¿Por qué no se toman las medidas necesarias para combatir al COVID-19?
Observamos en estas semanas como distintos territorios del Estado español vuelven a sumirse en el más absoluto caos con la llegada de la siguiente ola de la pandemia del COVID-19. De igual manera, buena parte de los países que conforman la Unión Europea se encuentran en situaciones similares, así como la primera potencia imperialista mundial: Estados Unidos.
Madrid, Navarra, Catalunya, Aragón, Castilla y León, La Rioja… La clase obrera de distintas regiones con Gobiernos regionales de distinto pelaje político -pero todos sometidos a los intereses de la burguesía- están sufriendo las consecuencias directas de esta pandemia bajo un sistema capitalista que no tolera la pérdida de beneficios por motivos de la salud.
En las regiones antes mencionadas, con incidencias acumuladas de más de 500 casos y hasta más de 1.000 casos – como ocurre en Navarra – y con un porcentaje de ocupación de las UCI´s de más de un 30% – casi un 40% en el caso de Madrid –, no se toman las decisiones necesarias para frenar los contagios.
Pero ¿por qué no se toman las medidas necesarias para combatir al COVID-19? La respuesta la encontramos en el actual sistema de producción, el capitalismo, que impide tomar estas medidas para salvaguardar la salud de la mayoría de la población, de los trabajadores. El sistema capitalista se caracteriza por la anarquía en la producción y así, capitalistas de distintas ramas, como los del retail o las grandes superficies, velan por sus propios intereses sin tener en cuenta los intereses del pueblo. Siendo como es el Estado una herramienta de la clase dominante -los dueños de los medios de producción, la burguesía- para oprimir a clase no dominante -clase trabajadora, el proletariado- estos capitalistas que necesitan que sus obreros continúen produciendo para obtener sus beneficios se garantizan que el Estado, mediante un Gobierno siempre fiel a sus intereses, garantice las leyes que permitan que sus obreros sigan trabajando, hacinados en los transportes y centros de trabajo como siempre, haciendo imposible la contención de la pandemia.
Los medios de comunicación de masas, cuyos dueños son los capitalistas, se encargan de intentar maquillar esto y criminalizar a la clase trabajadora echándole la culpa de la pandemia con diferentes excusas como la responsabilidad individual, el ocio o las reuniones familiares, cuando el foco primario de los contagios son los espacios cerrados con aglomeración de personas no convivientes, precisamente medios de transporte y centros de trabajo.
Es imposible, como vemos, que el sistema capitalista proporcione la seguridad y salud a la que el pueblo trabajador tiene derecho, porque confronta directamente con los beneficios capitalistas, que son los que rigen el sistema. Solo hay que analizar cuántas empresas que pueden implementar el teletrabajo han obligado a sus trabajadores a volver a los centros de trabajo, que son la mayoría. El motivo es claro, los sistemas de explotación están optimizados para el trabajo presencial, exprimiendo así a cada trabajador el máximo de su productividad a costa de su salud.
Y para respaldar esto, el autodenominado Gobierno más progresista de la historia publica el Real Decreto-ley 28/2020, de 22 de septiembre, de trabajo a distancia en el que deja fuera a todos los trabajadores que están teletrabajando por motivos de la pandemia, es decir el 98% de los que están teletrabajando hoy. Así permite el Gobierno que sea la empresa quien decida si se teletrabaja o se vuelve al centro de trabajo sin ningún tipo de regulación legal.
El trabajo es una actividad que debe hacerse en conjunto con los compañeros, es una actividad social, pero en momentos puntuales como este donde peligra la seguridad y salud del pueblo -y donde se estima que el 32,6% de los trabajadores españoles podría desarrollar sus profesiones desde sus domicilios– el teletrabajo obligatorio es una medida que debería ser de carácter obligatorio para la contención de la pandemia.
Esto permitiría que en los transportes y los centros de trabajo no se dieran aglomeraciones, principales focos de contagio hoy. Con la economía planificada y habiendo desechado la anarquía de la producción propia del capitalismo, los centros de trabajo no serían ya los mataderos hacinados que hoy conocemos y se cumplirían a rajatabla las normativas respecto de la Seguridad y Salud en el trabajo -las cuales serían revisadas, ampliadas y mejoradas ostensiblemente- ya que no chocarían frontalmente con la necesidad de acumulación de capital.
Los transportes se mejorarían y reforzarían, así como la sanidad pública, que pasarían a ser totalmente públicos y gratuitos, dejando atrás el ánimo de lucro capitalista que hoy impera -y cada día más- en los servicios públicos y esenciales para el pueblo. No se producirían las contradicciones capitalistas que vemos hoy, donde hay enfermeras y médicos en la cola del paro en plena pandemia mientras los que están trabajando hacen jornadas interminables, quedando exhaustos día a día.
De igual modo la educación también sería pública, universal y gratuita, pudiendo aumentar las ratios de alumnos-profesor que hoy lastran la educación de los más jóvenes además de poner en riesgo la salud en plena pandemia, con decenas de alumnos en cada aula, hacinados.
La ciencia y tecnología saldría del ostracismo y abandono que sufre hoy y nos pondría a la vanguardia -como ocurrió en Cuba o la URSS en el pasado-, permitiendo obtener una vacuna más rápido y con mayor seguridad, tal y como observamos que sucede en Rusia, que aún sigue agradeciendo a Lenin y Stalin los avances que trajo el socialismo al que renunciaron, permitiendo hoy tener la vacuna más avanzada que se conoce mientras el resto de países capitalistas muestran su inferioridad técnica.
Es el capitalismo el que impide que el pueblo trabajador se garantice la seguridad y la salud, porque choca frontalmente con la principal ley de este sistema: la explotación obrera para la obtención del beneficio capitalista. Solo el socialismo puede garantizar a la clase trabajadora el derecho a la salud, así como el derecho al empleo, a la vivienda, a la educación, etc. Estos derechos en el capitalismo son una quimera porque suponen un obstáculo para la acumulación de capital por parte de la burguesía, sin embargo solo en el socialismo pueden ser una realidad, porque los medios de producción, que permiten generar la riqueza, quedan en manos del pueblo y no de un puñado de parásitos.
No hay más salida para el pueblo trabajador que la lucha por derribar el capitalismo y construir el socialismo, y la unidad de los comunistas es necesaria para ello. Deben ser los comunistas quienes, bajo la unidad de acción, guíen al pueblo hacia su emancipación definitiva que permita construir el socialismo, imperiosa necesidad hoy día.
¡Por la unidad de los comunistas!
¡Socialismo o Barbarie!
Secretaría de Movimiento Obrero y de Masas del Comité Central del Partido Comunista Obrero Español (PCOE)