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Amargas experiencias

 Un partido comunista no es una organización mágica, pero sí debe adelantarse al conjunto de la sociedad y, para ello, ha de llevar a cabo sus análisis con el método dialéctico, de lo contrario, jamás se convertirá en la vanguardia que necesita la clase obrera y el conjunto del pueblo trabajador.

Al PCOE se nos puede decir muchas cosas, pero nunca podremos admitir que nuestra mente no esté ebullición constante, tratando de actualizarnos en todos los terrenos de la lucha de clases.

Antes del reconocimiento oficial de la crisis, advertimos que la unidad de los trabajadores era necesaria, obligada y vital para que adquiriesen, o mejor dicho, para reafirmarse en su calidad consustancial, ser el sujeto revolucionario. No habrá cambios verdaderamente revolucionarios si la clase obrera no toma las riendas de las luchas, siempre orientada por su partido comunista.

Y eso es lo que ha sucedido durante todo el período de la crisis. Las luchas se han desarrollado descompasadas, fraccionadas y sin objetivos, porque se le ha negado a la clase obrera el papel que debe desempeñar. No debemos echar todas las culpas de la situación del movimiento obrero a las políticas reaccionarias de los PSOE y PP, el motivo supremo lo encontraremos dentro del mismo movimiento. Los dirigentes fabriles imbuidos en el reformismo imperante han caído en la trampa que el oportunismo le tendió y hoy pagan gravísimas consecuencias.

El Partido Comunista Obrero Español advirtió de lo que iba a suceder, las traiciones sucesivas de CC.OO y UGT, por un lado, la de IU en el ámbito de la política y la división en diez mil sindicatitos pequeños que se auto titulaban “revolucionarios”, constituía la negación a la lucha de clases a combatir por sí y para sí misma; era la entrega total y absoluta de los trabajadores a las maquiavélicas intenciones de la burguesía.

Hablábamos, entonces, que sólo los comités de empresa y delegados de personal estaban capacitados para alcanzar la unidad de la clase obrera, pero decíamos también que tendría que ser una unidad política. Para lograr un objetivo aparentemente sencillo, era preciso que los comités y delegados tuviesen en cuenta las necesidades y las aspiraciones de los trabajadores y, en esa dirección, deberían pasar por encima de las siglas sindicales, de lo contrario la debacle se daría en cualquier momento. Los comités tenían a su favor ser los órganos más democráticos que existen en esta decrépita democracia burguesa. Sólo los comités de empresas y los delegados eran elegidos directamente por los trabajadores, lo que no pueden decir ni los sindicatos, como tampoco sus secciones sindicales.

El PCOE acostumbra siempre llevar a la práctica sus teorías. De este modo, nuestros camaradas miembros de comités de empresas, y delegados de trabajadores, comenzaron a hablar con otros comités. En Sevilla, por ejemplo, se llegaron a realizar más 300 reuniones. Las experiencias fueron muy ricas, pero muy amargas también. Mientras los trabajadores de base veían con buenos ojos que sus representantes se adhirieran a la Asamblea de Comités, sectores politizados de los propios comités, ponían reparos.

Nuestros camaradas les hablaban de la unidad para luchar contra las leyes reaccionarias y contra el sistema, así como de la necesidad de atraer a estudiantes y vecinos con la meta de elevar la lucha al grado de popular. Y lamentablemente, en tanto los compañeros que no militaban en ningún partido, aquellos que sus propios compañeros tenían por más atrasados, asentían con la cabeza y afirmaban con la palabra que era muy buena idea, que había que unirse, los militantes políticos adoptaron una conducta reprobable.

El problema radicaba en los que militaban en algún partido: Corriente Roja, IU, etc. y lógicamente las direcciones de los sindicatos, en donde también los miembros de Partidos Políticos, aparatos sindicales y liberados se opusieron con todas sus fuerzas, llegando a expulsar a compañeros de sus propias filas por pertenecer a la ACDT.

Se habló con Puleva, Flex, OPT, Siderúrgica Sevillana, Mac Puarsa, ROCA, Panrico, Coca Cola, Pepsi, TUSSAM, Unipost, etc. Se dieron reuniones, algunas en grupos, pero al final, los comités tiraron falsamente a favor de las siglas y en contra del interés de clase. Ningún trabajador de base desea la desunión.

¿Qué hubiese pasado si siguiendo las directrices de la ACDT, los comités de empresas hubiesen adoptado la posición de clase? La lucha contra la crisis se habría dado bravamente contra sus cimientos, pero los sindicatos no habrían ganado tanto dinero a costa de los EREs y eso es un obstáculo demasiado grueso. Se tenía la posibilidad tanto de ganar como de perder, pero el camino que tomaron los oportunistas era la senda de los derrotados y así condujeron a las clases trabajadoras a la impotencia, luego a la desesperación y quién sabe si a algo más.

Hoy basta dar un paso por los polígonos de todo el estado, para ver la desolación, basta ver por las calles a trabajadores asfixiados por el desasosiego, sus luchas en solitario contra una patronal unida, contra el gobierno y sus leyes, solo había servido para elegir lo de siempre, lo menos malo, o lo que es lo mismo, lo que quería la empresa: paro a cambio de firmas de ERE que suponía el enriquecimiento de las arcas sindicales.

Paradójicamente, muchos de estos reformistas que optaron por la desunión para no perder sus pequeñas parcelas de poder, ya avientan nuestras orejas con nuevos aires oportunistas, queriéndonos engañar una vez más al pedirnos el voto para sus siglas. Ahora, después de haber asesinado a la clase obrera, dicen que les votemos porque ellos son los únicos que nos pueden salvar.

Pero la historia no se detiene y la verdad se abrirá camino entre traidores y corruptos, solo hace falta tiempo para que la crisis aminore ostensiblemente. Ayer saltó la noticia en los medios de difusión: “Los trabajadores de empresas en crisis crean un frente de resistencia en Asturias.El delegado sindical de CC.OO. en Tenneco, Cesar González ha asegurado que la iniciativa de crear un “frente común” es una “necesidad” de los trabajadores que se concreta fuera de las siglas de sindicatos y de partidos políticos.”

Y es que no existe otro camino. Los militantes del PCOE saludamos la iniciativa y nos solidarizamos con élla, pero dadas las experiencias, avisamos a nuestros compañeros asturianos que la burguesía, y sus representantes en el movimiento obrero, opondrán muchos obstáculos, ante lo cual deben mantenerse unidos y firmes frente a los traidores.

Y también les hacemos llegar que tienen que elevar la lucha al nivel político, hay que romper las leyes que les da facilidades a los patronos y eso se consigue ampliando el ejército de los obreros. No basta con los trabajadores afectados por la crisis, sería una lucha in extremis y desgraciadamente hasta podía ser suicida. Los sindicatos, la patronal y el gobierno son fuertes. Será necesario unir a todos los trabajadores de Asturias y del estado, y para ello contarán con la solidaridad y aporte incondicional del PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL.

SECRETARIA DE PROPAGANDA DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)

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A la clase obrera, al pueblo trabajador

 Según el último Boletín Oficial del Estado – burgués español, los sindicatos del régimen capitalista adscritos a la CSI imperialista , recibirán vía PGE, un monto cercano a los 9 millones de euros durante este año de 2013 (entre UGT y CCOO). A tal inyección de capital suministrada de forma tan “altruista” por la burguesía monopolista –cargada sobre las espaldas del pueblo trabajador, hay que añadir decenas de millones más provenientes de subvenciones menos directas como las derivadas de la participación de éstos sindicatos en los órganos consultivos del Estado, así como múltiples partidas financieras procedentes de otros tantos órganos estatales – Entes Públicos, CCAA, INSS, INEM , e incluso supraestatales –CES, CSI, Tripartita.

En apenas un ejercicio contable, los aparatos sindicales del régimen – cínicamente autodenominados como “representantes mayoritarios” de no se sabe qué , son capaces de amasar ingentes cantidades de capital cuyo origen no es otro que la tesorería general del Estado. Una extraordinaria mordida que los convierte, en su repugnante accionar diario, en meras correas de trasmisión de la clase dominante. Un verdadero maná de euros destinados a regar de infamia a unos “sindicatos” convertidos en meras empresas capitalistas nacionales que, según sus propias fuentes, a duras penas pueden arrogarse hoy día la “representación” de poco más de 1 millón de asalariados a lo largo y ancho del Estado español (en un país que ha llegado en su punta a más de 17 millones asalariados).

Más de 30 años colaborando en la explotación y depauperación constante del proletariado, bien valen unas decenas de millones de euros anuales. Con crisis o sin ella, la clase dominante sabe valorar el buen trabajo de sus más fieles aliados en todos los frentes –económico, político e ideológico por más que estos se esmeren por sobrevivir al descrédito, la corrupción y el parasitarismo más lacerante, mientras chapotean en la putrefacta superestructura burguesa del régimen capitalista.

Decía Marx que “el ser social determina la conciencia social” y que en el modo de producción capitalista, base y superestructura se interrelacionan, siendo la primera –la base económica, las relaciones de producción dominantes, la que acaba moldeando la segunda. Así pues, resulta del todo natural que las jerarquías de los sindicatos antiobreros, no sólo defiendan a ultranza este régimen criminal adorando en los altares del santo capital a sus patrones y mecenas de la “marca España”, sino que también hagan lo propio respecto a las superestructuras imperialistas europeas a las que tan a gusto sirven y de las que a fin de cuentas depende su supervivencia. Al fin y al cabo, es la UE-CES-CSI el verdadero motor de la guerra de clases desatada contra el conjunto de la clase obrera continental así como la perfecta máquina militar para subyugar pueblos enteros, y el carrusel de organizaciones sindicales a élla adscritas, no representan más que la “cara B” de la dictadura capitalista que padecemos. Cabe no olvidar que el cofre del tesoro que mantiene vivos a estos parásitos al servicio de la burguesía, tiene sede en Bruselas.

Tal panorama sindical similar en buena parte de todos los Estados miembro la UE, pone de manifiesto que en este corroído Estado burgués español, instrumento de guerra constante contra el proletariado y clases populares, la reconstrucción del sindicalismo de clase y antiimperialista sigue siendo una urgencia perentoria. Cuando más falta hace, cuando más necesario es, cuando más vital es la unidad de acción y la elevación de la lucha económica hacia la política de millones de trabajadores, cuando más urgente es arrinconar y liquidar de raíz al oportunismo en el movimiento obrero, debilitado en todos los frentes y en todas sus manifestaciones. Hoy más que nunca es imprescindible la conformación de un sólido sindicato obrero y unitario que entronque con el movimiento popular y la vanguardia política del proletariado, a fin de crear las estructuras de poder obrero que hagan posible la destrucción de la explotación asalariada y de las relaciones de producción capitalistas. Un sindicato que persiga la supresión de la explotación del hombre y que sea internacionalista y se funda a las estructuras antiimperialistas de la FSM, asumiendo con firmeza y determinación la principal contradicción del momento actual que vivimos entre imperialismo y socialismo (capital/trabajo).

Actualmente, el capitalismo monopolista de Estado en España –tal y como sucede en buena parte de Europa, ha desarrollado las fuerzas productivas en grado máximo, situación que nos señala como las condiciones objetivas para llegar al socialismo, sin etapas intermedias, ya están dadas. Nunca antes hubo tantos trabajadores asalariados ni estos tuvieron mayor capacitación en este país, nunca antes el núcleo productivo del Estado estuvo concentrado en tan pocas manos en todos los sectores de la economía española, nunca antes el capital arrancó mayores porcentajes del PIB, ni el IBEX-35 y sus satélites acapararon mayores beneficios privados a costa del trabajo social ajeno, extrayendo monstruosas plusvalías en base a la propiedad privada sobre los medios de producción. La explotación capitalista ha alcanzado cotas desconocidas, mostrando innumerables síntomas de descomposición que señalan los límites históricos de este modo de producción agotado y corroído por sus propias leyes y contradicciones universales, por su indisimulable carácter reaccionario.

Hoy constatamos como el capitalismo, en su etapa superior, queda desnudo ante la realidad material que vivimos, exhibiendo su incapacidad manifiesta para satisfacer las necesidades sociales más básicas de millones de trabajadores.

Tras un largo desarrollo, con sus inevitables procesos de expansión y retroceso, bien entrado el siglo XXI, el imperialismo sólo puede ofrecer, a millones de trabajadores, mayores índices de sobreexplotación y desempleo, mayores dosis de miseria y degradación al conjunto del pueblo trabajador. A cada crisis capitalista sobreviene una mayor y más brutal escasez para las masas laboriosas, mientras la abundancia más aberrante inunda las arcas de la oligarquía financiera y la de sus servidores políticos, mediáticos, judiciales y sindicales. Estando las condiciones objetivas maduras para el socialismo, son las subjetivas las que no caminan acordes al momento histórico que vivimos. La clase trabajadora se encuentra huérfana de los instrumentos más esenciales para parar el golpe y pasar de inmediato a la ofensiva, pagando un precio altísimo en forma de sufrimiento y degradación sistemáticos. Huérfana de las herramientas históricas indispensables para su emancipación social definitiva; no sólo se hace imprescindible la reconstrucción del sindicato de clase del proletariado en una Central Sindical Única que contribuya a romper en mil pedazos el oportunismo en el movimiento obrero, sino el fortalecimiento del Frente de Masas en nuestros centros de trabajo y barrios, así como la consolidación del arma más efectiva de los explotados y oprimidos para destruir de raíz la maquinaria estatal burguesa; el Partido Leninista.

El proletariado no es ni puede ser una “idea” ni una foto fija ni una caricatura estandarizada. Es un sujeto histórico revolucionario moldeado tras largas décadas de explotación, un cuerpo social real y vivo del que forman parte millones de individuos. Una formación social que ostenta una posición común en el proceso productivo capitalista, desprovisto de medios de producción y por tanto obligado a vender su fuerza de trabajo a la burguesía propietaria para poder sobrevivir y seguir alimentando el ciclo original de acumulación del capital (D-P-M-D´). Desde las grandes migraciones del campo a la ciudad y el colapso de la manufactura artesanal en las grandes ciudades feudales y hasta hoy, la clase obrera ha sufrido modificaciones sustanciales, transitando desde el naciente capitalismo (revolucionario) hasta llegar a sus formas monopolistas actuales (reaccionario), manteniéndose la lucha de clases como motor de la historia y acrecentándose la irrefutable contradicción entre explotadores y explotados.

Vivimos inmersos en la época de la crisis general del capitalismo como modo de producción agotado, la clase obrera no puede permanecer ni un minuto más como clase pasiva y desorganizada, y no lo estará en tanto recobre sus instrumentos imprescindibles que han escrito las páginas más gloriosas e indelebles en la historia del movimiento obrero y comunista internacional. En tanto recobre su papel como sujeto que se prolonga a lo largo de la historia, que se resiste a la atomización social, redescubriendo su papel como protagonista social, consciente del valor de su trabajo. En tanto sepa analizar y valorar las ricas experiencias del pasado, desde las nacientes insurrecciones en el capitalismo naciente, pasando por la Comuna de París de 1871 y hasta llegar a la Gran Revolución de Octubre de 1917. He ahí las tareas inmediatas del Partido como vanguardia política proletaria.

El proletariado, como sujeto revolucionario, debe estar en movimiento, organizado y plenamente consciente de su fuerza como clase explotada, siendo plenamente consciente de su papel central como único creador de riqueza. Sabedor de que esa misma riqueza generada le es enajenada por una minoría de oligarcas monopolistas que no pueden evadirse en su carrera hacia la maximización de beneficios, hacia la formación e incremento constantes de capital. Sabedor que ese capital y esa burguesía no puede obtener ganancias de otra forma que no sea extrayendo plusvalía a través, precisamente, del trabajo asalariado, de la explotación proletaria. ¡Esta es nuestra fuerza indestructible que tan denodadamente trata de ocultar la ideología dominante! La capacidad económica para frenar en seco los engranajes capitalistas, la capacidad política para tomar el poder en nuestras manos, la capacidad ideológica para dar la puntilla a un régimen caduco basado en la explotación y la opresión del ser humano y construir el socialismo.

El Partido Comunista Obrero Español tiene la firme convicción de aspirar a convertirse en el Estado Mayor del proletariado, en su más eficaz, firme, disciplinada y abnegada vanguardia política. En el más sólido pilar proletario que base su accionar mediante la aplicación teórico-práctica del socialismo científico, a través de la concepción materialista del mundo y el desarrollo integral del método dialéctico. En la más férrea organización leninista, orgullosa heredera de aquellos bolcheviques que tomaron el cielo por asalto en nombre del proletariado y los desheredados del mundo. El PCOE, a través de su práctica diaria y del socialismo científico, asume con firmeza su política de masas y llama a la clase obrera a poner fin a esta situación insostenible, a organizar el poder popular en nuestros centros de trabajo a través de la Asamblea de Comités, Delegados y Trabajadores, a levantar las estructuras en nuestros barrios y centros estudiantiles consolidando el Frente Único del Pueblo. Hace un llamamiento a reconstruir con urgencia una Central Sindical Única que luche sin descanso por transformar de raíz la cruda realidad antiobrera que vivimos.

Un proletariado fundido a su Partido Leninista, organizado en torno a una Central Sindical Única obrera y antiimperialista y sólidamente engarzado a las clases populares en base a las estructuras de un poderoso Frente Único del Pueblo, no puede más que garantizar la destrucción total y absoluta de la barbarie capitalista, garantizando el triunfo histórico de la revolución socialista. No hay otro camino. No hay otra salida. La historia es clara al respecto. Conciencia política como clase en sí y para sí y organización popular, o esclavitud asalariada y miseria para nuestros hijos. Socialismo o barbarie capitalista.

La tarea irrenunciable de los comunistas en el momento actual que vivimos, no puede ser otra que organizar la revolución socialista.

¡Por las Asambleas de Comités, Delegados y Trabajadores y el Frente Único del Pueblo, construyamos poder popular!

¡Construyamos socialismo!

¡Viva la lucha de la clase obrera!

 

Comisión de Movimiento obrero y de masas del Comité Central del Partido Comunista Obrero Español (PCOE)

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Hoy más que nunca, Frente Único del Pueblo

El paso de la crisis nos lleva a un lugar incierto si tenemos en consideración los sucesivos movimientos que surgen y las posiciones que adoptan “acreditados” expertos en política opositora al gobierno neofascista. IU, Julio Anguita, y partidos que se suponen de la izquierda revolucionaria, consumen todo su tiempo en inventar un día si y el otro también, asociaciones, formas de “luchas”, objetivos a alcanzar. Así, pues, tenemos donde elegir: “Republica”, “Retirada del Euro”, “Bloque crítico”, “Democracia ya”, “Constituyente”, etc. etc. Pero no se consigue dar un solo paso hacia adelante ¿Por qué? Indudablemente, porque no entienden que la política es un arte y una ciencia, que la lucha ha de ser científica o no es nada, y por eso todas las tentativas que son claramente pseudorrevolucionarias son tragadas por las fuerzas absorventes del sistema. 

 

Para centrarnos, comenzaremos por decir que todos tienen en común el ser antimarxistas; bien en la teoría, bien en la práctica, llegando a la conclusión que para ellos las clases sociales o no existen o desempeñan un papel secundario en este episodio histórico. La consecuencia subsiguiente no puede ser otra que la de negar a la clase obrera su papel de sujeto revolucionario. 

Despreciar a la clase obrera y negarle su papel en la historia no es ninguna tontería, supone abandonar al pueblo a la deriva, llevarle a un callejón sin salida, malgastar sus fuerzas, arruinar sus inquietudes y su indignación, hasta convertirle en un objeto maleable en manos del Estado capitalista. 

El capitalismo es un sistema de explotación en el que el patrón se enriquece como consecuencia de robarle al trabajador el producto de su trabajo. Lo que afecta al capitalista y a su Estado servidor, es que el trabajador no produzca, porque el sistema se vendría abajo inexorablemente. Por esta ley irrefutable, todo cuanto se haga a espaldas de los trabajadores no puede surtir un efecto transformador. Las manifestaciones interclasistas, es decir, de la ciudadanía, tienen la virtud de demostrar el estado de ánimo en general, pero no atizan ni pueden atizar al corazón del régimen. El gran capital continúa enriqueciéndose, porque su fuente de riqueza sigue manando euros. La clase obrera, las clases trabajadoras en su centro de trabajo, constituyen la fuerza vital e insustituible con la que el pueblo ha de contar obligatoriamente, o mejor dicho, a la que el pueblo ha de seguir, si quiere que sus protestas resulten exitosas. 

Pero la clase obrera se halla recluida tras las cuatro paredes de su centro de trabajo, donde la han llevado la traición de los grandes sindicatos y la de los partidos parlamentarios. Se encuentra pues, desamparada, a la vez que presa de unas leyes que práticamente la ha colocado en situación de ilegalidad. Toda acción que quiera llevar a cabo la clase obrera se encuentra con un obstáculo “insalvable”: la ley. La reforma laboral es ley; las huelgas de solidaridad por compañeros despedidos están prohibidas por ley; el despido es libre por ley; los convenios son anulados por el patrón al amparo de la ley. Las huelgas están anuladas indirectamente, no hace falta que la ilegalicen con una ley directa, la clave se halla en que poco a poco, por nada se podrá hacer huelga porque la ley protege las causas del descontento. 

La Ley, es decir, la política, impide al trabajador moverse. La política cercena todas las posibilidades de frenar el avance impetuoso del capitalismo. Ante esta situación los trabajadores y las capas populares no pueden salir a la desesperada, sin orientación clara, y sobre todo utilizando por arma la lucha económica, que antes de empezar ha sido tumbada por los golpes que ha recibido de la política, por las leyes. La lucha tiene que ser política desde los centros de trabajo, será entonces, cuando en la calle tome cuerpo un programa revolucionario con fuerza, con metas definidas, será entonces cuando el capital se resienta, pues se rebela la fuente de su riqueza. Ya no es posible pensar en pasitos, en reformas etc, que son tan ilegales como la lucha por el socialismo. Para conseguir que la reforma laboral, que los recortes, que la ley de educacion y todo cuanto ha impuesto el gobierno capitalista retroceda, es necesario ir a la huelga general política. Así ha planteado la situación el capitalismo. Para romper las leyes hay que saltárselas. Y nosotros decimos: ¿vamos a exponer al pueblo, vamos a ilegalizarnos para volver al punto de partida? NO, IREMOS A LA HUELGA GENERAL POLITICA, no como un fin, sino como el comienzo de un proceso de cambios profundos de la sociedad hasta lograr el ideal sublime que entraña los trabajadores, ser dueños de su destino. Que no quepa duda, lucharemos para lograr el socialismo. 

Pero la huelga política no será jamás el producto del estado de ánimo del pueblo, la huelga general política tiene que ser construida golpe a golpe, tramo a tramo, arrollando a cada paso la legalidad que nos impide al obrero, al trabajador, al estudiante y al vecino, ser libres. Hay que unir todas las fuerzas bajo un programa común de transformaciones, a través de una organización disciplinada, y eso, por más vuelta que se le quiera dar, se llama FRENTE UNICO DEL PUEBLO, que tendrá que ser orientada por la vanguardia ideológica cuyo nombre es PARTIDO COMUNISTA. 

HOY MAS QUE NUNCA,

FRENTE UNICO DEL PUEBLO

 PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPÀÑOL (PCOE)

 

FEDERACIONES DE JOVENES COMUNISTAS(FJCE)

 




¡Proletarios de todos los países, uníos!

Un Primero de Mayo de 1886, se encendió la llama proletaria en la ciudad de Chicago, donde el movimiento obrero lideró una contundente huelga general a lo largo de EEUU. Los reclamos del proletariado estadounidense en torno a la reducción de la jornada de 16 a 12 horas, los aumentos salariales y la mejora de las condiciones laborales, fueron calando entre el pueblo trabajador. La rápida extensión de la huelga hizo temblar los cimientos del gobierno de la patronal yanqui. El éxito arrollador de la huelga proletaria en aquel Primero de Mayo desencadenó la furia represiva de la burguesía yanqui, que aplastó con brutalidad ilimitada a la poderosa movilización obrera. Sicarios patronales, a sueldo del estado norteamericano, irrumpieron como hampones, asesinando a decenas de trabajadores. Las fuerzas represivas del régimen masacraron y detuvieron a miles de huelguistas, sometidos a los montajes judiciales del aparato estatal burgués. Decenas de dirigentes obreros fueron ejecutados en la horca, otros tantos condenados a cadena perpetua, mientras miles más fueron desterrados.

 

He ahí la respuesta criminal con la que la parasitaria clase dominante obsequió, obsequia y obsequiará a todos aquellos trabajadores que, conscientes de que juntos producen la totalidad de la riqueza y se agigantan, deciden decir basta, ante tanta explotación, miseria y degradación. Por ello, es imprescindible reconstruir un movimiento obrero sólidamente organizado en torno a una dirección revolucionaria y audaz, capaz de repeler los ataques y pasar a la ofensiva.

Semejantes dosis de terror capitalista en Chicago – que tanto recordaron la orgía sanguinaria desatada por la burguesía francesa contra los heroicos communards de la París insurrecta, apenas 15 años antes (1871)-, desataron una poderosa ola de solidaridad internacional con los dignos obreros asesinados y represaliados, denunciando sin contemplaciones el salvajismo represor de la burguesía, mostrando a millones de trabajadores la fortaleza inexpugnable del proletariado cuando éste piensa y actúa como un solo puño. En memoria de aquella gesta proletaria de Chicago, ahogada en sangre por los capitalistas, el Congreso Internacional Obrero -reunido precisamente en París (1889)-, declaraba el Primero de Mayo como Día de la Solidaridad Proletaria. Nacía “el día del trabajador”.

Poco después, el primer Estado Obrero y Campesino surgido del triunfo histórico de la primera Revolución Socialista de Octubre en 1917, no tardó ni un segundo en declarar como festividad nacional todos los Primero de Mayo, en recuerdo y honor de los obreros de Chicago masacrados por el capitalismo. Se internacionalizaba definitivamente el Día de la Solidaridad Proletaria, fecha combativa que exhortaba a la clase trabajadora de todos los países a unirse y organizarse, a destruir de raíz la maquinaria represora del Estado burgués, a emanciparse del yugo de la explotación y la opresión capitalistas.

El PCOE, hoy como ayer, hace un llamamiento a obreros y empleados, a la juventud, desempleados y jubilados, a campesinos y autónomos, al conjunto del pueblo trabajador apaleado por el capitalismo monopolista de Estado, a recuperar las esencias de una celebración histórica que nace y sólo cobra sentido desde las entrañas mismas del proletariado revolucionario y socialista.

Millones de trabajadores sufren en sus carnes la barbarie capitalista, que esclaviza a unos mientras manda al pozo del desempleo a otros tantos. La misma furia criminal con la que los capitalistas explotaron y masacraron al proletariado de Chicago, es aplicada hoy por la oligarquía financiera, que intensifica la explotación asalariada consciente de las contradicciones irresolubles por las que discurre y las limitaciones históricas de su reaccionario modo de producción y régimen político. La conformación de bloques imperialistas pone de manifiesto que la lucha de clases se extiende desde Madrid a Pekín, pasando por Moscú o Chicago.

El PCOE, armado con la solidez teórico-práctica del socialismo científico y como parte integrante y avanzada del proletariado, reconoce a la clase obrera como único sujeto histórico revolucionario capaz de revertir la insostenible situación actual, capaz de conducir a las masas laboriosas hacia el socialismo. El proletariado debe convertir este día en una jornada de lucha, de toma de conciencia, de unidad y de organización de clase. A pesar de los cambios operados en el capitalismo en su etapa imperialista, de las modificaciones sustanciales en la estructura productiva al calor de la división internacional del trabajo impuesta por la burguesía, hoy más que nunca, la clase obrera sigue siendo la fuerza motriz del desarrollo social. Hoy más que nunca, por su cantidad y calidad, el proletariado cuenta con las condiciones objetivas propicias para caminar hacia la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción y la explotación del trabajo ajeno, bases de la acumulación de capital y origen de la degradación y miseria de las masas laboriosas.

La esencia de las leyes universales que rigen el sistema capitalista se manifiesta en forma de crisis devastadoras y guerras de rapiña por la conquista de nuevos mercados, por el control de fuentes de materias primas por parte de los monopolios, que ponen a su servicio estructuras estatales y supraestatales. Si las repetidas crisis no hacen más que retorcer los grilletes del proletariado, las invasiones imperialistas (hoy emboscadas bajo el epígrafe de “guerras humanitarias”) se centran en masacrar a los pueblos en vías de desarrollo para expoliar sus recursos. El imperialismo es una máquina generadora de explotación y miseria para unos, y de esclavización y muerte para otros.

Este Primero de Mayo, como todos los días del año, el PCOE volverá a salir a la calle a fundirse con el proletariado, a contribuir en su elevación política e ideológica. Saldrá a la calle con la firme voluntad comunista de transformar a un proletariado manso, desorganizado y sometido en una clase en sí y para sí, en un movimiento obrero combativo, organizado y consciente de su poder revolucionario. Saldrá a la calle a denunciar el reaccionario “consenso social” y las falsas salidas capitalistas, que nos han llevado al actual momento que vivimos; a denunciar, en definitiva, al decadente oportunismo, venga este de la socialdemocracia, del sindicalismo reformista o de las diferentes sectas izquierdistas. Ellos son también responsables directos de la voladura de las conquistas obreras más básicas, logradas tras largas décadas de infatigable lucha proletaria. Responsables de la depauperación, desmovilización y enajenación de los trabajadores, mil veces traicionados por estos servidores de la burguesía.

Las ricas experiencias históricas del proletariado, en sus constantes avances y retrocesos, no sólo nos muestran cuan negativo y nefasto puede ser el trabajo de zapa del oportunismo en el movimiento obrero, sino que también pone de manifiesto la inoperancia de la mera lucha sindical y economicista. El triunfo de la revolución socialista y de las fuerzas proletarias es inconcebible si la lucha contra la burguesía no abarca, de forma dialéctica, los frentes económico, político e ideológico. La realidad material que vivimos, confirma lo estéril de la lucha economicista, así como la putrefacción del oportunismo.

Ya no hay tiempo ni espacio para reivindicar mejoras de unos convenios que han quedado reducidos a papel mojado, para plantear conflictos aislados abocados al fracaso, para mendigar pactos infames ni seguir creyendo en fraudulentos capitalismos “con rostro humano”. Cuando la contradicción nuclear del momento gira en torno a imperialismo / socialismo (capital/trabajo), ya sólo una vía táctica puede insuflar la fuerza necesaria a millones de trabajadores vapuleados; recuperar las esencias de 1886, hacer de la unidad y la solidaridad de clase, pilares maestros del renacer proletario.

Y eso pasa indefectiblemente, por organizar el poder popular desde los mismos centros de trabajo, a través de los órganos democráticos proletarios, a través de la Asamblea de Comités, Delegados y Trabajadores (ACDT), así como la paralela consolidación de la Central Única de Trabajadores, catalizadora de la reconstrucción del sindicalismo de clase en el conjunto del Estado español, una Central Obrera y Socialista. Organizar la resistencia popular en los barrios y centros de estudio, en el campo y la ciudad, y que, bajo el liderazgo del proletariado, consolide la columna vertebral del socialismo: el Frente Único del Pueblo (FUP). Construir el Ejército Proletario capaz de enfrentar a la reacción y liquidar al Estado de los monopolios, capaz de tomar el poder e instaurar la dictadura revolucionaria del proletariado.

Decía el gran líder del proletariado mundial -Lenin-, un Primero de Mayo de 1904:

“Dos mundos se alzan frente a frente en esta grandiosa lucha; el mundo del capital y el mundo del trabajo, el mundo de la explotación y la esclavitud, y el de la fraternidad y la libertad. Por una parte, hay un puñado de ricos parásitos. En sus manos se concentran los talleres y las fábricas, las herramientas y las máquinas. Han convertido millones de hectáreas de tierra y montañas de dinero en su propiedad privada. Han hecho del gobierno y el ejército sus criados, fieles guardianes de la riqueza que han acumulado.

Por otra parte, hay millones de desheredados, obligados a suplicar a los ricos permiso de trabajo para ellos. Crean con su trabajo toda la riqueza, mientras ellos mismos tienen que luchar toda la vida por un pedazo de pan, mendigar el trabajo como una limosna, agotar sus fuerzas y arruinar su salud en trabajos insoportables”

En este Primero de Mayo de 2013 el PCOE, asumiendo las ricas enseñanzas emanadas del socialismo científico, infatigable a la hora de desarrollar su política de masas y sindical, hace suyas de nuevo las palabras del gran dirigente comunista ruso. Como casi siempre sucede con Lenin, sus escritos parecen haber sido redactados hoy mismo:

“No hay fuerza que pueda vencer al proletariado, porque su trabajo es lo único que sostiene a las clases gobernantes y al gobierno. No hay en el mundo fuerza capaz de aplastar a millones de obreros, cada vez más conscientes, unidos y organizados (…)

¡Camaradas obreros! ¡Preparémonos con redoblada energía para el combate decisivo que se acerca! ¡Que se estrechen las filas de los proletarios socialistas! ¡Que su voz se propague con amplitud cada vez mayor! ¡Que la agitación en torno a las reivindicaciones obreras se despliegue cada vez más con mayor audacia! ¡Que la celebración del Primero de Mayo atraiga a nuestra causa a miles de nuevos combatientes y engrose nuestras fuerzas en la grandiosa lucha por la libertad de todo el pueblo, por la emancipación de todos los trabajadores del yugo del capital!”

 

¡Viva la lucha de la clase obrera! ¡Viva el Primero de Mayo!

¡Proletarios de todos los países, uníos!

¡Por las Asambleas de Comités, Delegados y Trabajadores y el Frente Único del Pueblo!

¡Construyamos socialismo!

 Comisión de Movimiento obrero y de masas del Comité Central del Partido Comunista Obrero Español (PCOE) 

 




La necesaria reconstrucción del movimiento obrero

A los comunistas no nos basta con descubrir categorías generales conforme a la concepción materialista del mundo, pues como dijo Lenin siempre es imprescindible el “análisis concreto de la situación concreta” y la consecuente interrelación dialéctica entre lo universal y lo singular –socialismo científico-. Es esta una premisa básica para entender las causas y fenómenos que nos rodean, para llevar a la práctica nuestro programa revolucionario y transformar la realidad capitalista que vivimos. Los casos de los trabajadores Marcos Andrés y Miriam Pérez, representan dos ejemplos concretos -reales y vivos-, de la dramática situación por la que discurre el conjunto de la clase obrera, sometida a los designios de la oligarquía financiera y del oportunismo -auténtico caballo de Troya burgués en el movimiento obrero-. Partiremos, pues, de lo particular -dos proletarios – sabiendo que tal particularidad sólo puede existir en relación a lo general –al conjunto de la clase obrera y a las relaciones de producción dominantes- .

  

Bien entrado el siglo XXI y en el seno de un Estado español que transita por su etapa imperialista –la del capitalismo monopolista de Estado-, el modo de producción capitalista muestra objetivamente su esencia reaccionaria, golpeando con fiereza a millones de trabajadores que sufren en sus carnes no sólo la explotación asalariada, sino también las largas décadas de traición oportunista y de orfandad del Partido Leninista.

 Marcos Andrés, trabajador barcelonés de la trasnacional Telefónica, fue despedido en octubre de 2012 por caer enfermo. Aún justificando médicamente su ausencia laboral por tales motivos, la dirección patronal tuvo a bien estrenar su flamante Reforma Laboral de 2012 –auténtica síntesis de la esclavitud asalariada- que faculta a la empresa a despedir procedentemente a trabajadores que se encuentran en situación de baja médica por enfermedad u accidente (art. 52.1d). Los buques insignia del capitalismo monopolista de Estado (IBEX-35), suelen abrir la vía de las “novedades” superestructurales antiobreras, cuyo único fin es apretar todavía más los grilletes al proletariado. Las crisis en el capitalismo agonizante, no tienen otra función que incrementar el grado de explotación obrera y la multiplicación de la tasa de plusvalía, concentrando los beneficios capitalistas en cada vez menos manos. Todo ello a costa de la sangre, el sudor y el sufrimiento de millones de trabajadores como Marcos.

 Marcos, renunciando a su indemnización después de más de una década en plantilla y después de agotar las míseras vías ofrecidas por el derecho laboral burgués, decidió declararse en huelga de hambre junto a 4 de sus compañeros, ante la reiterada negativa de la trasnacional a readmitirlo –a pesar de la nulidad del despido según sentencia del propio TSJ de Cataluña-. Hoy sigue luchando por la readmisión. Su caso no sólo fue naturalmente silenciado por los consorcios mediáticos capitalistas, sino que las propias centrales sindicales reformistas (UGT-CCOO) no sólo no le dieron apoyo sino que lo conminaron a aceptar la indemnización y abandonar su digna lucha. Obviamente, la “huelga general contra la Reforma Laboral” del pasado 29-M de 2012, anunciada por las respectivas cúpulas, sólo representó una estafa más a la clase obrera. Una muestra más de la vileza oportunista que carcome a las centrales adscritas a la CSI imperialista. La repugnante actuación de UGT-CCOO respecto a la huelga de hambre en Telefónica, pone una vez más al descubierto la devoción de estos jerarcas del régimen capitalista español por su parasitaria clase dominante. Desde los Pactos de la Moncloa hasta el II Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva, su función no ha sido otra que desmovilizar y destruir desde dentro al movimiento obrero.

 De nuevo Lenin era claro al respecto; “la lucha contra el imperialismo es una frase vacía y falsa si no va ligada indisolublemente a la lucha contra el oportunismo”.

El caso de Miriam Pérez es, si cabe, todavía más sangrante. Ella es trabajadora de la estratégica empresa nacional Unión General de Trabajadores (UGT), en su filial de Santa Cruz de Tenerife. A inicios de marzo de 2013, la patronal “sindical” decidió incluirla en un ERE junto a varios de sus compañeros del gabinete jurídico, conforme a los artículos emanados de la misma Reforma Laboral que tanto gusta a Telefónica. No en vano, ambas empresas capitalistas forman parte de un todo, y si Telefónica actúa como uno de los capo di capi del Estado español -al que tiene a su servicio-, UGT no es más que la otra cara de la misma moneda con la que se presenta la dictadura capitalista. La quintacolumna burguesa en el movimiento obrero, la viva imagen del oportunismo reformista que, sin vergüenza alguna, todavía es capaz de definirse como “sindicato” mientras despide y explota a sus propios trabajadores.

 Miriam, debe enfrentarse a esa particular patronal “sindical”, vulgar caricatura de la CEOE. Todavía hoy sigue en huelga de hambre, tras casi un mes de ayuno y desprecio de sus patrones. De sobras está decir que ni los oportunistas ni los medios de la oligarquía han tenido a bien dar a conocer semejante escándalo antiobrero a manos de los caciques canarios de Don Cándido Méndez. Saben bien los jefes de Méndez, entre ellos Telefónica, que UGT –como CCOO- todavía forman parte del atroz engranaje del régimen capitalista en el Reino de España y que no conviene removerlos más. Basta con que sigan chapoteando en el fango de los ERES de Andalucía y demás corruptelas infames; nos preguntamos ¿cuántos miserables del aparato “sindical” ugetero cobrarán con el ERE que ha afectado a Miriam y sus compañeros, aprobado vía exprés gracias a la Reforma Laboral de 2012? Resulta evidente que la instrumentalización de la última Huelga General y la cínica “oposición” a la Reforma Laboral de estos enemigos del pueblo, sólo buscaba ganar tiempo y recuperar una “legitimidad” que anda por el subsuelo.

 Este “sindicalismo” felón y repulsivo, antiobrero e imperialista, le dijo a Marcos que cogiera el dinero y corriese. A Miriam, ya como patronal, que aceptara los 20 días del ERE y desapareciera. Esto es el oportunismo en su particularidad más cruda y real.

 Ambos casos, nos muestran –tal y como si de un laboratorio se tratara- dos células obreras por las que se ha extendido la terrible infección capitalista. Una infección pivotada sobre la base misma del modo de producción capitalista e inoculada en el movimiento obrero a través de los sicarios de Méndez y Toxo. Dos ejemplos que retratan la brutalidad de un régimen que despide, con pulcritud procedimental y de forma “legal” a un trabajador enfermo y a una trabajadora en nómina de un supuesto “sindicato” –imaginamos que a la cúpula de UGT de poco le sirven ya los laboralistas cuando han aceptado gustosos la barra libre patronal -. Una minúscula muestra de la terrible situación en la que se encuentra el movimiento obrero, tras largas décadas de desmovilización, desorganización y alienación. Tanto será así, que estos dos compañeros se vieron obligados a optar por una medida desesperada; la huelga de hambre. Acto que, mezcla de dignidad e impotencia obrera, pone de manifiesto la soledad en la que se han encontrado, más allá de notas públicas, muestras de solidaridad y acompañamiento emocional.

 Esta es la receta burguesa para salir de la crisis; represión y paro para aquellos que desesperados dicen basta, degradación y esclavitud para el resto.

 Así como los casos de Marcos y Miriam, desde el análisis concreto, nos aportan una fiel radiografía de la cruda realidad del proletariado actual, al mismo tiempo no hacen más que certificar el acierto y validez de la política de masas emanada del XIV Congreso del PCOE. Miles de trabajadores como Marcos y Miriam, están pidiendo a gritos la construcción de la Asamblea de Comités, Delegados y Trabajadores (ACDT), la necesaria e imprescindible reorganización del movimiento obrero entorno a los irrenunciables principios de solidaridad y unidad de clase. Están pidiendo, aún de forma débil, inconsciente y espontánea, el fin del oportunismo en todas sus formas. Marcos y Miriam, no habrían sido despedidos con una poderosa ACDT desarrollada en Cataluña y Canarias, tampoco se habrían declarado en huelga de hambre. Sabrían con certeza que ya sólo el socialismo puede dar solución a los graves conflictos que genera este modo de producción capitalista, máquina criminal cegada por sus propias contradicciones.

 El Partido debe decir alto y claro, que tiene la vacuna para frenar esa terrible infección en el organismo obrero y pasar a la ofensiva proletaria frente a la criminal clase dominante.

 Levantar la ACDT como movimiento socio-político capaz de organizar y concienciar a la clase trabajadora, lastrada y minada por décadas de traición oportunista, sometida a la burguesía en todos los frentes; económico, político e ideológico. Arrancar al proletariado de ese estado de derrota es una tarea que sólo el Partido puede llevar a cabo. Responder, como trabajadores y comunistas, a la llamada de nuestros hermanos de clase, que hoy se muestran impotentes y aislados. Coadyuvar en su férrea organización, elevando su conciencia de clase y haciéndoles sentir lo que verdaderamente son; una clase en sí y para sí, sujeto histórico revolucionario que debe sepultar este sistema agotado y parir las estructuras de la nueva y regeneradora civilización socialista. Trabajar al mismo tiempo y sin descanso por la extensión de la Central Única de Trabajadores, única vía capaz de reconstruir el necesario sindicalismo de clase en todos los territorios del Estado español, fundido a la Federación Mundial Sindical (FSM), como organización obrera antiimperialista.

 A través de nuestra táctica de masas, podrá el Partido engrosar sus filas con los mejores hijos de la clase obrera, siendo capaz de dirigir con firmeza un proceso revolucionario que culmine en la consolidación del Frente Único del Pueblo, como sólida estructura que una en un solo puño a las fuerzas proletarias y populares. No hay y no puede haber otra manera de destruir de raíz la maquinaria explotadora y represora del capitalismo monopolista de Estado que cumplir con nuestro Programa. Sin un poderoso y disciplinado Ejército Proletario, es inviable la revolución socialista. Es por tanto imprescindible que los comunistas elevemos política e ideológicamente al conjunto del proletariado, si queremos arrancar a éste de los brazos del oportunismo en todas sus formas y manifestaciones, ya sean éstas de carácter reformista o izquierdista y sectario. La presencia del Partido entre los nuestros es una tarea histórica impostergable. Es hora de tejer la necesaria ligazón con las masas, desplegando con eficiencia nuestra política de masas y sindical.

 Los trabajadores como Marcos y Miriam, así como el conjunto de las masas laboriosas, deben saber con exactitud que sin un proceso de unidad desde la base, sólo nos espera –a nosotros y a nuestros hijos-, un futuro de esclavitud y miseria. Acumular más derrotas, sólo nos conducirá de cabeza al siglo XIX, retrocediendo hasta nuestro punto de partida como clase explotada. El PCOE no ahorrará esfuerzos y sacrificios para caminar con firmeza hacia el único régimen digno para el género humano; la dictadura del proletariado. Dictadura implacable frente a la minoría explotadora, y el más perfeccionado sistema democrático para las grandes masas productivas. Dado el desarrollo de las fuerzas productivas y la contradicción principal que rige el momento actual que vivimos, ya no pueden existir más etapas intermedias hacia el socialismo

 ¡Por las Asambleas de Comités, Delegados y Trabajadores y el Frente Único del Pueblo, construyamos poder popular!

¡Construyamos socialismo!

¡Viva la lucha de la clase obrera!

 

Comisión de Movimiento obrero y de masas del Comité Central del Partido Comunista Obrero Español (PCOE)

  




Los reformistas y el Estado

Uno de los frentes de batalla del movimiento obrero a lo largo de la historia ha sido el de la definición del Estado, su carácter y su esencia y, por tanto, la lucha a desarrollar para la superación del capitalismo. La cuestión del Estado es vital, pues sólo así sabremos deslindar las líneas de quiénes apuestan por el mantenimiento o conservación del capitalismo, por acción u omisión, y quiénes apostamos por la construcción del socialismo. 

Nunca podremos vencer a la ideología burguesa en el seno del movimiento obrero sin una ardua batalla ideológica contra todo tipo de oportunismo, porque un proletariado influenciado por el oportunismo siempre será presa fácil de las acometidas de la burguesía.

La definición marxista-leninista del Estado nos señala que este es el órgano de dominación de una clase sobre otra, el instrumento con que una clase social oprime a otra, la prueba palpable de la existencia y antagonismo de las contradicciones de clase. Es decir, el Estado surge con la sociedad de clases para dirimir de una forma violenta todos los conflictos que se producen entre la clase dominante y la dominada.

Esta sencilla definición es el abc del comunista. Sin embargo, la burguesía y los oportunistas tratan por todos los medios de desviar a la clase obrera del conocimiento de la teoría marxista del Estado. Para los burgueses y oportunistas, el Estado es un ente situado por encima de las clases que sirve de elemento conciliador de los antagonismos de las diversas clases sociales. Para ellos, el Estado no es el arma de dominación de una clase sobre otra sino un ente que aparece de la nada, por encima de las clases,  luego para ellos se puede reformar mediante cambios graduales, para darle un cariz más perfeccionado. Es decir, siendo el capitalismo el modo de producción dominante y el Estado el arma de dominación de la clase dominante (burguesía) sobre la dominada (clase obrera), ellos lo que pretenden es darle un rostro humano a este capitalismo reformando y perfeccionando, ese Estado burgués que para ellos simplemente falla en la gestión. Reducen la naturaleza de clase del Estado a la acción de esta u otra personalidad individual o partido político, obviando que el Estado es la unión de toda una clase social que se conforma como instrumento de dominación.

Dicha concepción del Estado no puede ser más metafísica e idealista, muy lejos de la filosofía proletaria del materialismo dialéctico e histórico y del carácter científico del desarrollo de la sociedad y de la lucha de clases.

No es tema baladí el del Estado, pues la concepción de este u otro sentido nos lleva a diferentes -y divergentes- estrategias. Los comunistas, armados con las leyes científicas del desarrollo de la sociedad, sabemos que el Estado burgués debe ser destruido mediante una revolución que será violenta y un período que lo siga de Dictadura del Proletariado, si lo que realmente queremos es la superación del capitalismo y la construcción de la nueva sociedad socialista, única alternativa científica, superior y demostrada en la práctica al capitalismo.

De ahí que los comunistas desechemos las ilusiones pacifistas del tránsito al socialismo, o en el caso de los oportunistas, a no se sabe qué otro sistema social, político y económico distinto al capitalismo. ¿Y por qué decimos los comunistas que la revolución ha de ser violenta? Es sencillo, si nuestra misión es transformar un sistema de dominación de clase, donde una clase goza de todos los privilegios e impone su dominación por la fuerza a la clase dominada mediante el Estado, es lógico pensar que opondrá toda resistencia a esta transformación y usará ese mismo Estado que ella ha creado para proteger sus intereses.

Los oportunistas creen que conquistando el parlamento o las instituciones burguesas mediante una votación, tienen ya el poder político del Estado. Se equivocan. El poder político pertenece a la clase dominante, a la burguesía, y el Estado es su arma de dominación que nunca van a ceder mediante métodos pacíficos ni mediante ninguna votación. Se equivocan y mienten a los obreros aquellos que les piden el voto para alcanzar el “gobierno”, puesto que el gobierno pertenece a la clase dominante, y se equivocan si creen que el Estado no va a reaccionar cuando ellos empiecen a aplicar sus medidas reformistas. El Estado cuenta además con cuerpos represivos tales como el ejército o la policía, destinados a reprimir al proletariado, y cuerpos legislativos como la judicatura o las leyes destinados a crear el marco legal de dominación clasista. Los oportunistas creen que con su llegada al gobierno esos órganos de la burguesía para mantener su dominación de clase van a cambiar mágicamente y ponerse a sus órdenes, debido a que ellos no conciben el Estado como arma de dominación de clase sino como señalamos antes, como instrumento por encima de las clases.

Cuando las medidas de un gobierno oportunista y los intereses de la clase dominante chocan, el Estado y su aparato siempre se van a poner del lado de la clase dominante, puesto que esta es su esencia y para ello ha sido creado. Mienten, pues, todos aquellos que nos piden el voto prometiéndonos cambios, porque no han entendido o tergiversan el carácter de clase del Estado y su papel dentro de la lucha de clases.

Entonces, desde el prisma de un revolucionario se nos plantea una pregunta: ¿qué hacer? Lo que debemos hacer los comunistas, y toda la clase obrera que ocupa un papel subordinado dentro del capitalismo es crear un Estado paralelo. Crear nuestros órganos de poder proletario emanados de las fábricas, de los centros de trabajo, de los barrios obreros, de la juventud estudiantil obrera, que converjan en el Frente Único del Pueblo como ese Estado paralelo, que mediante la dualidad de poderes confronte con el Estado burgués y se imponga a este destruyéndolo.

Es decir, debemos de perder las ilusiones y confianzas en las instituciones burguesas, en sus elecciones, debido a que son una farsa ya que el poder político en una sociedad de clases siempre va a pertenecer a la clase dominante indistintamente del partido (burgués) que alcance el gobierno de la nación.

La dualidad de poderes que señalamos significa la existencia en paralelo de dos estados: el burgués y el proletario. Estos se enfrentan en una lucha sin cuartel a todos los niveles: económico, ideológico y político fruto de los antagonismos de clase que existen en toda sociedad estructurada en clases sociales. Es deber del Partido Comunista el guiar y organizar esa lucha para conseguir que se impongan los órganos de poder obrero sobre los órganos de poder burgués. Y reiteramos que el Partido guía y organiza, pero los órganos de poder obrero no son el Partido, son de la clase, pues es ésta el verdadero sujeto revolucionario. En esta lucha de poderes se desenmascaran a los oportunistas al servicio de la burguesía en el seno de la clase obrera, que ante el miedo a la revolución corren a ponerse de lado del poder burgués y contra el propio poder obrero.

¿Y que pasa una vez finalizada la confrontación entre poderes y la derrota del Estado burgués por parte del estado obrero? Pasa que el proletariado destruye el Estado burgués. Es decir, la destrucción del arma de dominación de una clase sobre otra. Esto quiere decir que su parlamento, sus ayuntamientos, sus leyes, su ejército, su policía, sus leyes, etc. que forman el Estado burgués serán destruidos después del triunfo de la revolución obrera y sustituidos por la anteriormente clase dominada -la clase obrera- conformada en Estado para oponer su violencia a los intentos de restauración del Estado de los explotadores.

Esto es lo que denominamos Dictadura del Proletariado. Es decir, dictadura para las clases dominadas, que antes gozaban de la dominación mediante la tenencia del poder político y el Estado burgués y, a su vez, es democracia para las clases dominadas, libres de las ataduras que les imponía el Estado burgués y que ejercen su dominación de clase sobre los antiguos explotadores. Esto es así porque las clases dominadas en el capitalismo son las más numerosas, los trabajadores son la esencia de la sociedad y quienes la hace funcionar y, sin embargo, en el capitalismo estas clases son dominadas por un puñado de burgueses.

Esta dictadura se ejerce por la violencia sobre los antiguos explotadores, una violencia que dependerá del grado de resistencia que opongan las viejas clases dominantes en la nueva sociedad. El objetivo final no es mantener esta forma de violencia sine die, sino la construcción de la sociedad sin clases que acabará con toda forma de opresión y con el Estado como concepto, debido a la inexistencia de clases de las que emana la inexistencia de contradicciones de clase, y por tanto el Estado como arma de dominación de una clase social sobre otra perderá todo su sentido.

Son las dos fases de la sociedad socialista-comunista: la primera que sería el socialismo, donde aún perduran los viejos vicios de la sociedad burguesa y que hace necesaria la existencia de la Dictadura del Proletariado. En la segunda fase -la fase comunista- desaparecen las clases sociales y con ella el Estado y sus formas de dominación. Este es el objetivo final de todo comunista. Sin embargo, los distintos oportunistas no se plantean esta meta. Su concepción idealista del carácter del Estado les lleva a creer que el objetivo final es conquistar el parlamento mediante las votaciones, todo dentro del capitalismo. Tanto la socialdemocracia como los que se autodenominan revolucionarios pero abjuran del socialismo y la dictadura del proletariado tienen este fin. Para ellos el objetivo se reduce a conseguir más escaños en el parlamento, ya sea para gestionar el capitalismo o para conseguir jugosas poltronas y los cargos y sueldos asociadas a ellas. Para ellos la construcción del poder popular no va asociada a la dualidad de poderes y la lucha entre ellos, sino que el poder popular es una forma de introducirse en el poder burgués -en ese parlamento- que es el objetivo al que ellos aspiran.

Por ello, luchan por mantener la confianza de los trabajadores en las instituciones burguesas que gestionan a diferentes niveles. Ya sea el municipalismo, que para ellos es una forma de acceder a cotas más altas de gestión dentro del capitalismo y, por tanto, dentro del Estado burgués como mediante la creación de organizaciones creadas por los de arriba -por las cúpulas- que tienen como objetivo, y bajo un presunto lenguaje de radicalidad, el convertirse en opciones políticas que pugnen por gestionar el poder político de la burguesía en ayuntamientos, parlamentos autonómicos o nacionales.

Los comunistas señalamos a todos estos oportunistas como los defensores y mantenedores de la ideología burguesa en el movimiento obrero. En la época en que nos encontramos, todo lo que no sea contribuir a disipar las esperanzas y confianza de los obreros en las instituciones de la burguesía es contribuir a mantenerlos en el estado de sumisión y dominación en el que se encuentran actualmente.

Sólo la creación de los órganos pertinentes del poder obrero emanados de las fábricas y centros de trabajo que son las Asambleas de Comités, Delegados y Trabajadores que junto con los órganos de poder obrero en los barrios, Asociaciones de Vecinos, y los órganos de poder de los jornaleros, estudiantes, etc. que, conjuntamente, conformen el Frente Único del Pueblo como estado obrero paralelo, nos llevará a tener alguna posibilidad de éxito ante la clase capitalista, y ante su órgano de poder y dominación que es el Estado.

Este Frente Único del Pueblo sólo podrá ser viable cuando la clase obrera tenga a su Estado Mayor, a su destacamento de vanguardia armado con la ciencia del marxismo-leninismo. Por tanto, urge desarrollar el PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL. Toda la experiencia de décadas pasadas sin la existencia del Partido nos debe servir de aprendizaje y lección para saber que sin Partido, y repitiendo experiencias caducas, estamos condenados a mantener la dominación capitalista por los siglos de los siglos. Pero no sólo eso, sino que la burguesía, al hilo de la necesidad del modo de producción capitalista en esta fase decadente, necesita tender cada vez más a la reacción para mantener su dominación de clase. Necesita la creación de movimientos fascistas de masas. Lo vemos en Grecia y estamos viendo los primeros embriones en España.

Si la burguesía no se va a quedar quieta, los obreros y las clases explotadas tampoco podemos quedarnos de brazos cruzados. Por tanto, es misión de los mejores elementos de la clase obrera, de los trabajadores, el unirse a su Partido, al Partido Comunista Obrero Español (PCOE), porque sólo así conseguiremos guiar al conjunto de la clase obrera hacia sus objetivos: el socialismo, la Dictadura del Proletariado y la destrucción del Estado burgués.

¡TRABAJADOR, FORTALECE LAS FILAS DE TU PARTIDO COMUNISTA: EL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL!

 

¡POR EL SOCIALISMO, POR EL PODER OBRERO, POR LA VICTORIA!

 

COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)

 




A por el Frente Unico del Pueblo. A por el socialismo

El pasado 24 de enero el Instituto Nacional de Estadística (INE), a través de su Encuesta de Población Activa (EPA), señalaba que en el Estado español el número de parados asciende a 5.965.400 trabajadores, cifra récord de toda la serie histórica registrada hasta la fecha. Es un hecho que el desempleo aumenta como consecuencia de las políticas realizadas por el PP y por el PSOE a favor de los empresarios, a los que les abarata el despido y le proporcionan todo tipo de leyes para que explote hasta la extenuación al trabajador.

No es de extrañar que los sucesivos gobiernos impulsen amnistías fiscales para los que defraudan y se llevan el dinero a paraísos fiscales, hagan leyes que les permitan a los empresarios llevarse los capitales y las propias empresas fuera del país -en lo que ellos denominan internacionalización- y que sirvan a los empresarios y les pongan en bandeja leyes con las que machacar y robar al pueblo trabajador, pues sus dirigentes políticos son esbirros de las grandes empresas. Basta hacer un repaso de dónde están trabajando aquéllos que han hecho las leyes hasta hoy: Felipe González es ‘asalariado’ de Gas Natural, José María Aznar, Elena Salgado o Pedro Solbes de ENDESA, Ángel Acebes (Iberdrola), Miguel Boyer (Red Eléctrica), Zaplana y Rodrigo Rato (Telefónica), Javier Solana y Pío Cabanillas (Acciona), Isabel Tocino (Banco Santander), Jordi Sevilla (PwC) y un largo etcétera con salarios multimillonarios.

 
Este es el resultado de la Constitución Española de 1 978 y de la democracia burguesa: miseria para la mayoría del pueblo y enriquecimiento de los banqueros, de los empresarios y sus corrompidos políticos. Mientras se les da dinero a los bancos, a los empresarios, a los partidos políticos y a los sindicatos del sistema; mientras ilustres apellidos políticos tienen cuentas ocultas en Suiza; mientras los sobres con dinero -según la propia prensa burguesa- circulan por las sedes de las organizaciones políticas; mientras ocurre todo eso al Pueblo se le hace recortes infames en sanidad, educación y pensiones; se ataca y criminaliza al desempleado, se sacrifican los empleos habiéndose enviado a 850.000 trabajadores al paro en 201 2 y se condenan a más de 1 millón 800 mil hogares obreros a tener a todos sus miembros en el paro. Esta ‘democracia’ hija del franquismo –y defendida desde el PP hasta IU– otorga impunidad al burgués indultando a  banqueros, empresarios y sus compañeros políticos y primos de diputados, como el último kamikaze indultado por Gallardón, defendido además por el bufete donde trabaja el hijo de este último. Y a la par que otorga impunidad e indulto al burgués encierra en la cárcel a aquéllos que combaten y luchan contra este sistema que niega la sanidad, el empleo, la educación y la libertad a la mayoría.

 El Partido Comunista Obrero Español hace un llamamiento a la clase obrera y demás clases populares, azotadas por el capitalismo, a construir un Frente Único del Pueblo a través del cual defendamos e impongamos nuestros intereses de clase. Las instituciones burguesas no tienen otro cometido que el de expoliarnos y oprimirnos.

 Debemos crear nuestros propios órganos de poder popular para invertir esta situación, para acabar con la raíz de nuestros males como trabajadores. Sólo tenemos una salida: Construir el Socialismo, imponer la Dictadura del Proletariado (que es el dictado de la mayoría trabajadora) y mandar al capitalismo y sus instituciones al estercolero de la historia.

 

PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL

 

FEDERACIÓN DE JÓVENES COMUNISTAS DE ESPAÑA

 

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Breves apuntes sobre la lucha economicista y espontánea

Parece ser que, en cierta parte del espectro que se define “revolucionario”, se ha vuelto a poner de moda la denominada lucha economicista, la lucha espontánea, la negación del carácter dirigente del Partido, la negación de la toma del poder político como necesidad y muchas otras negaciones que tratan de convencer a los obreros de que hay una salida “por la izquierda” dentro del capitalismo y alternativas semejantes. 

Son actitudes que gozan de un considerable espacio mediático en la prensa de las grandes corporaciones,espacio del que paradójicamente no han gozado nunca otras opciones que practicaban idéntica lucha economicista y espontánea desde mucho tiempo antes.No está de más añadir que los comunistas cuestionamos el papel de dichas luchas economicistas y espontáneas y pasaremos a explicar el porqué.

Hay que señalar que el desarrollo del movimiento obrero no debe circunscribirse a la lucha por las pequeñas reivindicaciones económicas únicamente; el objetivo que tiene que tener claro el movimiento obrero no son estas reivindicaciones en sí, sino que son un medio para alcanzar el objetivo. El transcurso mismo de la lucha nos enseña que la victoria completa sólo puede ser alcanzada cuando toda la clase obrera se lance contra su enemigo;como una fuerza unida, poderosa y organizada. Y es esta misma lucha la que muestra a los obreros que además de tener a su enemigo directo en los centros de producción -el capitalista- tienen otro si todavía más nocivo: la fuerza organizada de toda la clase burguesa -es decir, el Estado capitalista- con su ejército, sus tribunales, su policía, sus cárceles, etc. Hasta en la más democrática de las repúblicas burguesas el menor intento de los obreros de mejorar su situación choca con el poder burgués, incluso allí dónde como decimos existen unos teóricos y formales derechos que no pasan de eso: de ser formales y no reales para la clase obrera y sí para la clase de los explotadores, se entiende.

En la época actual existen obreros que empiezan a despertar al calor de las luchas espontáneas, cuya conciencia de clase sigue siendo baja y no advierten todo cuanto ocurre en el mundo que se abre ante sus ojos al despojarse de las tinieblas en los que los sumía la ideología burguesa. No tienen grandes exigencias y sus reivindicaciones no son elevadas.Todavía no pasan de reivindicar mejoras en el salario, en las condiciones laborales, en la lucha contra los despidos, etc.Todavía no se plantean cambiar el régimen existente, no se plantean que es preciso abolir la propiedad privada de los medios de producción, no se plantean que es necesario organizar la sociedad socialista,etc.

Algunos elementos, obsesionados por la lucha económica, por la lucha por una mejora parcial de la situación de los obreros, están dispuestos a seguir en esa línea y a seguir sin plantearse el objetivo del socialismo y de la dictadura del proletariado. Sobre ellos puede decirse que hacen suya aquella frase de los bernsteinianos “el movimiento lo es todo,el objetivo final nada”. No les interesa en absoluto para qué lucha la clase obrera; para ellos lo esencial es la lucha en sí. En lugar de dirigir el movimiento espontáneo, de inculcar a las masas los ideales comunistas y orientarlas hacia nuestro objetivo final (el socialismo) se convierten en un instrumento ciego del propio movimiento, limitándose a exponer las necesidades y exigencias de que tienen conciencia las masas en ese momento. Estos individuos se muestran incapaces de explicar a las masas el objetivo final -el socialismo y la dictadura del proletariado- y lo más lamentable es que consideran estos términos como algo inútil o incluso perjudicial. Para ellos los obreros son como niños pequeños a los que temen asustar con este tipo de ideas. Es más muchos de ellos mantienen incluso que para llegar al socialismo no hace falta ninguna lucha revolucionaria. Para ellos la única lucha “revolucionaria” son las huelgas, los sindicatos “alternativos”, las pequeñas cooperativas de consumo y producción, la banca ética, etc. Ellos rechazan la doctrina de que mientras el poder político no pase a manos de la clase obrera (dictadura del proletariado) es imposible el cambio de régimen, es imposible la emancipación completa de la clase obera.

Sus alternativas caben muy bien dentro del régimen vigente y no es necesario más que un capitalismo de rostro humano, una democracia “participativa”(sin definir el carácter de clase de toda democracia), un Estado que está por encima de las clases, el cual en su opinión debe actuar de intercesor en los conflictos de clase… Declaran además que las libertades dentro de la democracia burguesa no son incompatibles con el capitalismo, razón por la cual para ellos sobra la lucha política por el socialismo pues para alcanzar estas metas es suficiente únicamente la lucha económica. Les basta con que las huelgas, las manifestaciones y las acciones espontáneas se produzcan con más frecuencia, sin elevarlas a luchas políticas. En definitiva, no superan el espontaneismo ni se plantean que el único objetivo donde la clase obrera realmente se emancipará es el socialismo. Así que nos tratan de convencer de que el socialismo está caduco y que hay que centrarse en las luchas económicas. Se centran únicamente en el trabajo en esta u otra localidad, en este u otro sector, sin plantearse que el único camino es la unidad de todas esas luchas, de todos los sectores, elevados a luchas políticas que superen los estrechos márgenes del economicismo. Huelgas y más huelgas, marchas y más marchas, denuncias de la represión y colectas para pagar dicha represión: he ahí el alfa y el omega de su actividad.

Seguramente muchos lectores piensen que esos adoradores del movimiento espontáneo prestan al menos una gran ayuda al movimiento y a la lucha de clases. Pero esto también es un error. La historia nos demuestra que este tipo de movimientos, que no son nuevos precisamente, tras un brillante comienzo y un crecimiento exponencial se tornan más tarde en un caminar a ciegas, probando esto y lo otro bajo la fórmula ensayo-error hasta que por último el movimiento se detiene. Esto no es de extrañar. Toda lucha espontánea y economicista choca inevitablemente contra la muralla del poder burgués, del Estado burgués, esa maquinaria que ellos no se plantean tomar y extinguir. Las huelgas, las marchas y las acciones que se suceden impulsadas por los economicistas mueren asfixiadas ante la cruda realidad, que es que mientras la burguesía ostente el poder político puede decir no a todo y no conceder siquiera migajas. Lo estamos viendo a día de hoy con la liquidación del mal llamado “Estado del Bienestar”.

Y ante este fracaso previsible y demostrado múltiples veces en 150 años de historia del movimiento obrero se produce la frustración, la desesperanza,el desencanto, la impotencia. Es decir, lo que viene ocurriendo en este país desde hace décadas con todos estos movimientos que buscan la cuadratura del círculo, la eterna alternativa al socialismo y a la dictadura del proletariado.Y siguen sin hallarla, y siquen las frustraciones tras el siguiente fracaso de la nueva “teoría revolucionaria” que enterrará al socialismo: desde Cohn Bendit a los Foros Sociales pasando por nuevas y mesiánicas figuras mediáticas. Fracaso tras fracaso.

La alternativa revolucionaria a estas formas de actuar es impulsar a los obreros a la lucha política directa. Plantear cualquier huelga, por poco importante que parezca, como una muestra de la falta del poder político para la clase obrera. Plantear la huelga como un choque directo contra el poder burgués. Superar la insuficiencia de la lucha económica y tener muy claro en todo momento que el objetivo es la toma del poder político. Y decírselo así a la clase obrera. Porque cualquier otra cosa es engañarle.

Cada intento de elevar la lucha económica a lucha política impulsa a los obreros a un género de manifestaciones en las que el matiz económico pasa a ser secundario. Por medio de la propaganda y la agitación estas luchas se elevan trascendiendo de lo meramente sindical al terreno de lo político. Es decir, se producen manifestaciones políticas.

Como conclusión, mientras no superemos las luchas espontáneas y economicistas y las elevemos al plano de lo político, con un objetivo muy claro que es el socialismo y la dictadura del proletariado, los trabajadores seguirán cosechando derrota tras derrota. Por mucho que esas luchas espontáneas y economicistas parezcan a día de hoy la panacea a todos los males. No lo son, únicamente ayudan a que la enfermedad se mantenga. La única medicina se llama socialismo y su principio activo es la dictadura del proletariado.

COMITÉ PROVINCIAL DE SEVILLA DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL

http://pcoesevilla.blogspot.com.es/2012/12/sobre-el-economicismo.html




Organizar el poder popular; construir las bases del Socialismo

La realidad de la profunda crisis estructural capitalista, manifestada de forma sincronizada en las mismas metrópolis del capitalismo monopolista de Estado, pone al descubierto la verdadera esencia depredadora de un modo de producción caduco y criminal que, bajo los dictados de la oligarquía financiera, está provocando el sufrimiento de millones de trabajadores, generando cuotas monstruosas de pobreza, miseria, sobrexplotación y desempleo entre el proletariado y las clases populares subyugadas.

 

Bien sabemos que las crisis son intrínsecas al sistema capitalista, y que tales crisis no son más que la representación de las contradicciones incurables por las que discurre el capital en plena fase imperialista. A la brutal ofensiva clasista contra el conjunto del pueblo trabajador, empujada por las expectativas de obtener mayores tasas de extracción de plusvalía, la oligarquía complementa su maximización de beneficios intensificando los conflictos bélicos entre sus bloques dominantes, a fin de expandir sus monopolios, controlar mercados y copar las principales fuentes de materias primas. Las contradicciones tanto interimperialistas como intraimperialistas ponen de manifiesto, una vez más, no sólo que la lucha de clases es el motor de la historia sino que, como dijo Lenin, en la actualidad vivimos en la etapa superior del capitalismo, la etapa de la revolución social.

Los límites históricos de este modo de producción se nos muestran cada día más claros; estas relaciones de producción chocan frontalmente con el desarrollo de las fuerzas productivas, y en su desesperada carrera hacia la supervivencia no duda en mandar al proletariado hacia el siglo XIX, en franca alianza con el oportunismo mendaz que, todavía hoy, sigue narcotizando al movimiento obrero para desviarlo de sus objetivos emancipadores. A pesar de los esfuerzos por contener lo incontenible de esas cúpulas oportunistas (UGT-CCOO-USO), hoy comprobamos como millones de trabajadores son embrutecidos, degradados y lanzados al abismo del desempleo y la miseria en masa, mientras los derechos arrancados tras largas décadas de luchas obreras son aniquilados de forma fulminante.

La oligarquía decide, la patronal y su Gobierno ejecutan y las cúpulas sindicales aplauden y aceptan. Todos forman parte del mismo engranaje y todos sirven a los mismos intereses burgueses (Estado, UE, FMI, BM). Estos líderes sindicales al servicio del IBEX-35 fingen desacuerdo con sus amos capitalistas al tiempo que se afanan en firmar “Acuerdos para el Empleo” infames, mendigando pactos con esos mismos criminales, enemigos declarados del pueblo trabajador. Si oligarcas y burgueses conforman la clase dominante dispuesta a sacrificar en el altar del capital a millones de trabajadores, tales oportunistas se limitan a pedir que ese altar, por lo menos, esté acolchado antes de pasar a cuchillo a la víctima proletaria. A ese punto de estulticia y degeneración han llegado las traidoras cúpulas sindicales adscritas a la organización imperialista CSI.

La situación de los trabajadores en cualquier centro de trabajo del Reino de España atestigua la aplastante victoria (temporal siempre) de la burguesía, precisamente en momentos en que esta crisis estructural capitalista devora al pueblo trabajador. La lucha de clases se agudiza, pero un movimiento obrero huérfano de unidad y solidaridad de clase no logra más que explosiones de ira puntuales para poco después languidecer derrotado, desorganizado y despolitizado. A la oligarquía le basta de momento con un movimiento obrero dividido, descabezado y a la deriva, tarea que delega en sus lacayos sindicales encaramados en las direcciones de las centrales amarillas. Esclavizados en lo económico, inmovilizados en lo político y sometidos en lo ideológico. Nos están ganando la lucha de clases en todos los frentes y estamos sufriendo las brutales consecuencias.

Algunos datos ponen de manifiesto el cenagal en el que nos ha metido la oligarquía dominante, firmemente engarzada a las estructuras imperiales de la UE; casi el 30% de la población bajo el umbral de la pobreza, más del 65% de asalariados por debajo del “mileurismo”, un tercio de ellos sin siquiera llegar al miserable SMI de 641,40€ (Fundación 1º de Mayo, CCOO), un 40% de autónomos y más de un 25% de pensionistas en riesgo de pobreza, 1 de cada 2 jóvenes parado y cerca de 6 millones de desempleados, casi 400.000 trabajadores saliendo al extranjero para sobrevivir (CERA- Censo Electoral de Españoles Residentes en el Extranjero ), o la criminal cifra de más de 9 suicidios diarios en el régimen español (INE año 2010), atestiguan la bancarrota social y económica de la producción capitalista. Los 500 desahucios diarios en el Estado español o la destrucción de las redes públicas sanitarias o educativas coronan la putrefacción del régimen capitalista español.

Pero la democracia burguesa también muestra todo su esplendor en nuestros puestos de trabajo. Si en la esfera política nos dejan elegir entre pegarnos un tiro en el pie o en la cabeza, en el ámbito laboral la disyuntiva no es diferente; reducciones salariales y destrucción de condiciones laborales o despidos colectivos. Los casos de Iberia, Telefónica o T-Systems a través de ERE mastodónticos (con la consiguiente precarización de los que quedan activos), así como decenas de miles de despidos tanto en la empresa privada como en la función pública confirman, no sólo la conformación de un aberrante Ejército proletario de reserva, sino también la legalización de la esclavitud asalariada, coronada por la legalidad burguesa a través de reformas antiobreras. Nos colocan a las puertas del siglo XIX y todavía algunos líderes oportunistas de CCOO y UGT pretenden “negociar” instrumentalizando justas Huelgas Generales a fin de seguir babeando por un “pacto social”. Su tiempo se agota.

Quien no quiera ver en este panorama antiobrero y antipopular la caducidad de un régimen agotado que camina hacia el abismo sobre ríos de sangre proletaria; quién no quiera ver que cualquier vía intermedia sólo alargará la agonía de millones de productores; quién no quiera ver en el oportunismo las manos de los oligarcas en el movimiento obrero; quien no quiera ver que la única salida a este proceso criminal diario pasa por la organización del poder popular, por la construcción de la Asamblea de Comités, Delegados y Trabajadores y por la conformación de un poderoso Frente Único del Pueblo para enfrentarse a este atroz estado de cosas, simplemente o es ciego o un ignorante. Quién no quiera ver en el socialismo y la dictadura del proletariado el único camino hacia el fin de la explotación, la opresión y el terror contra el conjunto del pueblo trabajador simplemente es un traidor que no merece más que nuestra denuncia y condena.

A la división, desorganización e individualismo nihilista esparcidas entre el proletariado por la clase dominante, el PCOE responde con un firme llamamiento a la unidad y la solidaridad de la clase obrera, pilares básicos hacia la edificación de un combativo movimiento obrero que se sepa dueño de su destino como sujeto histórico revolucionario, capaz de construir sus propias instituciones democráticas proletarias, galvanizado entorno a su vanguardia proletaria y firmemente decidido a mandar al basurero de la historia a este modo de producción senil y su parasitaria y criminal oligarquía dominante.

Unir, organizar y dirigir al proletariado hacia la victoria; esa es la tarea inaplazable de los comunistas, única vía posible y real para derrocar a la barbarie a la que nos someten diariamente.

El conjunto del proletariado debe saber con certeza que ellos mismos y sus hijos no son ni serán más que esclavos desechables si continúan agachando la cabeza, si continúan atemorizados y desorganizados, si continúan perdiéndose en aventuras oportunistas, si continúan asimilando el veneno lanzado por la ideología dominante.

¡Por las Asambleas de Comités, Delegados y Trabajadores y el Frente Único del Pueblo, construyamos poder popular!

¡Construyamos socialismo!

¡Viva la lucha de la clase obrera!

 

Comisión de Movimiento Obrero y de Masas del Comité Central del Partido Comunista Obrero Español (PCOE)




Más allá de la aparente realidad

Nuestro partido, allá por el año 2005, anticipándose a los acontecimientos y cuando nadie hablaba de las causas de la crisis y menos aún de sus efectos, dijo que la burguesía se había uniformado militarmente para abatir a la clase obrera en una guerra total, pues la crisis sería profunda y duradera como ninguna otra debido a que ésta no era más que una manifestación de una colosal crisis que venían arrastrando Europa y EEUU desde los años 90.

 

La gran burguesía, conocedora mejor que nosotros de la situación que se avecinaba, proyectó su futuro y se dispuso a sentar las bases para que sus empresas (monopolios y multinacionales) estuviesen en condiciones de disputar el mercado internacional que estaba siendo invadido por nuevos imperios -Brasil, Rusia, India y China- aprovechando la recesión económica que atenazaba a la UE, EEUU y Japón. La única manera posible que tenía de hacerlo en plena crisis era expoliando a los trabajadores y reduciéndoles sus salarios para que les proporcionara mayores cotas de plusvalía, privatizando empresas estatales con beneficios, etc. Naturalmente, a la par y con el objeto de neutralizar al máximo posible el rechazo que sin duda iban a producir tales medidas en los trabajadores, arremetiendo contra todos sus derechos.

Y cuando decíamos que la guerra era total no nos equivocábamos; había que ser un ignorante en política para no darse cuenta de ello pues sólo con estudiar a la parte contraria ya era suficiente para ver que la correlación de fuerzas era favorable a los capitalistas por amplia mayoría.

Con todo a su favor, es decir, un gobierno de derecha dispuesto a todo, un parlamento que en su totalidad defiende el sistema de producción burgués, con un sindicalismo totalmente vendido y entregado durante años a favorecer los intereses de la patronal y con una clase obrera huérfana de ideología y, por supuesto, de líderes; por tanto, bajo las influencias del reformismo político, la burguesía no lo dudó y comenzó a librar batallas que ganaba con facilidad unas tras otras, sin resentirse lo más mínimo.

En contra de nuestros análisis parece alzarse otra realidad distinta: las calles están tomadas por continuas y masivas manifestaciones; no pasa un solo día sin que se celebren cantidad de huelgas, esto unido a un ambiente popular en el que se respira indignación e inquietud por la política económica que desarrolla el gobierno de Rajoy.

Últimamente, la manifestación independentista celebrada en Cataluña, la huelga general llevada a cabo en el País Vasco, la masiva concentración de “ciudadanos” frente a las Cortes, y la gran marcha de los jornaleros andaluces, son hechos que pretenden evidenciar que en nuestro país se cuece algo gordo porque el pueblo es imparable y ha tomado la decisión de frenar el curso de los acontecimientos para darle un giro de 180º.

Con todo ello, es casi seguro que Rajoy pierda las próximas elecciones ¿Y qué? No importa nada en absoluto. Hablamos de cosas serias: el gran capital le ha encomendado una misión concreta que tiene que cumplir cueste lo que cueste, porque en el hipotético caso de que perdiese las elecciones nada ni nadie va a modificar un palmo las medidas que ha impuesto. En el capitalismo es demasiado fácil imponer y aplicar medidas antiobreras, pues todos los llamados representantes del pueblo defienden, de una u otra forma, el capitalismo. Lo que les separan son sólo matices, pero no la esencia y ésta es la culpable de la crisis; sin embargo, cuesta años, palizas en las calles, sangre y cárceles cualquier conquista que alcance la clase obrera, porque está sola frente a todos. Además ¿quién o quiénes iban a restituir, al menos, la situación anterior? ¿El PSOE, IU, CCOO, UGT? Imposible, han tenido tiempo y oportunidades para ello y no lo han hecho porque están en la misma dinámica, es decir, girando sobre los efectos de los problemas sin atentar contra las raíces. Peor aún, las empresas que regenta el PSOE -bien a niveles institucionales, bien en el área de lo particular- son las primeras que han llevado a efecto los recortes, las primeras que han aplicado la reforma laboral, las primeras que niegan a sus trabajadores convenios colectivos, etc. Lo mismo ocurre con CCOO y UGT que, convertidas en auténticas organizaciones empresariales, aplican ERE que incluso devienen en condiciones más duras para sus trabajadores. En cuanto a IU, ha demostrado en varias comunidades, allá donde ha gobernado y gobierna, que sus proyectos se confunden con los de la derecha. IU carece de ideología definida, es un auténtico reino de taifas cuya preocupación fundamental es acomodarse en las elecciones estatales -autonómicas o municipales-, y mamar del estado capitalista, aunque para ello tenga que pactar con el diablo. Y por último, cabe decir que todas las reivindicaciones políticas -reforma agraria, autodeterminación, referéndum por los recortes, etc.- no rebasan el marco del sistema capitalista.

Para nosotros -más allá de la realidad y debajo de las manifestaciones, concentraciones, marchas y huelgas- el mundo concebido y planificado por el gran capital europeo y norteamericano desde hace ya varios años se está forjando con cimientos que parecen inamovibles.

Las grandes empresas que niegan convenios a sus trabajadores, a la vez que reforman sus plantillas a su antojo, están, sin embargo, invirtiendo miles de millones de euros en el extranjero. Y por otro lado, se está modelando un movimiento obrero según conviene al gran capital. Después de 7 años no hay una sola batalla que haya ganado la clase obrera. Las reformas y recortes se llevan a cabo sin rectificación alguna. ¿Por qué? Sencillamente porque las manifestaciones, huelgas, concentraciones y marchas tienen otra lectura menos optimista.

Las numerosas huelgas y manifestaciones se convocan una vez que se han consumado los hechos. Los trabajadores van a una guerra perdida, sin ninguna posibilidad. Además, cada centro de trabajo, cada sector, cada nación o región caminan por sitios diferentes y enfrentados, patentizando una división que no se supera a pesar de las crueles embestidas del enemigo, cuya envergadura es auspiciada precisamente por la división.

Tal vez parezca paradójico decir que a pesar de las grandes manifestaciones y de las incontables huelgas, la clase obrera, los trabajadores como clase, no están en la pelea. Pero es así y se demuestra de manera inapelable. Como hemos visto todas las huelgas son a toro pasado, sin más conciencia de clase que la de mendigar un buen trato en el despido. Los dirigentes sindicales y la inmensa mayoría de los comités de empresas no han adquirido conciencia de clase durante el periodo “pacífico”. Los sindicatos -mayores, y menores- los convirtieron en auténticos leguleyos, guardianes de la legalidad burguesa, y han pretendido vencer al patrón con sus propias leyes. Todas las contradicciones entre el capitalista y el obrero se han dilucidado apelando a la justicia burguesa. Como es lógico no se ha posibilitado la participación de los trabajadores más que cuando se han debatido los convenios; aún así, la huelga se ha convocado en casos muy extremos. Los propios líderes sindicales y comités de empresas han inculcado entre los trabajadores que la política no es cosa de ello, malformando sus conciencias.

El mundo que se construye por abajo es desolador. Se han perdido miles de comités de empresas, otro tanto han visto descender su número de representantes. En miles de pequeñas empresas, los trabajadores no han tenido ocasión de elegir a más de 300 mil delegados, porque los sindicatos no aparecen por ellas. Se ha implantado la psicología del miedo que ya existía multiplicada por mil porque la nueva generación de trabajadores puede ser -y va camino de ello- una generación derrotada, que ha recibido la herencia de otra generación que también fue derrotada.

Las excepciones -pocas por desgracia- de comités que intentan activar a sus compañeros se encuentran con un mundo exterior todavía insolidario, en el que cada empresa va a lo suyo. Estas circunstancias tan perniciosas las advierten los trabajadores, que sólo ven adversidad y más adversidad; que observan que las luchas fabriles son estériles, porque al final se obtiene siempre el mismo resultado de una manera irremediable. El futuro, pues, no es nada alentador, porque a la par que la patronal se va fortaleciendo esperando que amaine el temporal reformista, la clase obrera va debilitándose en número y en conciencia y se puede comprobar ya, tanto en grandes empresas como en pequeñas, que son despedidos trabajadores sin que sus compañeros den una respuesta solidaria.

Podemos decir que un nuevo movimiento obrero se va configurando con la crisis, sujeto a las nuevas necesidades del gran capital. Un movimiento obrero temeroso, que tiene frente así un conjunto de leyes que les impide moverse y encabezado por dirigentes sindicales y fabriles domesticado, es un movimiento que presagia malos augurios. Y por si fuera poco, un movimiento obrero disminuido numéricamente por el aumento de empresas sin representación está expuesto al sometimiento de las nuevas aventuras de los patronos, bien sea en el marco del actual estatus político, bien sea con otra nueva constitución, o bien sea en una república burguesa. A la burguesía no le importa -si ello es necesario- adoptar nuevas formas, maquillar la derrota de los trabajadores con supuestas victorias, si así su poder económico y político resulta ileso.

Los militantes más honestos del movimiento obrero y revolucionario, así como los comités de empresas, tienen en sus manos el torcer los proyectos de los capitalistas. En esta dirección deben comprender que la lucha en los centros de trabajo y fuera de ellos es política pura y dura. Sabiendo que toda lucha en un centro fabril debe forzosamente extenderse a los demás centros de trabajo, para cambiar la psicología de lo imposible que frena a los trabajadores por la de la posibilidad de que la unidad de la clase obrera como clase puede cambiarlo todo. Es una realidad incontrovertible que sin el concurso de la clase obrera con conciencia no es posible un cambio veraz de la sociedad.

Los comités de empresa deben aprender de lo que sucede en la actualidad y dar respuesta del porqué trabajadores de su centro de trabajo acuden a manifestaciones sin reivindicaciones de clase y, sin embargo, tienen miedo a participar en alguna actividad dentro de sus empresas. La historia ha demostrado hasta la saciedad de que la clase obrera responde cuando sus dirigentes actúan con valentía pero también con ciencia y cuando el exterior le proporciona buenas sensaciones. Pero se muestra temerosa cuando sus dirigentes son dóciles, vulnerables e insolidarios.

Hoy, más que nunca, el Partido Comunista Obrero Español propugna la constitución de asambleas de comités, delegados y trabajadores en todos los sectores y hace un llamamiento a sus militantes para actúen bravamente en los centros de trabajo y barriadas, hablando de política, pues la burguesía nos ha emplazado a una guerra política total.

 

PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)