no hace más que prolongar su agonía.
Es a partir del noveno punto de la Declaración Final cuando se comienza a dibujar el nuevo orden financiero que tratará de sobreponerse al sistema SWIFT. Dice así: «Reafirmamos nuestro apoyo al sistema comercial multilateral basado en normas, abierto, transparente, justo, previsible, integrador, equitativo, no discriminatorio y basado en el consenso, con la Organización Mundial del Comercio (OMC) como núcleo, con un trato especial y diferenciado para los países en desarrollo, incluidos los países menos desarrollados, y rechazamos las medidas unilaterales restrictivas del comercio que son incompatibles con las normas de la OMC […]. Reiteramos la decisión en el marco de la Estrategia para la Asociación Económica de los BRICS 2025 de tomar medidas para apoyar la reforma necesaria de la OMC para aumentar la resistencia, la autoridad y la eficacia de la OMC, y promover el desarrollo y la inclusión».
Para toda persona que no esté enferma de oportunismo y chovinismo ruso, resultará evidente que la alianza de los BRICS no pretende acabar con el imperialismo, ni plantear por supuesto una alternativa socialista, emancipadora y revolucionaria. Todo lo contrario, lo que pretende es la reforma de los organismos supranacionales para adaptarlos a la nueva realidad que viene brotando desde 2008, la de la pérdida de hegemonía del imperialismo occidental y su progresiva decadencia frente a Rusia y China. Este momento es idóneo para recordar las inmortales palabras del camarada Vladimir Lenin:
«Si los obreros han asimilado la doctrina de Marx, es decir, si han comprendido que es inevitable la esclavitud asalariada mientras subsista el dominio del capital, no se dejarán engañar por ninguna reforma burguesa. Comprendiendo que, al mantenerse el capitalismo, las reformas no pueden ser sólidas ni importantes, los obreros pugnan por obtener mejoras y las utilizan para proseguir la lucha, más tesonera, contra la esclavitud asalariada. Los reformistas pretender dividir y engañar con algunas dádivas a los obreros, pretenden apartarlos de su lucha de clase. Los obreros, que han comprendido la falsedad del reformismo, utilizan las reformas para desarrollar y ampliar su lucha de clase».
Reformistas hay en todos los países, por supuesto, pues no es de extrañar que la oligarquía rusa y china trate continuamente de corromper las ansias revolucionarias del proletariado internacional y hacer de nosotros esclavos satisfechos con el nuevo orden internacional que no cuestiona el modo de producción capitalista; pretenden, por tanto, que nos conformemos con una opresión más democrática, con una gestión más amable del imperialismo como estadio superior del capitalismo. Sin embargo, los falsos socialistas tienen cada vez menos espacio en los aparatos burocráticos ruso y chino, pues ese falso socialismo agoniza y es absorbido por el burdo nacionalismo y la lucha entre estados; contrario a esto, el socialismo que resurge de sus cenizas y se expande por el mundo es revolucionario. Nuestra misión no es reformar la OMC, el FMI o el Banco Mundial, sino destruirlos.
A vueltas con la coexistencia pacífica
Nikita Kruschchev es una de las figuras más odiadas del movimiento obrero revolucionario. No es para menos, pues en el XX Congreso del PCUS este agente de la reacción y sus correligionarios impulsaron un abandono de la lucha de clases, criminalizaron al camarada Stalin, consolidaron la nueva burocracia soviética y defendieron la coexistencia pacífica con los Estados Unidos. Siguiendo esa estela contrarrevolucionaria, la nueva alianza imperialista de los BRICS busca coexistir pacíficamente con quienes han sometido al proletariado internacional a sangre y fuego, con quienes nos han instalado en el fascismo, la barbarie y la guerra. Por supuesto, esto deviene de que sus intereses no son antagónicos al no plantear la alternativa desde posiciones socialistas.
En este sentido, la Declaración Final dice así: «Reiteramos nuestro compromiso con la resolución pacífica de las controversias a través de la diplomacia, la mediación, el diálogo inclusivo y las consultas de forma coordinada y cooperativa, y apoyamos todos los esfuerzos que conduzcan a la resolución pacífica de las crisis. Subrayamos la necesidad de emprender esfuerzos de prevención de conflictos, incluso abordando sus causas profundas. Reconocemos las preocupaciones legítimas y razonables de todos los países en materia de seguridad […]. Subrayamos que la tolerancia y la coexistencia pacífica figuran entre los valores y principios más importantes para las relaciones entre naciones y sociedades».
Este apartado es simplemente infame e indefendible para cualquier marxista-leninista. La historia y experiencia del movimiento obrero nos ha mostrado en muchísimas ocasiones la inutilidad de tratar de alcanzar el socialismo mediante la coexistencia pacífica con la burguesía. La política exterior de los países genuinamente socialistas se caracteriza por el internacionalismo proletario como principio fundamental, apoyando las luchas de liberación nacional y la expansión de la revolución a otros países. El concepto reaccionario de la coexistencia pacífica no busca otra cosa que posicionar al movimiento obrero en el camino del oportunismo, debilitando nuevamente al ya carcomido movimiento comunista internacional que debe depurarse inmediatamente de todos los partidos “comunistas” que apoyan al imperialismo emergente de los BRICS.
La única salida es la Revolución
Si algo ha dejado claro la pasada Cumbre de Kazán es la intención de desafiar el dominio financiero y político de Occidente desde perspectivas no socialistas. Una alternativa que evidencia la propia versión que los BRICS tienen del imperialismo, orientada a consolidar la multipolaridad al tiempo que se mantienen intactas las bases del modo de producción capitalista y la esclavitud asalariada.
Frente a esta realidad, el proletariado internacional debe comprender que nuestro objetivo como clase no es el de reformar instituciones como la OMC o el FMI, sino dar pasos decididos para su completa destrucción y crear un nuevo orden que responda a las necesidades de la humanidad, el socialismo y el fin de toda opresión y explotación.
Queda patente que existe una contradicción entre los distintos grupos del capital financiero y entre el imperialismo decadente de occidente frente al de las potencias imperialistas emergentes de los BRICS; una contradicción que se desarrolla en la lucha por fuentes de materias primas, territorios – Ucrania, Taiwán, etc. – y por el control de las estructuras de poder económico a nivel supranacional, pues de ellas depende el destino de los estados. Una lucha furiosa que provocará el debilitamiento progresivo del imperialismo hasta entonces reinante, abriendo una brecha que debe ser aprovechada por los trabajadores y la vanguardia comunista, dando pasos decididos hasta el momento de imponer de manera revolucionaria el socialismo. Hoy, más que nunca, nos va la vida en ello.
Las experiencias socialistas, la historia del movimiento obrero y las luchas de liberación nacional han demostrado que el proletariado internacional es plenamente capaz de construir una sociedad libre de toda explotación y opresión, con una economía planificada que se oponga directamente a la barbarie imperialista, y donde los avances científicos, tecnológicos y sanitarios se pongan al servicio del bien común en lugar de servir para el enriquecimiento de un puñado de oligarcas y monopolistas.
El Partido Comunista Obrero Español rechaza tanto el imperialismo norteamericano como el chino, los dos cabecillas de las organizaciones imperialistas que hoy conducen al mundo a la barbarie de la guerra imperialista y que condenan a la clase obrera a la miseria, a la muerte y a la negación de todo tipo de libertad y derecho al igual que a los pueblos y naciones oprimidos. La clase obrera únicamente podrá emanciparse por la vía de la revolución socialista, rompiendo de una vez y para siempre las cadenas de la explotación y aniquilando a la burguesía como clase social.
Madrid, 4 de noviembre de 2024
SECRETARÍA DE RELACIONES INTERNACIONALES DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)