El oportunismo impide que el movimiento obrero en España esté a la altura del plano internacional

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Sin duda, cada día que pasa el imperialismo avanza y concentra la riqueza en menos manos. Como consecuencia, tiene lugar una oposición por parte de la mayoría que produce todo a cambio de migajas. Sea cual sea el camino a tomar para expresar el hartazgo, el fenómeno anterior es inevitable.

Ante este panorama, el Secretariado de la Federación Sindical Mundial (FSM) expresa su solidaridad con todo el movimiento obrero que se da en distintas partes del globo y que tienen un denominador común: la putrefacción del capital y cargar a la clase obrera con sus crisis. Se pone sobre la mesa la economía de guerra que se está implantando progresivamente en todos los países, la pérdida de la calidad de vida que deriva de ello y las atrocidades imperialistas que tienen como objetivo asfixiar todo aquello que consideren un obstáculo. Las huelgas generales en distintos países están siendo una digna y necesaria respuesta ante la agudización de las contradicciones imperialistas; ante el auge del fascismo y las políticas más reaccionarias, asesinas y empobrecedoras de la clase dominante.

Sin embargo, en España los sindicatos amarillos demuestran continuamente que su papel no es otro que servir al patrón. Por más que se disfracen de aliados de los trabajadores, de guardianes que velan por sus intereses, la clase obrera se encuentra en unas condiciones cada vez más deplorables. El papel de estos sindicatos es, sobre todo, vender la ponzoñosa idea de que el dominio del burgués es legítimo y que debe haber un diálogo con dicha clase parásita para llegar a mal llamados “acuerdos” que no hacen más que beneficiar al empresario.

Mientras en numerosos países los sindicatos de clase promueven pulsos a gran escala contra la patronal, huelgas generales y fuerte oposición a políticas que precarizan la vida del proletariado, en España no ha habido una huelga general en más de una década, y tampoco se espera que vaya a darse a corto plazo. No solo eso, sino que las huelgas generales anteriores han sido usadas, en última instancia, como publicidad para los sindicatos traidores que apuñalan continuamente a los trabajadores. ¿No se ha seguido perdiendo poder adquisitivo? ¿No se ha facilitado y abaratado el despido?

Los motivos para la huelga general se multiplican cada día. La carestía de vida, el desempleo y el trabajo precario son notables; las políticas antiobreras y los recortes sociales son innegables; el gasto militar para priorizar las guerras de rapiña en detrimento de la calidad de vida de la aplastante mayoría que todo produce, es desolador. Mientras en otros países los trabajadores rechazan a sus reaccionarios gobiernos, guiados por los sindicatos de clase y desafiando los intereses de la burguesía, en España socialdemocracia y sindicatos mayoritarios ponen todo su empeño en amansar al proletariado, alabar abiertamente al Gobierno de los monopolios y oponerse a la legítima defensa de los trabajadores frente a las calamidades de la patronal y sus representantes políticos.

La FSM pone sobre la mesa un asunto de vital importancia en la actualidad. Es una oportunidad de comparar posiciones claramente opuestas. Los sindicatos de clase, con sus errores y dificultades derivadas de unos recursos limitados, trabajan por organizar batallas contra las tropelías del capital en putrefacción; movilizan a los obreros para detener la barbarie imperialista en sus vidas, con la vista puesta claramente en aspectos de vital importancia que peligran porque una minoría parásita aspira a un mayor lucro con el trabajo ajeno. Los sindicatos amarillos facilitan los movimientos de la burguesía, que no son más que ajustes para justificar e imponer la transferencia mayor de riqueza hacia sus criminales manos, y menor hacia las manos que todo lo producen. Mientras la vida sea regida por el mercado no puede haber más que barbarie y miseria. El capitalismo no puede ofrecer otra cosa, pues se basa en la explotación y la competencia entre parásitos que se lucran con el trabajo ajeno.

El agotamiento al ver cómo todo empeora y el hecho de que no se perciba ninguna vía hacia la solución, pueden derivar en abandono de la lucha, pero también en que aquellos más atrasados ideológicamente pueden acabar en manos de la reacción; del fascismo. Por eso el sindicato debe ser una herramienta de combate en la lucha contra el capital, no una meta de los asalariados para aflojar en cierto grado sus cadenas o conseguir puestos privilegiados que les diferencien de sus hermanos de clase, como pretenden los sindicatos mayoritarios; instrumentos de la clase capitalista. Debe ser un vector hacia la lucha revolucionaria contra los explotadores.

Es momento de analizar, y dar forma a táctica y estrategia ajustadas al momento histórico. Debemos avanzar hacia batallas contra la patronal y sus representantes políticos, guiados por el ejemplo de los sindicatos de la FSM en el plano internacional. Se dan las condiciones para conformar el germen de la lucha de clases sin tregua y plenamente consciente. Es el momento de asestar golpes certeros al imperialismo, y esto comienza por librarnos del oportunismo y todo caballo de Troya de los capitalistas. Es absolutamente necesario el internacionalismo proletario, y para ello los obreros deben tener una auténtica posición de fuerza en cada Estado. Todo el proletariado conforma una sola clase en todo el mundo. El imperialismo actúa sin fronteras ni restricciones, aun con las contradicciones interburguesas e interimperialistas. No se trata sólo de derrocar a la burguesía en cada Estado e implantar el socialismo en los diferentes países, sino de unificar y coordinar la lucha contra el capital para dar paso al advenimiento del socialismo en el plano internacional. Una vanguardia comunista internacional es imprescindible no solo para el movimiento obrero, sino para la emancipación humana.

El Partido Comunista Obrero Español reconoce la importancia de todo ello, y defiende la necesidad de una nueva Internacional Comunista que pueda dirigir el movimiento comunista internacional, y convertir las luchas obreras en combate organizado contra los explotadores del mundo y todas sus atrocidades. Todo paso de la clase obrera en su guerra contra la minoría parásita que la oprime requiere de guía, y esa guía debe conducirla hacia la meta final; la toma del poder político del proletariado, que dé lugar a su sistema, el socialismo, poniendo en el centro al ser humano, sus necesidades y desarrollo.

 

Comisión de Movimiento Obrero y de Masas del Comité Central del Partido Comunista Obrero Español

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