Sobre la ‘gran renuncia’ y el abandono voluntario de los puestos de trabajo
La prensa burguesa, a principios de este año, nos señalaba, “Un récord de 4,5 millones de estadounidenses renunciaron a su trabajo en noviembre (…) «Los trabajadores siguieron abandonando sus puestos de trabajo a un ritmo histórico. Los sectores de bajos salarios directamente afectados por la pandemia continuaron siendo la fuente de gran parte de las elevadas renuncias», dijo Nick Bunker (…) Los hoteles y restaurantes registraron el mayor aumento de salidas, a la vez que el mayor descenso de puestos de trabajo abiertos (…) Estados Unidos tenía 10,6 millones de puestos de trabajo por cubrir en noviembre, un ligero descenso en comparación con los poco más de 11 millones de puestos abiertos en octubre”.
Decía la BBC en junio de 2021, “La “Gran Renuncia” puede convertirse también en un fenómeno global, a juzgar por los resultados de un estudio encargado por Microsoft que revela que más de un 40% de la fuerza laboral global está evaluando la posibilidad de cambiar de empleador este año”. En EEUU en el año 2021 abandonaron voluntariamente el puesto de trabajo donde laburaban 48 millones de trabajadores.
Los medios de comunicación del Capital también lanzan sus elucubraciones para darle a la clase obrera explicaciones del fenómeno, como son “revelaciones o epifanías” del trabajador, el síndrome del trabajador “quemado”, el auge del teletrabajo o del trabajo en remoto, etcétera, que dejan entrever cuáles son falsas y cuáles pueden ser verosímiles, aunque se maquillen para tapar la realidad del asunto al objeto de salvaguardar la agonía y la inviabilidad del sistema capitalista.
¿El auge del teletrabajo o del trabajo en remoto puede ser un motivo que explique que los trabajadores abandonen “voluntariamente” el puesto de trabajo? Pues si leemos a los propios capitalistas y sus medios debemos decir que no. La pandemia ha sido utilizada por los empresarios para ir modificando el mundo del trabajo, para progresivamente irlo encajando a la automatización, que no es otra cosa que precarizarlo mucho más y expulsar a una mayor parte de la clase trabajadora del trabajo ante la reducción de las jornadas de trabajo/hombre. Y es ahí donde se ha producido un aumento del teletrabajo en aquellos campos de la producción donde el trabajo a distancia es posible.
Sin embargo, los capitalistas señalan que “«Entre 2015 y 2019, la cifra de renuncias en Estados Unidos crecía año tras año, pero ese número se redujo mucho en 2020, lo que tiene sentido debido a la incertidumbre de la pandemia. Estas personas se quedaron en su empleo, aunque querían dejarlo», dice Klotz a BBC Mundo”. Por consiguiente, el fenómeno se producía antes de que se extendiera la pandemia de la Covid-19 que, según dicho experto burgués, sirvió para ralentizarlo. De donde también hay que deducir otra cuestión, el trabajador norteamericano, al igual que de cualquier otro punto del planeta, ante la incertidumbre siempre trata de sostener su trabajo, y hay que recordar que el capitalismo es para el obrero la incertidumbre perpetua, la barbarie, pues no se puede denominar de otra manera a un sistema que no garantiza la vida a la mayoría de la humanidad a la que siempre está amenazando, cuando no directamente quitándole el acceso a los medios económicos y materiales necesarios para la vida del ser humano.
Y es que tras tanta literatura realizada por los apologetas del capitalismo, el presidente de los EEUU, el longevo parásito Joe Biden, cuando se dirigió a los empresarios norteamericanos indicándoles “Pay them more”, ¡Páguenles más! arrojó mucha más luz al asunto, prácticamente toda, que la abundante basura emitida por los medios de manipulación capitalistas y demás “expertos” cuya misión no es otra que profundizar la alienación entre la clase obrera. Según el presidente de la potencia más criminal que ha parido la historia, EEUU, que los trabajadores norteamericanos se vayan voluntariamente del trabajo y lo abandonen hunde las raíces en los bajos salarios.
“El salario, no es la parte del obrero en la mercancía por él producida. El salario es la parte de la mercancía ya existente, con la que el capitalista compra una determinada cantidad de fuerza de trabajo productiva (…) La fuerza de trabajo es, pues, una mercancía que su propietario, el obrero asalariado, vende al capital ¿Para qué la vende? Para vivir (…) Ahora bien, la fuerza de trabajo en acción, el trabajo mismo, es la propia actividad vital del obrero, la manifestación misma de su vida. Y esta actividad vital la vende a otro para asegurarse los medios de vida necesarios. Es decir, su actividad vital no es para él más que un medio para poder existir. Trabaja para vivir. El obrero ni siquiera considera el trabajo parte de su vida; para él es más bien un sacrificio de su vida. Es una mercancía que ha adjudicado a un tercero. Por eso el producto de su actividad no es tampoco el fin de esta actividad. Lo que el obrero produce para sí no es la seda que teje ni el oro que extrae de la mina, ni el palacio que edifica. Lo que produce para sí mismo es el salario; la seda, el oro y el palacio se reducen para él a una determinada cantidad de medios de vida, si acaso una chaqueta de algodón, unas monedas de cobre y un cuarto en un sótano (…) El salario es (…) el precio de una determinada mercancía, de la fuerza de trabajo”. [1]
Cuando Joe Biden dice que el problema está en el salario y dice a los empresarios norteamericanos “¡Páguenles más!” a los obreros, lo que está reconociendo es que los trabajadores abandonan voluntariamente el trabajo porque esos salarios ya no les permiten, tan siquiera, la vida. O lo que es lo mismo, es la demostración que el capitalismo ya no puede ofrecer a los trabajadores, tan siquiera, una vida miserable.
“El precio de una mercancía se determina por su coste de producción (…) La determinación del precio por el coste de producción equivale a la determinación del precio por el tiempo de trabajo necesario para la producción de una mercancía, pues el coste de producción está formado: 1) por las materias primas y el desgaste de los instrumentos, es decir, por productos industriales cuya fabricación ha costado una determinada cantidad de tiempo de trabajo, y 2) por el trabajo directo, cuya medida es también el tiempo. (…) Las mismas leyes generales que regulan el precio de las mercancías en general regulan también, naturalmente, el salario, el precio del trabajo. (…) La remuneración del trabajo subirá o bajará según la relación entre la demanda y la oferta, según el cariz que presente la competencia entre los compradores de la fuerza de trabajo, los capitalistas, y los vendedores de la fuerza de trabajo, los obreros.” [2]
En EEUU y en el resto de las potencias imperialistas, los capitalistas no dudan en pagar el coste de las materias primas, de los instrumentos de trabajo, la maquinaria así como su incremento como consecuencia de la inflación, que en EEUU en 2021 ascendió al 7%. Sin embargo, el empresario norteamericano no duda en no sólo no pagar por la mercancía fuerza de trabajo el encarecimiento de la carestía de vida, al igual que en el resto de los países capitalistas, que como tal también afecta a la mercancía fuerza de trabajo, sino que no duda en estafar todavía más, de lo que ya es una estafa en sí como son las relaciones de producción capitalistas donde se roba al obrero el fruto de su trabajo, no pagándoles incluso sus salarios con la connivencia del Departamento de Trabajo norteamericano que, como parte del Estado que es, no duda en ponerse al servicio de los explotadores y los ladrones, es decir, de los empresarios, máxime si esos trabajadores son negros o latinoamericanos. En EEUU, la prensa capitalista, concretamente la Agencia EFE, señalaba a finales de diciembre de 2021 que “El 60% de todos los trabajadores remunerados con el sueldo mínimo federal, o menos, estaban empleados en este sector, casi totalmente en restaurantes, bares y otros servicios de comidas”, por tanto, no es de extrañar que sean precisamente los trabajadores pertenecientes a estos sectores los que descuellan en el abandono de sus puestos de trabajo. Puestos de trabajo no solo ínfimamente remunerados, sino que en la mayoría de los casos son blanco del trabajo a tiempo parcial con lo que, incluso en la práctica, su salario es inferior al Salario Mínimo estipulado para las jornadas completas.
Asimismo, la organización inmediata de “los vendedores de la fuerza de trabajo”, los sindicatos, cada día tienen menor afiliación por parte de los trabajadores como consecuencia del dominio ideológico de la burguesía y de la correlación de fuerzas favorable al oportunismo, el cual como parte de la ideología de los monopolios que son, no duda en pudrir el sindicalismo y en mostrar a los trabajadores que los sindicatos son instrumentos inútiles que se venden al mejor postor estimulando el rechazo a la organización y la salida individual, el individualismo, del trabajador. Con lo que se produce un absoluto desequilibrio entre la fuerza de las patronales y la putrefacción y corrupción de gran parte de los sindicatos, fundamentalmente los adscritos a la Confederación Sindical Internacional (ITUC-CSI-IGB).
“¿Cuál es el coste de producción de la fuerza de trabajo? (…) Es lo que cuesta sostener al obrero como tal obrero y educarlo para este oficio (…) cuanto menos tiempo de aprendizaje exija un trabajo, menor será el coste de producción del obrero, más bajo el precio de su trabajo, su salario. (…) Por tanto, el coste de producción de la fuerza de trabajo simple se cifra siempre en los gastos de existencia y reproducción del obrero. El precio de este coste de existencia y reproducción es el que forma el salario. El salario así determinado es lo que se llama el salario mínimo. Al igual que la determinación del precio de las mercancías en general por el coste de producción, este salario mínimo no rige para el individuo, sino para la especie. Hay obreros, millones de obreros, que no ganan lo necesario para poder vivir y procrear; pero el salario de la clase obrera en conjunto se nivela, dentro de sus oscilaciones, sobre la base de este mínimo”. [3]
Hoy, en EEUU y en el resto de países capitalistas “avanzados”, muchos trabajadores y trabajadoras tienen negada la posibilidad de procrear, tal y como decía Marx, e incluso de poder tener una vivienda, proliferando la vivienda compartida cuando no directamente el trabajador no tiene un techo donde cobijarse, como llaman en EEUU se convierte en homeless, estimándose en 600.000 el número de trabajadores que en EEUU viven y duermen en las calles. El hambre azota a 38 millones de norteamericanos y según la prensa capitalista la pobreza afecta a 55 millones de trabajadores y 50 millones de ellos no tienen seguro médico. El “salario de la clase obrera en conjunto se nivela”, y eso es lo que ocurre: El salario de la clase obrera es el salario de la clase en su conjunto, el salario de la clase obrera de las potencias imperialistas emergentes, inferior al de potencias imperialistas en franco declive como EEUU y la UE, cada vez se van nivelando más. Pero esa nivelación no se hace al alza, a pesar de que los salarios nominales en países como China o la India sean más bajos que en EEUU, los salarios reales de las potencias emergentes se aproximan, cada vez más, a los de las potencias imperialistas en declive que en realidad es un signo inequívoco de la negación de la vida de los trabajadores fundamentalmente en esas potencias imperialistas en declive.
El salario mínimo en EEUU para 2022 ha sido fijado en 1.109,5 euros mensuales para jornadas completas, o lo que es lo mismo, 13.314 euros anuales. En China el salario mínimo para 2022 ha sido fijado en 281,3 euros mensuales para jornadas completas, o lo que es lo mismo, 3.376 euros al año. Nominalmente el salario mínimo norteamericano es 3,94 veces superior al chino. Sin embargo, esa diferencia se aminora cuando empezamos a comparar los salarios reales de los trabajadores de ambos países, cuando comprobamos aspectos como que la comida en EEUU es un 61% más cara que en China, la vivienda un 62%, el transporte un 72%, el cuidado personal un 73% o el entretenimiento un 22% todo ello más caro en EEUU que en China. Las condiciones salariales de la clase obrera se están homogeneizando por abajo, a nivel planetario, y ello hace que los salarios de países como EEUU sean del todo insuficientes para que los trabajadores puedan vivir, por ello millones de trabajadores abandonan los puestos de trabajo que ocupan y por ello existen muchos trabajadores en EEUU los cuales duermen a la intemperie a pesar de estar en activo. Todo esto demuestra, además, que emplear el PIB per cápita en términos de riqueza de una sociedad y sus individuos no solo es una manera de engañar sino que es mera propaganda que no refleja la riqueza económica, en términos reales, de dicha sociedad.
Con la profundización de la división del trabajo unido a la automatización de la producción, mientras se mantenga la propiedad privada sobre los medios de producción, las relaciones de producción capitalistas, los salarios de los obreros en términos reales seguirán desplomándose, empobreciéndose todavía más como consecuencia de la inflación exacerbada resultado de unas políticas monetarias sustentadas en la creación de dinero ficticio por parte de los Bancos Centrales de las potencias imperialistas – fundamentalmente la Reserva Federal norteamericana y el Banco Central Europeo –, inyectando ese dinero ficticio al sistema económico sin que se haya generado un incremento de riqueza que refleje la necesidad de crecimiento del dinero en circulación. Ese hecho que reordena el valor de las mercancías, subiéndolas, y minusvalora el valor del dinero tiene efecto en todas las mercancías a excepción de la fuerza de trabajo, la cual el burgués trata de minusvalorar a toda costa tirando por tierra los salarios demostrando la faz criminal e inhumana de la burguesía que otorga más importancia a la máquina y a la especulación que a la vida humana, a la vida de los obreros y demuestra la inviabilidad del capitalismo. Si la humanidad quiere vivir el capitalismo debe morir.
La atomización de la clase obrera y su desorganización, el dominio absoluto en el terreno ideológico y político de la burguesía como consecuencia de la acción de la burguesía y su producto más acabado – el oportunismo -, hace que el obrero abandone el puesto de trabajo – que no su puesto de trabajo pues el obrero no tendrá derecho alguno mientras no termine con el capitalismo y extermine a la burguesía como clase social – como reacción inmediata a la negación real de su vida a la que le conduce el sistema económico capitalista. Condición de paria, de negación de los bienes necesarios para su vida que se perpetuarán durante su existencia mientras la clase obrera no adquiera conciencia de sí y para sí, mientras no adquiera conciencia como clase de la necesidad de organizarse para acabar con su condición de paria, de explotado, es decir, hasta que no adquiera conciencia de acabar con el capitalismo como sistema económico y con la hegemonía social de la criminal burguesía.
La burguesía ha hecho un trabajo ideológico descomunal, que es lo único que la sostiene ya que los hechos acreditan su bancarrota económica y política, porque en cuanto la clase obrera adquiera conciencia revolucionaria ni la violencia que la burguesía emplea para someter a la clase obrera le será suficiente ante la potencia de esa clase obrera, que hace que el trabajador rehúya de su organización – incluso a nivel sindical – y no vea otra salida que la salida individual. Acabar con el oportunismo, con todos aquéllos que meten basura ideológica burguesa en la cabeza de los obreros y que les apartan de la lucha abierta contra la burguesía y su formación socioeconómica capitalista es esencial para que la clase obrera pueda avanzar. El capitalismo está caduco y es un sistema que niega la vida humana, niega a los obreros hasta la capacidad para poderse reproducir y ahí está el envejecimiento de las mujeres para ser madres y la contracción de la natalidad en las potencias imperialistas en declive (EEUU y UE) así como empezará en breve a caer en las potencias emergentes, no dejando a la clase obrera, que es la humanidad, más salida que acabar revolucionariamente con el capitalismo y construir el socialismo y para ello es esencial el desarrollo del Movimiento Comunista y, concretamente en el Estado español, el fortalecimiento del Partido Comunista Obrero Español (PCOE). El capitalismo es la guerra y la barbarie y el futuro del mundo pasa por aniquilarlo, por construir el socialismo que sega de raíz la explotación capitalista, la guerra y la barbarie y pone en las manos de la clase obrera, que es la humanidad, la construcción consciente de su historia y de un mundo nuevo de iguales donde la desigualdad sea pasto de la prehistoria humana.
¡ABAJO EL CAPITALISMO!
¡POR EL FORTALECIMIENTO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (PCOE)!
¡POR EL SOCIALISMO!
Madrid, 13 de marzo de 2022
COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)
[1]: Carlos Marx y Federico Engels. Obras Escogidas Tomo I, págs. 82-84. Editorial Progreso, Moscú, 1980.
[2]: Ibid.
[3]: Ibid.