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El Partido Comunista Obrero Español por la unidad de acción de los comunistas

El capitalismo lleva más de un siglo en crisis, dos guerras mundiales, multitud de guerras imperialistas y una crisis económica desbocada fundamentalmente desde la década de los 70s del siglo pasado hasta hoy. Desde entonces, cada paso que dan los imperialistas para suturar su crisis lo que hace es agudizarla más, hacerla cada vez mayor.

Según la ONU, en 2018 821,6 millones de seres humanos carecían de alimentos suficientes para comer, frente a los 811 millones del año 2017. De tal modo que, durante tres años consecutivos, este número de personas que padecen hambre crece en el mundo. Ello significa que 1 de cada 9 personas en el mundo pasa hambre en grado extremo. El número de personas con inseguridad alimentaria moderada o grave asciende a 2.000 millones de seres humanos, lo que significa que un 26,4% del mundo está en situación de hambre. 148,9 millones de niños menores de 5 años están afectados por retraso en el crecimiento como consecuencia del hambre, o lo que es lo mismo, el 21,9% de los niños del mundo menores de 5 años. Por otro lado, 748 millones de personas en el mundo tienen privado el derecho fundamental del acceso al agua potable, y según datos de UNICEF cada día mueren 1.000 niños por no tener acceso al agua potable, o lo que es lo mismo, 365 mil niños al año.

En estos 19 años, las guerras libradas por EEUU para combatir el “terrorismo” desarrolladas en Oriente Medio y Asia, según estudio realizado por el Instituto Watson de Asuntos Internacionales y Públicos de la Universidad de Brown (EEUU), es decir lo que reconocen los propios imperialistas norteamericanos, se han extendido a más de 80 países y han ocasionado más de 800.000 muertos directamente involucrados, causando el desplazamiento de unos 21 millones de personas como consecuencia de la violencia desatada, siendo el coste económico de esas matanzas 6,4 billones de dólares. Sin duda, estas cifras aportadas por esta universidad norteamericana son inferiores a las reales pero, sin embargo, es digno de reseñar el gasto económico: 6,4 billones de dólares. La falta de saneamiento afecta a 1.500 millones de personas en el mundo, de los que 620 millones son niños, lo que lleva a 673 millones de seres humanos a practicar la defecación al aire libre, conllevando esta falta de saneamiento la muerte de millones de personas al año por diarreas derivadas de la misma. Según datos de la OMS de noviembre de 2019, el costo anual global para proporcionar servicios básicos de saneamiento a todo el mundo asciende a 19.500 millones de dólares. Esa es la naturaleza del capitalismo, dinero para guerras, para someter por la violencia a los pueblos y saquearlos hasta la extenuación a la par que se les niega a miles de millones de seres humanos saneamiento, comida o techo.

Estos son algunos rasgos de la fotografía de un mundo insostenible, el mundo del capitalismo, mucho antes de que el coronavirus COVID-19 estuviera en circulación, o lo metieran en circulación los mismos imperialistas por sus guerras económicas y sus intereses bastardos. Un mundo loco, donde para que una minoría explotadora sea dueña del mundo una mayoría debe sufrir vicisitudes y tener una vida de sufrimiento impropia de la vida humana, máxime cuando si algo sobran son bienes materiales para una vida armónica y desarrollada en el planeta. Pero ello sólo es posible liquidando al capitalismo que pervive a pesar de haber pasado su tiempo vital, pues ya no se corresponde la vigencia de dicho sistema con el inmenso desarrollo de las fuerzas productivas fruto, entre otras cosas, del enorme avance tecnológico.

La realidad del Estado español también refleja la bancarrota, la quiebra, tanto de su sistema económico – el capitalismo monopolista de Estado – como de la superestructura que eleva. Antes de la llegada del estado de alarma como consecuencia de la COVID-19, la situación económica indicaba que la deuda pública española era impagable, en torno al 100% de su PIB, por no hablar de la deuda externa, que al cierre del segundo trimestre de 2019 se situaba en 2,10 billones de euros, que equivale al 171,3% del PIB. Antes de la llegada de la COVID-19 la fotografía del Estado español era la de un sistema económico con una industria desmantelada al objeto de cumplir con los designios del imperialismo europeo, donde los capitalistas, de 39.322.000 personas en edad de trabajar únicamente podían emplear en torno a 13 millones y medio, o lo que es lo mismo, a un tercio de los trabajadores en edad de trabajo. Trabajo, por otro lado, donde impera la precariedad y la temporalidad, lo que se denomina trabajo basura.

La COVID-19 no ha desencadenado crisis alguna, lo que ha hecho es descorrer la cortina y ha mostrado la situación real del sistema: Un sistema económicamente en bancarrota, con una deuda que según las previsiones del FMI crecerá un 9,5% en 2020 y un 6,7% en 2021, situándose en torno al 114% del PIB en 2021, donde este organismo imperialista también prevé que la economía española en 2020 se contraerá un 8%; un sistema anárquico e incapaz de soportar un mes de una paralización parcial de la producción, donde en este mes se han arrojado a 4 millones de trabajadores al paro vía ERTEs, que significará, para empezar, la reducción en los ingresos de estos trabajadores afectados en, como mínimo, el 30% gracias a la genuflexión ante los empresarios de este Gobierno de ‘izquierda’. Un sistema económico con una industria y unos servicios públicos desmantelados, como lo acredita la respuesta del sistema sanitario a la COVID-19.

A esta situación descrita nos han traído aquéllos Pactos de la Moncloa, esta Constitución del 78, hechos para sostener al Estado franquista sin la presencia física del Tirano y para satisfacer los intereses de los monopolios, de los grandes capitalistas y la banca, de los terratenientes y sus privilegios a costa de la explotación inmisericorde del proletariado, de la ruina del pequeño campesinado y de la miseria del pueblo.

Los Pactos de la Moncloa, lejos de ser la solución de los problemas para el pueblo, han significado una pesadilla para las clases laboriosas, para los pueblos y naciones del Estado. También han mostrado la falsedad de la fundamentación ideológica de la burguesía sobre la eficiencia de la gestión privada de las empresas, de las privatizaciones masivas. La cacareada modernización económica y productiva que los burgueses anunciaban y que sus esbirros Gobiernos ejecutaban, de privatizar lo habido y por haber, ha mostrado ser una descomunal estafa al Pueblo, de tal modo que los trabajadores están en paro, la industria desmantelada y las empresas privatizadas se hallan en peligro de muerte sosteniéndose muchas de ellas por las ingentes transferencias de capital realizadas por Estado mientras se lo roba al pueblo. Y es que los Pactos de la Moncloa del 77 apuntalaron al capitalismo a costa de la sangre y los derechos y libertades democráticas de los trabajadores y los pueblos. Estas 4 décadas son testigos de la incapacidad de la burguesía y su Estado para resolver la cuestión nacional pendiente en el Estado español, la cuestión de la tierra, unido todo ello a la represión brutal absoluta contra los que se han demostrado inexistentes derechos y libertades del pueblo trabajador como lo reflejan la existencia de presos políticos comunistas, sindicalistas e independentistas, así como exiliados por motivos políticos.

Ante esta nueva encrucijada en la que se encuentra la burguesía, las fuerzas políticas de la burguesía – desde la falsa izquierda hasta la extrema derecha, todos ellos igual de reaccionarios y capitalistas – vuelven a poner sobre la mesa la reedición de unos nuevos Pactos de la Moncloa, con Pedro Sánchez a la cabeza. Los comunistas sabemos que, cualquier pacto que propongan no será más que un lavado de cara del sistema que perseguirá apuntalar a este caduco sistema bajo las coordenadas de mayor explotación y opresión contra los trabajadores, de mayor sometimiento hacia los imperialistas, pues no tienen otra salida. Los comunistas sabemos que los capitalistas jamás firmarán un documento que ponga en tela de juicio su caduco sistema económico y que lo único que los burgueses pueden ofrecer es más engaño y más pobreza al pueblo.

Los comunistas tenemos la responsabilidad de estar a la altura en este momento histórico en el que nos encontramos. La clase obrera y demás clases laboriosas no tienen salida alguna si los comunistas no se la damos. Los comunistas somos los únicos que podemos llevar al pueblo trabajador a parar esta nueva agresión contra nuestro pueblo. ¡Ello pasa por la unidad de los comunistas! Pues la unidad de los comunistas es precondición necesaria para la unidad del proletariado, que es el único que puede repeler las agresiones de la burguesía y dar un giro radical y revolucionario a la situación del país, que es lo que se necesita. Sin la unidad de los comunistas sólo queda oprobio y opresión. El momento es de dar respuesta a esta disyuntiva: ¡Socialismo o barbarie! Y esa respuesta únicamente la puede dar la clase obrera unida y organizada, cosa imposible si ello, previamente, no se da entre sus elementos avanzados, entre su vanguardia, entre los comunistas.

Lenin nos advierte sobre la unidad y su importancia: “No puede haber unidad, ni federativa ni de ningún otro carácter, con los políticos obreros liberales, con los desorganizadores del movimiento obrero, con los infractores de la voluntad de la mayoría. Puede y debe haber unidad de todos los marxistas consecuentes, de todos los defensores del marxismo íntegro y de las consignas no recortadas, independientemente de los liquidadores y sin ellos. (…) ¡La unidad es una gran obra y una gran consigna! Pero la causa obrera necesita la unidad de los marxistas, y no la unidad de los marxistas con los enemigos y los falseadores del marxismo. (…) Y debemos preguntar a cada uno de los que hablan de unidad: ¿Unidad con quién? ¿Con los liquidadores? Entones no tenemos nada que hacer juntos. (…) Pero si se trata de la unidad verdaderamente marxista, diremos: desde el momento mismo en que aparecieron los periódicos pravdistas venimos llamando a la cohesión de todas las fuerzas del marxismo, a la unidad por la base, a la unidad en la labor práctica. (…) ¡Dediquemos todas las fuerzas a cohesionar a los obreros marxistas alrededor de consignas marxistas, alrededor del todo marxista! Los obreros conscientes considerarán un crimen toda tentativa de imponerles la voluntad de los liquidadores y un crimen igual la dispersión de las fuerzas de los verdaderos marxistas”. Abundando Lenin sobre la unidad de la clase: “Los obreros, efectivamente, necesitan la unidad. Y es más imprescindible que nada comprender que, a excepción de los propios obreros, nadie les ‘dará’ la unidad, nadie está en condiciones de ayudar a su unidad. No se puede ‘prometer’ la unidad: eso sería huera fanfarronería, engañarse a sí mismos; no se puede ‘crear’ la unidad mediante un ‘acuerdo’ entre grupitos de intelectuales: eso constituiría el error más triste, más ingenuo y más burdo. (…) La unidad hay que conquistarla, y sólo los propios obreros, los obreros más conscientes, están en condiciones de conseguirla con una labor tenaz y perseverante (…)”.

Ergo la unidad de la clase obrera sólo puede venir de su propio interior, sólo puede ser obra de la propia clase, y es la unidad de sus elementos más conscientes, de los más avanzados, de los marxistas. Unidad que hay que conquistarla en lucha, en una labor práctica y desde la base.

En virtud de todo lo mencionado, nuestro Comité Ejecutivo, en Pleno celebrado el día 18 de abril, ha llegado a la conclusión de que sólo los comunistas estamos capacitados teóricamente para hacer fracasar el nuevo intento de la burguesía de someter más al pueblo. Tenemos la responsabilidad histórica de dar un paso hacia adelante y conquistar la necesaria unidad de los comunistas que, como hemos indicado anteriormente, es una condición sine qua non para la unidad y la organización revolucionaria del proletariado que es lo único que puede cambiar el ignominioso y criminal destino que nos tienen preparado los imperialistas. Por ello, el Comité Ejecutivo del PCOE ha acordado hacer un llamamiento a los partidos que se reclaman del comunismo con la pretensión de realizar una serie de reuniones orientadas a desbrozar el camino hasta alcanzar un programa reivindicativo y de acción para llevarlo juntos en unidad de acción al seno de las clases trabajadoras. En este sentido y para conseguir este objetivo, de manera inmediata vamos a proceder a trasladar esta resolución al Partido Comunista de los Pueblos de España, Partido Comunista de España-reconstituido y Partido Comunista de los Trabajadores de España para dar pasos concretos en este sentido.

 

¡ABAJO EL CAPITALISMO!

¡POR LA UNIDAD DEL PROLETARIADO!

¡POR EL SOCIALISMO!

Madrid, 18 de abril de 2020

COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)