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Los gobiernos capitalistas están dejando morir al pueblo trabajador

La supuesta dicotomía entre salvar la economía o la salud es en realidad una contradicción en sí misma irresoluble en el capitalismo. La economía no puede salvarse en un sistema quebrado, en el que la deuda pública y la deuda externa de la gran mayoría de países superan el 100% de sus respectivos Productos Interiores Brutos (PIB), y en el que las medidas para intentar salvar al sistema lo único que consiguen es acrecentar las crisis periódicas. Y esto no es fruto de la pandemia de COVID-19, pues ya hace años que los economistas venían anunciando una crisis financiera para 2020, mucho antes de que se hubiera oído siquiera hablar del virus, convirtiendo pues esta pandemia en una excusa para imponer un cambio en el modelo productivo ante la bancarrota del sistema.

En España, un 25,3% de la población estaba en riesgo de pobreza antes de la pandemia, siendo en la Unión Europea un 21,1% el porcentaje de población en esta situación. La sanidad española ya estaba saturada mucho antes de la pandemia, con 671.494 personas en lista de espera en noviembre de 2019 según datos del Ministerio de Sanidad.

 

Ante esta situación y debido a la quiebra del sistema, las medidas adoptadas por diferentes gobiernos capitalistas van de lo esperpéntico a lo inmoral. En Madrid se inaugura un hospital para el que no se va a contratar personal médico ni de enfermería. Mientras tanto un médico de León falleció después de 32 horas seguidas trabajando sin contar con ningún elemento de protección. En Bélgica, el personal médico contagiado de COVID tendrá que seguir trabajando ante el riesgo de colapso sanitario, mientras en Bruselas el gobierno local dará un certificado de no vivienda a los sin techo para que puedan seguir durmiendo en la calle a pesar del toque de queda.

 

 

Quienes tienen que recibir atención médica, bien sea por síntomas de coronavirus o por otro tipo de patologías, están sufriendo una desatención absoluta y un trato inhumano. Atención telefónica de 2 minutos por paciente, horas esperando un enfermero o celador en hospitales saturados, personas en estado grave que son abandonadas a su suerte en sus hogares por no cumplirse las condiciones para ser trasladados a un hospital.

Las medidas sanitarias adoptadas en relación a la movilidad se centran en el ámbito privado, limitando la movilidad de las personas, las reuniones familiares, pero permitiendo que el transporte público y los centros de trabajo sigan llenos, con trabajadores hacinados, condenando a la clase trabajadora a contagiarse. Mientras se avecina un nuevo confinamiento, los desahucios no se han detenido, a pesar del rimbombante anuncio del gobierno más progresista de la historia, dándose casos como el de Dora, de 63 años, que después de ser desalojada junto a su hijo, su nuera y sus cuatro nietos menores ha tenido que trasladarse al piso de otra de sus hijas, también con varios intentos de desahucio. Son once en casa, sin empleo y sin alternativas.

A pesar del supuesto escudo social, la mitad del empleo destruido con el confinamiento sigue sin recuperarse, y en los últimos días cientos de solicitudes del Ingreso Mínimo Vital (IMV) han sido rechazadas a pesar de cumplir los requisitos porque no hay dinero para pagarlas. Sí hay dinero sin embargo para aprobar una subida salarial para el presidente del gobierno y sus ministros, o para aumentar un 6,5% el presupuesto de la Casa Real, o rescatar Air Europa por 475 millones de euros.

 

 

Así es como los gobiernos capitalistas en todo el mundo están dejando morir a sus pueblos. La crisis sistémica del capitalismo no puede ya contenerse mediante reformas, y hasta las más mínimas medidas son rechazadas por los monopolios, que exigen cada vez mayor represión para controlar y someter al pueblo ante la situación de extrema miseria a la que nos conduce este sistema.

Sólo el pueblo organizado, uniendo todas las luchas parceladas en una única lucha de clase contra el capitalismo y su Estado, y por la construcción del socialismo, conformando el Frente Único del Pueblo como órgano de poder popular, puede dar salida a la situación  a la que el capitalismo nos ha conducido y conquistar el futuro para las clases populares: una vida digna y el fin de la explotación del hombre por el hombre.

Pero para alcanzar esta unidad, es necesario que la parte más avanzada, los comunistas, estén unidos, es por ello que la unidad de los comunistas se vuelve imprescindible para lograr a su vez la unidad de los trabajadores y las clases populares.

 

Secretaría de Agitación y Propaganda del Partido Comunista Obrero Español (PCOE)