Avanza la tala de nuestra calidad de vida en Madrid

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El pasado diciembre militantes ecologistas y vecinos se posicionaban en contra de la tala de árboles para poner en marcha el proyecto de la línea 11 de Metro. A pesar de las insistencias de muchos técnicos y activistas por la recuperación de un proyecto mucho menos agresivo con la zona verde, se eligió talar 1.027 árboles por parte del Ayuntamiento.

Así, se reunieron unas 200 personas para protestar contra la falta de consideración de las autoridades hacia unos vecinos que pueden gozar cada vez menos de espacios libres para pasear sin optar por el consumismo de los bares. Desde las instituciones no se ha dado ningún tipo de importancia al detrimento de la calidad de vida que esto puede suponer o al impacto ambiental causado al emprender estas políticas, posicionándose así a favor del negacionismo climático y de intereses económicos que cada vez empujan más a la población a no tener otras alternativas salvo las que suponen el vaciado de sus bolsillos.

Ante la negativa de los manifestantes a abandonar lo que una vez fuera su zona de respiro, se produjo una reacción violenta por parte de las fuerzas de seguridad del Estado, el brazo ejecutor de la represión obrera. En contra de los deseos de los trabajadores, se impone la violencia policial como forma de desposeerlos de los espacios públicos. Al mismo tiempo, se aprovechó la distracción para no tener ningún freno de las masas trabajadoras en el parque de Comillas. Los que filmaban el suceso veían también caer los árboles en esa zona.

A pesar de que pueda parecer una pelea insustancial, diferentes estudios señalan un arbolado distribuido de manera totalmente irregular en el municipio de Madrid. No se trata de un levantamiento popular sin ningún sentido, sino que surge porque somos testigos de que apenas podemos hacer uso de lugares de reposo en barrios obreros como Arganzuela, el centro de Carabanchel o Vallecas, donde priman los coches y las aceras. Mientras, los datos reales indican que, si bien se cuenta con una gran cantidad de zonas verdes, estas se muestran inaccesibles y a gran lejanía de las grandes aglomeraciones de Madrid. Así, el Pardo y otros grandes parques o bien no gozan de entrada, o bien quedan a una distancia inalcanzable para los obreros.

Además, estos hechos tienen lugar en medio de un cambio climático cada vez más notorio e innegable. Ante el negacionismo del capitalismo para afrontar cambios estructurales en su modo de producción debido a su imposibilidad, somos testigos de un punto de no retorno para la Tierra. Sin embargo, y a pesar de las evidencias, siguen primando los intereses económicos en una persecución por el eterno crecimiento que difícilmente ya puede sostenerse por parte de este sistema marchito.

Dada la falta de poder tomar medidas cualitativas que logren revertir o frenar el desastre medioambiental al que nos exponemos, la concienciación de las masas obreras que las empuja a actuar frente a esta amenaza global se torna cada vez más en contra del capitalismo y a favor de una planificación de su propio futuro.

Este modo de actuar de los representantes de la burguesía no es sinónimo de ineficacia, no es que “no sepan gobernar”, que no nos confundan quienes dicen que podrían hacerlo mejor si gobernaran ellos. Unos y otros aprovechan cada oportunidad para beneficiar a las empresas. Los capitalistas, si no encuentran resistencia, avanzan, aunque para ello destruyan sus dos fuentes de riqueza: la naturaleza y el ser humano, en pos del menguante margen de beneficio. Ningún partido puede torcer las leyes económicas dentro del sistema capitalista para que eso no sea así. Las empresas multinacionales y monopolios son las que controlan la economía de los países y, por ende, las decisiones políticas que se tomen desde las instituciones del Estado nunca irán en contra de sus intereses. ¡Quién paga, manda! Por lo tanto, al pueblo trabajador sólo le queda un camino: intentar por sí mismo detener a los capitalistas y construir una sociedad en la que, como productores de todos los bienes materiales y espirituales de la sociedad, sean los que decidan sobre su reparto y disfrute. De lo contrario, ese pueblo estará condenado a malvivir. Pero un pueblo bien organizado y con unas metas claras tiene una fuerza descomunal capaz de vencer al enemigo más fuerte.

 

¡FORTALEZCAMOS EL FRENTE ÚNICO DEL PUEBLO!

¡SOCIALISMO O BARBARIE!

 

Comité Regional del PCOE en Madrid

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