La revolución no se detiene

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El próximo 27 de julio se celebra el 70 aniversario de la victoria en la Guerra de Liberación de la Patria. Una victoria que, pese a no conseguir la reunificación de la patria coreana, sí supuso un golpe sin precedentes contra las fuerzas militares y genocidas del imperialismo estadounidense y de los 15 países satélites que colaboraron con la invasión.

Durante los tres años que duró la guerra, Estados Unidos lanzó sobre la Península de Corea más bombas – 635.000 toneladas – y más napalm – 32.557 toneladas – que durante toda la campaña del Pacífico contra los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, aniquilando al 20% de la población, quemando cada pueblo que encontraban los americanos a su paso, bombardeando cada granja, hospital y fábrica que localizaban, y asesinando a más de 3 millones de civiles. Una agresión que solo pudo ser contrarrestada gracias al heroico esfuerzo del pueblo y el Ejército Popular de Corea.

Hoy día, la República Popular Democrática de Corea enfrenta numerosos retos a superar bajo la dirección del Partido del Trabajo de Corea y de su Secretario General, el camarada Kim Jong Un. Es sabido por todos los pueblos y revolucionarios del mundo que, pese al Acuerdo de Armisticio de Corea firmado tras la guerra, las hostilidades no se han detenido y los Estados Unidos siguen arremetiendo política, económica y militarmente contra la seguridad del pueblo de la RPDC y atentando contra la posibilidad de una paz definitiva.

El asedio militar y la ofensiva reaccionaria llevada a cabo por el imperialismo estadounidense y sus títeres, con numerosos ejercicios militares y ensayos de guerra, amenazan de forma directa la seguridad de la RPDC y el desarrollo del socialismo en el país. Por ello, es evidente que para salvaguardar la construcción del socialismo en el país es imprescindible que se produzca un mayor desarrollo de la industria militar y espacial. Si la RPDC no hubiera contado con el factor disuasorio de su capacidad militar, el imperialismo estadounidense no hubiera tenido ningún reparo en desplegar sus garras con el objetivo de establecer un nuevo país títere del capitalismo y de los monopolios.

Por otro lado, fiel a la esencia antidemocrática de la dictadura de clase de la burguesía y los monopolios, el imperialismo ha impuesto a la RPDC un bloqueo económico completamente terrorista para llevar al país a una situación de autarquía forzada y provocar la caída del Partido del Trabajo de Corea. Un bloqueo económico que se endureció tras la caída de la Unión Soviética y que se tradujo en una reducción del PIB del país en un 50% entre 1993 y 1997, a lo que se sumaron catástrofes naturales, con inundaciones en los años 1995 y 1996 que provocaron enormes pérdidas alimenticias y humanas, acompañadas de la imposibilidad de recibir ayuda humanitaria exterior. Sin embargo, pese a las numerosas restricciones, sanciones y bloqueos que se imponen desde Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, estamos seguros de que la revolución coreana pasará al siguiente nivel y superará la coyuntura desfavorable gracias al desempeño de todo el pueblo coreano unido y disciplinado en la causa de la revolución.

Actualmente, el imperialismo ha conducido a la humanidad a los albores de la III Guerra Mundial, siendo el panorama actual una carrera de rearme armamentístico, de sofisticación y de mejora de sus engranajes y fuerzas militares donde el imperialismo occidental busca apuntalar la estructura militar de la OTAN y nutrirla con nuevas adhesiones. Sin embargo, no son otra cosa que tigres de papel. La época actual es la época de la descomposición de todo el sistema mundial capitalista, del agotamiento del imperialismo como fase superior del modo de producción capitalista. La revolución ya se está dando, pero la única forma de impedir hoy la continuación de las ofensivas militares pasa por la destrucción absoluta de la burguesía a través de la fuerza del proletariado armado a través de su dictadura.

Solo el socialismo puede librar a la humanidad de la subyugación y la barbarie del imperialismo, pues no es únicamente su superación como modo de producción, sino que también implica su absoluta negación. Es imprescindible la unión de todos los obreros y de todas las naciones de forma voluntaria, defendiendo la necesidad de llevar a cabo la Revolución Socialista Mundial pues la conquista del socialismo exige la acción de la clase obrera, su unión y su fuerza organizada sin distinción de nacionalidad y de país.

¡POR LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA MUNDIAL!

¡VIVA EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO!

 

Madrid, 18 de julio de 2023

SECRETARÍA DE RELACIONES INTERNACIONALES DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)

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