La abdicación del rey, enjuague de la burguesía
Los resultados de las pasadas elecciones han servido para acelerar las maniobras de Palacio urdidas hace tiempo a la espera de un acontecimiento relevante, o de una situación propicia, para llevarlas a cabo.
Los partidos que mantienen actualmente la monarquía no suscitan, por el momento, expectativas favorables para su recuperación, y si el proceso de descomposición continúa al ritmo actual la monarquía, bajo los auspicios de la corrupción, caería sin más remedio junto a dichos partidos a la par que el sistema de producción quedaría muy deteriorado y cuestionado por el pueblo. ¡Más vale perder un rey antes de que se hunda el sistema capitalista! La abdicación es el principio del fin, y ellos lo saben mejor que nadie. La apuesta por el príncipe no va a cambiar absolutamente nada. Los seis millones de parados, la pobreza en aumento, una juventud perdida, las instituciones puestas en tela de juicio, corrompidas hasta el tuétano, no van a cambiar porque el rey abdique a favor de su hijo. También lo saben ellos, pero por ahora constituye una tregua, la única que puede atenuar las diferencias entre las grandes burguesías.
Pero la tregua tiene un tiempo de caducidad. La herencia que recibe el nuevo rey no da lugar a los cambios profundos que precisa el sistema desde la visión capitalista para que dé tiempo a que los PSOE y PP se recuperen, por el contrario, todo apunta a que en las próximas elecciones la pendiente hacia abajo se incline aún más, por más promesa que haga el príncipe y reformitas que lleven a cabo los partidos burgueses. El pueblo ha logrado subir varios peldaños en su concienciación, pero es necesario que la clase obrera se encuentre así misma y se ponga a la vanguardia de las luchas para avanzar hacia la transformación social.
Así pues, el problema no radica en la situación en la que se encuentran los capitalistas y sus partidos políticos, sino en la salida que den sus “adversarios” y la que escuchamos nos chirría, es como caer nuevamente en la trampa. Decíamos que un sector del gran capital ha llegado ya a la conclusión que ¡Más vale perder un rey antes de que se hunda el sistema capitalista! Los resultados europeos tienen varias lecturas, pero la fundamental es que el pueblo no quiere Europa y no quiere a los PSOE y PP por sus políticas antipopulares en favor de la banca y de los monopolios. Las inferencias de los resultados de los comicios tendrían que ser la salida de Europa, y la dimisión del gobierno, que pondrían en discusión la imperiosa necesidad de poner en práctica cambios estructurales económicos y políticos profundos que cuestionen el sistema de producción capitalista, que es lo que teme la burguesía, pero es lo único que puede satisfacer las necesidades de un pueblo harto de sufrir. Sin embargo, la abdicación ha desplazado el debate, los partidos han entrado al trapo y van a salir toreados, pues ahora se trata de rey sí o rey no, o sea, Monarquía o República –democracia dicen algunos.
Pero los nuevos herederos de la socialdemocracia, IU-PODEMOS, ni siquiera exigen la proclamación de la República; lo que piden es que se le dé la “oportunidad al pueblo” de votar si quiere Monarquía o República. Es evidente, que la oportunidad no se la dan al pueblo sino a la Monarquía, que está contra las cuerdas, con el fin de que se rehaga a través de unas votaciones burguesas.
El momento de debilidad que exhibe el gobierno, el espacio interregno que sufre la presidencia del Estado, corolario de un pueblo que de una u otra manera se manifiesta indignado, no puede resolverse a favor de la burguesía, pues república o monarquía, es más de lo mismo.
¡Socialismo o Barbarie!
COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL
(P.C.O.E)