Filosofía contemporánea

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“Contubernio antimarxista”

 Coincidiendo con el desarrollo “esplendoroso” del capitalismo, desde hace tres décadas surgen inevitablemente concepciones filosóficas con la pretensión de demostrar que la lucha de clases ha desaparecido, refrendada posteriormente por el fracaso del socialismo y apoyada en la supuesta eliminación de las barreras que han distanciado tradicionalmente a las teorías de la izquierda de las de la derecha.

 La derecha predominante se ha adentrado en el terreno de la izquierda y le ha robado sus “esencias” y sus “valores”. Dando por sentado que el “Estado del bienestar social” satisface económicamente, mas allá de las necesidades vitales, a toda la población, afirma que los conceptos igualdad, justicia etc., en los que se parapetaba el marxismo para enarbolar su bandera, no pueden tener ya el mismo significado ni tampoco el mismo contenido. Recordemos que el marxismo defiende con ahínco que para lograr la igualdad política, previamente, hay que alcanzar la igualdad económica. Ahora pues, el obrero no piensa en la igualdad económica. Una vez que se le ofrece la oportunidad de cubrir cuanto necesita para vivir material y espiritualmente, a lo que aspira es a la igualdad de trato, a la igualdad formal.

 La igualdad de trato, la igualdad de oportunidades, van en todo momento cogidas de la mano con la justicia y la moral. Las escuelas filosóficas contemporáneas más importantes, contemplan estas categorías, tal vez con apreciaciones, sugerencias y por consiguiente, con razonamientos dispares; aunque en el fondo confluyen en la negación de la lucha de clases, en la impugnación del marxismo.

 Para el “utilitarismo”, las clases no son importantes, es el individuo, del que hay que sustraer su utilidad para provecho de todos. En la utilidad está la igualdad. Partiendo de la premisa del bienestar social dado, Derek Parfit, se preocupa de la población con el rasero de la utilidad y se pregunta si es moral, o si tenemos el deber moral de aumentar la población, puesto que significa disminuir sensiblemente el bienestar de cada individuo. Esta es una visión metafísica de la realidad porque en ella el bienestar es estático y nos viene dado. De esta forma el paro y la pobreza no es culpa de las contradicciones del sistema de producción capitalista, es más bien la consecuencia del individuo inconsciente que procrea amoralmente.

 Las personas se miden por su utilidad y en nombre de ésta se puede cometer todo tipo de atropellos sin menoscabo de la moral. A finales de los 80 Hare y John Mackie representantes de la filosofía utilitaria mantuvieron un debate en el que Hare, en virtud de la utilidad máxima, sostenía que una persona, aún poseyendo una cantidad enorme de recursos, podía apoderarse con codicia del recurso de otra u otras personas; aunque solo tenga ese recurso, sin perder moral y sin cometer una injusticia, si tiene “muchos amigos” con los que compartir tales provechos.

 Por su parte, el concepto de la igualdad liberal alcanza su máximo desarrollo hacia el 1971 con la propuesta de Rawls, pero es posteriormente con la caída de la Unión Soviética cuando logra su punto álgido. En Rawls la justicia se vincula al reparto igualitario de todos los bienes de la sociedad, que puede ser transgredido cuando las desigualdades, o el reparto desigual benefician a los menos favorecidos. Es indudable que la igualad liberal relaciona a los individuos como iguales, pero no por la supresión de todas las desigualdades, sino solamente de las que supuestamente perjudican a alguien. Lógicamente, debemos comprender que el capitalismo no es pernicioso por sus desigualdades, basta con “rectificar” o “controlar” alguna que sea perjudicial, que quedará a criterio de la clase burguesa en el poder.

 En otra dirección, podemos observar que el centro vital del libertarismo es su ardorosa defensa de la libertad. Contrario siempre a cualquier límite que reduzca la libertad, considera que el capitalismo neto es un sistema caracterizado por la ausencia de restricciones a la libertad. Por consiguiente, cualquier acto que limite o controle el mercado restringe la libertad. Anthony Flew define el libertarismo opuesto a cualquier limitación social y legal sobre la libertad individual. Para él el Estado del bienestar es aquel que decide consecuentemente entre la libertad y la igualdad, en aras de del desarrollo, entendiendo por libertad el mercado libre y la igualdad las restricciones del Estado del bienestar sobre el mercado. Por supuesto, la filosofía se jacta en propugnar que la libertad está por encima de todo, incluso de la igualdad. Así pues, el Estado no puede entrometerse en el mercado para no interferir en su “libertad”

 Durante este período, las corrientes filosóficas descritas y otras de menor calado, han venido a reforzar las superestructuras del sistema capitalista en vigor, pero de ningún modo se han contentado con la función de interpretarlo y legalizarlo, o sea, de reflejar la realidad económica en las cabezas pensantes, también han desempeñado un papel muy activo en la consolidación y desarrollo de unas bases anárquicas con el firme propósito de incrementar las riquezas de los poderosos, estimulando a la tecnocracia económica para moralizar sus propuestas antipopulares. La ha proveído de sofismas y subterfugios adecuados con los que argumentan y justifican la codicia. La legitimación ética de la explotación burguesa allana, como no, el camino para arremeter sin compasión a un marxismo, cuyo estandarte, el Movimiento Comunista Internacional, no supo o no ha podido, sumido en proceso decadente, repeler sus desaforadas críticas ya libre de todo camuflaje. Los filósofos pasan de la defensa y apología del sistema burgués, a la acción directa contra el marxismo.

 Con motivo del fallecimiento de Vázquez Montalbán, el escritor y director de la Biblioteca Nacional, Luís Racionero, publicó en las navidades del 2006 en el diario Mundo, un artículo, pequeño libelo contra Marx, en el que aduce a modo de de argumento de cargo, que la filosofía del renegado Poper había superado el marxismo.

 Si nos hiciésemos caso de Poper, el capitalismo tiene asegurada su existencia eterna, pues su filosofía no se opone abiertamente a las causas de los males. Considera a Marx utópico por pretenderlo. Los males no hay que atajarlo de raíz, sino disipar sus efectos. No hay que buscar la felicidad socavando los motivos de la infelicidad actual, de todas formas no conocemos la felicidad. En correspondencia a la filosofía de Poper se nos pide que no acabemos con las diferencias entre ricos y pobres suprimiendo a los ricos, sino elevando a los pobres. Como se ve no solo es utópico, sino reaccionario y muy beneficioso para las clases capitalistas.

 Ocultos tras las espesuras y oscuridades de la justicia, una serie de filósofos lanzan ya definitivamente sus dardos al “corazón” del marxismo: la explotación del hombre por el hombre, que Marx prueba con la teoría del valor. Will Kymlicka, profesor de filosofía de la Universidad de Toronto se pregunta “¿es cierto que la justicia liberal permite que unos exploten a otros?” Luego se responde asimismo que depende del modo en que se defina la explotación. Más adelante dice: “… la explotación marxista ¿Tiene algún significado moral? ¿Es decir, implica el hecho de que alguien se aproveche injustamente de otro? “

 Tras juegos malabares con la retórica, el profesor intenta demostrar que es discutible que el trabajador esté explotado. Según la teoría marxista, en su opinión y en la de los filósofos que relaciona en su obra “Filosofía política contemporánea”, el trabajador se lleva parte del valor creado por él y el capitalista otra parte, pero:

 “Si la tecnología cambia de un modo tal que un objeto puede fabricarse ahora, con la mitad del trabajo antes requerido, la teoría del valor trabajo sostendría que el valor del objeto se reduce a la mitad, aunque cuando la cantidad de trabajo empleada permanezca idéntica. Si la teoría del valor trabajo fuese cierta, el trabajo real utilizado por el trabajador resulta irrelevante”…

 De lo que se deduce que al ser insignificante el valor producido, también lo será la parte que se lleva el capitalista y por tanto la explotación, si existe, es mínima, pero “…no hay nada injusto en ofrecerse a aportar el trabajo de uno a los demás”

 Es obvio, el progreso tecnológico hace que el tiempo de trabajo empleado en un producto sea menor que antes, pero ¿qué sucede con la plusvalía, base de la explotación? Sin duda se multiplica infinitamente, por tanto la explotación es mayor que antes de introducirse la nueva tecnología. Sin embargo, al multiplicarse la cantidad de productos elaborados por el obrero, menor será la parte que reciba del valor originado por su trabajo.

 Finalmente, Kymlicka dice que no hay nada injusto en ofrecerse a aportar el trabajo de uno a los demás. Dicho así, el trabajador no tiene necesidad y por tanto ni se ve forzado a trabajar, lo hace por amor al arte. Al respecto Kymlicka expone:

 “Entendiendo la explotación en el sentido corriente del término, ¿puede decirse que la transferencia forzada de plusvalía es una relación de explotación? Esta afirmación resulta muy poco sólida y demasiado radical. Es muy poco sólida en el sentido de no considerar explotación el trabajo asalariado que no es, estrictamente hablando, forzado”.

 Es decir, el trabajo asalariado no está explotado, porque no es estrictamente forzado por el burgués, o lo que es lo mismo, el capitalista no pone un puñal en la espalda del trabajador para que le trabaje, es el trabajador el que se ofrece. ¿Es esto cierto? No, no es verdad, la sociedad capitalista, los capitalistas en su conjunto, fuerza al asalariado a mendigarle un trabajo porque de lo contrario morirían de hambre él y su familia, si esto no es violencia, qué otra cosa puede ser.

 Contrariamente a lo que nos dice el sentido común, la filosofía idealista y reaccionaria, no tiende a aminorar en sus refutaciones antimarxistas con el advenimiento de la crisis, si bien, es cierto que, algunas de sus proposiciones son negadas por la nueva realidad; sin embargo, su capacidad para encontrar nuevos recovecos con los que superar las influencias negativas de la crisis es infinita. Por sí sola no se repliega, está concebida para salvaguardar la honorabilidad del sistema en todo trance. Su actividad es constante y a prueba de fuego, sobre todo, si no tiene adversaria, o si su adversaria está dormida.

 No obstante, es sintomático que el Movimiento Comunista Internacional, supremo representante del materialismo militante, ha sido capaz de ponerle cerco en otras condiciones. Las carencias que este presenta en la actualidad por causa de no haberse repuesto aún de la profunda crisis que le afecta desde hace décadas, permite la regeneración de la filosofía idealista así como su expansión. Por todas estas razones la recomposición del Movimiento sobre la base de los principios marxistas-leninistas, deja de ser una necesidad para convertirse en una obligación ineludible de todos los partidos.

 

COMISION IDEOLÓGICA DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (PCOE)

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