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El auge del fascismo

El capital nos inculca sus valores desde niños para explotarnos mejor. La alienación comienza desde el nacimiento, con los bautizos, por ejemplo, acto que jamás puede tener la aquiescencia de contra quien lo perpetran, y sigue la escalera hasta el infinito, porque la vida del obrero está enajenada en una triple dimensión: moral, económica y política.

Un marxista debe enfrentar la realidad en la que quiere incidir sobre dos pilares, el grado de desarrollo del capitalismo en la clase trabajadora y el desarrollo de las contradicciones capitalistas. En el ámbito de los países no periféricos, en especial los países de la comunidad europea donde crecen las opciones electorales de extrema derecha, esta triple alienación tiene un destacado rasgo común.

En el ámbito moral, alcanzar la virtud para un obrero enajenado, significa conformarse con la pobreza y la escasez, fruto de su condición de asalariado, y se premian cosas como el ahorro, el esfuerzo y el espíritu sacrificado que hace crecer el valor de la plusvalía y que es la renuncia total por parte del obrero, no sólo de la lucha de clases, sino de buscar siempre aumentar su temperatura. Valores como el trabajo duro, la sumisión a la jerarquía capitalista, la dedicación de toda una vida a la explotación del trabajo asalariado, incluyendo infinidad de fuertes renuncias de su vida familiar y privada comenzando por su tiempo, son conceptos que una vez conseguidos y contrastada su falta de valor, generan un rencor que se proyecta en el plano social con la exigencia de que los demás hemos de pasar por el mismo aro, si queremos lograr su virtuosismo. El obrero enajenado no sólo se convierte en virtuoso, sino que, además, se convierte en el guardián de su propia virtud. Como dijo Platón, cuando el prisionero no tiene consciencia de su prisión, el carcelero no necesita candados. Esto muestra cómo la burguesía inculca el idealismo en la clase obrera, procurando negar la capacidad de estudiar la realidad en su conjunto.

En el ámbito económico, ese obrero ha producido riqueza para ocho vidas y lo único que recibe es una pensión menguada y cuestionada como insostenible por el sistema, y la acumulación de todo a lo que ha ido renunciando con la consigna interiorizada de que el trabajo duro produce resultados, silenciando la realidad que es mucho más rentable para los explotadores y que puede contrastarlo en cualquier momento en su práctica cotidiana. Muchos oficios, como por ejemplo el de cartero, con la implementación de las TIC, se han quedado desfasados y corre el peligro de que, a pesar de su abnegación, pase a engrosar el ejército productivo de reserva con la etiqueta de improductivo y todos sus sueños se desmoronen. Debido a la educación distorsionada que ha asimilado como propia, su valía y su autoestima se medirán por el rasero de los valores que le ha inculcado el capital y como ha dejado de generar plusvalías, le juzgarán como inútil, vago e improductivo. Al obrero que tenga mejor suerte y la explotación le alcance hasta una edad avanzada, toda una vida de sacrificios le será retribuida por el capital por intangibles como Dios, la Patria, la Unidad Nacional, la comunidad de iguales, sin saber del todo cierto los perjuicios que le otorga la defensa de esos valores y la convivencia con ese estado económico.

La religión, con todos sus derivados, es el cambio de tangibles por intangibles que tan bien funciona para no repartir beneficios. Son el triunfo de la triple alienación. Cualquier opción política que se proponga construir el Socialismo, tiene que declararla sin demora de incumbencia privada porque perpetúa los privilegios de la organización clasista burguesa.

En el tema de la patria, Lenin expone en “El derecho de las naciones a la autodeterminación” (1914) que las patrias de los países que superaron el feudalismo son hechas a sangre y fuego en conflagración directa de los obreros de ambos lados. La patria burguesa tiene que expandirse para conquistar territorios para la ampliación del campo donde circulan libremente las mercancías producidas y por eso la cartografía ha sufrido infinidad de cambios producidos por las guerras de rapiña. Lenin, como siempre certero, dice algo evidente para todos aquellos que no tengan una percepción distorsionada de la realidad por haber asimilado los valores del capital como propios. Porque si se defiende la inmutabilidad de unas fronteras en constante cambio ¿dónde está el sentido de este estado de cosas? Hay una voluntad mística, podríamos decir casi religiosa, de marchar contra la dialéctica y de resistir por el terruño.

Volviendo al plano religioso, todo el virtuosismo adquirido en la explotación del trabajo asalariado es la cristalización y la reafirmación de que sus sacrificios serán retribuidos en un mundo que no es este, concretamente en el Cielo. El sujeto que ha conquistado un honor tan dudoso, ser intachable, que quiere proyectar esa virtud futura en su vida diaria y necesita un elemento tangible que legitime la defensa de la mística sobre esos principios no materialistas, Dios, la Patria, la Unidad Nacional, la comunidad de iguales como dijimos con anterioridad, hacia algo que sea un adelanto del lugar a donde no morirá para siempre y que se asemeja en su estructura. El obrero enajenado encuentra esa representación en el estado burgués, que le ha inculcado las ideas del capital desde pequeño para explotarlo mejor. Como dice Federico Engels en el prólogo de “La guerra civil en Francia” (1871): “La fe supersticiosa en el Estado se ha trasplantado del campo filosófico a la consciencia general de la burguesía e incluso a la de muchos obreros. El Estado se convierte en la realización de la idea, o sea, en lenguaje filosófico, el reino de Dios en la Tierra en que se hacen o deben hacerse realidad la eterna verdad y la eterna justicia”. Y la eterna virtud, añadiría.

La expresión cuantificable de todo lo que estamos diciendo, es el auge en los países de la comunidad europea del voto obrero a opciones fascistas. Las opciones personalistas tienen un marcado patrón decisionista por un sujeto iluminado, y nada democrático, por alguien que es único, tipo Mussolini, Franco o Abascal en nuestro ámbito y adaptado a los tiempos modernos para que la legalidad burguesa pueda arroparlo sin judicializar, y está tocado por la varita de la virtud, alguien al que hay que seguir a ciegas, como a Dios, aunque no sepamos a ciencia cierta la dirección exacta. Esa personalidad que lucha contra el mal, (casi siempre contra lo que es diferente y se halla en indefensión), maneja el poder con ánimo iracundo, como el altísimo, y esa es la proyección más valorada, que sea firme e intransigente en la lucha contra quien quiere violar las puertas del paraíso, la legalidad burguesa (lo vimos con la guardia civil en la Playa del Tarajal). En estos días vemos como, noche tras noche, se manifiestan ante las sedes del PSOE, extremando la violencia hasta escalas desconocidas hasta ahora, mostrándose sin ningún tipo de pudor y cómo las fuerzas represivas son mucho más tolerantes que cuando se manifiestan opciones obreras, a las que se reprime con saña.

Así, rápidamente, mediante este análisis que podríamos calificar de silvestre, podemos buscar las raíces del incremento de la influencia de opciones fascistas y en particular en España. La falta de conciencia y educación política hacen afilar la hoja de la guillotina al mismo reo que es ajusticiado, el obrero asalariado. Esta tarea de crear conciencia y educación contra los valores que el capital ha inculcado a la masa obrera desde pequeños para explotarlos mejor es labor de los comunistas. Es imperativo marchar contra este lamentable e innecesario estado de cosas. Motivos nos sobran.

 

¡SIN PARTIDO NO HAY REVOLUCIÓN!

¡SOCIALISMO O BARBARIE!

 

Comisión de Agitación y Propaganda del Comité Central del P.C.O.E.