Acerca de Cofrentes y la energía nuclear, una reflexión necesaria [ESP/VAL]
En 2021 se cumplen 70 años de la construcción de la Central Nuclear de Obninsk en la antigua Unión Soviética, y 63 de su puesta en funcionamiento. Obninsk fue la primera central nuclear de uso civil del mundo, un hecho revolucionario que marcó un antes y un después en la producción de energía eléctrica. Desde entonces, son miles los reactores que se han construido a lo largo y ancho del mapa mundial y, desde el accidente nuclear de Chernobil, la energía nuclear es un punto fijo de debate acerca de la seguridad o peligro que estas representan.
El reactor de Obninsk, recordemos, el primero de la historia, funcionó hasta 2002, año en el que se transformó en un museo acerca de la energía nuclear. Esto supone una vida útil de 48 años para una central que, en comparación con los reactores actuales, y mucho más con sus medidas de seguridad, está obsoleto.
Recientemente, y debido a la expiración de la licencia que vence el 20/03/2021 y a la presentación de prorroga a petición de Iberdrola, esta alargaría otros 12 años su vida, hasta, de momento, 2033. Sobre la mesa, se vuelve a hablar del cierre de Cofrentes y otras centrales nucleares, a fin de evitar ese “peligro”.
Durante estos días, hemos visto lanzar distintos argumentos a favor de su cierre, como una “similitud” en el tipo de reactor con el de Garoña o Fukushima, dato que ha sido seccionado a propósito para obviar que el reactor de Cofrentes es un BWR-6 y los anteriormente mencionados un BWR-3, pese a compartir el mismo “tipo” de reactor, distan en funcionamiento y, obviamente, en seguridad, aparte de estar dotado con un edificio de contención tipo Mark III frente a Mark I de los anteriores.
Si revisamos los registros del Consejo de Seguridad Nuclear, los “incidentes” de Cofrentes son, en su mayoría, un nivel 0 en la Escala Internacional de Accidentes Nucleares (INES), que hace referencia a “una desviación sin importancia para la seguridad”, si observamos además el historial de Cofrentes, esta lleva desde 2009 sin realizar ninguna parada de emergencia, cosa cuanto menos destacable. Pese a lo que Greenpeace ha afirmado en diversas ocasiones, no hay constancia de ningún “vertido” ni “residuo” radiactivo que haya escapado de la central, ya que no se ha registrado ningún accidente que alcanzara INES 2, que atañe a los accidentes con impacto en el medio ambiente o en las personas. No tenemos confianza ciega en estos instrumentos de control ni en quienes los poseen, puesto que siguen siendo órganos de un Estado a los pies de la burguesía, de la que forman parte las eléctricas, pero tampoco defendemos las afirmaciones sin base alguna que algunos grupos ecologistas como Greenpeace utilizan a diario en su guerra contra la energía nuclear.
Se ha hablado también del “riesgo sísmico” de la localización de Cofrentes, debido a que, entre otras cosas, está en las cercanías de un volcán inactivo, pero se considera a este un peligro debido a que este pudiera erupcionar, cosa que no parece preocupar al Balneario de Hervideros que se encuentra mucho más cerca que la central. Por otra parte ese “riesgo sísmico” debido al cual debiéramos preocuparnos, riesgo que se evalúa periódicamente y del que, hasta el momento, no ha habido ningún rastro ni acontecimiento reseñable.
Las centrales nucleares son diseñadas con protecciones pensadas para evitar daños en casos de incendios, lluvias torrenciales, inundaciones, terremotos e incluso ataques terroristas, debido no solo a las posibles consecuencias de una disfunción, sino también de lo valioso de su contenido, el combustible. Sus sistemas de seguridad actualmente están pensados para solventar no solo accidentes, si no también negligencias humanas y cuentan con redundancias en sus sistemas, si un dispositivo de seguridad falla, hay otros de su mismo tipo para salvaguardarlos.
Se ha hablado también de los residuos que genera, pero no de que en la actualidad existen reactores que pueden utilizar esos residuos para funcionar y transformarlos en residuos de muy baja intensidad, mucho más fáciles y asequibles de almacenar. Tampoco se ha hablado de los fines de investigación que cumplen algunas centrales nucleares, y que de ser cerradas eliminarían aportaciones importantes en el campo del desarrollo nuclear.
Se ha insinuado que las centrales nucleares frenan el desarrollo de las energías renovables, afirmación no solo falsa si no contraria a la realidad, es la nuclear quien puede permitir a las renovables evolucionar a fin de que estas alcancen a cubrir una mayor demanda y una mayor eficiencia. Es innegable que las energías renovables han evolucionado y evolucionan a pasos agigantados y mejoran su eficiencia de manera notable, pero siguen siendo esclavas de su mayor aliado, los factores físicos y meteorológicos. Las energías renovables, a día de hoy, no tienen ni la eficiencia ni la capacidad para sustituir ni cubrir la demanda de Cofrentes, que produce hoy día una tercera parte de la energía eléctrica consumida en la Comunidad Valenciana, y un 3% de la total consumida en España. ¿Y que sucederá cuando Cofrentes se apague y deje de producir esta energía? Que las renovables no podrán suplir la demanda y quien empezará a actuar será el gas natural, ya que así es como se suplen en España las faltas de energía, cosa que aumenta además el precio de las facturas. Podrían suplirse también con carbón, como ha sucedido en Alemania tras el cierre de varias centrales y el anuncio del cierre de otras tantas que tanto ha celebrado Greenpeace, cuyo activismo no duda en atacar enérgicamente las centrales nucleares por su “contaminación” y su “peligro” pero no habla del peligro que verter más gases consecuencia de la quema de gas natural o carbón supone no solo para el medio ambiente, si no para la propia salud de las personas. De nuevo, vemos como Greenpeace señala el problema tarde, mal y evita hablar de las consecuencias de sus reivindicaciones.
También se podría hablar de como los “campos” de generación fotovoltaica requieren, para una mayor eficiencia, una extensión considerable de espacio, motivo por el que la realización de algunos proyectos “inmediatos” requieren de una deforestación como hemos visto en EE.UU. o en Honduras. No debemos olvidar tampoco el cuidadoso estudio con el que se debe prevenir la localización de turbinas eólicas o de centrales hidroeléctricas, debido al impacto que estas pueden tener en el entorno natural.
No se debe confundir esta “defensa” de Cofrentes y la energía nuclear con una defensa ciega y acrítica, y mucho menos con una defensa de las propietarias y regidoras de las centrales ni de los gobiernos que gestionan esta decisión, todo lo contrario, venimos a señalar un problema de fondo: el capitalismo. Desde su privatización, las eléctricas han estado sangrando a los trabajadores día a día en la factura, añadiendo subidas abusivas e injustificadas que han sido incluso calificadas en los tribunales burgueses de estafas y usura, han dedicado esfuerzos e inversiones titánicas para, con despreciables tácticas comerciales, imponer contratos de precios “de mercado” a consumidores con precios regulados. Cuando no han podido exprimir más esas medidas han manipulado de manera deliberada el mercado regulado para alzar los precios como ya se demostró en 2019 con Endesa y Naturgy. Actúan además de manera despreciable y rastrera imponiendo sanciones astronómicas a quienes por necesidad se conectan de manera irregular a la red eléctrica, e incluso llegando a intentar recaudar esas cuantiosas “sanciones” a través de falsas inspecciones sorpresa. Las eléctricas son parte del problema, pero también lo son quienes cargan contra las nucleares con falacias y falsas verdades y no toman en cuenta el peligro ambiental y económico que puede suponer la desaparición de estas en un futuro inmediato cuando 4,5 millones de españoles no puede hacer frente a las facturas energéticas.
A modo de conclusión: la energía nuclear ha evolucionado durante muchos años, durante décadas fue reservada a las armas de guerra, más tarde representó un cambio revolucionario produciendo energía de consumo civil con un potencial y una eficiencia jamás vistas, y ha evolucionado hasta nuestros días. No se puede afirmar, y quien se atreva a hacerlo mentirá descaradamente, que la energía nuclear no conlleve ningún riesgo ni contrapartidas, pero tampoco se puede negar de manera tajante y sorda los beneficios que esta supone frente a las otras productoras de energía.
Las centrales nucleares no deben clausurarse sin ninguna medida que solvente su producción, y mucho menos debemos eliminar la energía nuclear de nuestra producción eléctrica. Por cada central que se cierra nos acercamos un poco más al abismo del cambio climático, y da una nueva excusa a las eléctricas para elevar los precios de las facturas, condenando a más trabajadores a la miseria, quitándoles algo tan básico como el derecho a la luz o la calefacción en el hogar.
Desde el Partido Comunista Obrero Español denunciamos las posturas de Greenpeace y los partidos como PSOE, Podem o Compromís, quienes pese a pedir el cierre de Cofrentes no señalan ni proponen ningún plan de sustitución de su producción, enviándonos directos al gas natural y las emisiones de carbono a la atmósfera acelerando el cambio climático y dejando, además, a las eléctricas con la potestad para elevar a placer el precio de la electricidad gracias a ese cierre, sin obligar a acatar ningún tipo de regulación. De igual manera denunciamos a las sanguijuelas de las eléctricas quienes con total libertad, y gracias a todos los gobiernos del Estado, han especulado y especulan con algo tan básico como la electricidad. Nuestra postura no ha de ser otra que la de la revolución y el socialismo, eliminando a nuestro paso a los especuladores y avanzando hacia una sociedad donde la ciencia sea el faro que guie nuestro desarrollo.
¡ACABEMOS CON LAS ELÉCTRICAS Y SU USURA!
¡POR LA SOCIALIZACIÓN DE LAS EMPRESAS ENERGÉTICAS!
¡SOCIALISMO O BARBARIE!
En València a 20 de marzo de 2021
Comité Provincial del Partido Comunista Obrero Español (PCOE) en València
Sobre Cofrentes i l’energia nuclear, una reflexió necessària
En 2021 es compleixen 70 anys de la construcció de la Central Nuclear d’Obninsk en l’antiga Unió Soviètica, i 63 de la seua posada en funcionament. Obninsk va ser la primera central nuclear d’ús civil del món, un fet revolucionari que va marcar un abans i un després en la producció d’energia elèctrica. Des de llavors, són milers els reactors que s’han construït de llarg a llarg del mapa mundial i, des de l’accident nuclear de Chernobil, l’energia nuclear és un punt fix de debat sobre la seguretat o perill que aquestes representen.
El reactor d’Obninsk, recordem, el primer de la història, va funcionar fins a 2002, any en què es va transformar en un museu sobre l’energia nuclear. Això suposa una vida útil de 48 anys per a una central que, en comparació amb els reactors actuals, i molt més amb les seues mesures de seguretat, està obsolet.
Recentment, i a causa de l’expiració de la llicència que venç el 20/03/2021 i a la presentació de prorroga a petició d’Iberdrola, aquesta allargaria altres 12 anys la seua vida, fins a, de moment, 2033. Sobre la taula, es torna a parlar del tancament de Cofrentes i altres centrals nuclears, a fi d’evitar aqueix “perill”.
Durant aquests dies, hem vist llançar diferents arguments a favor del seu tancament, com una “similitud” en el tipus de reactor amb el de Garoña o Fukushima, dada que ha sigut seccionada a propòsit per a obviar que el reactor de Cofrentes és un BWR-6 i els anteriorment esmentats un BWR-3, malgrat compartir el mateix “tipus” de reactor, disten en funcionament i, òbviament, en seguretat, a part d’estar dotat amb un edifici de contenció tipus Mark III enfront de Mark I dels anteriors.
Si revisem els registres del Consell de Seguretat Nuclear, els “incidents” de Cofrentes són, en la seua majoria, un nivell 0 en l’Escala Internacional d’Accidents Nuclears (INES), que fa referència a “una desviació sense importància per a la seguretat”, si observem a més l’historial de Cofrentes, aquesta porta des de 2009 sense realitzar cap parada d’emergència, cosa com menys destacable. Malgrat el que Greenpeace ha afirmat en diverses ocasions, no hi ha constància de cap “abocament” ni “residu” radioactiu que haja escapat de la central, ja que no s’ha registrat cap accident que aconseguira INES 2, que concerneix als accidents amb impacte en el medi ambient o en les persones. No tenim confiança cega en aquests instruments de control ni en els qui els posseeixen, ja que continuen sent òrgans d’un Estat als peus de la burgesia, de la qual formen part les elèctriques, però tampoc defensem les afirmacions sense cap base que alguns grups ecologistes com Greenpeace utilitzen diàriament en la seua guerra contra l’energia nuclear.
S’ha parlat també del “risc sísmic” de la localització de Cofrentes, pel fet que, entre altres coses, està en la rodalia d’un volcà inactiu, però es considera a aquest un perill pel fet que aquest poguera erupcionar, cosa que no sembla preocupar el Balneari de Formiguers que es troba molt més a prop que la central. D’altra banda aqueix “risc sísmic” degut al qual haguérem de preocupar-nos, risc que s’avalua periòdicament i del qual, fins al moment, no hi ha hagut cap rastre ni esdeveniment ressenyable.
Les centrals nuclears són dissenyades amb proteccions pensades per a evitar danys en casos d’incendis, pluges torrencials, inundacions, terratrémols i fins i tot atacs terroristes, degut no sols a les possibles conseqüències d’una disfunció, sinó també del valuós del seu contingut, el combustible. Els seus sistemes de seguretat actualment estan pensats per a solucionar no sols accidents, si no també negligències humanes i compten amb redundàncies en els seus sistemes, si un dispositiu de seguretat falla, hi ha uns altres del seu mateix tipus per a salvaguardar-los.
S’ha parlat també dels residus que genera, però no que en l’actualitat existeixen reactors que poden utilitzar aqueixos residus per a funcionar i transformar-los en residus de molt baixa intensitat, molt més fàcils i assequibles d’emmagatzemar. Tampoc s’ha parlat dels fins d’investigació que compleixen algunes centrals nuclears, i que de ser tancades eliminarien aportacions importants en el camp del desenvolupament nuclear.
S’ha insinuat que les centrals nuclears frenen el desenvolupament de les energies renovables, afirmació no sols falsa si no contrària a la realitat, és la nuclear qui pot permetre a les renovables evolucionar a fi que aquestes arriben a cobrir una major demanda i una major eficiència. És innegable que les energies renovables han evolucionat i evolucionen amb passes de gegant i milloren la seua eficiència de manera notable, però continuen sent esclaves del seu major aliat, els factors físics i meteorològics. Les energies renovables, hui dia, no tenen ni l’eficiència ni la capacitat per a substituir ni cobrir la demanda de Cofrentes, que produeix hui dia una tercera part de l’energia elèctrica consumida a la Comunitat Valenciana, i un 3% de la total consumida a Espanya. I que succeirà quan Cofrentes s’apague i deixe de produir aquesta energia? Que les renovables no podran suplir la demanda i qui començarà a actuar serà el gas natural, ja que així és com se supleixen a Espanya les faltes d’energia, cosa que augmenta a més el preu de les factures. Podrien suplir-se també amb carbó, com ha succeït a Alemanya després del tancament de diverses centrals i l’anunci del tancament d’altres tantes que tant ha celebrat Greenpeace, l’activisme el qual no dubta a atacar enèrgicament les centrals nuclears per la seua “contaminació” i el seu “perill” però no parla del perill que abocar més gasos conseqüència de la crema de gas natural o carbó suposa no sols per al medi ambient, si no per a la pròpia salut de les persones. De nou, veiem com Greenpeace assenyala el problema tard, malament i evita parlar de les conseqüències de les seues reivindicacions.
També es podria parlar de com els “camps” de generació fotovoltaica requereixen, per a una major eficiència, una extensió considerable d’espai, motiu pel qual la realització d’alguns projectes “immediats” requereixen d’una desforestació com hem vist als Estats Units o a Hondures. No hem d’oblidar tampoc l’acurat estudi amb el qual s’ha de previndre la localització de turbines eòliques o de centrals hidroelèctriques, a causa de l’impacte que aquestes poden tindre en l’entorn natural.
No s’ha de confondre aquesta “defensa” de Cofrentes i l’energia nuclear amb una defensa cega i acrítica, i molt menys amb una defensa de les propietàries i regidores de les centrals ni dels governs que gestionen aquesta decisió, tot el contrari, venim a assenyalar un problema de fons: el capitalisme. Des de la seua privatització, les elèctriques han estat sagnant als treballadors dia a dia en la factura, afegint pujades abusives i injustificades que han sigut fins i tot qualificades en els tribunals burgesos d’estafes i usura, han dedicat esforços i inversions titàniques per a, amb menyspreables tàctiques comercials, imposar contractes de preus “de mercat” a consumidors amb preus regulats. Quan no han pogut esprémer més aqueixes mesures han manipulat de manera deliberada el mercat regulat per a alçar els preus com ja es va demostrar en 2019 amb Endesa i Naturgy. Actuen a més de manera menyspreable i rèptil imposant sancions astronòmiques als qui per necessitat es connecten de manera irregular a la xarxa elèctrica, i fins i tot arribant a intentar recaptar aqueixes quantioses “sancions” a través de falses inspecciones sorpresa. Les elèctriques són part del problema, però també ho són els qui carreguen contra les nuclears amb fal·làcies i falses veritats i no tenen en compte el perill ambiental i econòmic que pot suposar la desaparició d’aquestes en un futur immediat quan 4,5 milions d’espanyols no pot fer front a les factures energètiques.
A manera de conclusió: l’energia nuclear ha evolucionat durant molts anys, durant dècades va ser reservada a les armes de guerra, més tard va representar un canvi revolucionari produint energia de consum civil amb un potencial i una eficiència mai vistes, i ha evolucionat fins als nostres dies. No es pot afirmar, i qui s’atrevisca a fer-ho mentirà descaradament, que l’energia nuclear no comporte cap risc ni contrapartides, però tampoc es pot negar de manera categòrica i sorda els beneficis que aquesta suposa enfront de les altres productores d’energia.
Les centrals nuclears no han de clausurar-se sense cap mesura que solucione la seua producció, i molt menys hem d’eliminar l’energia nuclear de la nostra producció elèctrica. Per cada central que es tanca ens acostem una mica més a l’abisme del canvi climàtic, i dona una nova excusa a les elèctriques per a elevar els preus de les factures, condemnant a més treballadors a la misèria, llevant-los una cosa tan bàsica com el dret a la llum o la calefacció en la llar.
Des del Partit Comunista Obrer Espanyol denunciem les postures de Greenpeace i els partits com a PSOE, Podem o Compromís, els qui malgrat demanar el tancament de Cofrentes no assenyalen ni proposen cap pla de substitució de la seua producció, enviant-nos directes al gas natural i les emissions de carboni a l’atmosfera accelerant el canvi climàtic i deixant, a més, a les elèctriques amb la potestat per a elevar a plaer el preu de l’electricitat gràcies a aqueix tancament, sense obligar a acatar cap mena de regulació. D’igual manera denunciem a les sangoneres de les elèctriques els qui amb total llibertat, i gràcies a tots els governs de l’Estat, han especulat i especulen amb una cosa tan bàsica com l’electricitat. La nostra postura no ha de ser una altra que la de la revolució i el socialisme, eliminant al nostre pas als especuladors i avançant cap a una societat on la ciència siga el far que vaig guiar el nostre desenvolupament.
ACABEM AMB LES ELÈCTRIQUES I LA SEUA USURA!
PER LA SOCIALITZACIÓ DE LES EMPRESES ENERGÈTIQUES!
SOCIALISME O BARBÀRIE!
A València a 20 de març de 2021
Comité Provincial del Partit Comunista Obrer Espanyol (PCOE) a València