Crece el fascismo y cae la socialdemocracia
La irrupción de VOX en el parlamento andaluz con 12 diputados viene a confirmar el auge del fascismo en el mundo capitalista. Los resultados de las elecciones andaluzas reflejan una tendencia que se repite a nivel mundial, con la extrema derecha creciendo en casi todo el mundo, con personajes como Donald Trump, Jair Bolsonaro, Viktor Orban, Marine Le Pen, Matteo Salvini, Jaroslaw Kaczynski, Jimmie Akesson o Alexander Gauland entre otros, todos ellos legitimados por la supuesta derecha moderada, que vienen a ser lobos con piel de cordero, con políticos como Emmanuel Macron, Albert Rivera, Mauricio Macri o Angela Merkel, la cara ‘amable’ del fascismo.
En teoría, en el otro extremo, deberíamos encontrar a los líderes de la socialdemocracia, a partidos como PSOE y Podemos-IU en España, Syriza en Grecia, el Partido Laborista en Reino Unido o el Partido de los Trabajadores en Brasil. Pero en el sistema capitalista, en el que la lucha de clases se acrecienta conforme la crisis sistémica se agrava, todos estos partidos se han olvidado de la clase obrera, se ven incapaces de plantear soluciones reales a los problemas de los trabajadores, porque se aferran a un sistema decrépito que se derrumba, y que solo puede ofrecer miseria y precariedad. Mientras esto ocurre, el fascismo ofrece un discurso más radical y rupturista que termina calando entre muchos de los olvidados por el sistema; aquellos que ya no ven ninguna solución a sus problemas, porque dentro del sistema no existe, caen en los cantos de sirena del fascismo, engañados por quienes pretenden ser sus salvadores, pero que representan a las élites financieras (sólo hay que ver quienes financian estos partidos).
Es paradójico que ahora sean esos partidos socialdemócratas que allanan el camino al fascismo los que hagan un llamamiento a pararlo, cuando son precisamente las políticas reformistas las que lanzan a tantos trabajadores en sus manos, desesperados ante la falta de soluciones a sus problemas. Y es que fascismo y socialdemocracia son dos componentes esenciales para intentar salvar este sistema. La socialdemocracia se presenta como la pata izquierda del sistema, mientras que el fascismo es la herramienta última del capital para reprimir al pueblo organizado, financiada por el poder financiero.
Esto no es algo nuevo, la historia se repite. En abril de 1924, bajo el auspicio de los Estados Unidos, se estableció un programa denominado Plan Dawes, que supuestamente buscaba estabilizar la economía de Alemania para evitar mayores perjuicios como resultado de los pagos definidos en el Tratado de Versalles a los vencedores de la Primera Guerra Mundial (principalmente Gran Bretaña, Francia y EEUU). Pero el verdadero objetivo de dicho plan no era otro que el de controlar el sistema financiero alemán y, de esta forma, los procesos políticos en Europa central, ya que el crecimiento del Socialismo en el bloque soviético suponía una amenaza para la economía capitalista que ya empezaba a estar decrépita.
En este intento de controlar la economía alemana, los países deudores, principalmente Gran Bretaña, a través del Banco de Inglaterra, y EEUU, a través de la Reserva Federal, impusieron condiciones extremadamente difíciles de cumplir para el pago de la deuda de Alemania. Esto llevó al país a un déficit presupuestario que solo pudo solventarse a través de la producción masiva de marcos, lo que produjo un colapso de la moneda, la “gran inflación” de 1923 en el que el dólar llegó a valer 4,2 billones de marcos. Ante esta situación de crisis, el Banco de Inglaterra y la Reserva Federal acudieron al rescate de la economía alemana, y los bancos angloamericanos se hicieron con el control de los presupuestos, del sistema de circulación monetaria y del sistema de crédito del país.
Paralelamente a este control económico, se gestaba también el control político de Alemania, para lo cual, los círculos financieros angloamericanos comenzaron a financiar al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP), mientras que Adolf Hitler era preparado por Ernst Franz Sedgwick Hanfstaengl, un graduado de la Universidad de Harvard al que conoció a través de los círculos de confianza del capitán Truman Smith, agregado militar de los EEUU en Alemania, el cual había elaborado un informe detallado a sus superiores en Washington en el que alababa la figura de Hitler. De esta forma, el fascismo, aupado por el poder financiero mundial, se hizo con el poder económico y político en Alemania.
Si volvemos al panorama nacional, solo hay que ver la financiación de partidos como Ciudadanos y VOX, que salen a la calle con un enorme despliegue propagandístico que solo puede estar financiado por grandes poderes financieros. Ya en 2009, contratistas militares de EEUU financiaron la campaña electoral europea de Ciudadanos. Ahora vemos como VOX surge de la nada con unos medios propios de una gran empresa, llenando las calles de pancartas, carteles y camionetas propagandísticas, lo que nos lleva a preguntarnos quién está financiando a este partido.
De nuevo el poder financiero aupa al fascismo para controlar el descontento del pueblo, por un lado captando a muchos de los que ya no creen en los partidos tradicionales, y por el otro preparando el terreno para reprimir la organización del pueblo en el momento en el que sea necesario.
Si los trabajadores queremos parar al fascismo tenemos dos tareas que llevar a cabo urgentemente. Por un lado, debemos abandonar de una vez a la socialdemocracia y sus partidos, que ya ha quedado ampliamente demostrado a lo largo de la historia que, lejos de aportar soluciones, son parte del problema, pues sustentan el capitalismo a base de promesas vacías de un futuro mejor que nunca llegará en este sistema. Por otro lado, es una imperiosa necesidad que las clases trabajadoras y populares se organicen en un Frente Único del Pueblo para combatir al fascismo, acabar con este sistema criminal y construir el Socialismo. Solo en una economía socialista al servicio del pueblo y no de los monopolios, es posible un futuro digno y en paz, un futuro libre de fascismo y en el que toda la riqueza que producimos los trabajadores repercuta en nuestro bienestar.
Trabajador, combate el fascismo, organízate en el Frente Único del Pueblo
Por la construcción del Socialismo
Secretaría de Agitación y Propaganda del Partido Comunista Obrero Español (PCOE)