El proletariado toma las calles en Francia

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Desde el pasado 8 de marzo, estamos viendo como en Francia se suceden valientes jornadas de lucha obrera. Una lucha motivada contra la reforma de las pensiones del gobierno de Emmanuel Macron – que pretende aumentar la edad mínima de jubilación de los 62 a los 64 años y a 43 los años de cotización necesarios para poder cobrar una pensión completa – y que ha terminado por colmar la paciencia y la prudencia de la clase trabajadora del país, demostrando su fuerza mediante huelgas nacionales y manifestaciones que han sido seguidas por millones de personas.

Los medios de propaganda de los estados capitalistas, que en un primer momento trataron de ocultar y silenciar la lucha del proletariado en Francia, ahora optan por criminalizar los disturbios sucedidos en ciudades como París, Amiens, Nantes o Rennes, y se muestran especialmente preocupados con el reciente incendio en la fachada del ayuntamiento de Burdeos, acusando a los manifestantes de “radicales” que emplean “tácticas de guerrilla urbana” y obviando los numerosísimos episodios de violencia, detenciones arbitrarias y cargas por parte de los cuerpos policiales. Frene a este intento patético de desacreditar la más que legítima lucha del pueblo francés, en las cabezas de todos los trabajadores deben resonar las inmortales palabras de Karl Marx: «Nosotros no tenemos compasión y no pedimos compasión de ustedes. Cuando llegue nuestro turno, no pondremos excusas para el terror».

Mientras la ira en las calles va en aumento, Macron ha hecho oídos sordos y ha seguido defendiendo la necesidad de la reforma, argumentando que no existe dinero disponible para las pensiones en su estado actual en las arcas francesas. Sin embargo, la reacción del proletariado de Francia ante la violación de sus derechos incomoda y mucho a este lacayo de la burguesía y los monopolios; muestra de ello es que el presidente haya alterado su agenda internacional con el aplazamiento de la visita a Francia del rey Carlos III debido a la próxima gran convocatoria del 28 de marzo.

 

Igualmente, es reseñable que Macron diga que no se dispone de dinero para pagar las pensiones y que por ello se debe aplicar esta reforma antes de que acabe el año. Sin duda, la guerra imperialista en Ucrania está sirviendo para profundizar en la bancarrota económica de los Estados capitalistas europeos. Sabemos que el sistema está completamente quebrado y es por ello por lo que ya no queda espacio alguno para las reformas; sólo queda ver como se desmantela el falso estado del bienestar. Mientras que Macron y su gobierno defienden que no tienen dinero para las pensiones, en enero de este mismo año anunciaban un incremento del presupuesto militar de más de 400 millones de euros, aumentando así en un 30% entre 2023 y 2024, justificando dichos actos con la excusa de modernizar el ejército francés y reforzar su programa nuclear. ¿Alguien dudaría de la legitimidad de la violencia revolucionaria de un pueblo que se alza contra este intento de tirano fascista que no deja de pauperizar las condiciones de vida de los trabajadores para seguir engrasando la locura bélica del imperialismo?

El sindicalismo de clase de la Federación Sindical Mundial (FSM) tiene buena parte de la responsabilidad de que el pueblo francés se levante contra la miseria. El secretario general de la CGT francesa, Philippe Martínez, declaró que: «Macron no ha dado en absoluto una respuesta a lo que está pasando en la calle. Y esto es una muestra de desprecio. Nosotros continuamos con la misma determinación y espíritu combativo. El objetivo es el mismo: que se retire la ley». En el lado opuesto de la historia, el secretario general de la CFDT, Laurent Berger declaró que: «Todo el mundo está inquieto esta mañana, porque ha habido violencias que son inaceptables. Hay que calmar el juego, ahora, antes de que haya un drama». Sus declaraciones son expresión directa de su visión de clase, ya que la CFDT pertenece, al igual que CC. OO. Y UGT, a la Confederación Sindical Internacional (CSI), donde se encuadran los sindicatos afines a los monopolios y al capitalismo.

Las manifestaciones han servido para que afloren todas las contradicciones de un gobierno que acusa la falta de legitimidad y que es víctima del “voto útil” que lo aupó al poder para “frenar” el crecimiento de la fascista Marine Le Pen. Las concentraciones, manifestaciones y huelgas que en un primer momento se enfocaban contra la reforma de las pensiones ahora miran directamente contra el gobierno francés y, especialmente, contra Emmanuel Macron tras su decisión de aprobar por decreto la reforma mediante el artículo 49.3 de la Constitución el pasado 16 de marzo, es decir, sin someterla al voto de la Asamblea Nacional. Una reforma antipopular aprobada de forma rastrera que revela la esencia de la democracia burguesa: la dictadura de una minoría parasitaria que explota inmisericordemente a la mayoría trabajadora.

La continuidad de las luchas en estos casi veinte días, donde se han alternado las movilizaciones nacionales con las manifestaciones de carácter local, ha provocado que el ejecutivo haya optado por la aprobación de la reforma de las pensiones por medio de un decreto con el objetivo de trasladar la lucha en las calles al terreno del parlamentarismo. Es en estos momentos cuando la burguesía recurre a autodenominados socialistas para desviar por los cauces del pacifismo y el electoralismo burgués la respuesta de las masas, para no rendir cuentas ante la historia y del fatal destino que le espera. Así, Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES), la coalición liderada por Mélenchon, ya iguala en intención de voto a la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, ambas organizaciones con un 26%.

Tanto a nivel internacional con la guerra en Ucrania como con las protestas internas, el pacifismo socialdemócrata buscará convertir la indignación en una mera papeleta electoral. Contrariamente, los comunistas sabemos que el marxismo no es pacifismo. El pacifismo es un elemento que, junto con la democracia, es indispensable del sistema de dominación burgués. Por ello, no es de extrañar que los lacayos de los monopolios llenen sus discursos de proclamas por la paz y de entendimiento entre clases cuando los trabajadores son arrojados a la trituradora de la guerra imperialista. En este sentido, es innegable que los guardianes de la democracia, ataviados como supuestos socialistas, demuestran una concepción del mundo pequeño-burguesa que es diametralmente opuesta a los intereses del proletariado.

El proyecto de Emmanuel Macron representa el fracaso a nivel social del neoliberalismo y la barbarie y miseria a la que nos conduce el modo de producción capitalista en su fase monopolista. Representa los designios del gran capital, de la Unión Europea y de la burguesía imperialista, como un mero eslabón de la OTAN que, comandada desde Washington, no tiene problemas en convertir Europa en un auténtico cementerio. En España, este proyecto tiene sus homólogos en el Partido Popular y Ciudadanos, sin olvidar a la Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que durante las pasadas elecciones francesas dijo: «Si yo fuera francesa, votaría a Macron» a través de su cuenta de twitter.

La guerra no puede dejar impune al capitalismo. El proletariado, como sujeto revolucionario, tiene la misión histórica de transformar el movimiento espontáneo en vanguardia organizada. Este proceso se desarrolla aún a muy poca velocidad, con un proletariado que es demasiado paciente y padece de inmovilismo, acostumbrado a la esclavitud asalariada. Sin embargo, una chispa se enciende en la lucha contra la infame contrarreforma macronista. Un nuevo ejemplo que demuestra que la democracia burguesa es simplemente una máscara de la dictadura de clase de la burguesía contra el proletario; un sistema donde una minoría de oligarcas privilegiados se escudan en “la guerra por la democracia” y en “los valores de la Unión Europea” para saquear al proletariado y condenarlo a la miseria de manera internacional, mientras que inflan desproporcionadamente los presupuestos militares.

El sistema capitalista, cada vez más corrupto y más fascista, se encuentra actualmente en una completa ruina económica que solventa aumentando la miseria del proletariado. Frente a esta barbarie, el único camino es el de la revolución socialista, la dictadura del proletariado, como etapa previa de la futura sociedad comunista.

 

¡SOCIALISMO O BARBARIE!

¡VIVA EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO!

Madrid, 28 de marzo de 2023

SECRETARÍA DE RELACIONES INTERNACIONALES DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)

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