Sobre reaccionarios y el Marxismo. Una aproximación a Gustavo Bueno
El nacionalismo español es uno de los dos pilares fundamentales del Estado fascista, el otro es el anticomunismo. Cuanto más putrefacto y descompuesto se halla el capitalismo monopolista de Estado, tanto más banderas rojigualdas salen a la palestra así como desde los diferentes frentes ideológicos y propagandísticos del capital, apesebrados y farsantes que bajo máscaras falsas de supuesto marxismo, lanzan un mensaje tan reaccionario y fascista como el de los herederos de Franco pues, tanto unos como otros, son la misma cosa, la misma basura burguesa.
En 1902 nos enseñaba Lenin, en ¿Qué hacer?, que “todo lo que sea rebajar la ideología socialista, todo lo que sea separarse de ella, significa fortalecer la ideología burguesa”. Hoy auténticos trileros, vulgares charlatanes y cantamañanas que se autodenominan marxistas-leninistas no dudan en recitar a filósofos no marxistas, que han abjurado del marxismo y lo han negado, y desde una mediocridad pasmosa no han dudado en plantear “la vuelta del revés de Marx” como, por ejemplo, Gustavo Bueno.
¿Puede un marxista-leninista tener como referente a Gustavo Bueno Martínez? No sólo no puede tenerlo como referente sino, en términos ideológicos y políticos, tiene la obligación de combatirlos a él y a toda su pléyade de seguidores, los cuales abrazan abiertamente el fascismo siendo profundamente antimarxistas. Resulta que el referente de estos fascistas, entre otras cuestiones, era patrono de honor de la fundación ultraderechista DENAES, que es a VOX lo que al PP es la FAES.
Esta fundación ultraderechista DENAES, profundamente chovinista, anticomunista y nacionalista, características todas ellas propias del fascismo, en su artículo titulado “El ‘ala’ marxista de VOX inspirada por Gustavo Bueno: los extremos se tocan”, muestra lo que llaman “puntos de conexión” entre los franquistas de toda la vida – a los que denomina “la derecha” – y los falsos “izquierdistas”: “VOX desde la derecha y los materialistas filosóficos desde la izquierda coinciden en un firme rechazo hacia el sistema autonómico y la descentralización política que implica (…) También les une reclamar una política más restrictiva en materia de inmigración en especial con la procedente de países musulmanes (…) Coinciden además en una postura crítica ante la Unión Europea (…) Al margen de la cuestión nacional y sus derivadas, hay otro asunto en el que coinciden: el rechazo al aborto.” [1]
El marxista-leninista defiende la centralización de la economía, al igual que defiende que esa economía sea socialista, quiere decir esto que la burguesía esté totalmente despojada de los medios de producción y, también, de todo tipo de derecho político. Este hecho, sin duda, debe reflejar un Estado centralizado – fundamentalmente en lo económico. Pero un Estado Socialista que reconoce la identidad nacional de aquellas naciones que conforman dicho Estado. Un Estado que reconoce el derecho a la autodeterminación de las diferentes naciones que conforman el Estado Socialista y que, sin duda, no puede más que reconocer el derecho a la separación – si los trabajadores de una nación democráticamente así lo deciden. Y es que la unidad y la cohesión del Estado no hunde sus raíces en el chovinismo, en el veneno ideológico del nacionalismo, sino en la unidad de sus miembros con respecto a su condición de pertenencia a la clase y no de pertenencia a una nación, esto es, el cemento que une a los miembros de las distintas naciones del Estado socialista es el internacionalismo proletario. Un Estado, el socialista, que sirve a la clase obrera como instrumento temporal para imponer la fase de Dictadura del Proletariado al objeto de desarrollar económicamente el socialismo y, con éste, ir progresivamente liquidando las clases sociales y, por consiguiente, también liquidar el Estado. Pues el Estado desaparece con la desaparición de las clases sociales. El objetivo del marxista es la abolición de las clases sociales y del Estado – que es la consecuencia de la existencia de lucha de clases-, y por consiguiente, también de la democracia, pues ésta es una forma de Estado.
Lenin da buena cuenta de estos farsantes, de estos fascistas que pretenden pasar como “marxistas” haciendo un ejercicio de revisionismo asqueroso, propio de los reaccionarios, que es lo que son. “Acusar a los partidarios de la libertad de autodeterminación, es decir, de la libertad de separación, de que fomentan el separatismo es tan necio e hipócrita como acusar a los partidarios de la libertad de divorcio de que fomentan el desmoronamiento de los vínculos familiares. Del mismo modo que en la sociedad burguesa impugnan la libertad de divorcio los defensores de los privilegios y de la venalidad, en los que se funda el matrimonio burgués, negar en el Estado capitalista la libertad de autodeterminación, es decir, de separación de las naciones no significa otra cosa que defender los privilegios de la nación dominante y los procedimientos policíacos de administración en detrimento de los democráticos”. [2]
Nada que ver la posición de los marxistas-leninistas con la de estos fascistas camuflados. Al igual que es falsa la aseveración de los fascistas de que los “extremos se tocan”, colocando a un extremo a la derecha (como forma de enmascarar al fascismo) y al otro a los marxistas-leninistas camuflados, tan fascistas como los primeros. Y es que el marxismo-leninismo no es extremista sino radical, porque va a la raíz del problema que es el capitalismo, que es la propiedad privada sobre los medios de producción y toda la escoria que esto refleja que, precisamente, es lo que pretenden perpetuar tanto Bueno como sus correligionarios fascistas – se pongan la máscara que se pongan. El marxismo-leninismo no es otra cosa que la negación del capitalismo, la negación del capitalismo en descomposición y su perro fascista que emerge para salvaguardar tal moribunda formación socioeconómica.
A ese filósofo reaccionario y declarado enemigo del marxismo-leninismo y su filosofía, los reaccionarios franquistas de este país lo han erigido como “icono” del “marxismo”, pues agrada a los fascistas, claro está, porque odian tanto al proletariado y a su ciencia emancipatoria – el marxismo-leninismo – como los propios fascistas, porque ideológicamente son lo mismo. Gustavo Bueno niega a la clase obrera, al proletariado, y por tanto, niega la lucha de clases y la misión histórica del proletariado. “Desde luego, no era posible contar con un proletariado, contradistinto del lumpen, como clase universal. Es decir, no era posible contar con la unidad de la clase obrera internacional. La “clase obrera” había ido diferenciándose en grupos muy diferentes con intereses divergentes en el mismo “proceso de producción”. Teóricamente, esa clase universal habría desaparecido por completo en las “democracias homologadas” de después de la Segunda Guerra Mundial, efecto del desarrollo económico y tecnológico de la época “neotécnica”, en la cual tanto los patrones como los trabajadores cualificados, los técnicos y administrativos, los gerentes, los científicos, y los propietarios de los paquetes de acciones más fuertes de cada sociedad anónima, resultaban ser ciudadanos que podían presionar a través del voto en las elecciones parlamentarias, en las consultas o en los referéndum. Carecía de sentido seguir diciendo “Proletarios de todos los países, uníos”, porque la unidad, siquiera virtual, de ese proletariado no existía, como si sus partes fuesen los miembros de una metafísica clase universal común. Ni tampoco cabría hoy considerar como representación actual del proletariado a los hombres que viven en los países, no ya subdesarrollados, sino en proceso de degradación continua y acelerada, precisamente tras la caída de la Unión Soviética. Estos millones de pueblos hambrientos, masacrados, desplazados, desorganizados (ante todo respecto de sus organizaciones indígenas originales) no podían ser considerados como parte de un proletariado universal; se parecían más a un “lumpen proletariado”.” [3]
El maestro de estos fascistas camuflados que pretenden pasar por marxistas para llevar, fundamentalmente, a la juventud obrera a engrosar a las filas de la reacción, como puedes comprobar, no sólo niega al proletariado como clase universal, sino que dice ampararse en el proceso de producción para desvencijarla tratando de equiparar a la parte más cualificada del proletariado así como al proletariado de las potencias imperialistas con la burguesía, por un lado, y a las masas proletarias de las naciones oprimidas por las potencias imperialistas no duda en catalogarla como lumpen. No contento con negar a la clase obrera como tal, no contento con despojar de su carácter revolucionario al proletariado negándole su condición internacionalista, comprobamos, aquí sí, un nexo de unión entre reaccionarios y eurocomunistas, de tal modo que Gustavo Bueno, equipara a “patrones, trabajadores cualificados y propietarios de los paquetes de acciones más fuertes de cada sociedad anónima” en su condición de “ciudadanos que podían presionar a través del voto en las elecciones parlamentarias, en las consultas o en los referéndum”, al objeto de abrazar la tesis del fin de la historia, de que el máximo grado de desarrollo político y social es la “democracia liberal”, como negación de la vía revolucionaria para que el proletariado conquiste el poder político derribando el Estado burgués e imponiendo la dictadura del proletariado. Bueno indica que en las potencias imperialistas la clase obrera ha desaparecido integrándose como ciudadanía -interclasismo y conciliación de clases que es el sometimiento del proletariado a la burguesía- en lo que denomina “democracias homologadas”, democracia burguesa, “esa clase universal habría desaparecido por completo en las “democracias homologadas” de después de la Segunda Guerra Mundial”. Nos preguntamos ¿democracias homologadas por quién? Sin duda por los monopolios, por los reaccionarios, por los imperialistas.
Es comprensible que con supuestos “marxistas” etiquetados por lo más retrógrado y reaccionario, como Gustavo Bueno Martínez que niega a la clase obrera, que abraza al imperialismo, que es una herramienta más de alienación y engaño contra la clase obrera a la que vilipendia y niega, los fascistas lo asuman como a uno de los suyos, lo hagan patrono de honor de sus Think Tank y lo lloren en la hora de su muerte. Blanco y en botella. Mientras los fascistas, a los padres de la ciencia marxista – Marx, Engels, Lenin, Stalin, Dimitrov o el Che – no dudan en vilipendiarlos, a medianías capitalistas como Bueno Martínez, por el contrario, no dudan en loarlos con la misma energía que critican a los auténticos marxistas. El objetivo es claro: por un lado descalifican y combaten al marxismo-leninismo y, por el otro, la burguesía pretende mostrarse como ecuánime y justa ante supuestos personajes a los que convierten en marxistas, falsos marxistas por supuesto, al objeto de engañar y alienar todavía más a la clase obrera.
Ante la negación de la clase obrera, de la lucha de clases como motor de la historia, el pensamiento de Gustavo Bueno, de su “materialismo filosófico”, niega la dialéctica de la materia, abrazando un idealismo vergonzante. “Y el contenido principal de nuestro reconocimiento es el de la actualidad de Kant, el reconocimiento de su presencia en nuestro mundo, el mundo de la globalización, ideológicamente orientado hacia el pacifismo perpetuo, con el ideal supremo de las democracias homologadas, así como del progreso indefinido de las ciencias y de la tecnología (…) Una vez que el nazismo y el comunismo han caído, y una vez que las tecnocracias y la idea del progreso que ellas implicaban, han sido reducidas a límites más estrechos, Kant recupera la hegemonía (…) El reconocimiento de la actualidad de Kant va ligado, por tanto, a la idea de que Kant es el punto de cristalización de las ideologías de la época moderna que revolucionan el orden antiguo: de la Ilustración, la Democracia y de la Ciencia.”[4]
Nuevamente seguimos con el término “democracias homologadas”. ¿Quién las homologa? ¿Gustavo Bueno, Immanuel Kant o los colegas reaccionarios de Bueno de la DENAES? Sin duda, son los imperialistas los que realizan la homologación, siendo Bueno uno de sus ideólogos. Pero lo importante es que Bueno comparte la concepción del Estado kantiana, que no es más que la concepción del Estado burgués.
La cosa pública para Kant “encierra en sí tres poderes, es decir, la voluntad universalmente conjunta en una triple persona (tris política): el poder soberano (soberanía) en la persona del legislador, el poder ejecutivo (según la ley) en la persona del gobierno, y el poder judicial (como reconocimiento de lo Mío de cada cual según la ley) en la persona del Juez (protestas legislatoria, rectoria et judiciaria). Lo cual corresponde a las tres proposiciones de un razonamiento práctico: a la mayor, o principios, que contiene la Ley de una voluntad; a la menor, que contiene el precepto de conducta en consecuencia de la ley, es decir, el principio de la subordinación a la ley; y en fin, a la conclusión que contiene la sentencia, a lo que es derecho en los diferentes casos” [5]. Siendo la ley la voluntad de la clase dominante, ergo sometiéndose el “ciudadano” a la voluntad de la clase dominante.
“Solo la constitución establecida de conformidad con los principios, primero de la libertad de los miembros de una sociedad (en cuanto hombres), segundo, de la dependencia de todos respecto a una única legislación común (en cuanto súbditos); y tercero, de conformidad con la ley de la igualdad de todos los del contrato originario y sobre la que deben fundarse todas las normas jurídicas de un pueblo, es republicana. La constitución republicana es, pues, por lo que respecta al derecho, la que subyace a todos los tipos de constitución civil.” [6]
Bueno reconoce a Kant y su visión agnóstica y burguesa del mundo, a la par que niega a Marx, a la existencia de la clase obrera como clase universal, a la cual diferencia entre potencias imperialistas – que los equipara a la burguesía en su condición de ciudadanos que pueden presionar a través del voto – y naciones oprimidas – o en vía de desarrollo – donde directamente considera al proletariado lumpen.
“Marx rechaza enérgicamente no sólo el idealismo -aliado siempre de un modo o de otro a la religión-, sino la doctrina de Hume y Kant, tan extendida en nuestros días, el agnosticismo, el criticismo y el positivismo en sus distintas formas; para él, esta clase de filosofía era una concesión “reaccionaria” hecha al idealismo y, en el mejor de los casos, una “manera vergonzosa de aceptar el materialismo por debajo de cuerda y renegar de él públicamente”.” [7]
Como se puede comprobar, ni Bueno ni sus discípulos tienen nada de marxistas. Niegan la existencia de la clase obrera como clase universal, ergo rechazan la lucha de clases y la misión histórica del proletariado. Al negar la lucha de clases, niegan la concepción marxista del Estado, como instrumento de opresión de una clase sobre otra, asumiendo como teoría del Estado la visión de la burguesía, la asunción de que el Estado representa la razón, que no es otra cosa que la visión de la clase dominante, que en el capitalismo es la burguesía y la imposición de la voluntad de ésta para garantizar sus intereses, sus privilegios. Eso sí, Bueno en lugar de llamarle razón le llama eutaxia remedando a Aristóteles, que es sinónimo a buen orden, de subordinación de los oprimidos a los opresores.
A la defensa del Estado burgués, del ultranacionalismo español, del chovinismo más rancio y del anticomunismo, el pensamiento retrógrado de Bueno se constata con en la cuestión del aborto. Con respecto de la Ley sobre el aborto impulsada por el Gobierno de Zapatero, en el año 2010, la posición de Bueno era la siguiente:
“20. La perspectiva de género y la ecualización de las mujeres embarazadas y las vacas preñadas (…) Ante todo, advertimos que el título de la Ley (“Ley Orgánica de salud sexual y reproductiva”) expresa muy bien la naturaleza de su enfoque, porque la “salud sexual y reproductiva” va referida a la mujer considerada, se dice, desde la perspectiva de género. (…) Pero aquí tal perspectiva, resulta confundida con la perspectiva genérica que considera a la mujer, ante todo, en su condición de hembra que lleva en su vientre a un “bien jurídico” protegido por la ley. La perspectiva de género deja fuera de foco, no sólo a la institución de la familia, sino también al hombre, en su condición de padre (y dejamos de lado, por redundante, la expresión “padre biológico”, porque el padre no biológico es el padre legal o padrastro). Desde esta perspectiva “de género” el hombre sólo puede asumir el título de proveedor de semen, ya sea directa y nominativamente, ya sea indirectamente de forma anónima a través de un banco de semen en los casos de inseminación artificial (…) Dicho de otro modo, la ley, determinada por la fuerza de la perspectiva “de género” que ha asumido considera a la mujer, más que como madre, como hembra protegida por la ley, como bien jurídico, tanto en su “salud sexual” como en sus funciones reproductoras, es decir, de la misma manera a como considerará a una vaca o a una perra, tomada a partir de su inseminación, tanto si esta es directa o natural como si es indirecta o artificial. El enfoque “de género”, que asume la ley, al abstraer la figura del padre y de la familia (la mujer se considera en su individualidad autodeterminada plena y absoluta, como dueña de su cuerpo, sin tener en cuenta la contribución que el padre tiene sobre el fruto que lleva en su vientre) nos ofrece la perspectiva desde la cual la sociedad humana se confunde de un modo cuartelero con una granja”. [8]
Curioso “materialismo” el de Bueno que se equipara a las conclusiones de esos cardenales retrógrados que abrazan el idealismo filosófico. ¡Ahí estaba Bueno subordinando a la mujer al hombre y a la institución de la familia burguesa! Con estos mimbres, no nos extraña que fuera patrono de honor de DENAES. Pero ante ello nos preguntamos ¿Qué marxista pudiera tener como maestro a Gustavo Bueno? Ninguno, salvo que éste no sólo no sea marxista, sino que esté en las antípodas del marxismo, es decir, que esté en la orilla de la reacción, del fascismo, al objeto de desviar a la clase obrera, a la juventud obrera, de la senda del comunismo para empujarlos hacia las filas de la reacción.
¿Cuál es la posición del marxismo-leninismo? ¿Qué hicieron los bolcheviques ante el aborto? “Exigir la abolición absoluta de todas las leyes contra el aborto o contra la difusión de literatura médica sobre medidas anticonceptivas. Semejantes leyes no muestran sino la hipocresía de las clases dominantes… Libertad para la propaganda médica y la protección de los derechos democráticos elementales de los ciudadanos, hombres y mujeres.” [9] Y para mayor abundamiento “(…) Kollontai se refirió a la “postura del gobierno soviético frente al aborto”, y afirmó que “en la república de trabajadores existe una ley del 18 de noviembre de 1920 que legaliza la interrupción del embarazo” porque “la mojigatería y la hipocresía son ajenas a la política proletaria”. Kollontai creía que existía un “instinto maternal natural de la mujer” y que la maternidad era “un deber social”. No obstante, pensaba que el aborto era producto “de la posición insegura de las mujeres”, y que “mientras no se hayan asegurado condiciones de vida adecuadas para las mujeres, los abortos seguirán practicándose”. La prueba estaba en que el aborto se practicaba “en todos los países, y no hay leyes ni medidas punitivas que hayan logrado erradicarlo”. Por lo tanto, la verdadera opción no era entre la práctica o no del aborto, sino entre el aborto clandestino y el aborto practicado “en condiciones médicas adecuadas”, que era “menos dañino y peligroso” para la salud de la mujer. El gobierno bolchevique entendía que el aborto solo desaparecería cuando Rusia dispusiera de una red de instituciones que protegieran la maternidad y socializaran el cuidado y la educación de los niños, lo cual permitiría “compatibilizar la maternidad con el trabajo para el colectivo y así eliminar la necesidad del aborto”. Hasta que no se dieran esas condiciones, “el poder soviético permitió que el aborto se realizara abiertamente y en condiciones clínicas adecuadas”. Kollontai concluía afirmando que la emancipación de las mujeres solo podía completarse cuando se produjera “una transformación fundamental de la vida cotidiana; la cual cambiará solo con un cambio profundo de toda la producción y con el establecimiento de una economía comunista””. [10]
Mientras el “materialismo filosófico” de Bueno tiende puentes y se abraza con el idealismo, como se comprueba de una manera plástica en el asunto del aborto, el materialismo dialéctico y el materialismo histórico dan una respuesta diametralmente opuesta.
La filosofía es la ciencia que se encarga de estudiar la interrelación entre el espíritu y la materia. Bueno abraza la teoría del fin de la historia, pero no de la filosofía, pues su arrogancia, o su anticomunismo, le llevan a considerar que hay que dar “la vuelta del revés de Marx”, algo por otro lado obvio, pues Bueno se halla en las antípodas del marxismo-leninismo, al igual que sus discípulos. Para los marxistas-leninistas ni hemos llegado al fin de la historia, puesto que ésta se escribe día a día siendo el motor de ésta la lucha de clases – cuestión ésta que niega Gustavo Bueno pues niega a la propia clase obrera – sino que afirmamos que la filosofía sí ha llegado a su final puesto que Marx, Engels y Lenin han dado todo tipo de respuesta, de claridad, han desentrañado por completo la interrelación entre el espíritu y la materia.
Gustavo Bueno señala que hay que dar “la vuelta del revés de Marx”, como consecuencia de la caída de la Unión Soviética que “representa la crítica irreversible del marxismo” señalando que si Lenin no se hubiera basado en Marx, sino fuera por la URSS “Marx sería un economista segundón como Rodbertus”. Sólo un charlatán reaccionario puede expresarse así, pues Marx sin duda alguna ha sido no sólo el mejor economista que ha parido la historia, sino infinitamente mejor filósofo que el mediocre Gustavo Bueno. Las aportaciones de Marx y Engels en el terreno de la ciencia jamás podrán ser silenciadas, mientras que Gustavo Bueno lo único que en nuestra opinión ha aportado ha sido charlatanería y bravuconería patriotera genuina entre las huestes del nacionalismo español. ¿Acaso fracasó el capitalismo porque la Revolución burguesa Francesa de 1789 naufragara? ¿Por qué Bueno no emplea la misma vara de medir al capitalismo y su revolución burguesa que al socialismo y la revolución proletaria? Porque si lo hiciera tendría que reconocer dos cosas: 1) Que el socialismo – o el marxismo-leninismo – no ha fracaso por la desaparición de la Unión Soviética y, 2) Que el capitalismo está caduco, en la agonía y que el socialismo es el sistema que le va a reemplazar.
“11) Lenin y Stalin demostraron que el socialismo –pese a todas las trabas, guerras, hambre, muertes y todo tipo de calamidades consecuencia del hostigamiento por parte del capitalismo internacional– es superior al sistema de producción capitalista. En tan solo dos décadas de socialismo, la Unión Soviética superó a las potencias imperialistas, cuyo sistema databa de siglos.
12) La URSS es la prueba palmaria de que el socialismo es viable, pues existió y fue una realidad. La burguesía miente cuando insiste que “la inviabilidad del socialismo se refleja en la caída de la URSS”. El socialismo no “fracasó” por la caída de la URSS. Precisamente, la caída de la URSS fue la consecuencia del abandono del socialismo. Y este abandono fue el resultado de un golpe de Estado perpetrado en marzo de 1953, donde la camarilla oportunista del Buró político liderada por Khruschev, en alianza con el imperialismo anglo-americano, asesinaron a Stalin para imponer una política totalmente contraria a la aplicada en la URSS hasta entonces, en lo que se llamó “proceso de desestalinización”.” [11]
Bueno omite todo esto porque no fue un materialista consecuente sino que fue una parte más del aparato ideológico del Capital en su lucha contra el marxismo-leninismo, contra el auténtico materialismo. Una expresión más del anticomunismo militante en el plano ideológico. Y es que Bueno reflejaba la ideología propia del espacio y tiempo en el que vivió, es decir, refleja la ideología del nacionalismo español, de la subordinación de la mujer tanto al hombre como a la familia burguesa, de la negación de la clase obrera y su papel revolucionario en la historia, del chovinismo y la superioridad con respecto de otras culturas, como por ejemplo la islámica, demostrando su adhesión a la cultura católica, defendiendo la ideología burguesa del nacionalismo en contraposición al internacionalismo proletario, etcétera, en definitiva, Bueno es un genuino producto del tiempo y el espacio que vivió y ello es lo que refleja, esto es, los principios del franquismo.
No queremos concluir este escrito sin recordar que el fascismo es revisionismo histórico, que el fascismo utiliza con habilidad todo tipo de engaño y demagogia, de tal modo que “los fascistas revuelven con el hocico la historia de cada pueblo para presentarse como herederos y continuadores de todo lo que hay de elevado y heroico en su pasado, y explotan todo lo que humilla y ofende a los sentimientos nacionales del pueblo como arma contra los enemigos del fascismo”[12], y actuando con un oportunismo ilimitado, de tal modo que “el fascismo logra atraerse a las masas porque apela en forma demagógica a sus necesidades y exigencias más candentes (…) no sólo azuza los prejuicios hondamente arraigados en las masas, sino que especula también con los mejores sentimientos de estas, con su sentimiento de justicia, y a veces incluso con sus tradiciones revolucionarias(…) el fascismo adapta su demagogia a las particularidades nacionales de cada país e incluso a las particularidades de las diferentes capas sociales dentro de un mismo país”[13] con el objetivo de arrastrarlos al sometimiento a los intereses de la burguesía monopolista y al mantenimiento de la base económica capitalista. “La economía corporativa respeta el principio de la propiedad privada. La propiedad privada completa la personalidad humana: es un derecho, y si es un derecho, es también un deber (…) la economía corporativa respeta la iniciativa privada. En la Carta del Trabajo está dicho claramente que el Estado interviene sólo cuando la economía individual es deficiente, inexistente o insuficiente (…) Los principios corporativos establecen el orden inclusive en la economía.” [14]
Tengamos en cuenta a Dimitrov y comprobaremos cuan fascistas, cuan antimarxistas, son los discípulos de Gustavo Bueno Martínez que pretenden pasar como marxistas y aleccionarnos en su supuesto marxismo para arrastrar a capas de la juventud obrera a las filas de la reacción, del nacionalismo y arrancarlos del camino de la revolución proletaria, del marxismo-leninismo, haciéndoles el trabajo sucio a la reacción, a la burguesía putrefacta.
Dime quién te llora y te diré quién eres. Y a Gustavo Bueno le lloraron el Estado, la extrema derecha, los oportunistas (PCE), y sus discípulos que enarbolan la bandera del revisionismo histórico, del nacionalismo y del anticomunismo.
Sevilla, 12 de octubre de 2020
Francisco J. Barjas.
Secretario General del Partido Comunista Obrero Español (PCOE)
Bibliografía:
[2]: VI. Lenin. El derecho de las naciones a la autodeterminación. Obras, Tomo V (1913-1916). Editorial Progreso, Moscú 1973, páginas 57-58.
[3]: Gustavo Bueno. La vuelta del revés de Marx. Consideraciones a propósito de la edición en pdf del Primer ensayo sobre las categorías de las ciencias políticas, Logroño 1991. El Catoblepas, número 76, junio de 2008.
[4]: Gustavo Bueno. Confrontación de doce tesis características del sistema del Idealismo trascendental con las correspondientes tesis del Materialismo filosófico. El Basilisco, 2ª época, número 35, año 2004, página 3.
[5]: Inmanuel Kant. Metafísica de las costumbres. Editorial Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1971, página 162.
[6]: Inmanuel Kant. Hacia la paz perpetua. Un esbozo filosófico. Editorial Biblioteca Nueva SL, Madrid 2005, página 25.
[7]: VI. Lenin. Carlos Marx. Obras Escogidas, Tomo I. Editorial Progreso, Moscú 1961, página 13.
[8]: Gustavo Bueno. La cuestión del aborto desde la perspectiva de la teleología orgánica. Un replanteamiento de la cuestión del aborto desde la perspectiva de la teleología orgánica del materialismo filosófico. El Catoblepas, número 98, abril de 2010.
[9]: VI. Lenin. La clase obrera y el neomalthusianismo. Pravda número 102, 5 de mayo de 1913. Obras Completas, tomo XIX. Editorial Akal, Madrid 1971, página 480.
[10]: Cintia Frencia y Daniel Gaido. Los orígenes del decreto soviético de legalización del aborto (1920). Anuario de la Escuela de Historia Virtual, páginas 38-39.
[11]: ¿Ha fracasado el socialismo? ¿Estamos ante el fin de la historia? Comisión Ideológica del Comité Central del Partido Comunista Obrero Español (PCOE). Madrid, 31 de octubre de 2019. http://analisis.pcoe.net/ha-fracasado-el-socialismo-estamos-ante-el-fin-de-la-historia/
[12]: Jorge Dimitrov. La ofensiva del fascismo y las tareas de la Internacional Comunista en la lucha por la unidad de la clase obrera contra el fascismo. Informe ante el VII Congreso de la Internacional Comunista. Págs. 9-10. Emiliano Escolar Editor, Madrid 1977.
[13]: Ibídem. Págs. 72-73.
[14]: Benito Mussolini. El Estado Corporativo. Ed. Vallechi, Florencia. Pág. 33