Sobre las elecciones del 22M
Como estaba previsto, el PP ha barrido en las urnas. En la democracia burguesa existe poco margen para los fenómenos mágicos y menos aún para las sorpresas. Todo se ha enmarcado en la lógica capitalista, los votos registrados, los deslizamientos de un lado para otro, incluidos los que iban a IU o fuera de esta agrupación pequeño burguesa; todo se ha repetido durante la historia de la presente democracia numerosas veces. Por esta razón, nosotros no caeremos en la trampa de explicar las razones de los pequeños cambios habidos en los fallos o en las virtudes dados durante la campaña electoral u otras excusas tradicionales.
No obstante, los registros tienen tres aspectos destacables. El primero es la irrupción victoriosa de Bildu en el País Vasco, que pone en evidencia que detrás de la ilegalización se ocultaba el temor a que se descubriese que la persecución a los nacionalistas de izquierdas no se sustentaba en el terrorismo de una minoría, sino en todo lo contrario, era un esfuerzo desaforado del estado español en silenciar la conciencia popular de Euskadi. Con estos resultados es manifiesto el carácter antidemocrático del PSOE y del PP.
Por otro lado, se constata la capacidad inquisidora y de control del estado moderno sobre todos los fenómenos sociales, al conocer perfectamente que el Movimiento 15M ni hacía daño a sus intereses ni interferiría en los resultados electorales, dando muestras ante el mundo de su talante “democrático” al permitir las acampadas, concentraciones y manifestaciones “ilegales” en pleno proceso electoral.
Por último, el triunfo de la democracia burguesa en época de crisis profunda demuestra en momentos tan especiales la incapacidad de la izquierda revolucionaria para convertirse en la vanguardia de las clases oprimidas que han buscado refugio y amparo en lo único para ella visible y tangible, el bipartidismo.
El desarrollo de las elecciones, el Movimiento 15M y la impotencia de la izquierda revolucionaria nos imponen una única realidad: el parlamento burgués es el arma más poderosa que tiene el capitalista para fundamentar y legalizar su explotación sobre las clases trabajadoras. Y son razones que ratifican la necesidad ineludible de construir un instrumento unitario que congregue a las clases trabajadoras y junto a ellas a las demás clases y capas sociales en un Frente Único del Pueblo.
El PCOE viene trabajando en las Asambleas Populares, construyendo órganos democráticos y de poder de los trabajadores y del pueblo para que se enfrenten a las instituciones burguesas, en lucha por el socialismo, única salida real y posible para acabar con el reinado capitalista.