¿Cambios, revolución o continuismo?: los acontecimientos en el mundo árabe

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Abelardo Cueto Sosa

Dpto. de Relaciones Internacionales Comité Central del Partido Comunista de Cuba

La pregunta con la que se titula este trabajo es la que se formulan a diario, académicos, analistas políticos, periodistas y los gobiernos – no solamente los del Norte de Africa y Medio Oriente, que son los más prominentes actores del fenómeno – pudiera decirse que de todo el mundo; especialmente, de la Unión Europea, pues muchos miembros del bloque dependen del petróleo y el gas del mundo árabe y tienen un no despreciable componente de población islámica en sus países. Sin embargo, donde principalmente se hacen la pregunta es en Washington que, junto a los tradicionales quebraderos de cabeza del Conflicto Israelo-Palestino, la guerra en Irak y los planes agresivos contra Irán, ahora debe lidiar con los inesperados cambios en los estamentos de poder de tan importante región.

 

Ahora bien, valdría la pena preguntarse también: ¿Son tan inesperados los acontecimientos o son el resultado de males acumulados durante años? ¿Son espontáneos o detrás de ellos están las fuerzas progresistas y/o el fundamentalismo islámico? ¿Pueden ser fruto de la labor silenciosa del poder suave e inteligente de la Administración Obama o los acontecimientos sorprendieron a Washington? ¿Las fuerzas del Imperio, sus aliados europeos e israelitas y los sectores más reaccionarios del mundo árabe e islámico, podrán frenar estos cambios o hacer ellos los cambios para que nada cambie?  Aún no hay respuestas acabadas para esas interrogantes, pero si hay algunos elementos que permiten hacer comparaciones, encontrar puntos comunes y arribar a algunas conclusiones iniciales.

Las revueltas no son todas iguales, pues aunque estos países tienen factores desencadenantes similares, los problemas no son exactamente iguales ni tienen la misma intensidad.

En Argelia las protestas son generadas por la especulación del empresariado privado con los precios de dos productos de primera necesidad, el aceite y el azúcar, a lo que suma la acción de funcionarios corruptos en el aparato estatal y la acumulación de problemas sociales como el desempleo y la falta de vivienda, males agudizados durante los difíciles años del “Decenio Negro” donde el combate al fundamentalismo islámico dejó más de 100,000 muertos e incontables daños en la economía y el tejido social del país.

La respuesta del gobierno argelino – que es, con muchas más virtudes que defectos, la continuación de un histórico y sangriento proceso de independencia primero y de preservación de la identidad e integridad del país después – fue rápida. Desenmascaró a los empresarios privados, castigó a los funcionarios corruptos y subsidió los productos; además, cuidó que los cuerpos del orden no ejercieran una violencia innecesaria. La coalición de gobierno argelina, conoce los problemas y trabaja por enmendarlos con un gigantesco programa social y readecuando su economía para hacerla más diversa y sólida.

Los casos de Túnez y Egipto tienen otros orígenes y puntos comunes; también sus diferencias. Los puntos comunes son: 1. Gobiernos autoritarios, represores, violadores de los derechos de sus pueblos y aliados de Occidente, en el caso de Túnez, con Francia y en el de Egipto, con Estados Unidos e Israel. 2.. Tanto en Túnez como en Egipto fueron marginados de los más importantes negocios y del saqueo del erario público, algunos importantes sectores económicos que incluían a grandes empresarios que no participaban del clientelismo político de la familia Ben Alí y el clan Mubarak. 3.. Las poblaciones de ambos países se hastiaron de la represión, la falta de derechos, el desempleo, la carestía de la vida y la imposibilidad de acceder a la salud y la educación, aspectos estos últimos que en Egipto estaban más lejos de las grandes masas que en Túnez. 4. En los dos países el Ejército se ha negado a reprimir y se ha ganado la simpatía popular. La represión en Túnez estuvo en manos de la Guardia Presidencial y la Policía; también en Egipto, la policía ha sido quien ha reprimido.

Las diferencias entre los dos procesos radican en lo siguiente:

  1. Las masas son los protagonistas de ambos, pero en el caso de Túnez los sindicatos jugaron un papel fundamental, mientras que en Egipto ese papel lo desarrollaron inicialmente las redes sociales que se movilizaron de inmediato por Twitter y Facebook, uniéndoseles organizaciones de la sociedad civil que agrupaban a intelectuales y profesionales. Luego se sumaron los partidos tradicionales de la oposición, como el Wafd y el Tagammo y más tarde, la Hermandad2. En Túnez, el fundamentalismo islámico no tiene peso alguno, mientras que en Egipto la Hermandad Musulmana es un actor tradicional con un peso no despreciable y que sabe muy bien aprovechar coyunturas como esta para forjar acuerdos, incluso, con la Alianza Nacional por el cambio que dirige Mohamed El Baradei; aunque las actuales protestas han demostrado que las masas pueden salir a la calle sin que las lidere la Hermandad  3. La represión ha sido mucho más fuerte en Egipto que en Túnez.

En lo que a Jordania se refiere, las protestas brotaron poco después de los sucesos de Túnez, reclamando los manifestantes empleo, la detención del alza de los precios de los alimentos y los servicios de primera necesidad, como agua, electricidad y calefacción. El Rey Abadallah Il Ibn-Al Hussein no ha reprimido a la población, ha subido los subsidios y permite las manifestaciones controladas que, aunque no son numerosas, se mantiene y agrupan a  las organizaciones de la izquierda jordana, los tradicionales partidos burgueses y con mucho peso, los partidos islámicos que son los que parecen estar llevando el liderazgo.

Finalmente, el caso de Yemen puede ser el más explosivo de toda la región. En él coinciden todas las causas que generaron los acontecimientos en Túnez y Egipto. Un desempleo que alcanza casi al 50% de la población del país y golpea particularmente a los jóvenes, la  enorme existencia de armas de fuego, por lo que un AK-47 puede ser más barato que cualquier bien de uso y consumo, la falta de infraestructura, con una economía en quiebra, y la corrupción rampante; todo ello, con las rivalidades históricas entre el Norte y el Sur del país, con brotes separatistas en las provincias sureñas, la rebelión de la tribu houtíes, que es la máxima expresión del problema tribal y la fuerte presencia de Al-Qaeda península, a lo que hay que sumar que el Presidente Alí Abdala Saleh, que lleva 32 años gobernando, pretende convocar elecciones sin escuchar a la oposición y no oculta el propósito de reformar la ley para ser presidente vitalicio.

Hasta ahora, la represión no ha sido muy cruenta, pero la más leve chispa puede encender la llama de la guerra y la división del país, a pesar de que Saleh tiene a su favor su experiencia en lidiar con las tribus y de los largos años en el poder, lo que puede ayudarlo a maniobrar.

Al igual que EE.UU., Israel ve con gran preocupación los acontecimientos, en primer lugar en Egipto y en segundo lugar en Jordania. Tel Aviv se lamentó públicamente de la caída de Ben Alí en Túnez y observa con preocupación la posible salida de Hosni Mubarak del poder, por lo que eso pueda afectar sus relaciones con Egipto, el primer país árabe con el que estableció un acuerdo de paz y que juega un papel vital en el Conflicto Israelo-Palestino; no solamente como mediador entre la Autoridad Nacional Palestina y HAMAS, sino también en la efectividad del bloqueo israelí a la Franja de Gaza. En menor grado, Tel Aviv tiene también preocupaciones con Jordania, con el que también tiene un acuerdo de paz y es; a su vez, parte del problema palestino.

Los políticos y militares israelitas han planteado abiertamente su temor de que estos levantamientos en favor de un cambio democrático pueden terminar bajo la dirección de los fundamentalistas islámicos. El general Giora Eiland, antiguo consejero de Seguridad Nacional israelí declaró que “…el riesgo de que los Hermanos Musulmanes tomen el poder en Egipto existe. Eso sería perjudicial no sólo para Israel sino para todos los demócratas…”

Los comentarios de los ministros y funcionarios fueron tan desafortunados que el Premier Benjamín Netanyahu, pidió a los portavoces y ministros que no toquen el tema egipcio con los medios. Sin embargo, las declaraciones no pasaron inadvertidas para Mohamed El Baradei que ha denunciado que Israel disfraza la realidad y quiere usar el fantasma del islamismo para atacar a la revolución popular contra el régimen de Mubarak, su principal aliado en el Medio Oriente.

Uniendo todos estos elementos se podría arribar a las siguientes conclusiones preliminares:

– Todos los países del Norte de Africa y Medio Oriente, incluyendo las ricas monarquías del Golfo,  pueden verse afectadas – en diverso grado, carácter y profundidad según el país – por las revueltas populares contra la corrupción y los regímenes autoritarios, para lograr mejores niveles de vida y desarrollo y gobiernos a favor de los intereses populares. Los países del Sahel pueden atravesar situaciones parecidas

– Esta región es de capital importancia para los EE.UU. y sus aliados. Washington está consciente de que, si no toma las medidas pertinentes, no es totalmente descartable que lleguen al poder fuerzas democráticas que no le sean del todo favorables, sin dejar a un lado, la posibilidad de la presencia en algunos de esos gobiernos de fuerzas islámicas hostiles a EE.UU. En tal sentido, utilizará todo su arsenal político y económico para conjurar ese peligro y trabajará fuertemente a la gran y pequeña burguesía local, a la intelectualidad, los líderes religiosos, los sindicatos, los partidos políticos y las organizaciones de la sociedad civil, con el auxilio de los grandes medios de información, propiciando los cambios estructurales para preservar su influencia y la de sus aliados locales e implantando sus modelos de democracia. Resumiendo, tiene la capacidad de hacer los cambios para que nada cambie y el suficiente pragmatismo para usar un líder político con valores occidentales o un general con credenciales democráticas.

Puede ser que las Revoluciones verdaderamente raigales aún tendrán que esperar en algunos países de Africa Norte y Medio Oriente, pero como dice un viejo proverbio chino “… el camino más largo comienza siempre con el primer paso…”. Quizás, algunos países ya lo han dado.

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