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Bulgaria: «Mi voto por un puñado de levas»

Varios miles de personas han salido a la calle en las últimas semanas ante la situación de pobreza, paro, corrupción, y subida de precios, como el de la electricidad, que explotó al doble en enero. En algunos hogares ha aumentado la factura de la luz hasta cien euros mientras el salario medio es de 377 euros y la pensión media de 150 euros. La desesperación ha llevado a siete personas a inmolarse, algo inaudito en este país.

Los movilizaciones han provocado la dimisión del gobierno y la celebración de elecciones anticipadas.

Pero en Bulgaria también los partidos políticos visitan los barrios más pobres en épocas de elecciones para comprar votos.

 El 90% de los gitanos en Bulgaria no tiene trabajo y dan su voto a cambio de 10-25 euros, sabiendo además que aunque no vendieran su voto no cambiaría su situación.

En los pueblos más pobres se saldan las deudas en la tienda de la esquina votando al partido que «propone» el comerciante.

Entre la población gitana hay 35% de analfabetismo, frente al 9% antes de la caída del socialismo en 1989. Según la investigadora Antonina Zhelyazkova, el 10-12% de los gitanos son “super-ricos” y el 50% sobreviven.

El país vive también una fuga masiva desde que se restauró el capitalismo: la población ha caído de 9 a 7,2 millones de habitantes desde 1989. Como afirma la socióloga Iskra Dondolova “desde 1989 nuestros jóvenes, bien formados, no se quedaron en Sofia. No fundaron una familia, partieron a Alemania, Gran Bretaña…Es la élite lo que nos ha faltado y nos falta”.

La experiencia de Geory de 25 años es muy similar a la que viven los jóvenes españoles en estos momentos. Ha vivido 8 años en Chipre, dos años en China y seis meses en Irlanda. A su vuelta Georgy encontró su país “en un estado lamentable. No pienso que el problema sea encontrar un trabajo aquí con un salario decente. El problema es el nivel de vida, la educación, la sanidad. ¡Hace falta un milagro!”

 
   

 Plamen, Reneta Planevi con uno de sus hijos, Christian. Después de 23 años de “transición democrática” la decepción les ha ganado.

 

        

 Con la transición al capitalismo las pensiones cayeron a los 3 euros al mes y los salarios a los 10 euros. Plamen y Reneta Planevi, trabajadores que viven con sus hijos en un barrio de la periferia de Sofía no tienen otro deseo que dejar el país: “Vas a las manifestaciones, después votas y nada cambia. Nos mienten. ¿El paso a la “democracia”? ¡Qué decepción! Después de 23 años hemos probado de todo: liberales, conservadores, antiguos comunistas. Ninguno salva al otro. Sólo los ricos salen adelante. Pero es un pequeño círculo”.

Como muchos búlgaros no dudan en evocar los tiempos antes de la caída del muro de Berlin: “Antes, no había sin techo, gitanos con sus carretas, perros errantes por las calles. Había limpieza. Ninguna necesidad de barrotes en las ventanas de la planta baja. Había orden y seguridad. Encontrabas trabajo. Había sitio para todo el mundo. La vida era tranquila.”

 

Comisión de Relaciones Internacionales del PCOE




Los monopolios más fuertes que países enteros

1La riqueza producida por las clases trabajadoras de todos los países se acumula y concentra cada vez en menos manos. Las de los dueños de los monopolios.

Valga este artículo para ilustrar con cifras cómo el capital acumulado por algunos de esos monopolios superan la riqueza producida por países enteros.

Algunas cifras esclarecen esta concentración de riqueza: a comienzos de 2013 Apple pesaba en bolsa el equivalente al presupuesto de Francia o la suma de los PIB rumano, húngaro, eslovaco, croata y lituano. La sóla cifra de negocios de la compañía petrolífera anglo-holandesa Royal Dutch representa la actividad de todo el Reino Unido durante dos meses y medio.

A pesar de la cantidad de trabajadores que se concentra en una sola empresa como es el caso de Wal-Mart, que emplea a 2,1 millones de asalariados,  los propietarios se permiten el lujo de chulearlos y marearlos con acuerdos que no cumplen. Tal es el caso del productor de acero número uno del mundo, Acelor Mittal, que cuenta con 20mil trabajadores del metal y que ha cerrado varios hornos en Francia, a pesar del lloriqueo teatrero del Estado francés.1 2

Por citar algunos ejemplos más, la cifra de negocios de EXXON MOVIL ( 8482 mil millones de dólares), equivale a todo lo producido en Noruega;  la de Toyota (254 mil millones de dólares), al PIB de Grecia;  la de China Petroleum (419 mil millones de dólares), al de Australia o la de Volkswagen (254 mil millones de dólares) al de Egipto.

Estos grandes monopolios económicos y financieros tejen una tupida y opaca red de filiales y relaciones capitalistas. En 2011 tres investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Zurich publicaban un estudio según el cual 737 firmas controlaban ellas sólas el 80% de las 43.000 sociedades transnacionales estudiadas.

No es por supuesto un fenómeno nuevo, porque corresponde a la fase más avanzada del capitalismo que es el imperialismo. Ya lo mostró Lenin a comienzos del siglo XX:

«Estos datos nos permiten ver cómo se extiende la espesa red de canales que abrazan a todo el país, que centralizan todos los capitales e ingresos monetarios, que convierten a los millares y millares de explotaciones dispersas en una explotación capitalista única, nacional en un principio y mundial después.»3

Lenin ya ponía al descubierto la falacia de la supuesta democratización de las empresas a través del sistema de acciones y que el mismísimo Gorvachov defendía como un sistema de control por parte de los trabajadores (otra estafa más de la “perestroika4 ):

la experiencia demuestra que basta con poseer el 40% de las acciones para disponer de los negocios de una sociedad anónima, pues cierta parte de los pequeños accionistas dispersos no tienen en la práctica ninguna posibilidad de tomar parte en las asambleas generales, etc. La “democratización” de la posesión de las acciones, de la cual los sofistas burgueses y los pretendidos socialdemócratas que son oportunistas esperan (o afirman que esperan) la “democratización del capital”, el acrecentamiento del papel y de la importancia de la pequeña producción, etc., es en realidad uno de los modos de reforzar el poder de la oligarquía financiera. […] Siemens, uno de los “reyes financieros” e industriales más poderosos de Alemania, declaraba el 7 de junio de 1900, en el Reichstag, que “la acción de una libra esterlina es la base del imperialismo británico”.5

 

Comisión de Relaciones Internacionales del PCOE


3    « El imperialismo, fase superior del capitalismo » V. I. Lenin, 1917

4 “¡Quieren espantamos con la propiedad privada! Yo veo la privatización de la manera siguiente: volver a comprar las empresas, pasando al sistema de acciones, para convertirlas en empresas populares.” Mijail Gorbachov, alocución del 28 de noviembre de 1990.

5 « El imperialismo, fase superior del capitalismo » V. I. Lenin, 1917

 




Hoy más que nunca, Frente Único del Pueblo

El paso de la crisis nos lleva a un lugar incierto si tenemos en consideración los sucesivos movimientos que surgen y las posiciones que adoptan “acreditados” expertos en política opositora al gobierno neofascista. IU, Julio Anguita, y partidos que se suponen de la izquierda revolucionaria, consumen todo su tiempo en inventar un día si y el otro también, asociaciones, formas de “luchas”, objetivos a alcanzar. Así, pues, tenemos donde elegir: “Republica”, “Retirada del Euro”, “Bloque crítico”, “Democracia ya”, “Constituyente”, etc. etc. Pero no se consigue dar un solo paso hacia adelante ¿Por qué? Indudablemente, porque no entienden que la política es un arte y una ciencia, que la lucha ha de ser científica o no es nada, y por eso todas las tentativas que son claramente pseudorrevolucionarias son tragadas por las fuerzas absorventes del sistema. 

 

Para centrarnos, comenzaremos por decir que todos tienen en común el ser antimarxistas; bien en la teoría, bien en la práctica, llegando a la conclusión que para ellos las clases sociales o no existen o desempeñan un papel secundario en este episodio histórico. La consecuencia subsiguiente no puede ser otra que la de negar a la clase obrera su papel de sujeto revolucionario. 

Despreciar a la clase obrera y negarle su papel en la historia no es ninguna tontería, supone abandonar al pueblo a la deriva, llevarle a un callejón sin salida, malgastar sus fuerzas, arruinar sus inquietudes y su indignación, hasta convertirle en un objeto maleable en manos del Estado capitalista. 

El capitalismo es un sistema de explotación en el que el patrón se enriquece como consecuencia de robarle al trabajador el producto de su trabajo. Lo que afecta al capitalista y a su Estado servidor, es que el trabajador no produzca, porque el sistema se vendría abajo inexorablemente. Por esta ley irrefutable, todo cuanto se haga a espaldas de los trabajadores no puede surtir un efecto transformador. Las manifestaciones interclasistas, es decir, de la ciudadanía, tienen la virtud de demostrar el estado de ánimo en general, pero no atizan ni pueden atizar al corazón del régimen. El gran capital continúa enriqueciéndose, porque su fuente de riqueza sigue manando euros. La clase obrera, las clases trabajadoras en su centro de trabajo, constituyen la fuerza vital e insustituible con la que el pueblo ha de contar obligatoriamente, o mejor dicho, a la que el pueblo ha de seguir, si quiere que sus protestas resulten exitosas. 

Pero la clase obrera se halla recluida tras las cuatro paredes de su centro de trabajo, donde la han llevado la traición de los grandes sindicatos y la de los partidos parlamentarios. Se encuentra pues, desamparada, a la vez que presa de unas leyes que práticamente la ha colocado en situación de ilegalidad. Toda acción que quiera llevar a cabo la clase obrera se encuentra con un obstáculo “insalvable”: la ley. La reforma laboral es ley; las huelgas de solidaridad por compañeros despedidos están prohibidas por ley; el despido es libre por ley; los convenios son anulados por el patrón al amparo de la ley. Las huelgas están anuladas indirectamente, no hace falta que la ilegalicen con una ley directa, la clave se halla en que poco a poco, por nada se podrá hacer huelga porque la ley protege las causas del descontento. 

La Ley, es decir, la política, impide al trabajador moverse. La política cercena todas las posibilidades de frenar el avance impetuoso del capitalismo. Ante esta situación los trabajadores y las capas populares no pueden salir a la desesperada, sin orientación clara, y sobre todo utilizando por arma la lucha económica, que antes de empezar ha sido tumbada por los golpes que ha recibido de la política, por las leyes. La lucha tiene que ser política desde los centros de trabajo, será entonces, cuando en la calle tome cuerpo un programa revolucionario con fuerza, con metas definidas, será entonces cuando el capital se resienta, pues se rebela la fuente de su riqueza. Ya no es posible pensar en pasitos, en reformas etc, que son tan ilegales como la lucha por el socialismo. Para conseguir que la reforma laboral, que los recortes, que la ley de educacion y todo cuanto ha impuesto el gobierno capitalista retroceda, es necesario ir a la huelga general política. Así ha planteado la situación el capitalismo. Para romper las leyes hay que saltárselas. Y nosotros decimos: ¿vamos a exponer al pueblo, vamos a ilegalizarnos para volver al punto de partida? NO, IREMOS A LA HUELGA GENERAL POLITICA, no como un fin, sino como el comienzo de un proceso de cambios profundos de la sociedad hasta lograr el ideal sublime que entraña los trabajadores, ser dueños de su destino. Que no quepa duda, lucharemos para lograr el socialismo. 

Pero la huelga política no será jamás el producto del estado de ánimo del pueblo, la huelga general política tiene que ser construida golpe a golpe, tramo a tramo, arrollando a cada paso la legalidad que nos impide al obrero, al trabajador, al estudiante y al vecino, ser libres. Hay que unir todas las fuerzas bajo un programa común de transformaciones, a través de una organización disciplinada, y eso, por más vuelta que se le quiera dar, se llama FRENTE UNICO DEL PUEBLO, que tendrá que ser orientada por la vanguardia ideológica cuyo nombre es PARTIDO COMUNISTA. 

HOY MAS QUE NUNCA,

FRENTE UNICO DEL PUEBLO

 PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPÀÑOL (PCOE)

 

FEDERACIONES DE JOVENES COMUNISTAS(FJCE)

 




Se avecina un nuevo pacto entre imperialistas y oportunistas

Desde la entrada de pleno en el período de crisis general del capitalismo –finales del siglo XIX-, la burguesía no ha escatimado esfuerzos a la hora de intentar “estabilizar” un modo de producción que es, por esencia, inestable y anárquico. Un sistema que, cegado por la ley universal del máximo beneficio capitalista, fundamenta su dominio en la propiedad privada sobre los medios de producción, arrancando el ciclo de acumulación de capital a través de la explotación del trabajo asalariado. Como decimos, ha sido una preocupación constante de los capitalistas, el intentar –vanamente- amortiguar las contradicciones irresolubles por las que discurre el modo de producción capitalista, con mayor intensidad en su etapa agonizante y putrefacta. La historia del siglo XX, plagada de conflictos bélicos interimperialistas y de repetidas y profundas crisis, así como de revoluciones triunfantes y de otras ahogadas en sangre, pone de manifiesto la ficción de un capitalismo “planificado y pacífico” (tesis imperialista), o algo aún más inverosímil, la de un capitalismo “controlado y de rostro humano” (tesis oportunista). Ambos posicionamientos, emanados de la ideología dominante burguesa, pretenden saltar por encima de la lucha de clases, presentando un Estado hegeliano “por encima de los intereses contrapuestos de las clases sociales”. Concepciones de claro contenido idealista y acientífico, que solo pretenden alargar la agonía del pueblo trabajador para beneficio de unos pocos explotadores y parásitos.

  

 Ni siquiera con la poderosa fusión de los grandes monopolios al Estado burgués, poniendo a éste último a su entero servicio, ha podido la oligarquía financiera “estabilizar” un régimen opresivo que mata a decenas de millones de seres humanos, mientras sobreexplota y pauperiza a otros tantos. Lejos de “amortiguar” y “controlar” las profundas contradicciones por las que discurre el reino del capital, el capitalismo monopolista de Estado no ha hecho otra cosa que agudizarlas progresivamente. Cada conflicto bélico imperialista, regido por la inevitable lucha por nuevos recursos y corredores energéticos, somete con brutalidad a pueblos enteros. Cada crisis capitalista de sobreproducción, retuerce con saña los grilletes del proletariado y el pueblo trabajador. No hay y no puede haber vuelta atrás cuando el imperialismo muestra su senilidad histórica, cuando la oligarquía financiera ya sólo puede ofrecer recetas netamente reaccionarias. Toda “alternativa” que se aleje de la revolución social y la dictadura democrática del proletariado –socialismo-, no hace más que reforzar los engranajes de un régimen insostenible.

 Por ello, desde esta contextualización histórica, nos resultan tan familiares los “grandes pactos por la cohesión social” entre imperialistas y oportunistas, tan publicitados hoy como ayer por los jerarcas políticos y sindicales del Reino de España. No en vano, ambas caras de la misma moneda, de la misma dictadura capitalista, se nutren de los excedentes generados por las guerras imperialistas y la explotación asalariada de la clase trabajadora. Desde la santa alianza de Bernstein o Kautsky con la gran burguesía del Rürh y los junkers germanos (II Reich), hasta llegar a la no menos santa alianza de las jerarquías oportunistas adscritas a la UE imperialista y demás satélites que giran en torno a la misma (CSI, BCE, CE, FMI, BM, OTAN, OCDE), la clase dominante no ha escatimado esfuerzos a la hora de que sus fuerzas políticas y sindicales blinden la superestructura de su dictadura de clase. Estos alquimistas del capital, conscientes de que su tiempo se agota, pretenden “reformar” lo que ya a todas luces aparece irreformable, a fin de mantener y expandir sus espurios privilegios a costa del sudor y la sangre de millones de trabajadores.

 En la actualidad, esta clásica maniobra de “pacto y conciliación” entre parásitos, explotadores y oportunistas, vuelve a planear por las usinas burguesas del régimen capitalista español. Ante un Gobierno incapaz, una oposición descompuesta y unas centrales sindicales desacreditadas, los monopolios industriales y financieros se afanan en tejer un nuevo “pacto nacional” para “hacer frente a la crisis” económica, política e ideológica. Y lo hacen, una vez más, confiados en una correlación de fuerzas que saben favorable, a pesar de la devastadora crisis capitalista en la que nos encontramos inmersos. Ante un movimiento obrero y sindical todavía atomizado y un movimiento comunista en lenta reconstrucción, la autopista de la esclavitud asalariada se les muestra abierta de par en par, ya sin ni siquiera peajes de ningún tipo. La clase dominante, especialmente en procesos de crisis, no sólo centraliza la producción y los capitales intensificando así sus propias contradicciones, sino que además precisa la centralización y concentración de su casta política y su cohorte de lacayos oportunistas, a fin de imponer sus intereses sobre las mayorías productivas y emboscar su descrédito popular. Base económica y superestructura se interrelacionan dialécticamente, el Estado burgués se cierra en un solo puño para profundizar su ofensiva frente al pueblo trabajador.

 Así ha venido sucediendo a lo largo de la historia. Buena prueba de ello fue la reconfiguración del régimen tras la crisis acaecida tras el tránsito del régimen fascista a la democracia burguesa a finales de los años 70. Cabe no olvidar los lodos que nos trajeron estos barros. Desde los Pactos de la Moncloa hasta el II Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva, el imperialismo y las fuerzas oportunistas no han cesado en cerrar acuerdos y pactos a fin de intentar “estabilizar” y “amortiguar” la conflictividad inherente a todo modo de producción capitalista. Con todo, después de 40 años de “pactos”, partiendo de una constitución burguesa desvergonzadamente capitalista, una realidad histórica objetiva salta a la vista: la clase trabajadora no ha cesado de perder derechos y condiciones -duramente arrancados a la burguesía-, tras cada pacto suscrito por el Gobierno, la oposición, patronal y las traidoras cúpulas sindicales, engordados todos ellos a través de las millonarias subvenciones del capital monopolista, que premia con generosidad toda labor de “contención y cohesión social”.

 Veamos sólo algunas reseñas no exhaustivas de la historia “pactista” y traicionera que nos ha llevado al momento actual que vivimos:

  1. 1977. Pactos de la Moncloa; se impone la “flexibilización del mercado de trabajo”, la pérdida de negociación colectiva y se reconoce el despido libre. Se procede al “control de la inflación” a través de la congelación salarial, poniendo en el punto de mira a sectores como el textil, el naval o el siderometalúrgico. Se ponen las bases para el trasvase sistemático de la riqueza generada por los trabajadores hacia el capital.

  1. 1979. Acuerdo Básico Interconfederal (ABI). Se fija un tope salarial del 13% y la posibilidad de las empresas endeudadas de bajar sueldos a su antojo. Se traslada el peso de la negociación colectiva de los Comités a las secciones sindicales, poniendo las bases del Estatuto de los Trabajadores.

  1. 1980. Estatuto de los Trabajadores. Se abre de par en par la entrada a degüello del trabajo temporal y se refuerza el poder patronal en los procesos de trabajo, además de blindar todas las medidas antiobreras recogidas desde 1977. Entre otras; facilitación del despido, fijación del salario mínimo por debajo del coste de vida, establecimiento de la jornada laboral más larga de Europa (43 horas semanales), o la reducción de los ámbitos de negociación de convenios, entre otras.

  1. 1981. Acuerdo Nacional de Empleo. Por primera vez desde 1974, la tasa de crecimiento del salario medio por trabajador resulta negativo (incrementos salariales por debajo de la inflación). Además disminuye la cobertura económica y temporal de los desempleados y se aceptan los despidos improcedentes.

  1. 1984. Acuerdo Económico y Social. Primera reforma del Estatuto de los Trabajadores. Reales decretos sobre contratación precaria; a tiempo parcial, aprendizaje, prácticas.

  1. 1992. Medidas Urgentes de Fomento del Empleo y Protección por Desempleo. El “Decretazo”. Progresivo proceso para la eliminación de la protección por desempleo; ampliación del período mínimo de cotización y reducción de cuantías, además del endurecimiento de los requisitos para acceder a la prestación.

  1. 1993/1994. Reforma del Estatuto de los Trabajadores. Medidas Urgentes para el Fomento de la Ocupación. Legalización de la cesión de trabajadores (ETT). Abaratamiento del despido, desregulación de las condiciones laborales en pos de la “competitividad, la flexibilidad y la generación de empleo”. 1/3 de los asalariados quedan sometidos a unas condiciones laborales totalmente precarias.

  1. 1997. Acuerdo Interconfederal para la Estabilidad en el Empleo. Acuerdo Interconfederal sobre Negociación Colectiva. Acuerdo sobre Cobertura de Vacíos.

  1. 2002. Nueva reforma laboral por “Decretazo”. Liquidación de los salarios de tramitación.

  1. 2006. Nueva reforma laboral. Con la excusa de frenar la temporalidad, se precariza la contratación indefinida.

  1. 2011-2012; Nueva Reforma laboral que, básicamente, viene a cerrar el círculo de la esclavitud asalariada larvado durante décadas.

 Como se puede comprobar, al calor de las repetidas crisis de sobreproducción y la desmovilización del movimiento obrero, el capital logra pacto a pacto la sumisión más descarnada del trabajo a sus intereses, consolidándose en los mercados internacionales. Y su herramienta predilecta -el “pacto social” como mero reflejo superestructural de la base económica-, le ha servido para maximizar sus beneficios a costa de incrementar los grados de explotación de la clase trabajadora, empleada, desempleada, joven o jubilada. Ayer gota a gota, hoy a chorro abierto, imperialistas y oportunistas (capitalistas), pacto tras pacto, reconversión tras reconversión y reforma tras reforma, no han hecho otra cosa que esquilmar a los trabajadores. Ello no hubiera sido posible sin el imprescindible trabajo de zapa de las cúpulas sindicales, sin la consciente desmovilización y enajenación del proletariado fruto de la orfandad de Partido Leninista. Cabe no olvidar que tras cada pacto rubricado por las fuerzas vivas del régimen, éstas han recibido oportunamente ingentes cantidades de capital y prebendas de todo tipo a fin de consolidar al Estado burgués como efectiva maquinaria al servicio del capital monopolista.

 Esta depauperación y sobreexplotación “pactada” de la clase obrera, infló de deudas a las familias trabajadoras, que tras más de 3 décadas de “diálogo social” y de espejismos capitalistas de “bonanza” -a base de generar una economía dominada por el capital financiero-, se vieron obligadas a vivir a crédito tras las constantes pérdidas de poder adquisitivo y la voladura controlada de prácticamente todos los derechos laborales y sociales conquistados por el proletariado tras largas luchas. Es bien sabido que el capitalismo no produce para satisfacer necesidades, sino para maximizar beneficios. Roto el chorro de crédito en 2008, “la magia del dinero gratis” empezó a esfumarse. Y la historia volvió a repetirse, como dijera Marx, primero como farsa y después como tragedia; de nuevo las fuerzas productivas fueron tensionadas y destruidas, mientras la nueva bomba antiobrera -Reforma Laboral de 2012-, se abría paso sin complejos, legalizando la esclavitud asalariada.

La oligarquía financiera cuando huele la sangre proletaria va hasta el fondo en su proceso de vampirización, más aún cuando comprueba como el movimiento obrero se muestra incapaz de confrontar organizadamente tal ofensiva, que no tiene otro objetivo que situar a la clase trabajadora en el mismísimo siglo XIX. Así, resulta comprensible que importantes capitostes del IBEX35 y la CEOE, auténticos amos y señores del Estado burgués español, den rienda suelta a su ilimitada imaginación antiobrera, defendiendo abiertamente en los últimos días no solo el fin de los convenios, sino incluso del propio Estatuto de los Trabajadores o la no menos burguesa Ley de huelga. Son éstas sus posiciones de partida para el nuevo “pacto social” que se aproxima. Y mientras el Gobierno asiente obediente, la oposición socialdemócrata y los jerarcas sindicales del régimen no le van a la zaga; llevan meses mendigando un pacto, precisamente, con estos mismos enemigos del pueblo trabajador. En última instancia, ante un descrédito evidente de la institucionalidad burguesa al calor de la crisis capitalista, imperialistas y oportunistas pretenden que la esclavitud asalariada y la voladura de derechos conquistados tras largas luchas proletarias se lleven adelante “en paz”, y para ello se precisa la bendición de los que han hecho de la traición una forma de vida; PSOE, IU, UGT o CCOO.

 En pleno año 2013, después de 36 largos años de “consensos, acuerdos y pactos” por la “estabilidad”, el “empleo”, la “contratación indefinida” y demás eufemismos vergonzantes que solo han contribuido a generar más inestabilidad, más paro y más temporalidad, hoy la institucionalidad burguesa ya no puede esconder su acelerada putrefacción, aunque se empeñe en hacernos tragar ruedas de molino. 36 años de “cohesión social” entre imperialistas y oportunistas, han larvado este cuadro socio-económico aberrante; casi un 70% de trabajadores asalariados por debajo de los 1000€ mensuales (1/3 de ellos sin siquiera llegar al miserable SMI de poco más de 600€), un 40% de autónomos y más de un 25% de pensionistas en riesgo de pobreza, 2 millones de hogares obreros sin más ingresos que la caridad, más de medio millón de trabajadores saliendo al extranjero para sobrevivir, casi 200.000 desahucios anuales, 3 millones de niños en riesgo de exclusión social, pensiones vergonzosas y de miseria (media de 750€, estando el 81% de las mismas por debajo de 1000€), más de 6 millones de desempleados (tasa del 27%) o 3300 suicidios anuales, certifican el “éxito” del pactismo traidor y la “cohesión social” que es capaz de ofrecer este modo de producción caduco y putrefacto.

 36 años de éxito rotundo para imperialistas y oportunistas, 36 años de derrota en todos los frentes para la clase trabajadora y clases populares.

 Prácticamente 4 décadas de “diálogo social” por la miseria, la sobreexplotación, la enfermedad y la muerte de la clase obrera. Hoy los propietarios del Estado español, a través de una CEOE envalentonada, ya se atreve a proponer la derogación del propio Estatuto de los Trabajadores, toda vez que ya han arrasado con convenios y condiciones laborales mínimas. Ya ni siquiera les sirve la legislación burguesa rubricada por ellos mismos en los años 80. Vista la falta de respuesta organizada y de clase, y empujados por las leyes universales que definen al sistema capitalista, profundizan su ofensiva con el único límite que marca la normativa laboral del siglo XIX. Y justo en el momento en que más imprescindible se hace la unidad y solidaridad obrera, el oportunismo sale raudo y veloz a servir a sus amos –como siempre han hecho-, fabulando con “medidas sociales” que sólo buscan una legitimación perdida.

 Mientras UGT y CCOO mendigan desde hace meses otro pacto por “el empleo, la estabilidad y el crecimiento” con su Estado, el brazo socialdemócrata del imperialismo (PSOE) ya prepara sus “recetas sociales”, implorando a su vez un “pacto nacional” con uno de los Gobiernos más reaccionarios del régimen, intentando así frenar su caída libre. Si la farsa fueron los Pactos de la Moncloa de 1977, el conjunto de trabajadores tenemos la obligación moral de frenar en seco la tragedia que se avecina y que ya habita en nuestros centros de trabajo y barrios. En plena etapa imperialista, la única receta para poner fin a esta tragedia cotidiana, sólo puede venir del socialismo. Esto es; de la destrucción total del capitalismo monopolista y su aparato represivo estatal y el establecimiento de la dictadura revolucionaria del proletariado.

 Unos desean aplicar la terapia capitalista por vía directa y sin anestesia, tal y como se está aplicando. Otros mendigan más capital para sus corruptas gestorías, suplicando un poco más de tiempo y “acuerdos” para aplicar la terapia “pacíficamente”, a fin de no “generar tensiones sociales”. Todos forman parte de la cofradía del santo capital, al que veneran y creen eterno e inmutable. El oportunismo va más allá e incluso es capaz de encontrar en la dictadura capitalista extraños “rostros humanos” mientras los trabajadores se ahorcan antes de ser desahuciados, se declaran en huelga de hambre o se queman a lo bonzo en entidades bancarias. En definitiva, como fieles servidores de los intereses burgueses, todos brindan -pacto tras pacto-, por la propiedad privada de los medios de producción y la explotación asalariada, que tan buenos dividendos les proporciona.

 Es imprescindible que ante la avalancha antiobrera que nos somete, con especial sutilidad “pactista” desde 1977, los trabajadores rompamos de una vez por todas con nuestro aislamiento y división, pues como queda patente el capital no duda un instante a la hora de concentrar sus fuerzas, poniendo al Estado burgués a su entero servicio para arremeter contra las masas laboriosas. Los puntales del capitalismo monopolista de Estado andan buscando un nuevo y mayor “consenso”, imprescindible para justificar el crimen diario cometido contra los trabajadores. El gran capital ya ha dado la señal, la Corona lo anuncia, los jerarcas sindicales del régimen lo imploran, la oposición lo anhela, el Gobierno lo necesita. El ciclo IBEX35-CEOE-PPPSOEIU-UGTCCOO anda bien engrasado desde 1977. La cuestión es ¿a qué esperamos, siendo más y mejores, para tejer nuestra propia e imprescindible unidad proletaria desde la base? ¿Acaso existe otra alternativa real ante la realidad material que vivimos?

No extraña que algunos viejos obreros afirmen hoy que tenían mejores condiciones bajo el régimen fascista que bajo la democracia burguesa. Aquellos trabajadores, en base a la unidad, la solidaridad y la politización arrancaron importantes conquistas mediante su organización y combatividad clasistas. Hoy, aquél sujeto histórico revolucionario anda vapuleado, mientras aquellas condiciones y derechos duramente conquistados, han sido liquidados, traición a traición, hasta llegar a nuestros días. Comprendemos bien la perplejidad del viejo obrero que enfrentó la barbarie fascista y hoy constata como sus hijos y nietos, heredan puestos de trabajo de esclavos o son lanzados al pozo del desempleo, sumidos en el temor y el aislamiento suicida.

 A la división, desorganización e individualismo esparcidos entre el proletariado por la ideología dominante burguesa, el PCOE responde con un firme llamamiento a la unidad y la solidaridad de la clase obrera, pilares básicos hacia la edificación de un combativo movimiento obrero que se sepa dueño de su destino como sujeto histórico revolucionario, capaz de reconstruirse como “clase para sí” y caminar firme y decidió hacia su emancipación social. Capaz de construir sus propias instituciones democráticas proletarias, fundido entorno a su vanguardia proletaria y consciente de la necesidad de mandar al basurero de la historia a este modo de producción agotado. Un movimiento obrero capaz de mandar al basurero de la historia a los imperialistas y sus lacayos oportunistas, “pactistas” profesionales que ya sólo en la expansión irrefrenable de la miseria y la sobreexplotación hallan su execrable supervivencia.

 Ya no hay tiempo ni espacio para reivindicar mejoras en unos convenios que han quedado reducidos a papel mojado, para plantear conflictos aislados abocados al fracaso, para mendigar pactos infames ni seguir creyendo en fraudulentos capitalismos “con rostro humano”.

 Unir, organizar y dirigir a las fuerzas proletarias y populares hacia el socialismo. Construir el Frente Único del Pueblo en base a la Asamblea de Comités, Delegados y Trabajadores. Trabajar sin descanso por la consolidación de la Central Única de Trabajadores. He ahí los objetivos estratégicos irrenunciables del Partido, única vía para derrocar la barbarie imperialista que siembra de explotación, miseria y enfermedad nuestros centros de trabajo y barrios.

 

¡No más pactos contra el pueblo trabajador!

¡Sin tregua al imperialismo, sin tregua al oportunismo!

¡Por las Asambleas de Comités, Delegados y Trabajadores y el Frente Único del Pueblo, construyamos poder popular!

¡Construyamos socialismo!

 

 Comisión de Movimiento Obrero y de masas del Partido Comunista Obrero Español




Sobre el VI encuentro andaluz de solidaridad con Cuba

El Partido Comunista Obrero Español (PCOE) quiere manifestar que no participará en el VI Encuentro Andaluz de Solidaridad con Cuba que se celebrará los próximos días 18 y 19 de mayo en Málaga, tal y como manifiesta el blog de los organizadores dicho evento.

Nuestro Partido recibió el pasado 1 de mayo un correo electrónico como carta de invitación a este Encuentro, en el cual no existían datos específicos de las actividades ni de los ponentes, por la que nos solicitaban confirmación al acto. Con fecha 11 de mayo, a una semana de dicha actividad y para nuestra sorpresa, aparece en el citado blog el nombre de nuestro Secretario General como participante en dicho evento, sin que nuestro Partido haya expresado en ningún momento, ni confirmado, su intención de participar en él.

 A la vez, aparecen por primera vez los ponentes: Willy Meyer, José Luis Centella o Diego Valderas, todos ellos pertenecientes a los sectores oportunistas que desde las instituciones del Estado venden y oprimen a la clase obrera española.

Así mismo, reafirmamos nuestra solidaridad con la Revolución Cubana. Una solidaridad de pueblo a pueblo y de partido a partido como hemos manifestado en innumerables ocasiones.

 

COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL.

 




Islandia: radiografía de una revolución «ciudadana»

En la bancarrota actual del capitalismo y en su fase más avanzada y corrompida proliferan supuestas alternativas que son mimadas por los medios burgueses siempre que no toquen la propiedad privada de los medios de producción, piedra sacro-santa del régimen capitalista.

 De entrada debemos sospechar cuando los propios medios del régimen usan el término “revolución”. Lo normal cuando hay un proceso de transformación radical de la sociedad es que si va contra los intereses de los capitalistas lo califiquen de “dictadura”.

Y el término “ciudadano” deja claro que la supuesta revolución no es propia de la clase trabajadora, sino un movimiento que mezcla intereses de las clases explotadoras y explotadas.

Por tanto es imposible esperar que de estos tipos de movimientos “ciudadanos” pueda ser una alternativa real al régimen económico y político actual.

Por otra parte es ingenuo pensar que un país que vive esencialmente de la pesca, el aluminio, o el turismo puede ser “autónomo” en pleno siglo XXI cuando es además un país de avanzado desarrollo tecnológico que necesita importar materias primas y maquinaria. Las tierras cultivables representan menos del 1% de la isla.

Pero vamos a los acontecimientos.

 2En enero de 2009 miles de islandeses se manifiestan con cacerolas frente al parlamento ante la situación crítica como fruto del estallido de una burbuja financiera: explosión del paro, de los desahucios…

El país se mantenía artificialmente a base de créditos (como el resto del planeta, por cierto).

Según las leyendas urbanas que circulan por internet la “revolución ciudadana” consiguió encarcelar a los políticos y banqueros culpables de la situación. Falso, porque de las causas que se abrieron sólo dos banqueros han sido condenados. En abril de 2012 el anterior primer ministro Geir H. Haarde fue exculpado de los cuatro cargos que se le imputaban.

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El 27 de noviembre se eligen 25 candidatos de entre los 523 que se presentaron para elaborar un proyecto de constitución. Sólo un 36% de la población acude a este sufragio. Entre los 25 “ciudadanos” encontramos a pocos trabajadores, jornaleros o pescadores. Se trata de intelectuales, empresarios, periodistas, abogados y hasta un cura.

Forman lo que se llama una asamblea constituyente. Lo moderno y “novedoso” es que reciben propuestas a través de Facebook, Twitter o Youtube. 317.000 contribuciones se recogen. Que nos expliquen cómo 25 personas por muy intelectuales que sean pueden leer y tener en cuenta todas esas contribuciones.

En el proyecto de constitución que elaboran se propone que los recursos naturales que no son propiedad privada sean declaradas propiedad de la nación. He ahí el límite de estas revoluciones “ciudadanas”: la propiedad privada.

4El diario francés de carácter conservador Le Figaro calificaba el proyecto como de constitución por y para los ciudadanos1 . ¿Pero no decían que los medios de comunicación silenciaban esta “revolución”?

El proyecto de constitución además debe ser aprobada dos veces por el Parlamento, y entre esas dos veces deben celebrarse elecciones legislativas. Así que no sólo no se encarcela a los políticos sino que se les da la posibilidad dos veces de rechazar la nueva constitución y se mantiene el mismo tipo de democracia donde los partidos del capital controlan las elecciones.

Mientras esto acontecía recibíamos decenas de correos electrónicos y encontrábamos en blogs idealistas y pseudoreligiosos como “En positivo” o “Despertares” frases grandilocuentes del tipo Islandia consiguió acabar con un gobierno corrupto y parásito. Encerró a los responsables de la crisis financiera en la cárcel. Empezó a redactar una nueva Constitución hecha por ellos y para ellos. Y hoy, gracias a la movilización, será el país más próspero de un occidente sometido a una tenaz crisis de la deuda. Es la ciudadanía islandesa, cuya revuelta en 2008 fue silenciada en Europa por temor a que muchos tomaran nota. »2 .5

El 1 de julio de 2012 el presidente de Islandia Olafur Ragnar Grimsson, una figura más bien decorativa, es reelegido por sexta vez. Había decidido no volver a presentarse pero una petición firmada por 30 mil islandeses (un 10% de la población) le hizo cambiar de idea.

El señor Olafur Ragnar había animado el desarrollo del sector financiero antes del estallido de la crisis. Ahora lo justifica diciendo que durante la última década del siglo XX y los primeros años del siglo XXI las empresas farmacéuticas o de ingeniería, tecnológicas, bancarias, se desarrollaron y dieron a los jóvenes islandeses educados, por primera vez en nuestra historia, la posibilidad de trabajar sobre una escala global sin tener que dejar el país. Los bancos han formado parte de esta evolución. Se portaban bien.

Y el mismo presidente islandés que ha recibido el visto bueno por sexta vez de los islandeses valora de la siguiente manera las instituciones vigentes antes y durante la crisis:

La Constitución actual ha jugado su papel en la crisis: el de mantener las elecciones, organizar los referendums,…

Islandia es una de las democracias más estables y seguras del mundo […] Y sin embargo tras la quiebra financiera la policía tuvo que defender el Parlamento día y noche, la Banca central, las oficinas del Primer ministro…[…] Pero tuvimos la suerte de poder responder a todas las demandas de los manifestantes

Es decir, con las mismas instituciones han evitado males mayores (por ejemplo una revolución de verdad).

El 21 de octubre de 2012 un 48,9% de los islandeses acuden a votar la nueva constitución “ciudadana”, y de esos un 66,3% la aprobaron. Lo cual nos da un porcentaje final de un 32,42% de islandeses que apoyan el proyecto “ciudadano” de constitución.

Mientras tanto, el gobierno socialdemócrata seguía sus reuniones con el FMI que le dictaba los pasos a seguir y que prestó al país 1,6 mil millones de euros entre 2008 y 2011. Prueba de esta colaboración es el informe No. 12/309 de noviembre de 2012 realizado tras la visita en septiembre del mismo año de los representantes del FMI a Islandia1 . En este informe se afirma lo siguiente:

Se ha hecho un considerable progreso en alcanzar las condiciones macro-económicas necesarias para levantar los controles al capital, incluyendo poner las finanzas del gobierno en una trayectoria sostenible, limpiando los balances del sector financiero y recuperando el acceso a los mercados internacionales de capital

La estrategia de liberalización de capital esta siendo implementada ampliamente como se planeó”

“Las autoridades coinciden en que sería demasiado arriesgado eliminar los controles en 2013

Y llegamos a las elecciones legislativas del 29 de abril de 2013 donde la coalición que gobernaba el país antes de la crisis, el Partido de la Independencia (derecha) y el Partido del Progreso (de centro y agrario) vuelve a ganar dejando a un lado a los socialdemócratas que cumplieron su misión de lavarle la cara un poco al sistema mientras se seguían las directrices indicadas por el capital islandés.

Entre ellas las de rechazar la deuda con los bancos extranjeros (principalmente Gran Bretaña y Holanda) pero no la de los bancos islandeses. Dos de ellos han ya vuelto a privatizarse tras haberlos saneado. SPRON por ejemplo se fusionó con el Banco Arion que a su vez fue regalado a los acreedores extranjeros de Kaupthing.

A través de un complicado sistema de participaciones los bancos han sido retomados por los acreedores extranjeros que han paralizado las investigaciones contra esas entidades.

Sin embargo las leyes islandesas sobre la quiebra impiden además a la gente escapar a su crédito hipotecario; ni siquiera muriendo porque la deuda se transmite a los hijos.

Se afirma también Islandia está saliendo de la crisis, lo cual demostraría el supuesto éxito de la “revolución” islandesa. Lo que han hecho es simplemente volver un paso atrás al cancelar deudas mayores con acreedores extranjeros pero las causas que obligan a la clase trabajadora a endeudarse para adquirir los bienes básicos continúan y volverá a destaparse la crisis sistemática en cuanto esas deudas se hagan insostenibles de nuevo.

Por otro lado las exportaciones se mantienen porque al tener moneda propia (corona) pueden jugar con el valor de ésta. Si la devalúan consiguen que sus productos sean más baratos y competitivos que los otros países pero al mismo tiempo provocan una inflación y subida de precios que estancan el consumo en el mismo país.

Para finalizar dejemos que sea el propio Thorvaldur Gylfason, uno de los redactores del proyecto de constitución, quien haga balance: hay pocas esperanzas en que el nuevo Parlamento respete la voluntad del pueblo si el Parlamento saliente ha fracasado a hacerlo a pesar de sus promesas.2

Una y otra vez se demuestra que buscar la solución dentro del sistema capitalista en la fase actual es intentar cuadrar el círculo. Una vez más el PCOE no entiende que haya más fases intermedias: sólo cabe ya el Socialismo.

Y para alcanzarlo hay primero que organizar al pueblo trabajador principalmente en centros de trabajo, fincas, centros de estudio, y barrios para desarrollar el Frente Único del Pueblo con el que levantar nuestro propio Estado y Parlamento obreros y tomar así el poder político y económico.

 Comisión de Relaciones Internacionales del PCOE

 


1 https://www.imf.org/external/pubs/cat/longres.aspx?sk=40109.0

2  http://www.vivreenislande.fr/2013/03/putsch-la-constitution-islandaise-redigee-par-le-peuple-a-ete-assassinee-par-le-parlement.html

3  https://www.imf.org/external/pubs/cat/longres.aspx?sk=40109.0

4  http://www.vivreenislande.fr/2013/03/putsch-la-constitution-islandaise-redigee-par-le-peuple-a-ete-assassinee-par-le-parlement.html

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