Los sindicatos verticales contaminan la lucha obrera sin descanso
A pesar de los múltiples intentos de la clase obrera por buscar una salida a sus problemas, no deja de encontrar barreras en defensores del capital que se hacen llamar “representantes de los trabajadores”. Podemos observarlo en las luchas de distintos sectores.
Ahora mismo lo vemos en dos ejemplos. El primero es la huelga de los trabajadores del tranvía de Tenerife en este mes de septiembre. Se persigue garantizar revisiones médicas a los trabajadores, debido a la exposición de éstos al polvo de sílice, el cual es tóxico, y según las fuentes han sido muchos años sin las medidas pertinentes. La sustancia cancerígena es el asunto central. El segundo ejemplo es la huelga en Murcia de los trabajadores de los Call Center de ISFG. En este caso se centran sobre todo en que no se les reconoce la antigüedad laboral ni la categoría profesional.
En ambos casos está la mano de CC.OO y UGT. Comenzaremos con Tenerife. A principios de este año se convocó una huelga que quedó parcialmente suspendida en marzo, ya que parecía llegarse a un acuerdo en el aspecto central, que afecta gravemente a la salud. La empresa pública (Metropolitano Tenerife) no cumplió y nuevamente los trabajadores se lanzaron a la calle. De hecho, la empresa había contratado a Servicios de Prevención Ajenos para hacer las mediciones del polvo de sílice, y esto carece de rigor, puesto que debía realizarse siguiendo el criterio del Instituto Canario de Seguridad Laboral (Icasel) y el Instituto Nacional de Silicosis (INS). Además, denuncian que la consejera de Movilidad llevase una previsión de gasto de 3.450.000 euros, para un concurso internacional de ideas para el tren insular y su viabilidad, cuando hay un conflicto laboral con los trabajadores por 1,5 millones, que se deben a irregularidades como tener a toda la plantilla por debajo de su categoría laboral. Entonces, en julio, se “celebraron” avances debido a que la empresa estaba realizando pruebas para la sustitución de los mecanismos que funcionan con polvo de sílice, ya que un estudio confirmó los riesgo para la salud, pero finalmente han reanudado los paros en septiembre por, entre otras cosas, seguir expuestos a dicha sustancia.
Es decir, no han cesado los intentos de desgastar a los trabajadores, y CC.OO., como es habitual, ha demostrado una vez más su inoperancia. Según indica un representante del sindicato, hay 7 trabajadores que “tienen afecciones pulmonares que podrían ser compatibles con un cuadro de neumoconiosis por silicosis” y asegura que la mayor parte de la plantilla lleva más de 15 años en su puesto en esas condiciones de riesgo. Sin embargo, ante este grave atentado contra la salud de los trabajadores, la queja de CC.OO. es la “falta de empatía” de la consejera de Movilidad al negarse a llevar a cabo las mediciones higiénicas. Declaran: “tras muchísimas jornadas de huelga, conseguimos que entrara en razón (…) Nos hizo hacer una huelga y que la mayoría de empleados perdieran mucho dinero por no pagar un contrato menor para velar por la salud”.
Llaman “falta de empatía” al hecho de rechazar un gasto destinado a algo tan básico como la salud de la plantilla. A acceder a ello después de varias huelgas, lo llaman “entrar en razón”. No solo eso, sino que señalan las pérdidas de los trabajadores que solo han servido para poner sobre la mesa un asunto que es menester y ni siquiera se ha solucionado. Es demasiado grave como para referirse a ello en estos términos, dando a entender que simplemente se trata de mala actitud y terquedad, y que con un poco de presión han conseguido un cambio positivo en los responsables. Nada de eso: se trata de violencia y deshumanización. El Cabildo, administración pública y único accionista de la empresa que gestiona el tranvía (Metropolitano de Tenerife) tras comprar las demás participaciones en 2017, ha explotado a los trabajadores, no ha cumplido ni siquiera su ley burguesa, está especulando y ha puesto en riesgo demasiado tiempo la salud de quienes hacen posible el servicio. ¿La lucha requiere solamente exigencias y peticiones a nivel legal, y una abogada mediadora? ¿dónde está el avance?
Por otro lado, tenemos a UGT y otros sindicatos que convocaron una huelga para el 13 de septiembre en los Call Center de ISFG. Reclaman “condiciones laborales justas” y se quejan de la falta de respuesta por parte de la empresa tras una huelga convocada en agosto. Veamos cuáles son sus reivindicaciones y cómo enfocan los problemas.
Refieren la necesidad de aumentar el poder adquisitivo, señalando la ausencia de un plus por antigüedad, y que esto refleja una “falta de reconocimiento a la experiencia y dedicación de los empleados”. ¿Es que el problema radica en la falta de consideración por parte del empresario? El sindicato denuncia presiones y coacciones, y “pide” eliminar la penalización por absentismo, declarando que “El modelo de incentivos, aplicado de manera unilateral por la empresa, castiga cualquier ausencia del trabajo; sea por motivos personales, de salud o por permisos laborales, lo que obliga al trabajador a recuperar esas ausencias si quiere acceder a los incentivos”. En este sentido, también dicen lo siguiente: “No toleraremos más presiones indebidas hacia la plantilla. Exigimos un entorno laboral libre de coacciones, donde los derechos de los trabajadores sean respetados en todo momento”.
Parece que el problema es que el modelo de incentivos se aplica de manera unilateral, es decir, que quizá debería ser “bilateral”, en cuyo caso se respeta el poder del empresario y volvemos a la famosa “negociación” entre oprimido y opresor como si se tratase de una relación igualitaria. Por otro lado, no toleran coacciones ni presiones “indebidas” y quieren que se respeten los derechos del trabajador. ¿Hay coacciones y presiones pertinentes por parte de quienes usan el trabajo ajeno para obtener ganancia? De sobra saben lo que sufre la clase obrera, que es consciente de que en cualquier momento puede quedarse sin su sustento porque todo se reduce al beneficio del burgués y a la comodidad de éste, pues no tolera desafíos. ¿No es suficiente presión y coacción? Además, los mal llamados “derechos” son papel mojado para la clase obrera, y aun cumpliéndose no son suficientes, ya que con la propiedad privada de los medios de producción la ley está al servicio de la clase dominante, dueña del trabajo y sus frutos, y así las leyes responden a los intereses y exigencias del mercado. Con ese enfoque conformista parecería que se trata de una ley natural y que no hay que ir más allá; ¿Qué hay de las luchas obreras para conquistar nuevos derechos?
Al parecer, se califica de “reivindicación histórica” lo siguiente: un tiempo “razonable” entre llamadas que “respete” el descanso mental, pues generaría menos bajas por depresión y ansiedad. ¿Se preocupa por los trabajadores o por la productividad que beneficia al empresario? Solo reclama que se reduzca aquello que exige el burgués para obtener la ganancia, pero hay que seguir generándola, y además no parece que la lucha a la que da forma el sindicato sea muy efectiva, puesto que es una “reivindicación histórica” de la plantilla.
Por su lado, CC.OO. dice sobre este asunto que nadie quiere ir a la huelga porque es una pérdida de salario, pero que la situación lo exige por salud y “humanidad”. Representantes del sindicato declaran también lo siguiente: “se trata de cuestiones muy básicas como es el reconocimiento de la antigüedad laboral o la categoría profesional por eso no comprendemos por qué los representantes de la empresa no se avienen a razones. La cerrazón llega hasta el punto de que nos hemos visto obligadas a pedir mediación en la OMAL hasta para la convocatoria de estas movilizaciones y el propio órgano de mediación señaló la falta de empatía de la empresa hacia su plantilla en el escrito de mediación”. Es la fórmula a la que nos tienen acostumbrados los sindicatos verticales: quejarse de falta de empatía, de intransigencia y defender que reclaman inocentes aspectos básicos, “viéndose obligados” a pedir mediación entre opresores y oprimidos.
Que finjan preocuparse por la salud de los trabajadores es una cosa, pero decir que no entienden por qué el empresario se niega a mejorar las condiciones es un insulto a la inteligencia del proletariado, ya que saben perfectamente que proletarios y burgueses son clases con intereses contrarios; son clases antagónicas, y de esta manera lo que beneficia al burgués, cuyo único rol es ser un parásito, perjudica a los trabajadores, y viceversa. Cuanto más reclame el obrero lo que le corresponde, que en realidad es todo porque genera toda la riqueza, menos tendrá el empresario para apropiarse indebidamente y “competir” con el resto de parásitos. De hecho, se demuestra que los trabajadores son el motor de todo una vez más, cuando han conseguido con la huelga de ISGF dejar sin atención telefónica a Orange, Iberdrola y Banco Santander, entre otros, y queda clara la gran importancia de los trabajadores del tranvía cuando, sobre todo a determinadas horas, son clave para que muchos lleguen a su centro de trabajo o de estudio.
Más allá de la empatía y la intransigencia, ¿no ven que se trata de auténticos criminales que incluso atentan contra la salud de los trabajadores para llenarse el bolsillo? Obviamente, lo saben. Pero con el presente documento no se pretende echar por tierra las luchas de los trabajadores, quitarles toda esperanza y decirles que están acorralados porque todo está contaminado y corrompido por traidores. Se trata de analizar la situación y poder ver dónde se encuentran aquellas barreras que impiden a la clase obrera luchar de verdad por sus intereses, sin ser engañados por discursos ambiguos y oportunistas. Es necesaria toda la lucha por las mejoras, pero la clave está en ampliar el alcance de dichas luchas y llevarlas al terreno político, buscando siempre una posición de auténtica fuerza para el proletariado, consciente de quién es el enemigo y qué armas usa.
Observamos que el papel de estos sindicatos es que los asalariados respeten la posición de los empresarios, y no hagan nada más allá de un tablero fijado con las trampas del burgués para que la lucha sea circular y siempre le acabe dando ventaja. En los hechos podemos ver el verdadero rostro de estos sindicatos y las intenciones de sus dirigentes. Por ejemplo, Vicente Sánchez, un importante líder de CC.OO., trabaja ahora sin careta para la CEOE, siendo recompensado por sus servicios. José María Fidalgo, que fue secretario general del mismo sindicato, también se dedica a asesorar a futuros parásitos. Pepe Álvarez, líder de UGT, recientemente ha defendido que los políticos, esos administradores del capital que representan a la burguesía, y que ganan sueldos desorbitados por engañar constantemente a la clase obrera, deberían estar mejor pagados. También ha vendido como un triunfo la demora de la jubilación, en la cual se incentiva de manera insignificante para alargar el tiempo que se genera ganancia al burgués, alargando la vida laboral sin importar, esta vez, la salud del trabajador y conociendo las carencias que van en aumento para los asalariados. Seguir enriqueciendo al empresario para que luego el Estado se encargue de pagar una cantidad que está demasiado lejos de lo producido durante la vida laboral. De hecho, ambos sindicatos de la patronal gestionan planes privados de pensiones, aumentando el dominio del capital financiero y fomentando un futuro incierto para la clase obrera, pues la quiebra del sistema capitalista es inevitable, y dichos planes son venta de humo: ganancia del parásito para hoy, pérdida para el trabajador hoy, con la plusvalía, y mañana cuando, además, probablemente no pueda cobrar ni una pensión porque los fondos privados ya no darán de sí.
También vemos las puñaladas de estos sindicatos – autodenominados como agentes sociales – cuando incluso participan en la propaganda del “emprendimiento” (es decir, ser aspirante a apropiarse del trabajo ajeno) en la educación. Forman parte de las armas de la burguesía y además reproducen continuamente la ideología de dicha clase social. No podemos seguir permitiendo que nos guíen hacia las migajas y nos digan que se trata de negociar con el opresor, para así conseguir, quizá, que aflojen nuestras cadenas. Se trata de romper las cadenas; de comprender que la lucha por la emancipación obrera comienza rechazando a aquellos falsos líderes que nos conducen hacia el mismo punto una y otra vez, al punto de la derrota. Los verdaderos avances solo pueden tener lugar si luchamos por nuestros intereses como clase y comprendemos que el poder está y debe estar en nuestras manos, y no en la del burgués.
Las eternas luchas sin frutos no tienen como causa la imposibilidad del cambio o que la clase obrera no quiera combatir, o se haya “acomodado”. La razón es que engañan al proletariado desviando el camino y mostrándose como un salvavidas para asalariados, grabando a fuego en la cabeza de éstos que no hay ni puede haber unión, que una vida digna es una utopía y que hay que adaptarse a lo que se nos impone. Nos dicen que solo podemos y debemos arañar migajas y pedir al opresor.
No hay nada que no sepa hacer la clase obrera, y todo lo que se realiza en las empresas es el fruto de su trabajo. El burgués no extrae materia prima, ni la trabaja, ni la transporta, ni construye, ni lleva a cabo los servicios. Solo se apropia de la plusvalía generada en el proceso productivo, y otorga a quienes son robados – clase obrera – una pequeña cantidad para que repongan fuerzas y sigan produciendo, pero no para ellos, sino para un empresario que roba legalmente siendo el capitalismo la auténtica raíz de los problemas.
Nuevamente, desde el PCOE, hacemos un llamamiento para unir todas las luchas de los trabajadores contra un sistema criminal que es enemigo del humanismo. Dividirnos y hacernos creer que se trata de los caminos que elegimos, del esfuerzo individual para “alcanzar metas”, es su estrategia. No somos individuos en diferentes centros de trabajo que deben pelear por unas insignificantes migajas que nos condenan a la miseria, mientras el burgués, que va tres pasos por delante, vuelve a pisotearnos en poco tiempo. Somos la clase social creadora, todo nuestro trabajo está interrelacionado y nuestro potencial no tiene límites. Solo uniendo todas las luchas conformando un Frente Único del Pueblo podremos hacer morder el polvo a los capitalistas abatiendo su criminal régimen de explotación. Debemos fusionar la lucha de barrios, centros de trabajo, universidades e institutos, de defensa de los servicios públicos en una única lucha contra el capitalismo y su Estado al objeto de que la clase obrera conquiste todo el poder político imponiendo el socialismo.
Barcelona, 19 de septiembre de 2024
SECRETARÍA DE MOVIMIENTO OBRERO Y DE MASAS DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)