Las direcciones de CCOO y UGT al servicio del Imperialismo
Cada día que pasa, un acontecimiento “imprevisto” irrumpe cimbreando la quebradiza cintura de un régimen que sólo se sostiene por una fuerza cada vez menos oculta y misteriosa: la alianza de los “demócratas de toda la vida” con la falsa izquierda y con los ilusos que esperan bendiciones de un régimen putrefacto.
Es en los momentos críticos cuando con más claridad se descubren los engaños y falsedades de los embaucadores, porque es en estos momentos cuando los términos “democracia”, “derecho internacional”, “patriotismo” y otros, adquieren su dimensión real.Las fuerzas políticas de diferentes signos tenidas por el pueblo por enemigas entre sí, gracias a una intensa y demoledora propaganda ideológica, aparecen ahora con cruda nitidez vinculadas y hermanadas en la trama urdida por la gran burguesía y su gobierno, concebida para perpetuar la esclavitud de las masas laboriosas, porque la expropiación de YPF (Repsol) por el gobierno argentino ha logrado arrancar el antifaz a todos los falsarios.
La profunda crisis estructural del capitalismo europeo golpea con toda su fuerza al sistema español. Crisis que exacerba las contradicciones interimperialistas en varios grados, todos supeditados a la pugna por controlar el mercado mundial. Por lo que la búsqueda de soluciones a la misma en términos capitalistas, tiene forzosamente carácter internacional. En este escenario, los monopolios y multinacionales españoles utilizan a nuestro país a modo de plataforma de lanzamiento que les conduzca hasta la conservación de su imperio y a la conquista de nuevas colonias. Y así ha de ser, pues tal es la ley del desarrollo del modo de producción burgués previsto en el Manifiesto Comunista de Marx y Engels.
Todas las medidas económicas y políticas puestas en práctica por PSOE y PP, junto con las anunciadas por este último, no tienen más finalidad que crear y garantizar las condiciones precisas con las que las empresas imperialistas españolas puedan competir allende nuestra frontera con los países emergentes, quienes aprovechan las oportunidades que les ofrece la situación de crisis en EEUU y Europa para penetrar en los mercados.
Poco les importa a las empresas españolas la precaria situación del pueblo si con ello obtienen el refuerzo económico que necesitan en sus aventuras expansionistas. Es un hecho constatable que, en plena crisis, las grandes empresas se van extendiendo y atesorando beneficios por diversos canales con los que compran empresas locales en los países objeto del pretendido neocolonialismo. Mas sus fuentes de financiación clásicas están bastante agotadas (plusvalía arrancada a los trabajadores, mercado interno y ”ayudas” del Estado). El gran capital necesita, pues, de un Estado con pocas deudas porque constituye su caja de financiación más barata y segura. Pero el Estado sólo tiene una manera de recaudar, cual es la de exprimir hasta el borde de la asfixia a los trabajadores, creadores de las riquezas.
Nada ni nadie va a frenar por la vía parlamentaria, ni tampoco por medio de luchas formales, las medidas de un gobierno impuesto por la banca y el gran capital, precisamente para cumplir con dicha misión. Al PP le importará muy poco que dentro de 4 años los votantes les den la espalda a consecuencia de sus actos y así lo ha hecho saber Rajoy. Sus objetivos están marcados por sus representados y no habrá argumentos ni fuerza capaz de hacerle desistir de su empeño.
Ahora bien, el Estado, que hace todo cuanto puede al límite de sus posibilidades actuales, es tan sólo una de las tres reservas de donde se nutre el gran capital. Le queda aún el mercado interno y la plusvalía que succiona a los trabajadores, que en opinión de la oposición están también al límite.
Producto de un análisis pequeño-burgués que justifica su pasividad, a día de hoy el argumento más utilizado por la “oposición” ha sido que sin el consumo popular resultará imposible hallar una salida a la crisis porque las empresas no venderían. Sería, pues, la hecatombe. Sin embargo, cuando hablan del consumo, cual denuncia para aparentar ser oposición ocultan algo tan importante como que el pueblo trabajador no puede prescindir por su propio deseo y voluntad del consumo de los productos que venden los monopolios y multinacionales, pese a sus contantes subidas de precios, pues están obligados a adquirirlos aunque se quede sin comer: luz, gas, carburantes, teléfonos, transportes, medicinas, intereses bancarios…
El tercer factor de financiación, tal vez el más importante por su repercusión política, es la Plus Valía robada a los trabajadores, la cual presenta serios problemas para el gobierno,. Imponer desde el Estado los salarios que deben “pactarse” en los convenios sería contribuir a su propio deterioro. Es obligado que otra institución estatal se haga cargo de la tremenda responsabilidad de convencer a las clases operarias de la conveniencia de aportar su granito de arena.
La reacción de los sindicatos ha sido fulminante: tender sus manos para llegar a acuerdos con la patronal a través del pacto más cruel que se ha firmado contra el mundo del trabajo: la no inclusión de los factores energéticos en el IPC. Y es así que el principal indicativo para las firmas de los convenios, es decir, la carestía de vida, se ha convertido en el mayor engaño a los trabajadores. Luego, aceptan que los convenios se firmen por debajo del índice adulterado y por último permiten que el patrón pueda descolgarse de los aspectos económicos acordados en convenio. ¿Acaso la patronal podía pensar que iba a conseguir un manantial tan abundante en plus valía por otro camino?
Los sindicatos quieren hacernos cómplices de sus felonías al aducir que los acuerdos tienen carácter excepcional, mas no es así. El gobierno les ha asignado el miserable papel de ser el vehículo que transporte hasta el interior del movimiento obrero su política antipopular. No cabe ninguna duda, los sindicatos son la prolongación del Estado en el movimiento obrero.
La nacionalización de la filial de Repsol avala nuestras denuncias. Si el imperialismo español y europeo buscan la solución a la situación del sistema en el mercado internacional cualquier obstáculo que surja en este ámbito quebrará su trayectoria. La decisión del gobierno argentino ha provocado la alerta y el Estado de los capitalistas españoles busca denodadamente las justificaciones ideológicas y políticas que tienen por objeto frenar algo tan perjudicial a los intereses del imperio como es la nacionalización de una empresa de la envergadura de Repsol, contando para ello con la comprensión del pueblo.
Por supuesto, el gobierno del PP va a utilizar todos los medios a su alcance, legales y extralegales, para doblegar al gobierno argentino y para ello ha puesto a punto toda su artillería.
La prensa escrita, la radio, la televisión, todas las formas de propaganda posibles e inconcebibles se han activado para mostrar un Estado firme, capaz de velar por los intereses del país en cualquier adversidad. Repsol ha sido elevada a la categoría de vanguardia del ideal español, de representante de los intereses de todos los españoles. La mayoría de los partidos han coreado también las patrióticas consignas del gobierno.
El problema está en las clases trabajadoras, quienes según las últimas encuestas le están dado la espalda al gobierno fustigadas por el paro, la miseria creciente, los desahucios y por los efectos de la nueva Reforma Laboral. Las llamadas del gobierno al patriotismo, al derecho internacional, al carácter benefactor de las empresas españolas que operan en el extranjero, no calan o lo hacen cada vez menos entre los trabajadores. De ahí que de nuevo apele a la intervención de los sindicatos.
Dirigentes de CCOO y UGT, sin dudarlo, se han puesto expresamente al lado del gobierno. Un gobierno que machaca a los trabajadores con sus reformas y masacra físicamente las manifestaciones populares; al lado de los capitalistas que reprimen sindical, laboral y políticamente a la vanguardia de los obreros; al lado de un sistema imperial que camina inexorable hacia el fascismo, con presos políticos en las cárceles; al lado de una patronal que constantemente se mofa y hacen ostensión del desprecio hacia los asalariados, que pide la ilegalización de la huelga general.
Los sindicatos, prescindiendo de toda orientación clasista, defienden la idea que pretende infundir en el pueblo que el interés de una empresa imperialista es el interés de los trabajadores. En esencia, las direcciones de CCOO y UGT impulsan la canallada por principio para justificar su política reaccionaria, llevando a los trabajadores a la situación inmoral de tener que aplaudir ciegamente a sus amos en la expoliación de las riquezas naturales de otros pueblos para conservar su “bienestar” y que han de aceptar como bueno que su nivel de vida debe estar basado en la explotación de los trabajadores de otros países. Tarde o temprano, los obreros españoles pasarán gruesas facturas a los líderes traidores.
No se puede concluir el presente documento de denuncias sin señalar otras enseñanzas, iguales en importancia, que nos ha deparado la nacionalización de YPF, porque todas ellas ponen de manifiesto la verdadera naturaleza del Estado burgués y de su democracia.
La salidas de tono y las bravuconerías del gobierno español, de los capitalistas, partidos políticos y dirigentes sindicales, así como de los medios de comunicación, constituyen una advertencia en toda regla para quienes crean en nombre de ninguna Constitución, triunfo electoral o inspirado en un falso socialismo (siglo XXI) que se podrá atentar contra la propiedad privada de los medios de producción sin la intervención cruenta del Estado de los monopolios, como aventura PCE-IU. También pone en entredicho al cretinismo pacifista de dirigentes de CUT-BAI, 15M o de cualquier otro signo, quienes incurren en graves errores, pues suscitar en el pueblo expectativas legales o pacifistas para la consecución del socialismo es conducirlo al altar de los sacrificios, como sucediera en Chile.
Por todas estas razones el PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL Y LA FJCE denuncian la actitud comprometedora de los dirigentes de CCOO y UGT, que sin ningún pudor malforman la conciencia de los trabajadores españoles con el ánimo de hacerlos cómplices de la codicia imperialista de los monopolios y multinacionales españolas, llevándoles a la competencia y enfrentamiento con los trabajadores de otros países, justificando desde la sinrazón su política traicionera y de sumisión.
PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (PCOE)
FEDERACION DE JÓVENES COMUNISTAS DE ESPAÑA (FJCE)