Everis, paradigma de negación de la libertad para los trabajadores
La ideología burguesa dominante en el mundo capitalista no escatima esfuerzos en ensalzar la democracia –burguesa– como un sistema garante de las libertades individuales. Desde el sueño americano a las socialdemocracias nórdicas, todo país capitalista tiene en su base la defensa del libre mercado, la defensa del sistema capitalista como garantía de libertad y justicia. Bien sabemos los comunistas que esto es una completa falacia.
La libertad en un sistema capitalista es la libertad de quienes poseen medios de producción para hacer con ellos lo que quieran. La Justicia en el capitalismo es una estructura creada por la burguesía, quienes poseen estos medios de producción, para defender sus intereses y salvaguardar la propiedad privada de esos medios. El Estado, supuesto órgano imparcial que vela por el interés de los ciudadanos, no es más que una herramienta creada por la clase dominante para someter a la clase explotada. En el capitalismo, el Estado es la herramienta de la burguesía, de los capitalistas, para someter a la clase trabajadora.
Gran parte de la maquinaria destinada a someter a los trabajadores bajo el yugo del capital consiste en propaganda para inculcar la manera burguesa de ver el mundo, para infundir ese mensaje de que el capitalismo es el sistema más justo. La burguesía sabe que para mantener oprimido al pueblo trabajador necesita en gran medida que éste no sea plenamente consciente de esta situación. Por eso vemos como desde todos los frentes se transmiten las mismas ideas abstractas de “libertad” y de “justicia”, ideas destinadas a moldear nuestras mentes para continuar sometidos y no rebelarnos ante la explotación y la opresión.
Esta propaganda que pretende lavar las mentes de los trabajadores puede verse perfectamente en empresas como everis, una multinacional del sector tecnológico que presume de ser una de las mejores empresas en las que trabajar – según un ranking elaborado por el Monitor Empresarial de Reputación Corporativa (MERCO), un chiringuito ideado para hacer propaganda de grandes empresas -, de creer en las personas más que en los números, de mirar por el bienestar de sus trabajadores.
Cualquiera que lea los innumerables artículos propagandísticos que tanto la empresa como los medios publican continuamente, podría pensar que trabajar en everis es como ir de vacaciones. Pero la realidad del mundo del trabajo en el capitalismo desmonta todas las mentiras con la que las empresas endulzan la explotación y la represión, que son el pan nuestro de cada día en este sistema.
Y es que cualquiera que entre en un centro de trabajo sabe que toda la libertad, toda la democracia y toda la justicia que, supuestamente, existen en este sistema, desaparecen al cruzar el torno y someternos a la dictadura del trabajo asalariado. La supuesta libertad de expresión – esa que ya no existe si se te ocurre denunciar con letras de rap las fechorías del rey emérito – se transforma en la visión única e incuestionable de la empresa, que sanciona directa o indirectamente cualquier opinión crítica; la supuesta democracia – esa que ya no existe si el pueblo catalán quiere decidir su futuro en las urnas – se transforma en sumisión absoluta a los dictámenes de la empresa, cuyo mínimo incumplimiento puede ser sancionado con la pena máxima en el mundo del trabajo, el despido; la supuesta justicia – esa que ya no existe cuando un juez dicta una sentencia injusta para el trabajador a favor de una empresa sin ninguna prueba y atendiendo únicamente a la declaración de la propia empresa – se transforma en la imposición de cargas de trabajo inasumibles con la amenaza del despido – libre en este sistema – ante el más mínimo incumplimiento, transformando a los empresarios en jueces de primera instancia.
Esta es la realidad que viven los trabajadores en este sistema, y everis cumple a la perfección ese paradigma, cuya punta de lanza es la represión sindical, como forma de coaccionar y aleccionar a los trabajadores atacando a su parte más avanzada, aquellos que deciden organizarse en sindicatos de clase. Es por ello que en lo que llevamos de año, everis ha despedido a dos delegados sindicales de la Coordinadora Sindical de Clase, sindicato que ganó las últimas elecciones celebradas en el centro de trabajo que la empresa tiene en Sevilla, y que tiene la mayor representatividad en toda la empresa.
En la práctica podemos ver cómo el sindicalismo de clase está prácticamente ilegalizado, al poder la empresa, como juez de primera instancia, despedir a cualquier trabajador que ose organizarse, desactivando de esta forma la labor sindical combativa y de clase durante años debido a los plazos que nos ofrece a los trabajadores una justicia destinada a salvaguardar los intereses de las empresas.
La lucha sindical, la lucha económica en los centros de trabajo, aunque necesaria, se muestra pues insuficiente, siendo necesario que los trabajadores eleven su conciencia y pasen a la lucha política e ideológica, la lucha por la transformación de esta sociedad y la construcción de un sistema más justo que garantice el bienestar del pueblo, un sistema en el que se elimine de una vez la explotación del hombre por el hombre: el Socialismo.
Es por ello que los Comités de Empresa y Delegados de Personal de los distintos sectores productivos deben unir sus fuerzas en una Asamblea de Comités, Delegados y Trabajadores, y unir a su vez las luchas en los centros de trabajo con las luchas de los estudiantes, de los pensionistas, de los trabajadores del campo, las luchas por la sanidad, por la educación, y las luchas del resto de capas populares, en un Frente Único del Pueblo que se convierta en un órgano de poder para poner en manos del pueblo la riqueza que las clases trabajadoras generan con su esfuerzo y que actualmente se apropia una minoría parasitaria.
Célula Jorge Dimitrov de Sevilla del Partido Comunista Obrero Español (PCOE)