El Estado español es represión y putrefacción, y la Corona es la clave de bóveda del mismo

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El pasado día 20 de julio, el monarca hizo una visita a Cataluña, concretamente al Monasterio de Poblet, el cual fue bien custodiado por la, mal llamada, policía del poble, como algunos nacionalistas se referían al cuerpo represivo de los Mossos d’Esquadra. Sin duda, esta visita fue totalmente rechazada por el pueblo catalán, el cual no dudó en expresar su rechazo realizando múltiples acciones de protesta y manifestaciones. Es evidente que la inmensa mayoría de los catalanes rechazan, y con razón, al Jefe del Estado, el cual no dudó en defender y alinearse el pasado 3 de octubre de 2017 con la represión salvaje que las fuerzas represivas del Estado desarrollaron contra el pueblo catalán el día 1 de Octubre que, sin duda, fue una jornada histórica que escenificó, a la perfección, lo que es el Estado español y este franquismo de propina que, durante más de 4 décadas, estamos padeciendo como consecuencia del pacto entre oportunistas y fascistas tras la muerte del tirano.

Esta visita, como otras que está realizando el Rey a lo largo de estas semanas – por ejemplo el circo que montó el Estado en la zona más deprimida de la ciudad de Sevilla, las Tres Mil Viviendas – se circunscriben en una campaña propagandística para contrarrestar el inmenso desgaste social sufrido por la Corona, que ha manifestado no sólo su inutilidad sino que, fundamentalmente, está asolada por la corrupción.

Y mientras el Estado trata de reflotar a la Corona, se siguen sucediendo noticias que señalan que ésta es inmensamente corrupta. Las amantes del Jefe del Estado puesto a dedo por Franco, pagadas con dinero público y que ejercían en algunos casos de testaferros; el blanqueamiento y evasión de fondos de Juan Carlos de Borbón; sus cuentas en Suiza, una cuenta offshore donde albergaba 100 millones de euros en la Fundación Lucum, de la que era testaferro un primo del monarca puesto a dedo por Franco en la Jefatura del Estado, con las supuestas comisiones por los tratos mantenidos tanto con la monarquía de Arabia Saudita, como por otras “mediaciones” con bancos; cuenta offshore de la que era segundo beneficiario el actual Jefe del Estado Felipe VI. Resulta, pues, que el símbolo de la Unidad de España llevaba los dineros fruto de la corrupción fuera de España a paraísos fiscales como son Suiza, Liechtenstein o Panamá según señala la prensa.

Curiosamente, gran parte de estas informaciones salieron tenuemente en los medios de comunicación españoles – los cuales llevan décadas tapando la podredumbre de la Corona y engañando al pueblo – recién iniciado el estado de alarma por la pandemia de la COVID-19, al objeto de diluir los escándalos que tanto la justicia como los medios de comunicación de otros países están sacando a la luz.

Tras el conocimiento público de la cuenta offshore en Panamá donde Juan Carlos de Borbón supuestamente guardaba los dineros de los tratos realizados por éste con la criminal monarquía saudí – tratos que enriquecían a empresas españolas – el pasado 15 de marzo, la Casa del Rey emitía un comunicado público anunciando que Felipe VI renunciaba a la herencia que le correspondiera de su padre y eliminaba la asignación oficial que Juan Carlos de Borbón percibía del erario público. Asimismo, ese comunicado público reconocía que Felipe VI era conocedor de que era beneficiario de esa cuenta offshore radicada en Panamá desde marzo de 2019, es decir, lo conocía desde un año antes. Con lo que, queda claro, que aprovechó la declaración del estado de alarma y la pandemia para que esta medida quedara diluida por los acontecimientos. Medida, además, que no es más que una argucia política para tratar de distanciar a Felipe VI de la corrupción de la institución monárquica, pues según el Código Civil nadie puede renunciar a una herencia sin que se produzca el óbito del transmisor de los bienes y derechos objeto de la herencia.

También hemos conocido que el pasado año 2016, Juan Carlos de Borbón disfrutó de un viaje a la Polinesia Francesa sufragado por una sociedad instrumental controlada por el primo de éste, Álvaro de Orleans. Esa sociedad, según la prensa, es la Fundación Zagatka que es una empresa por la que éste, supuestamente, ocultaba parte de su fortuna en el extranjero.

Por más que la táctica del Estado sea la de poner un cortafuegos entre el actual Jefe del Estado y el resto de su familia, los hechos que se van conociendo hacen patente la estrecha vinculación entre el exJefe del Estado puesto a dedo por Franco y su hijo y, por supuesto, ensucian completamente a la Corona.

El Estado capitalista es la corrupción institucionalizada y la Corona, en tanto y en cuanto condensa las esencias del franquismo que son los principios del Estado, al ser la clave de bóveda del Estado – como demostró el Jefe del Estado el pasado 3 de octubre de 2017 poniéndose a la cabeza del Estado fascista en la represión contra el pueblo catalán – tiene que ser a la fuerza corrupta.

El propio Suárez reconoció en una entrevista en 1995 a Victoria Prego que el Referéndum Constitucional de 1978 fue manipulado para salvaguardar y consolidar a la monarquía, puesta a dedo por el criminal Franco. Según las palabras del franquista Suárez, ellos “nos colaron la monarquía”. La Corona representa la esencia fascista en la que se sustenta el Estado: la Unidad indisoluble de España, la negación de las diferentes naciones que conforman el Estado, la posición preeminente de la Iglesia Católica y la defensa a ultranza de los privilegios de la burguesía monopolista, en definitiva, la garantía de los fascistas que el Estado “democrático” garantiza la defensa de los objetivos y principios del llamado “Alzamiento Nacional”.

Las fuerzas más reaccionarias del arco parlamentario (PP, VOX y PSOE), el pasado 16 de junio, votaron en contra de investigar a Juan Carlos de Borbón sobre las actuaciones de éste en la adjudicación del contrato del AVE a La Meca una vez ya había abdicado. Los reaccionarios, corruptos hasta la médula, no dejarán caer a la Corona pues concentra y garantiza la ideología de éstos. En todo caso entregarían su cabeza como moneda de cambio ante una crisis del Estado, como consecuencia del empuje del pueblo trabajador en un proceso de movilización política fuerte, al objeto de que suponga un freno al movimiento popular y, así, sostener el Estado actual, que garantice los privilegios de los monopolios, bajo otra fachada que no otra esencia. Pues la burguesía en el Estado español, para salvaguardar el capitalismo, todo lo tiene que apostar a la reacción extrema.

El oportunismo, el mismo que colaboró con los fascistas tras la muerte del tirano para “colarnos la monarquía”, abonará el discurso de la necesidad de que el pueblo español decida, en referéndum, sobre el modelo del Estado. Este es el republicanismo vergonzante del oportunismo español, abrazar el idealismo y mostrar idílicamente una “abdicación” del monarca para que el pueblo vote si sigue o no. Este es un gran engaño al pueblo, el enésimo de los oportunistas que tragaron con todos los principios del franquismo, los mismos que impidieron que hubiera ruptura democrática en el Estado español tras la muerte del tirano Franco.

La monarquía ha sido impuesta por Franco, fue “colada” por la alianza entre franquistas y oportunistas – la amenaza de la violencia franquista unida al engaño y la traición del PCE y el PSOE – cuando la correlación de fuerzas era desfavorable para la monarquía. Por tanto, la monarquía se impone como consecuencia de la opresión del Estado franquista y la traición del oportunismo para garantizar los privilegios y el poder de los monopolios. Por tanto, la monarquía en el Estado español no desaparecerá por una dádiva de los monopolios, ni de los sectores más reaccionarios que dominan los resortes de poder del Estado, ni tampoco por la vía de un referéndum que sólo está en el ideario de los traidores para desviar a la clase obrera y las clases populares de la única vía posible para democratizar el país. Y es que no se puede democratizar el país si no se democratiza la economía, esto es, sino se impone el socialismo y, con él, se suprima de raíz el Estado burgués y se alce un Estado acorde al socialismo, donde sea la clase obrera y sus clases aliadas las que tengan el poder económico, político e ideológico. La cuestión no es ya si monarquía sí o monarquía no, la cuestión es acabar con el capitalismo que es la corrupción por definición y, acabando con el capitalismo se mandará al estercolero de la historia no sólo la explotación de las masas proletarias, sino también toda la superestructura que este sistema corrupto eleva, siendo la Corona la clave de bóveda de toda la podredumbre y putrefacción que es inherente a la formación socioeconómica capitalista en su fase monopolista. Y es que la única república que hoy se puede abrir camino en el Estado español es la República Socialista.

 

¡ABAJO LA MONARQUÍA FASCISTA!

¡POR LA REPÚBLICA SOCIALISTA!

¡SOCIALISMO O BARBARIE!

Madrid, 22 de julio de 2020

COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)

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