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La Mancha sigue clamando por Tierra y Pan

Este mes de abril se cumplen 85 años del fin de la guerra civil, donde el territorio manchego fue de los últimos en caer de lo que quedaba de la España antifascista.

Destaca el ejemplo de valentía, coraje y compromiso antifascista y comunista de la ciudad de Valdepeñas, en la provincia de Ciudad Real, donde, tras el golpe militar fascista, el ala más radical del PSOE y el PCE, integrados en el Frente Popular, tomaron el control del Ayuntamiento en noviembre de 1936, cansados de la Dictadura a la que caciques e Iglesia sometían a los jornaleros y obreros, e instauraron una proto dictadura del Proletariado, creando las Milicias Populares de Defensa de Valdepeñas, su propia moneda y se colectivizaron las bodegas, paneras, tierras y todos los medios de producción de la ciudad. Las iglesias y conventos fueron saqueados, y el dinero obtenido se guardó en un banco de la ciudad para subsanar construcciones y mejoras para la población, entre ellas, la construcción del refugio antiaéreo (además de los ya existentes en las bodegas de numerosas casas), que sirvió para resguardar a la población, más aún, aquel día en el que un avión pretendía bombardear un tren que debía parar en la ciudad vinatera para cargar municiones para el frente. La descoordinación de la inteligencia fascista fue tal, que cuando el avión llegó, el tren ya hacía rato que se había marchado, y como tenía que lanzar sus bombas, lo hizo contra la ciudad, provocando daños menores.

Durante el gobierno revolucionario de Valdepeñas, se mandaron al frente de Madrid y Aragón hasta tres batallones: Batallón Félix Torres, Batallón Valdepeñas y Batallón Jóvenes Antifascistas. Tal fue la importancia de Valdepeñas en la defensa de la Democracia Obrera, que llegó a tener una importancia incluso mayor que la propia capital provincial (Ciudad Real), y muchos autores e historiadores la han llegado a apodar la URSS manchega.

Esta ciudad, encabezada por su histórico dirigente socialista, Félix Torres, se mantuvo leal a las ideas del comunismo y la propiedad socialista de la tierra, que no cayó hasta el 1 de abril de 1939, último día de la contienda, cuando por fin las tropas fascistas consiguieron penetrar en la ciudad. Fue por su encomiable defensa de la Libertad del Proletariado, que los fascistas mandaron construir un monumento “por la Paz”, conocido como El Ángel de la Aguzadera, como recordatorio de su lucha contra Franco y el fascismo. Aquel ignominioso elemento duró hasta 1976, cuando los FRAP lo volaron, dejando de él un mal recuerdo de acero y hormigón.

Ya a finales de la guerra, el dirigente socialista Félix Torres, el Stalin manchego o el Pol Pot de Valdepeñas, como muchos derechistas y liberales le llaman, tratando de desprestigiarlo en vano, fue capturado cuando intentaba huir, sabedor de su destino. Fue llevado a la prisión del pueblo junto a más familiares y sometido a numerosas torturas, entre ellas, cortarle el pene y hacérselo tragar, para luego aplicarle el cruel garrote vil. Torres, junto a centenares de vecinos de Valdepeñas y de pueblos de alrededor, fue lanzado a una cuneta, que no se pudo abrir hasta 2005, cuando su sobrino, Faustino, cuyo padre también fue torturado y asesinado cruelmente, juntó dinero con otros familiares de represaliados y consiguieron desenterrar los más de 300 cuerpos de antifascistas asesinados, bien a las puertas del cementerio local, o en la prisión.

La Historia de Valdepeñas es la Historia de toda La Mancha: una tierra explotada hasta la saciedad por sus riquezas naturales por caciques, Iglesia, burgueses y terratenientes. Pero es nuestro deber recuperar aquella lucha de Félix Torres, de todos los obreros y campesinos que lucharon durante la guerra y después de ella (lanzándose a los montes manchegos o haciendo de puntos de apoyo y enlaces para ayudar a los maquis que se resguardaron en las inmediaciones de la Sierra de Alhambra, en la Sierra de Alcaraz, entre otras localizaciones).

Debemos recuperar el espíritu de toma de los medios de producción, de la tierra, de las fábricas, tal y como ellos hicieron, debemos organizar y crear un Partido Comunista fuerte, capaz de enfrentarse a las fuerzas represivas y al Capital, al servicio del cual están. Debemos tomar sus enseñanzas, y culminar su arduo trabajo.

En una región asolada por la sequía, tanto por el cambio climático como por los pozos ilegales y masivos, macro granjas, de proyectos de minas amparadas por la Junta que pretenden establecerse en nuestras tierras por no más de 10 años, arrasar el terreno y llevarse nuestra riqueza y sustento. Una tierra que usa a los jornaleros como mano de obra cuasi esclava, más aún los temporeros inmigrantes que vienen en cada una de las numerosas campañas agrícolas que aquí se dan al año, manteniéndolos en condiciones deplorables. Una tierra que sirve de coto de caza y de fiestas de los ricos de España y de Europa.

Por eso, desde el PCOE, llamamos a la unidad, a la construcción del Partido Comunista que organice al Proletariado y al Campesinado hacia la Revolución, hacia la instauración de la Dictadura del Proletariado, hacia la socialización de los medios de producción, que los ponga al servicio del pueblo Trabajador.

 

¡Por la Revolución!

¡Por la Unidad Comunista!

¡Por la socialización de los medios de producción!

Comité Provincial del PCOE en Ciudad Real